La alimentación, asunto público cordobés

La alimentación, asunto público cordobés
25 julio, 2019 por Redacción La tinta

Ayer, se realizó el Alimentazo en todo el país, con venta de alimentos básicos como frutas, verduras, pan, harinas, yerba, al precio que se paga en el campo. La propuesta nace luego del Foro Agrario Soberano y Popular, y en continuidad con otras ferias de alimentos. En Córdoba, quienes producen en el campo se acercaron al centro de la ciudad para acortar la brecha con lxs consumidores y mostrar su imprescindible aporte a nuestra alimentación.

Por Débora Cerutti para La tinta

La alimentación, asunto público cordobés. Traído por huerteras, campesinos, trabajadoras rurales de distintas partes de la provincia, el asunto se instaló en el centro de la ciudad. En la confluencia de las calles General Paz, Boulevard San Juan e Hipólito Irigoyen, el asunto cobra dimensiones inesperadas.

El asunto es básico, urgente, imprescindible, preciso de ser visible. ¿Quiénes alimentan al mundo? ¿En las ciudades nos alimentamos o, simplemente, comemos? ¿Quiénes se enriquecen con las largas cadenas generadas entre consumidores y productores?

“¡Qué linda está la verdura! ¡Y barata!”, escucho que exclama una señora vestida de gris que pasa. Quienes transitaban ayer el centro de la ciudad en el frío de invierno y se detuvieron en la plaza a ver, a oler, a alimentarse, seguramente alguna de estas preguntas se les cruzó por la cabeza, formuladas de otras maneras. Pero ayer, en la intersección de las calles más transitadas y céntricas de Córdoba, nos encontramos y conocimos las caras de quienes producen los alimentos que consumimos en la urbe.

Alimentazo campesinos agroecologia
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

El verde brillante de las verduras frescas de hojas verdes atrae. Los colores de las banderas de las organizaciones le dan mística colectiva a la feria. Los rostros alegres de las productoras que venden sin parar a diez pesos los atados de lechuga, acelga, rúcula, perejil y verdeo invitan a acercarse a dialogar.

Entrevistamos a algunas personas del campo cordobés, ese que, alguna vez, cuando se produjo la 125, llamamos “el otro campo”.


Ese campo que alimenta y no miente, que genera dignidad y no envenena, que se organiza contra los desalojos y el despojo. Productoras provenientes de distintas localidades de la provincia, con la claridad de que la salida a la crisis es colectiva, con alimentos sanos, con organización y lucha contra el sistema capitalista, dieron su testimonio.


Quienes más la luchan

Miguel Hernández es de Colonia Tirolesa. Llegó al Alimentazo con productos para que la gente lo conozca y reconozca la importancia de producir agroecológicamente. El color naranja de los zapallos y las verduras de hoja indican eso que uno se da cuenta a simple vista. Es verdura de verdad.

Colonia Tirolesa tiene una particularidad, es un lugar donde todo siempre se produjo con agroquímicos, dice Miguel. Y me cuenta que, en su pueblo, a 27 kilómetros de la capital, a la feria de verduras la hacen dos veces al mes, con el afán de que la gente reconozca la importancia de la agroecología, con la vehemencia que requiere afirmar que los químicos nos están matando.

“Somos un colectivo de cuatro productores, pero hay otro grupo de gente que se nuclea. La feria también tiene algunos puestos de artesanos. La feria la hacemos de forma de aguante y mismo la gente del pueblo vea que se puede producir sin químicos”. Cada productor produce en tierras propias, algunos alquilan: “Somos espacios chicos los que producimos, pero estamos muy vinculados entre nosotros ayudándonos, hacemos feria y también hacemos bolsones para traer a Córdoba”.


Miguel reconoce que el principal problema de la producción es que al productor se le paga muy poco y la gran parte la ganan los intermediarios: “El productor siempre es el que más la lucha, más está en el campo, viendo si viene o no viene lluvia, si cae o no cae granizo, y se le paga muy poco”.


