«¿No pensaron que alguna vez los indígenas se levantarían de su silencio?”

«¿No pensaron que alguna vez los indígenas se levantarían de su silencio?”
12 abril, 2018 por Redacción La tinta

Años atrás, la constante represión y demonización mediática contra las comunidades mapuches por parte del estado chileno nos parecían ajenas. De este lado de la cordillera, los enemigos internos dónde descargar odio y culpabilidades eran otros. Pero las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel nos obligan no solo a mirar, sino a preguntar qué sucede allí para comprender este presente doloroso para las comunidades indígenas en Argentina. En esta entrevista con el historiador mapuche Fernando Pairican se detalla la historia de un conflicto, pero a través de la figura de Matias Catrileo, también de la militancia, de la toma de conciencia y del triste desenlace para quienes deciden dejar de contemplar este genocidio continuo.

Por Derrocando a Roca

Fernando Pairican es historiador e investigador mapuche chileno. En la escuela sufrió discriminación y su identidad lo avergonzaba. Pero años después fue adentrándose en sus raíces familiares y a medida que fue conociendo más la lucha indígena, empezó a reivindicar su origen con orgullo: “la aspiración indígena es altamente democrática; suscribo a las aspiraciones de autodeterminación, de vivir en un mundo en el que la segregación por etnicidad no tenga cabida”, detalla.

Es autor de los libros Malón, la rebelión del pueblo mapuche 1990-2013 y de la biografía de Matías Catrileo, un homenaje donde plasmó la vida y lucha de Matías, joven oriundo de Santiago, estudiante de agronomía y dirigente de la causa mapuche, asesinado por carabineros mientras participaba de una manifestación dónde se reclamaba la recuperación de tierras usurpadas por el Estado Chileno. Este libro, que tuvo como objetivo mantener viva la memoria de Catrileo y del pueblo mapuche, es una invitación a pensar la realidad argentina después de los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel y las razones por las cuales la violencia contra las comunidades originarias crece en ambos lados de la cordillera.

—¿Cómo surge el conflicto entre el Pueblo Nación Mapuche y el Estado de Chile?

—A principios de 1883, en Villarrica, concluye lo que la historia oligarquica llamó Pacificación de La Araucanía. Fue un proceso de anexión al estado chileno de territorio mapuche que se había iniciado en 1860. La Ocupación de La Araucanía y la desposesión territorial que gestó la acumulación originaria de la riqueza en las élites chilenas (conquistadores del territorio mapuche aliados al ejército de ocupación) y la llegada de los colonos europeos, dieron surgimiento a una nueva élite criolla que se ha encargado de evitar que los mapuches se empoderen tanto política como económicamente. En ese escenario, la subalternidad mapuche asumió un espacio de segregación socio económica que ha comenzado a resquebrajarse de manera muy lenta. Esta sería, entre otras causas, lo que Silvia Rivera Cusicanqui denomina para el caso aymara en Bolivia[1], “la memoria larga”.

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—¿En qué situación se encuentra ahora el conflicto y cómo afecta a las comunidades mapuches de Chile?

—Ni todo el pueblo mapuche ni todas las comunidades están en conflicto. La lucha mapuche es por derechos fundamentales consagrados en los distintos organismos internacionales, como son el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de ONU del año 2007[2]. Cuatro años antes de esta declaración, a raíz de la emergencía política del movimiento autodeterminista, el gobierno creó la Comisión de Verdad Histórica y Nuevo Trato que se planteó la búsqueda de una nueva etapa de las relaciones entre el Estado y los pueblos originarios. Pero esto fue abordado desde una perspectiva más bien económica que de derechos políticos, lo que ha sido denominado por los pensadores como “multicutural”.


La situación actual es que el gobierno de Piñera señaló que efectuará un Plan Marshall mapuche, consistente en inversión económica, la aplicación de la Ley Antiterrorista y una prolongación de la coerción estatal a través de la policía que depende directamente del Ministerio del Interior. Piñera anunció la creación de una policía especial anti terrorista, lo que posibilita la apertura de nuevas violencias que, como Comunidad de Historia Mapuche, hemos llamado: violencia coloniales en Wallmapu.


En paralelo a esto, existen juicios políticos sobre hermanos y hermanas acusados bajo una ley de expceción: ley por conductas terroristas. Entre ellos, existen autoridades tradicionales de carácter espiritual como es la Machi Francisca Linconao, que se suma a la condena de machi Celestino Cordova, hoy en huelga de hambre, pidiendo “beneficios” que son visitar su rewe (altar sagrado), debido a que la cosmovisión mapuche, especialmente en las autoridades tradicionales, lo hace necesario.

