La ONU sobre Argentina: “El modelo de agricultura industrial ha socavado la seguridad alimentaria de la población”

La ONU sobre Argentina: “El modelo de agricultura industrial ha socavado la seguridad alimentaria de la población”
25 febrero, 2019 por Redacción La tinta

En un informe sobre el derecho a la alimentación en el país, la Relatora Especial de Naciones Unidas, Hilal Elver, realiza duras críticas a la expansión del monocultivo con transgénicos por sus consecuencias en la salud, el ambiente y la disponibilidad de alimentos, e insta al gobierno a apoyar la agricultura familiar. Además, advierte que el Estado tiene la obligación de priorizar recursos para sostener el derecho a la alimentación en tiempos de crisis económica.

Por Lucía Maina para La tinta

“La Argentina tiene abundantes recursos naturales que permiten la autosuficiencia y brindan apoyo a un sector agrícola productivo. En tanto, no debería haber problemas para garantizar la disponibilidad de alimentos para la población, el modelo actual de la agricultura industrial, que promueve la soja y otros cultivos comerciales para la exportación por sobre un sector agrícola diversificado, ha socavado la seguridad alimentaria de la población”, expresa una de las primeras conclusiones del informe final presentado este mes por la Relatora Especial de Naciones Unidas, Hilal Elver, ante el Consejo de Derechos Humanos de ese organismo.

El documento, elaborado en base a una visita que Elver realizó al país en septiembre de 2018, analiza el impacto de la crisis económica y financiera que atraviesa el país en el derecho a la alimentación. Afirma que la Argentina se ha concentrado en fomentar la inversión extranjera y las exportaciones agrícolas en base al monocultivo de transgénicos, y detalla las consecuencias negativas que esto genera en el ambiente, la salud y la alimentación mientras que “solo un porcentaje pequeño de la población se beneficia en forma directa del modelo agrícola actual”.

El informe señala, además, que las políticas existentes no apuntan a revertir esta tendencia y reconoce que “existen presiones para modificar la actual Ley de semillas”, ante lo cual recomienda al Estado proteger el derecho de propiedad de los productores respecto de las semillas tradicionales, para que puedan comercializarlas libremente. En ese marco, insta también al gobierno nacional a promover la agricultura familiar y la agroecología a fin de proteger la disponibilidad de alimentos y a proteger el acceso a la tierra de los pueblos originarios.

El documento oficial también advierte que el gobierno debe cumplir con sus obligaciones legales de sostener el derecho a la alimentación en tiempos de una crisis económica nacional, teniendo en cuenta aún más los efectos de sus medidas de austeridad sobre los más pobres. Y, en relación a los acuerdos aprobados por el gobierno de Cambiemos con el FMI, recuerda que el Estado Argentino tiene la obligación de atender el derecho a la alimentación, antes de usar los recursos públicos para otros objetivos, como la deuda.

Estas fueron algunas de las conclusiones y recomendaciones que se derivan de lo relevado por la Relatora Especial el año pasado, cuando mantuvo reuniones con funcionarios de los ministerios de Relaciones Exteriores y Culto, Justicia, Salud y Desarrollo Social, Hacienda, e Interior, con legisladores nacionales y autoridades locales, además de visitas a campo en las provincias de Buenos Aires y Chacho, incluyendo a comunidades en zonas urbanas y rurales, pequeñxs productorxs, representantes del sector académico, de organizaciones internacionales y de la sociedad civil.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Los derechos humanos antes que la deuda

Durante su visita, la Relatora Especial buscó evaluar las implicancias del acuerdo con el FMI, así como los efectos de la crisis sobre el derecho a la alimentación de la población, una situación que sufren especialmente “los campesinos sin tierra, los trabajadores agrícolas, los migrantes y los pueblos indígenas, que ven peligrar sus medios de subsistencia”, plantea el informe. Y observa que, actualmente en Argentina, una mayor cantidad de personas acude a comedores comunitarios o se saltea comidas, y que muchos niños dependen exclusivamente de los programas escolares de alimentación.