Alimentazo campesinos agroecologia
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Maicenitas hasta el último día

Rita, Ayelén y Jorge son productoras de Deán Funes, localidad cabecera de Ischilín, en el norte cordobés. “Trajimos biscochisto, maicenitas, los hacemos nosotras. Tenemos panificación, tenemos miel, té, dulces, harina de algarroba y cosas manuales que estamos haciendo”, enumera Rita. Orgullosa de su producción y mostrándome los productos que tienen en el puesto, me dice que las ventas les permiten juntar algo de plata para poder llegar a fin de mes. La situación está difícil, como en todo el país, nos dice Rita.

Su compañera Ayelén continúa contando que, en la organización Unión de Trabajo Popular, hay hombres y mujeres que, desde hace dos años y medio, trabajan colectivamente una huerta, talleres de panificación y pastelería, y tienen tres merenderos donde también funcionan talleres para los jóvenes y sus mamás.

Jorge, que ronda los 30 años, historiza la organización. En Deán Funes, viene de largo y de la mano del Movimiento Campesino de Córdoba, que, hace ya varias décadas, lucha contra los desalojos y la quita de tierras. Quienes allí se nuclean, nos dice Jorge, buscaron “enfrentarse a los que venían a quitarles la tierra, para que no sea tan despareja la pelea”.

Alimentazo campesinos agroecologia
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

En Deán Funes, identificaron, rápidamente, cuando se empezaron a organizar, que era necesario tener una herramienta para comunicar: así, lograron levantar y gestionar una radio comunitaria que hoy se llama Radio Pueblo (FM103.3). También se decidió atender las problemáticas vinculadas con la infancia y una particularmente abrumadora y desesperante: la falta de alimentación para niñxs. De allí, la decisión de generar merenderos.


“Comenzamos produciendo en nuestras casas, en nuestros patios, primero, verdura y llegamos, como vos ves acá, a que todo puede ser agroecológico: jugos, salsa de tomate, té, yerba. Todo puede ser de la manera que no es la que conocemos en los supermercados”, dice Jorge.


Afirma que, en Deán Funes, hay un pro y un contra. El pro es que, en Nuestra América, tenemos más de diez mil años de trabajo con la tierra. Nuestro pasado está lleno de experiencias comunitarias de agricultura y, allí, en esos pueblos del norte cordobés, hay mucha memoria histórica acumulada en los cuerpos de sus habitantes. El “saber hacer” no es un problema. Pero el contra es jodido y también tiene que ver con una larga historia, pero de colonización: “Es un lugar muy conservador, es un lugar que está aislado y es muy difícil que la gente se manifieste y, por ahí, eso nos bajonea, la indiferencia de la gente”. Pero Jorge, Rita y Ayelén tienen una claridad: “Hasta el último día que respiremos, vamos a exigir al Estado lo que nos corresponde”.

De diez

Benavila Altamirano está contento. Me dice que, a diez pesos cada atado de lechuga, acelga, remolacha, se vendió todo de diez. Que la feria, la primera en la que participaba, le pareció todo de diez y que, gracias a dios, vendieron todo. Gracias a su amor por la tierra, pensé en responderle. Trajeron diez variedades de verduras: cuatro tipo de lechugas, acelga, remolacha, achicoria, rúcula, perejil, repollo.

Es productor de Río Segundo y comercializa sus verduras en el Mercado de Abasto. Hace un tiempo, se sumó a la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), en la que participan alrededor de 15 personas mientras se sigue sumando gente.

“Tenemos buenos proyectos. Tenemos un proyecto de una plantinera y, ahora, estamos por producir lechuga, acelga, remolacha, para hacer plantines, tomates, todo eso», dice.


«Río Segundo es un pueblo chico. No hay muchos productores. Alrededor de 15, con 5 o 6 hectáreas cada productor. Y, de ahí, la mercadería se traslada al mercado de abasto, en Córdoba. Hoy, sí, directamente del productor al consumidor”.