—¿Por qué el Estado Chileno no respeta los derechos y la autonomía del pueblo mapuche?

—Responde a la superposición de capas de incompresiones. Por un lado, Arauco y Araucania son dos espacios territoriales en que la minoría demográfica es la mapuche. Por distintos motivos, económicos y sociales, el pueblo mapuche ha ido migrando del territorio de origen, en busca de trabajos y mejores condiciones sociales. Por ende, el antiguo territorio indígena se ha convertido en un verdadero enclave de colonialismo, lo que ha hecho surgir mi segunda óptica: la perpetuación de una racialidad sobre los sujetos mapuche. A nosotros no se nos ve como sujetos de derecho, sino como un pueblo derrotado que debe asumir sin opinión las visiones de los dominantes. Para la sociedad criolla los mapuches no tenemos derechos colectivos. Además, la educación en Chile se ha basado en el mito que los pueblos indígenas fueron asimilados, por lo tanto, no existe “verdaderos” descendientes de indígenas. Han planteado que somos una construcción ideológica, casi hologramas computacionales, lo que ha hecho que primen aspectos negativos sobre nosotros y nuestros derechos. En paralelo a las dos ópticas planteadas, la estructura económica se forja en dos pilares en el territorio desposesionado a nuestro pueblo: el rubro forestal e hidroeléctrico. Por lo tanto, se hace más difícil conquistar nuestros derechos, ya que, en el antiguo territorio, por sus riquezas ecológicas hoy supeditadas a la explotación sin contemplación del capital ha derivado en que los derechos a la autodeterminación y de ciudadanías sean visto como un peligro para el modelo extractivista impulsado en Chile desde fines de la década del ‘70.

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El lonko mapuche Facundo Jones Huala, perteneciente a la comunidad Pu Lof en Resistencia del departamento chubutense de Cushamen, se encuentra detenido desde el 27 de junio del año pasado en la Unidad Penitenciaria Federal 14 de Esquél. Está acusado de un incendio que no cometió en la localidad de PisuPisue. El 5 de marzo de este año, el juez Gustavo Villanueva ordenó su extradición a Chile.

—Según trascendió en medios nacionales, Sergio Fuentes Paredes, fiscal adjunto de la región chilena de Los Ríos, pedirá prisión preventiva para Facundo Jones Huala porque “no se garantiza la comparecencia”. En una primera instancia, el Estado chileno pidió una condena de 12 años para Huala por cuatro supuestos delitos. Pero la extradición dictada por el juez federal Gustavo Villanueva fue concedida solo por dos de ellos ¿podría no ir preso?

—La emergencia indígena es continental. El despertar indígena también lo ha sido. La cordillera de Los Andes para nuestro pueblo no es signo de limite, sino, el centro del antiguo territorio mapuche. Puelmapu, pude ser “donde esta el otro mar”. Nuestro antiguo mundo era amplio territorialmente, de mar a mar como escribió un escritor argentino[3].


Esta cooperación entre estados coloniales nos evidencia cómo el peso de la cultura oligárquica espera detener nuestras aspiraciones democráticas como pueblo.Posiblemente pueda ir preso, ya que las regiones en que se están llevando adelante los procesos judiciales responden a enclaves coloniales, en que los poderes social, político y económico se vinculan en una larga telearaña de redes.


El poder político de ambas regiones responde a colonos y familias de elite, asociados a empresarios agrícolas especialmente que, gracias a la acumulación originaria de la riqueza hecha a partir de la desposesión del territorio de nuestros antiguos, han logrado conquistar hasta los rincones más alejados del antiguo país mapuche. En ese sentido, ante esta asociación de intereses coloniales, el objetivo del poder colonial es encarcelar al hermano Huala, así como al resto de los luchadores.

—¿Qué aspectos resaltaste en tu libro “La biografía de Matias Catrileo”?

