Sebastián Moro: morir haciendo periodismo

Sebastián Moro: morir haciendo periodismo
16 marzo, 2020 por Redacción La tinta

El pasado jueves 12 de marzo, familiares del periodista mendocino muerto en Bolivia, junto a representantes de la Mesa de Trabajo por los DDHH, realizaron una denuncia penal contra el gobierno de facto de Bolivia por crímenes de Lesa Humanidad. Entrevistamos a Melody Moro, su hermana, quien exige investigación rigurosa y esclarecimiento de los hechos vinculados al fallecimiento.

Por Débora Cerutti para La tinta 

“A veces alcanza, para seguir viviendo, con recobrar líneas de tinta como con las que Haroldo Conti inmortalizó la intensidad del anhelo, breve como infinito, de un personaje de su pueblo. Contra los dictados que guían el mundo, en una época de adoctrinamiento y del deber-ser, acaso algunas respuestas se encuentren en insospechados destinos libertarios que sólo se permiten gracias a la osadía de las búsquedas y de marcas ya dejadas, tanto en la vida como en la propia escritura”.

Sebastián Moro

Periodista del pueblo

Hay que leer a Sebastián, me dice Melody Moro. Hay que leerlo, compartirlo y exigir verdad, memoria y justicia. Sebastián no escribía solamente del hoy. Sus palabras deambulaban entre citas de Camilo Blajaquis que decían que a lo social se lo atormenta con poesía, pasando por crónicas donde narraba cómo abría su casa a los encuentros y dejaba ojear sus libros, sus plantitas y conocer a quienes estaban en sus fotografías.

Sebastián escribía para el futuro, me dice Melody por teléfono, con su voz calma, pausada y firme: “El periodismo de mi hermano incluía muchísima poesía y caminaba las calles, y se relacionaba con la gente de par a par y eso lo hizo ser diferente. Es el primer periodista en denunciar el golpe de Estado y, así mismo, es la primera víctima de este golpe de Estado en Bolivia”.


Sebastián Moro era un periodista mendocino que, en sus últimos años de vida, trabajó para los medios que pertenecían a la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB). Era jefe editor en Prensa Rural y llevaba adelante programas en Radio Comunidad. Había trabajado una década cercano a los delitos de lesa humanidad de la última dictadura cívico-militar en la provincia de Mendoza y en Radio Nacional Mendoza, hasta que renunció durante el macrismo en un contexto de mucha precarización y silenciamiento, y decidió irse a Bolivia.


A partir del 20 de octubre y después de las elecciones en este país vecino, comenzó a ser corresponsal en el diario Página 12: “Sebastián cumplía con una doble línea de fuego, dado que informaba no solamente para el interior de Bolivia, sino también para la Argentina, donde existe la mayor población boliviana migrante”.

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(Imagen: Las 12)

Su muerte

Los días previos al golpe en Bolivia, Sebastián Moro estuvo con sus compañerxs de trabajo. Sabían que habían sido tomados varios medios de comunicación alternativos. Recibieron amenazas de allanamiento de la sede de la CSUTCB, por lo que, el día 8 de noviembre, fueron a desalojar la radio para resguardar el material que allí había. El día sábado 9 de noviembre por la tarde, Sebastián presentó su última nota en Página 12 denunciando y anunciando el golpe de Estado. Ese día, a su jefe y director de Radio Comunidad, José Aramayo, lo habían atado de un poste. Durante los días previos y posteriores, fueron numerosos los casos de trabajadorxs de prensa que recibieron agresiones por parte de las fuerzas represivas y personas movilizadas.

“Mi hermano queda trabajando en su domicilio en el semanario que salía el domingo de Prensa Rural, mientras terminaba también sus trabajos para Página 12. Nos da aviso en la tarde que iba a salir a caminar para descomprimir un poco y tomar aire porque realmente habían sido días de mucha preocupación y mucho trabajo donde había estado cubriendo con notas para distintos países y otras provincias de Argentina. Y, ahí, perdimos comunicación”, narra Melody.