“Deben tomarse todas las medidas necesarias para que los medios de subsistencia, así como los derechos de las personas, no se vean afectados por la pérdida del poder adquisitivo y el aumento en los precios de los alimentos”, advierte el informe y aclara que la preocupación se refiere no solo a los grupos más vulnerables, sino también a la clase media.

Al mismo tiempo, manifiesta que el derecho a la alimentación está interconectado con otros derechos humanos y recuerda que, como parte de diversos tratados internacionales, “el Estado argentino tiene la obligación de asegurar que estos derechos sean debidamente atendidos antes de utilizar los recursos públicos para lograr otros objetivos del Estado que no se encuentran relacionados con los derechos humanos como, por ejemplo, el servicio de la deuda”. Incluso, señala que las posibles víctimas de violaciones a estos derechos pueden presentar una demanda ante un órgano independiente e imparcial, a fin de solicitar una reparación adecuada, así como su aplicación.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Modelo agrícola para unxs pocxs

El documento, de casi veinte páginas de extensión, dedica una gran parte de su contenido a analizar el modelo agrícola del país basado en el monocultivo de transgénicos y a analizar sus impactos tanto en el derecho a la alimentación como en el ambiente, la salud y la economía. “Aunque la Argentina tiene una superficie cultivada suficiente para alimentar a su población de 42 millones de habitantes, aproximadamente un 60% de la tierra cultivada (19 millones de hectáreas) están dedicadas a la producción de soja, una gran parte de la cual se destina a la exportación. Solamente un 2% de esta soja se consume en el país y el resto se procesa y exporta, principalmente a China”, advierte el informe. Y agrega que la tenencia de la tierra se encuentra altamente concentrada.


El perfil productivo de la Argentina, indica, se ha tornado aún menos diverso en décadas recientes, ya que se ha concentrado en fomentar la inversión extranjera y las exportaciones agrícolas, lo que se manifiesta, por ejemplo, en la disminución de la actividad ganadera. “Dichas políticas económicas le han permitido a la Argentina convertirse en el principal exportador de productos agrícolas y también han perpetuado un modelo agrícola industrial que socava la seguridad alimentaria y la nutrición de la población. Las políticas existentes no apuntan a revertir esta tendencia, ya que se proyecta un crecimiento de un 18% en la producción de soja y harina proteica durante la próxima década”, señala el documento.


La aprobación y el uso de semillas transgénicas es otro de los puntos de preocupación del informe de la ONU: “El país tiene más de 22 millones de hectáreas en regiones agrícolas dedicadas al cultivo de la soja (alrededor del 95%), algodón y maíz, con tecnología genéticamente modificada. Su aprobación fue autorizada por la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria, integrada por las mismas empresas, por lo que su opinión resulta ilegítima debido al conflicto de intereses”.

Incluso, el organismo advierte que “existen presiones para modificar la actual Ley de semillas para que pueda aplicarse la restricción del uso propio”. Ante ello, recomienda al Estado proteger el derecho de propiedad de los productores respecto de las semillas tradicionales, para que puedan comercializarlas libremente y crear bancos a fin de mantener la diversidad genética de las semillas y asegurar una distribución equitativa de sus beneficios.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Elver también remarca el fuerte incremento del uso de plaguicidas que este modelo agrícola ha provocado y plantea su preocupación respecto del peligro que implican para la alimentación y la salud. “Desafortunadamente, la Argentina no ha introducido legislación efectiva ni ha aplicado sus leyes como corresponde para reducir el uso de plaguicidas en la producción agrícola ni para reparar el daño sufrido por las poblaciones expuestas a la contaminación”, denuncia y advierte que esto podría constituir una violación de los derechos humanos.

