¿Qué comemos cuando comemos? Seis años de la Feria Agroecológica de Córdoba
La Feria Agroecológica de Córdoba cumple seis años de encuentro entre productorxs y consumidorxs, invitándonos cada sábado a elegir cómo queremos que se produzcan nuestros alimentos.
Por Graciela Francavilla, Marianela Rojos y Sofia Zorzini para La tinta
Cuando comemos, por ejemplo, una manzana, no sólo comemos sus nutrientes, sino que también comemos la historia y los sentidos que la llevaron a nuestra mesa. Comemos todo el proceso que le da origen, con sus consecuencias en el ambiente y en la salud: comemos producción agroecológica o producción con agrotóxicos, comemos las formas justas o injustas de intercambio económico, comemos información transparente o desinformación, comemos vínculos sanos y trabajo digno o violencia y explotación laboral, comemos desde el acceso a nuestro derecho a la alimentación o desde la falta del mismo.
El sistema agroalimentario globalizado ha configurado las relaciones sociales y económicas en torno a los procesos de producción, transformación, distribución y consumo de alimentos, generando una serie de consecuencias negativas preocupantes sobre el ambiente y la sociedad.
En la actualidad, la alimentación sana se ve afectada ante la convivencia de alimentos procesados y ultra procesados, alimentos frescos contaminados y poca diversidad, lo cual promueve el consumo de alimentos fuera de estación generando dietas homogeneizadas y la pérdida de nuestra cultura alimentaria local.
La industria alimentaria nos ofrece alimentos y bebidas vacíos de nutrientes y sentidos, que “llenan”, que no nutren y, además, desnutren, impactando en la salud de la población con una mayor prevalencia de enfermedades por dicha mal nutrición. En Argentina, el 70% de los alimentos que se comercializan son ultraprocesados. El impacto epidemiológico verifica que 1 de cada 3 niñes tienen sobrepeso (OMS 2017).
Por otro lado, los productos frescos contaminados con agrotóxicos impactan sobre el ambiente y la salud disminuyendo el valor nutritivo e incrementando las patologías asociadas al uso de los mismos. En 2017, gracias al trabajo realizado por la organización Naturaleza de derechos, se publicaron los resultados de análisis realizados por SENASA sobre frutas y verduras del mercado de abasto. Los mismos indican que más del 60% (y, en algunos casos, más del 90%) de las muestras presentan residuos de agroquímicos prohibidos (DDT, endosulfán, metilazinfos y metamidofos) y otros no autorizados (diazinon, aldicarb, acrinatrina y hexaconazole). Los efectos en la salud se clasifican en: disruptores endócrinos (alteran el sistema hormonal generando disfunciones en humanos y animales), inhibición de las colinesterasa (enzima esencial para el funcionamiento del sistema nervioso) y efectos teratogénicos (mayor probabilidad de generar procesos cancerígenos y malformaciones) (SENASA 2018).
El agravamiento económico y, por ende, social de los sectores poblacionales en condiciones de pobreza profundiza la desigualdad en términos de derechos sociales, económicos y políticos, mientras el hambre y la mal nutrición en sus diferentes formas crecen a pasos agigantados. En su visita al país en 2017, la relatora especial sobre el derecho a la alimentación de la Organización de las Naciones Unidas expresó su preocupación por la actual situación a nivel nacional, ya que “aumentó significativamente la pobreza y se redujo la capacidad de compra de los más pobres, impactando sobre la realización del derecho a la alimentación en Argentina”.
En este sentido, la pérdida de la calidad alimentaria local, como construcción social en comunidad, genera una profunda crisis donde existe una ruptura con las fuentes de vida, con la capacidad de sentir, con las propias comunidades y con las formas elementales de la economía y la política que permitieron el devenir humano. Esta potencia erosiva opera de una vez en varios planos, profundamente entrelazados: sanitario, ambiental, social, cultural y, fundamentalmente, en el de las subjetividades políticas, generando procesos de individualización, homogeneización alimentaria e inequidad social. Es decir: comemos solxs, elegimos entre dos o tres “alimentos” de los que no conocemos su origen y composición, y sólo podemos comer si tenemos el dinero para pagar. Esta situación atenta contra la construcción colectiva de la soberanía alimentaria.
Un movimiento territorial y agroecológico
En este contexto, la Feria Agroecológica de Córdoba es un movimiento socio político que refleja lo que sucede día a día en los campos, donde agricultorxs eligen producir alimentos libres de agrotóxicos; en las cocinas artesanales, donde se elabora con amor y cuidado sin aditivos ni conservantes sintéticos; en la mesa de les consumidores, que eligen alimentos reales, vitales y sustentables, y, con ello, dejan su rol pasivo para promover relaciones humanas dignas, justas y solidarias.