El domingo 10 de noviembre, al no tener comunicación con él, las hermanas y la madre de Sebastián se pusieron en contacto con un allegado de la familia que fue al domicilio de Sebastián en La Paz y lo encontró en estado de semi inconsciencia y con golpes. Lo llevó hasta una clínica.

“Empezamos a armar campañas para poder viajar inmediatamente. Mi hermana Penélope viajó la noche del 10 y llegó el 11 en pleno golpe de Estado. Mi madre Raquel y yo llegamos el 13, cuando a mi hermano ya lo habían trasladado a terapia intensiva”, rememoró Melody.


Penélope, cuando vio a Sebastián, logró tomarle fotografías de su cuerpo, que estaba con politraumatismos. El periodista mendocino murió el 16 de noviembre, internado. En la clínica, no contemplaron la necesidad de hacer una autopsia. Y el consulado tampoco hizo su aporte al respecto, afirma Melody, mientras recuerda que les sugirieron volver rápido a Argentina por la situación social y política boliviana: “Hicimos la cremación de mi hermano y volvimos a la Argentina, que fue también bastante engorroso de poder repatriar sus cenizas”.


Las tres mujeres volvieron a Argentina con los restos y el dolor a cuestas. Sabían que su hermano había muerto en medio de masacres y hechos aberrantes. Sabían que haber caratulado su muerte como “extremadamente dudosa” sólo generaba más incertidumbres y sed de justicia. “A mi hermano le faltan pertenencias de su trabajo, una chamarra muy importante que es su chaleco de trabajo, de periodista, un grabador de periodista y una libreta de la que Sebastián nunca se desprendería fácilmente”, afirma Melody. Son muchas las cuestiones a esclarecer vinculadas a su muerte.

Las denuncias

Al llegar a Argentina, se pusieron en contacto con abogados de lesa humanidad, que les fueron indicando los pasos a seguir para hacer las denuncias pertinentes y exigir una investigación rigurosa tanto al Estado nacional como al Estado boliviano. Esa primera denuncia se radicó en Córdoba.

Con todas las pruebas que han sumado a lo largo de estos últimos meses, han presentado una denuncia ante el Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y otras dos que se han sumado en Bolivia en la Relatoría de la Libertad de Expresión y en la Defensoría del Pueblo, que apuntan también a denunciar la persecución a periodistas, que hoy continúa.

La semana pasada, las hermanas y madre de Sebastián hicieron su paso por Córdoba para realizar una nueva denuncia penal de lesa humanidad contra el gobierno de facto boliviano. Raquel Rocchietti, la madre de Sebastián, se ha constituido como querellante para dar curso a la investigación.

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Hacer justicia

“Los días que estuvimos allá, los colegas de Sebastián estaban clandestinos, ocultos, habíamos perdido comunicación con varios de ellos. Después, de a poco, hemos ido pudiendo comunicarnos y seguir con los lazos, pero vamos de a poco reconstruyendo lo que sucedió ese último día”, dice Melody. La zona de Miraflores en La Paz, donde estaba la sede de la CSUTCB, estaba siendo bombardeada, las plazas estaban siendo destruidas.

Los golpes de Sebastián no condicen con un ACV (accidente cerebrovascular) y eso fue confirmado por el médico forense: “Son golpes muy similares a los de otros colegas, compañeros periodistas que fueron torturados también. Sabemos que sí, Sebastián ha sido torturado en el momento que sale a caminar”. Melody se encarga de dejar bien claro que la muerte de Sebastián no fue un hecho aislado del grave contexto en que estaba inmerso.

“Creemos que la justicia que nos puede llegar al caso de Sebastián puede ayudar a visibilizar un montón de casos de los periodistas precarizados y puede llegar a destapar montones de otras ollas. No solamente hablan del caso de Sebastián, sino de un montón de compañerxs que también son silenciados por los medios, los gobiernos, las crisis políticas y económicas”, finalizó.

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(Imagen: Cristian Martinez)

*Por Débora Cerutti para La tinta / Imagen de portada: Bernardino Avila.

Palabras claves: Bolivia, Periodismo, Sebastián Moro

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