Feliz día, Maestra

Feliz día, Maestra
12 septiembre, 2016 por Redacción La tinta

El 11 de septiembre suele ser una fecha para recordar, con muchas marcas y hechos históricos. En este caso pensamos esta fecha a partir del aniversario del fallecimiento del “padre del aula”, Domingo Faustino Sarmiento, por el cual se celebra el Día del Maestro. Claro, nos faltaba aclarar: recordamos a los homenajeados en este día desde una perspectiva feminista.

Por Victoria Giambruno para La tinta

Si pensamos en nuestros años escolares, muy pocos recordaremos a nuestros maestros, porque seguramente fueron maestras.

La escuela primaria tiene un 77,7% de maestras mujeres y solo un 22,3% varones. Sin embargo hablamos del “día del maestro”, en masculino, como en masculino suele ser nuestra formación y nuestro lenguaje.

Son muchas las aristas desde las cuales podríamos abordar la educación con una perspectiva de género. Una de ellas es tomar como variable los diferentes niveles educativos (primario, secundario, terciario, universitario), cruzándola con el “prestigio” académico que existe a nivel social. Podríamos abordarlo desde la relación entre las maestras de primaria, la feminización de esta tarea y el vínculo con el rol social maternal asignado a las mujeres o las tareas de cuidado. Podríamos centrarnos en los contenidos, la reproducción de estereotipos y las clasificaciones binarias. Bueno, pero todo no se puede, vamos por partes.

El padre del aula

¿Sarmiento será el padre del aula porque la creó? Bueno; si así fuera ya arrancaríamos mal.

Sarmiento no creó nada.

Importó el llamado plan Condorcet que se gestó en Francia a fines del siglo XVIII. Por lo cual sería el padrino y no el padre. Ahí nos gusta más, le sacamos un poco de investidura. ¿O le decimos el padre de la escuela porque todas las “señoritas” serían las madres? Casi como decir que Sarmiento se estaba garantizando un harem.

Bueno, ya nos delatamos poniendo las comillas en señoritas. Sí, acá queríamos llegar: las señoritas. Pero seño tranquila, no la vamos a atacar, no es contra ustedes y su tan relevante profesión. Si decimos señorita rápidamente nos referimos a dos características o tres: mujer, joven, soltera.

Buscando definiciones de señorita no nos encontramos con ninguna que diga “profesional de la educación”. ¿Y por qué hablamos de señoritas? Porque el camino lo marcó el padrino de la educación reglamentando quiénes y de qué forma debían ser las profesionales de la educación. Sarmiento impuso (porque no lo propuso) un reglamento en el cual se condiciona la vida profesional y privada de las maestras; reglamentó su vestimenta, su estado civil, su comportamiento social, entre otras cosas. Si bien hoy no es así, queda ese fuerte legado de llamar a las maestras señoritas.

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Maestras

Si buscamos la definición de “maestro”, nos encontramos con que deriva del latín magister, que refiere a una «persona de estudios avanzados y se dedica a la enseñanza de estos». Si buscamos la definición de “maestra”, nos encontramos con que es un término que usa la arquitectura y refiera a «pieza larga de madera o fila de piedras que se coloca verticalmente y sirve de guía para construir una pared o un pavimento». Bueno, si tomamos esta definición no diremos que las maestras tienen que ser altas, que son de madera o una piedra, pero sí nos quedaremos con la segunda parte de la definición: son guías que sirven para construir. Leerán que solo la definición de maestro refiere al desarrollo profesional intelectual, al saber, al conocimiento y a la transmisión de estos.

Haremos una nueva definición. Una nuestra. Maestra: persona de estudios avanzados que se dedica a la enseñanza de estos y actúa como guía para construir conocimientos.

La educación primaria ha sido y es una profesión fuertemente feminizada debido a la función social (heteronormativa) asignada a las mujeres. El paso por la escuela se establece como el proceso de segunda socialización. La primera es el núcleo familiar o en el seno materno. La segunda en la escuela, esto implica que la tarea es de cuidado, de acompañamiento en el proceso de crecimiento pero no de desarrollo intelectual o de saberes.

Se limita la función de la maestra a una función maternal. Tanto introyectamos esto que nos parece normal, y hasta simpático, que a las Maestras se les diga señoritas definiéndolas a priori como mujeres, jóvenes y solteras.

