Pedagogía de la memoria. Primera parte

Pedagogía de la memoria. Primera parte
19 marzo, 2020 por Redacción La tinta

Entrevistamos a Agustín Minatti, docente de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la UNC y del Instituto Provincial Carlos Alberto Leguizamón, investiga sobre Pedagogía de la Memoria y formación docente. En esta primera parte, habla sobre los Espacios para la Memoria y cómo abordar la última dictadura cívico-militar en las escuelas de todos los niveles.

Por Candela Molina para La tinta

La Pedagogía de la Memoria es una perspectiva para mirar y abordar el pasado reciente desde las urgencias del presente. Agustín Minatti aclara que no es sólo para temáticas vinculadas con la última dictadura cívico-militar, sino también para considerar “el complejo debate que supone la construcción de memorias y las disputas de sentidos que las mismas entraman dentro de articulaciones institucionales que tienen lugar en el espacio público y en la ciudadanía”.

Por ello, “la pedagogía de la memoria se entrama en referencia con distintas acciones institucionales, llevadas a cabo tanto en escuelas, Espacios sociales y Sitios para la Memoria, como así también por leyes, documentos educativos y políticas públicas que establecen marcos para disputar el sentido sobre el pasado reciente. Estos marcos establecidos por políticas públicas de memoria son avances significativos para garantizar las condiciones y posibilidades para la discusión política. En ese sentido, la pedagogía de la memoria es crítica y emancipatoria; aporta a visibilizar las responsabilidades sobre lo acontecido, disputando el sentido común del presente sobre lo que nos pasó y sobre lo que queremos que nos suceda como sociedad democrática. Por ello, es una pedagogía que dialoga entre las temporalidades del presente-pasado-futuro”, sostiene Agustín.

En Córdoba, existen tres Espacios para la Memoria: el Archivo Provincial de la Memoria, el Espacio para la Memoria La perla y el Espacio para la Memoria Campo de la Rivera. Todos cuentan con propuestas educativas que, fundadas en la pedagogía de la memoria, realizan recorridos educativos que “ponen en juego un concepto de memoria donde el pasado se convierte en un eje para pensar las prácticas cotidianas en el presente. Cada recorrido busca ser un puntapié inicial para la producción de nuevas memorias, memorias locales que nos interpelen, que indaguen sobre la represión, pero también sobre la lucha y la resistencia, la vida cotidiana. Porque la historia de nuestro pasado reciente atravesó cada familia, cada barrio, cada escuela”, indica la página web de la Comisión Provincial de la Memoria de Córdoba.

Para Agustín, los Espacios para la Memoria “han aportado al debate para resignificar qué fue lo que nos pasó como sociedad y qué sentidos le damos a la democracia. Los tres espacios han desarrollado proyectos muy interesantes que habilitan la circulación de la palabra, permiten pensar en términos políticos el sentido que tienen los derechos humanos y las violencias que aún nos atraviesan”.

El Archivo de la Memoria está ubicado en un lugar central de la Ciudad de Córdoba y se caracteriza por abrirse a demandas y luchas sociales. La Perla “tiene un gran trabajo en la promoción de los derechos humanos. Pensemos que, hoy, un ex Centro Clandestino de detención, tortura y exterminio de personas se nos presenta como un lugar para habitar haciendo memoria, un espacio recuperado para la cultura, el arte, la formación política, la ciencia y el disfrute. Esto es una idea muy fuerte, porque no banaliza lo que allí sucedió, sino que nos posiciona de otra manera para pensarlo y habitarlo diferente. El proyecto en La Perla es una invitación a pensar en las tramas complejas que han significado los circuitos represivos en Córdoba y poder construir memorias”.

El Espacio para la Memoria Campo de la Rivera está inscripto en un entramado social que tiene redes de trabajo comunitario, sostenido por organizaciones sociales barriales que son constitutivas de la propuesta del Espacio. Para Agustín, “tiene capas de las memorias porque fue una cárcel militar, centro clandestino, luego, una escuela, después, un Espacio para la Memoria. Se ubica en una zona que es fuertemente estigmatizada, golpeada, perseguida, discriminada por muchísimos gobiernos y estratos del Estado. Esas memorias superpuestas, sumergidas, silenciadas, forman parte del trabajo cotidiano de ese espacio”.