Este movimiento de desarrollo territorial agroecológico está cumpliendo 6 años de organización colectiva, horizontal y autogestiva. Frente a un sistema agroalimentario globalizado que prevalece y atenta contra las comunidades, la consolidación de la Feria Agroecológica de Córdoba opera como una oportunidad de oferta y demanda de alimentos agroecológicos, caseros y artesanales. Constituye un espacio de co-construcción que genera un mercado de proximidad de alimentos ambientalmente sanos, socialmente justos, económicamente viables, culturalmente apropiados y completos nutricionalmente. La organización se construye desde la cooperación, basada en una relación de reconocimiento y respeto mutuo en reciprocidad y transparencia, muy valorado por les productorxs, consumidorxs, técnicxs, organizaciones e instituciones.
La Feria ha consolidado la asamblea (mensual) como órgano soberano de toma de decisiones y, para debatir en profundidad algunos temas, se realiza un plenario anual. El trabajo se organiza en diferentes comisiones conformadas por feriantxs y técnicas: admisión, comunicación, tesorería, cultura, género, fiscalización, logística, calidad-SPG (Sistema Participativo de Garantía).
El Sistema Participativo de Garantía es la forma que elige la Feria Agroecológica para garantizar la calidad integral e inocuidad de los alimentos y elaboraciones que se comercializan.
“En la construcción colectiva de este sistema, elaboramos las normas de producción, las guías de evaluación y organizamos visitas a los sistemas productivos. Estas visitas de evaluación nos permiten identificar los problemas y necesidades de cada familia productora para pensar entre todes las posibles soluciones” comentan les feriantes. En estos sistemas, se acumulan varias miradas y garantías, mediante la intervención de distintas personas y organizaciones (consumidorxs, técnicxs, profesionales, productorxs) verificando la calidad de los procesos productivos y construyendo la confianza que estos sistemas requieren. A diferencia de la certificación orgánica, el SPG no implica un costo para les productores ni un aumento en el precio final del alimento.
“Esta manera de garantizar la calidad nos permitió construir el sentido más profundo del SPG, que consiste en la promoción de la agroecología y el acompañamiento en la transición, a través de la consolidación de redes de trabajo colaborativo y la recuperación de valores como la solidaridad, el respeto, la responsabilidad y la confianza”, expresan compañerxs de la Feria Agroecológica.
Recientemente, se inauguró el espacio de lxs consumidorxs para propiciar mayor participación ciudadana y promover una cultura de consumo responsable, con el fin de reconstruir las relaciones de intercambio entre productorxs-consumidorxs y consolidar sistemas de producción y consumo respetuosos del ambiente y nuestra salud.
En este espacio, se realizan diversas actividades que constituyen propuestas de democratización de saberes y promoción de derechos, de reflexión e intercambio sobre alimentación, salud, nutrición, medio ambiente, agricultura y desarrollo sustentable. De este modo, se reconoce la práctica cotidiana del cocinar y el comer como sintetizadora de decisiones culturales, económicas, sociales y políticas. Además, se devela la importancia de recuperar la comensalidad: compartir el alimento, esa fibra nutricia que deviene en vida, es un encuentro con otrxs para celebrarla.
Todos los sábados en la Ciudad Universitaria, la Feria Agroecológica de Córdoba celebra el encuentro entre productorxs, profesionales y consumidorxs, que demuestran en sus campos, en sus investigaciones y en su salud, que la Agroecología es el camino para alcanzar la Soberanía Alimentaria. Porque la Agroecología es práctica, es ciencia y es movimiento, que se manifiestan en un proceso colectivo que construye autonomía con solidaridad, creatividad, amor y cooperación anclada en el territorio. La Agroecología en Córdoba es movimientos sociales y políticas públicas. Y también es feminista: abraza la vida y deja de invisibilizar a las mujeres y su papel en la reproducción de la misma, rompe los moldes del patriarcado y sus formas de dominación sobre la naturaleza y sobre las personas, construye espacios y prácticas de igualdad y equidad, de empoderamiento colectivo y de libertad de decisión.
Es tan grande la alegría que no alcanza con un día de festejo. Por eso, todos los sábados de noviembre, la Feria estará celebrando los 6 años de construcción colectiva de la Agroecología y la Soberanía Alimentaria.
*Por Graciela Francavilla, Marianela Rojos y Sofia Zorzini para La tinta. Imagen de portada: Colectivo Manifiesto