Ups! Se nos escapó otra arista. Leerán que dijimos profesión y no tarea o vocación. Es que el ser maestra es una profesión. Son profesionales de la educación, pero claro tanto es lo que se ha vapuleado a la educación, tanto prestigio le hemos sacado que hablamos de vocación. Ser maestras es una profesión, la vocación dejemosla para las religiosas.

Que en el discurso educativo se instalara que la elección de ser maestras es por vocación y no por profesión ha tenido costos muy elevados. Es igual o es lo mismo ser maestra que madre, porque lo importante es “cuidar de los niños”. El rol en las aulas no es de cuidado o segunda socialización, el rol es de enseñanza, es de conocimientos y saberes.

Que no se nos malentienda, no se trata de polarizar ni acotar, ni dicotomizar la tarea docente: es de cuidado o es de saberes. Lo presentamos así para tensionar y para dejar en evidencia la reducción que se ha hecho de la profesión educativa.

En diferentes instancias en las cuales hemos trabajado con maestras, en talleres de reflexión sobre la práctica, en los cuales propusimos que nos contaran porque habían elegido ser Maestras, la vocación era la primer respuesta, cuando pedíamos que dejaran por fuera esta opción, no aparecían más respuestas posibles. Fueron muy pocas las docentes que pudieron pensarse como profesionales de la educación.

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Otra parte de las partes

Sabemos que es el Día del Maestro y que ese día no involucra a los y las docentes de otros niveles educativos, pero no podemos evadir algunas cuestiones. Hay jerarquías dentro de la docencia.

No es el mismo reconocimiento social ni remunerativo a una maestra de primaria que a un docente universitario. Claramente hay una cuestión de clase y de género que atraviesa esta situación. En general las maestras son mujeres, de clases sociales bajas o media baja  y los docentes universitarios son hombres, con experiencia, de clase media alta. Las mujeres que son docentes universitarias, se ven limitadas en el desarrollo de su carrera académica, en ellas el techo de cristal, es decir son muy pocas las que logran ocupar cargos jerárquicos altos dentro de la universidad.

 

La penúltima parte de las partes

Nos queda abordar la cuestión del los contenidos y la función reproductivista de la educación. ¡Uff! que discusión!

De Althusser a Ranciere, si la educación es o no reproductivista, si esta es o no su mayor tarea. Si la perpetuación del sistema capitalista, de la estructura social tiene que ver con la escuela. Son muchas y diversas las posturas. Pero algo de todo hay.

Si dijéramos que la escuela sólo tiene una función reproductivista nada de lo diferente sería posible. Estaríamos congelados y congeladas en el siglo XVIII. Pero la estructura educativa y los contenidos garantizan un “orden social”, digamos que en el paso por la escuela aprendemos y aprehendemos las “verdades” del mundo, lo que se espera de nosotras y nosotros en nuestro ingreso al mundo adulto. Nos enseñan de autoridades, de democracias, de justicia, etc, etc, etc. Aprendemos cómo ser parte de este sistema o mejor dicho como ser la parte que nos “toca” en este sistema.

Algo de lo que no está bien se perpetúa, y lo perpetuamos y reproducimos.

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La última parte

Nos quedan muchas aristas para pensar y discutir, nos queda mucho para profundizar de lo que ya dijimos. Pero como dijimos antes, todo no se puede. Si nos gustaría cerrar reconociendo y homenajeando a las Profesionales de la educación en su día.

Agradecerles por enseñarnos a dar los primeros pasos en el mundo de las ideas. También por poner el cuerpo y seguir cotidianamente sosteniendo el quehacer docente, aunque como sociedad las ninguneamos tanto.

Maestra: persona de estudios avanzados que se dedica a la enseñanza de estos y actúa como guía para construir conocimientos.

Esta es una de las tantas definiciones que podríamos tener, pero es una que tiene como objetivo darle el lugar de relevancia que merecen. Ojalá entre todas podamos cambiar esta situación, ojalá nos encontremos luchando por una digna educación para todos y todas.

*Por Victoria Giambruno para La tinta. Foto: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: Docentes, Domingo Faustino Sarmiento, educación

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