El resto de los impactos ambientales de los agronegocios también son puntualizados, incluyendo datos alarmantes sobre la degradación del suelo, la deforestación y la contaminación del agua, así como la falta de interés del gobierno denunciada por la FAO de respetar la Ley de Bosques 26631, razón por la cual la relatora internacional insta al gobierno a implementar y monitorear cuidadosamente las reglamentaciones ambientales.

La ONU advierte en su informe que los pueblos indígenas son uno de los sectores de la población que exigen una atención especial en este momento, ya que, como consecuencia del modelo agrícola, han perdido grandes porciones de sus tierras tradicionales y muchas familias debieron migrar a las ciudades. Además, el desmonte, como parte de la expansión de la frontera agrícola, limitó severamente la disponibilidad y el acceso a las plantas, así como a los animales. Por ello, la relatora del organismo señala que debe darse prioridad a proteger el acceso de los pueblos originarios a la tierra.

Agricultura familiar e inseguridad alimentaria

Ante este diagnóstico, la relatora del organismo afirma que ciertos compromisos internacionales asumidos por Argentina no parecen corresponderse con la realidad: “Los regímenes fiscales del sector agrícola deberían proteger a los pequeños productores, así como el derecho a una alimentación adecuada, y no solo favorecer al sector industrial exportador”, señala. E insiste, en diversas ocasiones, sobre el lugar fundamental que la agricultura familiar constituye para proteger la disponibilidad de alimentos, ya que produce casi la mitad de las frutas y hortalizas que se consumen en el país y emplea a 2 millones de personas.

Durante su visita, la relatora de la ONU también visitó predios de producción agroecológica que, en sus propios términos, “llevan a lograr no solo rendimientos impresionantes, sino que también promueven prácticas que respetan el medio ambiente”. En el mismo sentido, destaca: “La agroecología es una alternativa importante para la agricultura industrial con monocultivo que debería ser promovida por el Gobierno para la diversificación de la economía agrícola, la producción de alimentos en forma más sostenible, la protección de los recursos naturales, la adaptación al cambio climático y el apoyo a los pequeños productores y a los programas de comedores escolares”. Además, insiste en que “el marco jurídico para el derecho a una alimentación adecuada debería incluir la soberanía alimentaria para todos”.

Por otro lado, ante el aumento alarmante de los índices de pobreza a partir de 2018, el informe remarca el vínculo directo que existe entre pobreza, y especialmente pobreza urbana, e inseguridad alimentaria, ya que, como no pueden producir sus propios alimentos, los pobres que viven en las ciudades son vulnerables al incremento en los precios de los alimentos. De acuerdo a la FAO, en la Argentina, la prevalencia de personas que viven en situaciones de inseguridad alimentaria severa aumentó del 5,8% (2.500.000 personas) en el período 2014-2016 a 8,7% (3.800.000 personas) en el período 2015-2017. “Sin ingresos estables que resulten suficientes, los hogares luchan por brindarle a sus hijos una alimentación adecuada y nutritiva, lo que resulta en mayores niveles de desnutrición”, expresa el documento de Naciones Unidas.

*Por Lucía Maina para La tinta.

Palabras claves: agroecología, agronegocios, agrotóxicos, Alimentación, ONU

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Organizaciones trabajan en red por la salud sexual y reproductiva de comunidades rurales de Córdoba 

Organizaciones trabajan en red por la salud sexual y reproductiva de comunidades rurales de Córdoba 
26 noviembre, 2024 por Soledad Sgarella

El trabajo del Movimiento Campesino de Córdoba (MCC) es fundamental ―desde hace 25 años― en la lucha por una vida digna en el campo, abarcando aspectos como la tierra, la educación y la salud. En alianza con Católicas por el Derecho a Decidir (CDD), desde 2021, se han potenciado acciones en torno a garantizar los derechos sexuales y reproductivos, especialmente, en zonas rurales invisibilizadas. “Contar con redes ayuda a entender que la salida siempre es colectiva y con organización”, sostiene Camila Recalde, médica y militante del MCC.

