Eso que llaman periodismo
El 7 de junio es el día de les periodistes en Argentina. Debates, memorias, desafíos y tensiones de una profesión que nos apasiona.
Por Redacción La tinta
Leemos notas en modo random que hablan de la tarea periodística: que es un oficio, una carrera, una profesión; que periodismo popular, alternativo, comunitario, contrahegemónico; que se trata de saltar el cerco mediático, destrozar la mordaza, desnaturalizar, interpelar, amplificar, cuestionar, denunciar, criticar, incomodar. Que se hace para cambiar algo, porque sí, porque nos gusta, porque la batalla cultural, porque la libertad… ¡STOP!
Periodismo en la primera línea
Miramos una fotografía de Sebastián Moro, asesinado en Bolivia en pleno golpe de Estado tras haberlo denunciado. Leemos a su hermana Melody diciendo que él escribía para el futuro: “El periodismo de mi hermano incluía muchísima poesía y caminaba las calles, y se relacionaba con la gente de par a par, y eso lo hizo ser diferente”, nos dijo en entrevista con La tinta.
Las cifras son escalofriantes, en Latinoamérica, cada año, decenas de periodistas pierden la vida por motivos relacionados con su trabajo, muches asesinades.
La región lidera listas a nivel mundial siendo una zona de alto riesgo para el ejercicio del periodismo. La mayoría de los casos tienen alto índice de impunidad y por motivos vinculados a su actividad periodística denunciando intereses de sectores de poder.
¿Cuál es la relación entre el activismo y el periodismo? Pensarlo como un trabajo previene las dobles y triples jornadas laborales, pero es innegable que se atraviesa con la militancia y que, además, para muches, tiene la responsabilidad de registrar esas luchas. Hace tres años, Marta Dillon habló en la Bienal de Periodismo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, de la Universidad Nacional de Córdoba: “No vamos a cambiar el mundo desde el periodismo, eso es una falacia, el mundo se cambia desde el activismo. Pero sí el periodismo tiene la responsabilidad de dar cuenta de estos activismos, de maneras no estereotipadas, ofreciendo la posibilidad de leer el lenguaje de los cuerpos en la calle, entender cuáles son los sujetos que requieren ser contados para poder colaborar al cambio social”.
¿Dónde estamos, compañeras?
Las palabras de Dillon resuenan en quienes ensayamos periodismo feminista, transfeminista o con mirada de géneros. La marea violeta, verde, multicolor, se expandió de forma capilar abriendo, trastocando, boicoteando y desafiando. Reconocemos una genealogía de periodistas feministas o un periodismo desde espacios de mujeres y diverses en la memoria larga de nuestro oficio. Sin embargo, el periodismo, en tanto palabra pública que desafía los límites de lo doméstico y los espacios de concentración de poder, fue históricamente predominio de hombres.
Es urgente revisar la distribución de los roles y espacios en los medios de comunicación u otros ámbitos comunicacionales, entre mujeres, hombres e identidades disidentes. La Fundación para el Desarrollo de Políticas Sustentables (FUNDEPS) y la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad publicaron, en 2018, la investigación “Organizaciones de medios y género. Igualdad de oportunidades para mujeres y personas LGTTBIQ+ en empresas, sindicatos y universidades”. Realizaron entrevistas en 50 espacios en Córdoba y Buenos Aires, concluyendo que, del total de las personas empleadas en los medios de comunicación, las mujeres representan el 30,35%, mientras que los cargos gerenciales y de propiedad dentro de las empresas son el 80% ocupados por varones. En los sindicatos, el porcentaje de mujeres afiliadas es del 24% y se reduce en las dirigencias gremiales donde participan en un 23%. Sin embargo, en los espacios de formación de profesionales de la comunicación, el 64% de las personas egresadas de estas carreras son mujeres. ¿Dónde estamos, compañeras? El famoso cuello de botella y techo de cristal.
Por otro lado, actualmente, existen algunas voces y cuerpos disidentes en los medios de comunicación, fruto de un reconocimiento y una visibilidad ganada a fuerza de lucha. Sin embargo, la lógica de inclusión de mujeres y disidencias en medios de comunicación es todavía compleja: si el rol de la periodista o conductora trans se asocia a la farándula, el de las mujeres está ligado a los trabajos de cuidado y el sanitarismo, excluyendo sus voces de temas como economía, política o deporte.
No basta con que haya mujeres e identidades diversas en los medios de comunicación. La idea de “igualdad” debe saltar por los aires. ¿Cuál es el parámetro de les iguales? ¿Iguales a quién tenemos que ser? La palabra “igualdad”, tan políticamente correcta, tracciona los cuerpos feminizados para que asuman puestos “como si” fueran varones. Como si no existiera una desigualdad estructural y como si no fuéramos distintes, como si nuestros recorridos vitales no fueran diferentes. ¿Cuánto tenemos que “masculinizarnos” para poder acceder a ciertos puestos laborales?
Será feminista o no será
Pensar un periodismo desde el feminismo exige una reinvención de la tarea. Pusimos en agenda las opresiones urgentes de abordar por la opinión pública, pero ¿cómo nos narran los grandes medios de comunicación? El sistema intenta capturar las aristas filosas del feminismo, borrando sus sentidos más críticos, intentando generar un producto de consumo que esconda la conflictividad, la denuncia, la crítica.
Es nuestra tarea desbordar esos sentidos y oponer miradas interseccionales: leer los hechos cruzando las relaciones y estructuras de género con las de clase, edad, etnia, identidad sexual/de género, etc. A esa capa, agregarle otras que den cuenta de lo múltiple y lo diverso, de las realidades situadas, contextualizadas, parciales, encarnadas, sentidas, que nos pasen por el cuerpo. Desnudar las subjetividades que ponemos en juego y expresarnos descaradamente y sin escondites.
¿Qué historias merecen ser contadas? ¿Cómo construimos al sujeto de nuestras historias? ¿Qué miramos cuando abordamos un acontecimiento? ¿Qué lentes nos ponemos?
El desafío es mirar desde la complejidad, desafiar las jerarquías y hacer que el feminismo sea transversal en todos los contenidos, pero ¡cuidado! Paso a paso, compañera. Lo estamos construyendo, debatiendo, poniendo en tensión y necesitamos garantizarlo desde los espacios específicos, desde las trincheras feministas.
La construcción de la agenda pone en debate hacia dónde enfocamos los reflectores. Cortito y al pie: ante tanta concentración, voz única, fake news, post verdad, mentira encubierta, información como producto de mercado, periodismo de cotillón, comunicadores soldados del poder, desinformación malintencionada, hacer periodismo hasta mancharse es narrar desde abajo y desde las voces de les protagonistas.
Son apuestas, es nuestro compromiso.
*Por Redacción La tinta.