Alimentazo campesinos agroecologia
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Al menos por hoy

Fatima y Oscar son de la Asamblea El Quirquincho, que nuclea a muchos quinteros de la zona Sur de la ciudad.
“Somos todos quinteros, nos dedicamos todos al campo, a producir verduras. Estamos tratando de mostrar y, al menos por hoy, acortar la cadena de comercialización que es bastante extensa y no nos favorece ni al que consume ni a los que producimos”, me dice Oscar. Y Fátima se apura a enumerar todo lo que trajeron antes de que se acabe la charla: “Acelga, remolacha, zahanoria, papa, perejil, rúcula, lechuga”.

Este grupo de quinteras de la zona Sur cuenta que les ha ido muy bien, que llevaron mucha mercadería y que pudieron vender mucho, lo que las puso contentas. Allí de donde vienen, se produce soja, mucha papa y la tierra está en pocas manos, lo que dificulta conseguir un espacio para sembrar. Esto se suma a los problemas de falta de agua. Hartas, decidieron organizarse y hacer nacer la asamblea, con ganas de juntase y, unidas, darse una mano, apoyo y fuerza para la lucha.

Alimentazo campesinos agroecologia
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Sorpresa y media calabaza

Natalí Rosales vive en El Duraznal, una localidad en el departamento de Cruz del Eje, noroeste de la provincia. Es parte del Movimiento Campesino de Córdoba. Su mirada brilla cuando cuenta orgullosa el local que tienen en la capital, Monte Adentro, punto de venta en la ciudad para quienes viven en el campo. Allí, la gente citadina puede encontrar dulce de leche de cabra, quesos, mermeladas: “Todos nuestros productos son realizados por campesinos en el campo, naturales y de producciones familiares”, dice. La gente pasó, en el transcurrir de la mañana, por la feria, se sorprendió, preguntó y, entonces, Natalí les contó quiénes eran, de dónde vienen y por qué lo hacen.


Le pregunto por qué un Alimentazo. Y me responde bien concreto: “Es una forma de mostrarle a la población que hay una manera diferente de alimentarse, más sana, ayudando a la economía popular, con un precio más justo tanto para el productor como para el consumidor final”.


Alimentazo campesinos agroecologia
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Salir adelante día a día

Soledad Flores es del MTE Rama Rural de Río Primero, “organización que lucha por el campo para salir adelante día a día”.

Día a día, se destacan en su pueblo por la verdura que producen de manera orgánica, sana, saliendo de lo convencional. Me dice que, en la quinta, quienes más trabajan son “paisanos” e hijxs de migrantes provenientes de Bolivia. Decidieron formarse. Hacer crecer la organización. Hacerse ver como productores, conocer a los consumidores. Y afirma:


“Porque, a veces, están los intermedios como los verduleros o los supermercados que le ganan mucho a la verdura. Que lo compran a un precio y lo terminan vendiendo a otro. Y las personas pagan caro por algo que no se paga a los productores”.


Alimentazo campesinos agroecologia
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Natalí Mamami, clarita y sin rodeos, me dice que fue a la feria para mostrar los productos que hacen para los consumidores que consumen. Y continúa: “Nosotras somos envasadoras de frutas, hacemos mermelada de naranja, escabeche de berenjena y todas esas cosas hacemos para que los consumidores consuman productos sanos y que les gusten”. Trabajo colectivo, de mujeres, del cual Santusa Romero también es parte: “Recién estamos comenzando y venimos acá a la feria para demostrar lo que hacemos y los productos sanos. Somos recientes. Y nos fue muy bien, bastantito vendimos. Vamos a salir otra vuelta cuando haiga así, para salir lejos”.

Me quedo pensando en esa última palabra. Lejos. Quienes alimentan a las voraces ciudades son ellas que, con alegría, unidad, organización y lucha, vienen de “lejos” a mostrarle al mundo urbano que alimentarse y producir sin veneno es posible y sucede aquí nomás, en la Córdoba del agronegocio.

*Por Débora Cerutti para La tinta. Imagen de portada: Colectivo Manifiesto

Palabras claves: agroecología, Alimentación, Campesinos, Feria Agroecológica, soberanía alimentaria

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