“Los tres Espacios para la Memoria de Córdoba han podido generar condiciones desde la pedagogía de la memoria para trabajar conjuntamente con instituciones educativas de todos los niveles, desde el inicial hasta superior; han articulado con organizaciones sociales y políticas, y con colectivos socioculturales; la dimensión política de las memorias, las disputas de sentido y su entramado complejo es ineludible con las decisiones que vamos a tomar en el futuro”, expresa Agustín.

Pedagogía de la memoria en escuelas

A las escuelas las pensamos también como territorios de memorias, espacios imprescindibles para la construcción de relatos y sentidos sobre lo que vivimos como sociedad. Están dadas las condiciones institucionales para trabajar desde la pedagogía de la memoria. Tenemos políticas públicas de memoria, contenidos curriculares transversales en los diseños, actos escolares en el calendario, por ejemplo, el Día por la Memoria, la Verdad y la Justicia, hay recursos producidos por ministerios, gremios, universidades, centros de investigación, organizaciones sociales disponibles en Internet.

Por todo ello, “a pesar de lo vivido durante el gobierno de Cambiemos a nivel nacional y que, en muchos aspectos, ha significado un retroceso respecto a las políticas públicas de memoria, los docentes contamos en las instituciones educativas con marcos y encuadres claros para el trabajo con el pasado reciente. Estos marcos y encuadres normativos y disciplinares garantizan al docente la tarea de pensar críticamente y resignificar el pasado reciente de Argentina. Sin embargo, como en todo proceso social, la educación es un acto político, atravesada de disputas y conflictos que expresan las disputas ideológicas, consciente o inconsciente, que se ponen en juego a la hora de abordar temáticas vinculadas a la última dictadura cívico-militar”.

En la actualidad, “están dadas las condiciones para problematizar, profundizar y entender la complejidad de lo que nos pasó. No reduciéndolo a una problemática meramente represiva, sino comprendiendo el proceso político y económico que, en ese contexto, significó en la Argentina. Aún así, hay que seguir dando la batalla cultural en la formación docente y discutir con los colegas que no se trata de un problema del orden de ‘versiones’, sino que se trata de temporalidades históricas que deben ser analizadas desde múltiples dimensiones”.

Disputar el sentido político del pasado reciente

Todo abordaje que hagamos sobre temáticas del pasado reciente tienen injerencia en nuestro tiempo presente. Las temáticas ligadas a la última dictadura cívico-militar tienen “una presencia que duele y aún no está saldada en el presente. Hay una carga política, no partidaria, sino política, porque estamos discutiendo y disputando el sentido del pasado reciente. Esto no es un problema para las instituciones educativas, sino su principal riqueza. Tenemos la posibilidad de correr el manto de homogeneidad de lo que pensamos sobre determinado tema para ponerlo encima de la mesa y discutir desde las múltiples miradas que tenemos sobre eso. Cuestión que, en la enseñanza, se puede hacer con muchos otros temas. Es un gran desafío para las escuelas”, sostiene Agustín.


La mayoría del estudiantado toma contacto por primera vez con la temática en las escuelas. Por eso, para Agustín Minatti, “tenemos el deber de la enseñanza del pasado reciente y les estudiantes tienen el derecho de construir sus propios sentidos sobre lo que ese pasado significa y representa. Son temas que no pueden ser abordados de cualquier manera porque hay lineamientos clave sobre las responsabilidades del Estado. Como docentes, sería una gran irresponsabilidad decir que fue una guerra, esto fue una clave interpretativa en otro contexto histórico, que no es el actual. Estas interpretaciones, ahora, están saldadas por las sentencias judiciales y las investigaciones de la justicia sobre las responsabilidades en los crímenes cometidos en la última dictadura. Siendo tipificados por la justicia por crímenes de lesa humanidad por la violación a los derechos humanos, ya no podemos trabajar desde aquella clave justificacionista de la represión”.


Agustín Minatti aclara: “Tenemos la responsabilidad de pensar aquel período como un proyecto político de disciplinamiento social que tuvo una política sistemática de persecución y represión, y que hay responsables civiles, económicos, políticos, complicidades mediáticas, eclesiásticas. Todas esas son dimensiones de análisis que, como docentes, no podemos desconocerlas. Puedo no saberlas, pero es mi responsabilidad docente formarme para generar las condiciones para que los y las estudiantes tengan el derecho de poder interpretar, resignificar y comprender cómo su presente se inscribe en ese recorrido histórico”.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Candela Molina para La tinta / Imagen de portada: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: Día de la Memoria, Dictadura Cívico-Militar, educación, memoria, Pedagogía

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