Desde hace 25 años, el Movimiento Campesino de Córdoba (MCC) trabaja por el acceso a una vida digna, enfocándose en derechos fundamentales como la salud, la educación y la tierra en las comunidades rurales. La articulación y el trabajo colaborativo con la organización Católicas por el Derecho a Decidir (CDD), a partir del 2021, fortaleció el plan de acción orientado al acceso a derechos sexuales y reproductivos de mujeres y personas del colectivo LGBTQ+ que habitan la ruralidad. En esta nota, integrantes de las organizaciones reflexionan sobre los avances alcanzados y los desafíos que aún persisten en la construcción de un futuro más justo.

Camila Recalde es militante del Movimiento Campesino de Córdoba (MCC) e integrante de los equipos de Salud y Feminismo. En diálogo con La tinta, comparte la experiencia de su organización, que lleva un cuarto de siglo de trabajo territorial en el norte y noroeste de la provincia de Córdoba. La médica destaca que el MCC se ha enfocado en visibilizar a lxs campesinxs y en luchar por el acceso a la tierra y a una vida digna en el campo. Hablar de «vida digna» abarca aspectos fundamentales del desarrollo humano, como la salud, la educación, la producción, el acceso al agua potable, la tierra y el trabajo.


«En todo el recorrido, hemos visibilizado y trabajado sobre el rol de las mujeres en el campo, una multiplicidad de acciones que ahora podemos poner bajo la bandera del feminismo campesino indígena popular, pero que, en aquellos tiempos, ni siquiera hablábamos sobre feminismo”. 


Entre las múltiples iniciativas, destacan las campañas de papanicolau, el acceso a métodos anticonceptivos, jornadas de atención sanitaria, espacios de formación para mujeres, promotoras de salud, promotoras territoriales contra la violencia de género, escuelas populares de género, talleres sobre economía feminista “y muchas otras acciones que, a lo largo de este tiempo, demuestran que la constancia del trabajo organizado genera que las políticas que se piensan o se articulan con el Estado y ONG puedan llegar de manera oportuna a los territorios”. 

Camila hace énfasis en que, desde el MCC, siempre tuvieron en claro que son una organización social y que el Estado es quien debería encargarse de gestionar la política pública para el sector. “Pero como ha sido un sector históricamente invisibilizado, hemos estado ahí para señalarlo, reivindicarlo y no dejar de demandar nunca lo que nos corresponde”, dice la médica y celebra como una victoria del movimiento que exista un programa como Familia Rural Sana, donde se ha podido pensar, construir y sostener conjuntamente políticas públicas de salud para una parte del campesinado cordobés, sabiendo y reconociendo que queda mucho territorio por cubrir.

“Contar con estas redes generadas en el contexto que estamos viviendo ayudan a entender que la salida siempre es colectiva y con organización”, agrega la militante. A lo largo de estos 25 años, explica, el MCC ha ido encontrándose con otros actores que reconocen su trabajo y que apoyan la lucha campesina y la mirada feminista, como CDD.

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Imagen: Diana Hernández para Católicas por el Derecho a Decidir.

Tejer las redes para una vida digna

Ana Morillo, coordinadora del área Salud de Católicas por el Derecho a Decidir, relata que la articulación con el MCC ya tiene varios años, más precisamente, desde el 2021. Con apoyos institucionales, planificación de acciones concretas o encontrándose como activistas feministas y trabajadoras de la salud en la Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir ―para la implementación integral de la Ley n.° 27.610 IVE―, ambas organizaciones tienen un trayecto recorrido en conjunto que potencia y fortalece el trabajo.

Morillo destaca una actividad que realizaron en coordinación con la UNC: «Hicimos un mapa de Córdoba plasmando en papel una georeferenciación de servicios y de organizaciones que atendían y acompañaban mujeres que habían decidido interrumpir el embarazo ―u otras cuestiones de salud reproductiva, pero, principalmente, de IVE-ILE―. Marcamos con puntos verdes donde había servicio para la atención. Y, después, decidimos hacer puntos violetas para los lugares donde existían organizaciones que acompañaban… Y ahí, en ese mapa, se vio, hermosamente, cómo las sedes donde había organización de mujeres campesinas del Movimiento daban acompañamiento donde no había verde. Eso fue una foto muy importante para pensar ―aún más― en el fortalecimiento de las organizaciones acompañando a las mujeres y, más que nada, a las mujeres campesinas, mujeres que viven a kilómetros de los servicios de salud y con caminos muy difíciles de transitar”.

En septiembre de 2023, se organizó un encuentro entre el MCC, CDD y la Dirección Nacional de Salud Sexual y Reproductiva (DNSSR), con la presencia de Valeria Isla, directora en ese momento de dicha repartición. El evento tuvo lugar en la radio comunitaria “Radio Pueblo”, en una de las localidades del norte cordobés, donde también funciona una extensión de la escuela para adultos destinada a la terminalidad de la secundaria, y participaron promotoras de diversas localidades del norte de la provincia ―como Deán Funes, El Tuscal y Mansilla del departamento Ischilín―, así como miembros del MCC de los departamentos de Cruz del Eje, Minas y Traslasierra.

Con la necesidad planteada de seguir articulando esfuerzos para consolidar la garantía de derechos en todos los territorios rurales de Córdoba, el trabajo conjunto entre el MCC y CDD se intensificó durante 2024. Las acciones buscan asegurar el acceso a métodos anticonceptivos, la prevención de enfermedades de transmisión sexual (ETS) y la promoción de la salud sexual y reproductiva en comunidades rurales y barriales que, históricamente, han estado excluidas del sistema de salud pública.

El 2 de noviembre, se llevó a cabo en la sede del MCC en Cruz del Eje ―en el barrio La Rinconada― una campaña de colocación de implantes subdérmicos, producto de la articulación con Católicas por el Derecho a Decidir y la Fundación CIGESAR de Buenos Aires, jornada en la que se colocaron 50 implantes y se ofreció consejería a las mujeres de la zona. También se realizó en Ciénaga del Coro, incluyendo a comunidades cercanas como Tosno, Guasapampa y La Higuera. En total, se colocaron 49 implantes y, además, se ofrecieron consejerías sobre salud sexual y reproductiva a las participantes.

Otra de las campañas tuvo lugar en Cerro Colorado, donde, por cuarto año consecutivo, se realizó una jornada de salud sexual integral que incluyó consejerías, testeos de ETS y la colocación de implantes. Realizada en articulación con el MCC, Redes Cuidadas del Norte, la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y el colectivo de mujeres del norte, se recibieron más de 40 consultas que fueron acompañadas de manera personalizada y se llevó a cabo un taller titulado «Desdibujando violencia», abierto a la comunidad, donde se buscó reflexionar sobre la violencia de género y las herramientas para erradicarla.

Finalmente, a finales de noviembre, se llevará a cabo otra campaña en Los Pozos, que incluirá un taller de prevención y erradicación de la violencia de género, así como un espacio dirigido a las infancias para promover un entorno libre de violencia.

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Imagen: Diana Hernández para Católicas por el Derecho a Decidir.

Las promotoras de salud, ese fuerte hilo conector

Jesica Otazua es militante del MCC de la Ciudad de Cruz del Eje. En la ciudad del norte cordobés, existen nueve barrios populares donde la organización trabaja con el equipo de feminismo: «Desde el inicio de las experiencias barriales en el año 2018, nos inclinamos a la formación de promotoras de género y en acompañamiento de IVE/ILE en articulación con los organismos estatales. Actualmente, con la presentación de un proyecto político de desmantelamiento del Estado, los derechos conquistados se fueron achicando y las legislaciones vigentes se relegaron a las voluntades políticas de quienes gestionaban la salud y al acompañamiento de las organizaciones sociales”, historiza. 

Las campañas internas, puestas al servicio de la comunidad, dice Jesica, se vaciaron de contenido cuando los recursos del Estado dejaron de llegar a las comunidades y barrios. “Y ahí es donde nos seguimos organizando para poner parches a la desregulación. Un entramado de redes construidas históricamente desde nuestro movimiento es lo que legitima hoy, un proceso del cual depende el acceso a la salud de nuestras comunidades campesinas y barrios populares”, sostiene Otazua y afirma: “El acceso a los métodos anticonceptivos y a consejerías, en barrios donde el acceso a la información y donde la economía familiar está denunciando la emergencia alimentaria, son inherentes. Y, sin embargo, están siendo recursos que el poder político plantea como un despilfarro, carente de respaldo. El derecho a la anticoncepción gratuita no está siendo rentable para el interés económico”. 

La campaña de Cruz del Eje, asegura Jesica, “dejó en evidencia la importancia de la jornada para una ciudad que cuenta con numerosos centros de salud y un hospital regional a donde no llegan recursos suficientes. Así, entendemos que la organización colectiva es la respuesta en estos tiempos. Apelar a las redes tejidas y a los feminismos como construcción política nos garantiza una vida más digna”.

Ana Morillo señala que, para estas últimas dos campañas de colocación de implantes, se coordinó, por primera vez, con las promotoras: «Ellas se involucraron en la captación de las mujeres, en que llegaran allí… Por ejemplo, en Ciénaga del Coro, las fueron a buscar casa por casa para que estuvieran. Bueno, esto fue una articulación muy fuerte y un hermoso encuentro con las compañeras, para lograr que mujeres y jóvenes de esos barrios llegaran a obtener el método anticonceptivo”.

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Imagen: Diana Hernández para Católicas por el Derecho a Decidir.

Las promotoras de salud, como Carina Reynoso y Yamila Nieto, tienen un papel fundamental en el acompañamiento y educación de las mujeres en las zonas rurales. Ambas son productoras campesinas y hacen el famoso dulce de leche de cabra que se vende en el local Monte Adentro en la ciudad de Córdoba.


Carina trabaja en la comunidad de Piedrita Blanca, en el departamento Minas. La promotora destaca el impacto que han tenido los servicios médicos del programa Familia Rural Sana: «Los médicos rurales, en nuestras zonas aledañas, son muy importantes, tanto para adolescentes y jóvenes como para mujeres mayores, porque se pudo lograr llegar a los métodos de anticonceptivos, como así también los PAP. También a los controles y al llenado de fichas médicas para que cada niño cuente con su control. Visitamos periódicamente las viviendas y, entre charlas, vamos hablando sobre lo importante que es estar sanos. Comer bien y hacer actividades físicas. Para mí, es una gran oportunidad para que, como comunidad, vivamos mejor en el campo”. 

Yamila, de El Duraznal, cuenta cómo el MCC comenzó a trabajar en salud comunitaria desde principios de los años 2000. «Comenzamos aprendiendo a tomar la presión, a colocar inyecciones, todas esas cosas que hacía por ahí un grupo de médico y enfermero… Y también se empezó a plantear el tema de la salud integral de la mujer y, después, se pudo llevar a cabo venir con algunos de los equipos médicos y hacer PAP. Allá, en los primeros años, se usaba un botiquín comunitario acá, donde se conseguían anticonceptivos y se podían repartir a las mujeres. También otra cosa para decir es que, ahora, se han logrado un montón de cosas, las mujeres de acá, de la zona rural. Las promotoras podemos sacar un turno y, de ahí, dirigirse hacia el hospital Aurelio Crespo y poder hacer el circuito de la mujer, todo en un solo día, así que fueron logros y cosas que se fueron avanzando”, concluye Nieto.

*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imágenes: Diana Hernández para Católicas por el Derecho a Decidir.

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Palabras claves: Católicas por el Derecho a Decidir, Feminismo popular, Movimiento Campesino de Córdoba, mujeres campesinas, Salud Comunitaria, salud sexual y reproductiva

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