—Catrileo es un joven de Santiago que al calor de la emergencía indígena continental y mapuche en particular, comenzó a comprender las dimensiones políticas e ideológicas del movimiento mapuche, para convertirse en un actor y militante de la causa autonomista. En el año 2002 en la capital de Chile se inscribió en un curso de mapuzung, tomando contacto con la mapurbidad autonomista de Santiago, luego viajó a estudiar agronomia a la UFRO en Temuco, ya que era muy cercano a la ecología y la naturaleza. Un tipo muy filántropo que, junto con ello, buscaba potenciar su identidad mapuche, insertándose en los procesos políticos universitarios, como la creación de hogares, movilizaciones en apoyo a los presos políticos y las huelgas de hambre que llevaron adelante los militantes entre el año 2006 a 2008. Su politización creció y se vinculó a una de las organizaciones representativas de la lucha mapuche, como lo es la Coordinadora Arauco Malleco. En mi libro, además de su historia, narrada por amigos, familiares, docentes y luchadores mapuche, es posible ver como la emergencia indígena gestó una forma particular de conciencia étnica en la juventud mapuche que acabó por llevar a más de una generación a enrolarse en la lucha por la autodeterminación. Este libro, además de denunciar los intentos de impunidad al asesinato de Matías, se inscribe como parte de la memoria en resistencia de nuestro pueblo, y un acto de homenaje a un joven mapuche que puso todas sus capacidades intelectuales, políticas y emocionales con el fin de mejorar la situación mapuche, pero también la de la sociedad. Los últimos dos capítulos del libro me afectaron bastante, ya que vas observando su entrega y su innecesaria muerte.

—¿Se podría hacer un paralelismo entre los asesinatos de Catrileo, Rafael Nahuel y Santiago Maldonado?

—Existe una política de seguridad pública de los estados latinoamericanos herederas de una forma errada de afrontar los conflictos sociales. Esa herencia, posiciona la violencia coercitiva, poniendo en relieve la falta de espacios democráticos y, sobre todo, la falta de apertura a los nuevos derechos humanos de parte de los Estados. La no comprensión de ello ha llevado a la utilización de la violencia estatal con el fin de evitar los derechos fundamentales democráticos de los pueblos originarios, ya que cuestionan algunos pilares del sistema político como económico construido en Chile a partir de la década de los 80’, y en el resto de Latinoamérica en los 90. Tal vez, allí si creo que puede haber paralelismos. No obstante, me siento algo incapacitado para abordar los hechos en Argentina, pues no tengo los elementos de juicio de la historia local, las realidades políticas y las propias subjetividades. Ello, a pesar de que he leído la literatura emanada por el grupo “genocidio” de la historia Argentina, ubicados en el sector sur de Argentina, así como los libros escritos por Silvia Ratto e Ingrid de Jong.

—En relación con el conflicto con el pueblo mapuche ¿Qué semejanzas ves en cuanto al tratamiento de la información que realizan los medios de comunicación chilenos y argentinos?


—Tal vez la semejanza de algunos medios de comunicación más cercanos al poder es perpetuar la óptica de la delincuencia y el terror. Vi la entrevista que hizo Lanata a Facundo, muy violenta de su parte, además de dar cuenta de una posición de poder que me incomodó. El primero libre y el peñi detenido, puesto como símbolo de lo pasado, mientras que él hablaba“del futuro y de lo moderno” con una soberbia racial. No me parece correcto el trato a los hermanos indígenas de esa forma.


Sentí en mis viajes a Buenos Aires que parece que no existieran indígenas en Argentina. Vi con impacto algunas noticias de las tierras norteñas de Buenos Aires, hermanos Guaraní muertos por tifus y enfermedades “curables”. También lo que sucede en Formosa, y la represión a los hermanos y hermanas mapuche. Argentina vive lo que América Latina vivió a partir de 1992, la emergencia indígena. ¿Acaso no esperaban que los indígenas se levantaran algún día de su silencio después de las campañas del desierto? ¿pensaron que Sarmiento había ganado? El retorno indígena es uno de los desafíos de las democracias latinoamericanas del siglo XXI. Más que temer al movimiento mapuche en Puelmapu, es mejor escucharlo, comprenderlo y aceptar que existen muchas más voces y rostros indígenas. Lo que sucede en Chile como en Argentina es la derrota del proyecto de Benjamin Vicuña Mackenna y de Sarmiento, así como del general Roca y de Cornelio Saavedra. Lo que llevan adelante los mapuches de la plenitud del Wallmapu es revertir el proyecto oligárquico del siglo XIX.

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*Por Derrocando a Roca

 


[1] Según Cusicanqui la memoria larga remite a las luchas indígenas anticoloniales simbolizadas en la figura de Tupac Katari y recuerda que la conquista no ha cesado. Tupac Katari, fue un caudillo, Inca Rey de los Aymaras que luchó contra el dominio español en el Alto Perú y fue descuartizado y enterrado en distintos lugares del altiplano. En la actualidad, en sus lugares de entierro son espacios de memoria colectiva en los que se realizan ceremonias puntuales del año.
[2] El Convenio núm. 169 tiene dos postulados básicos: el derecho de los pueblos indígenas mantener y fortalecer sus culturas, formas de vida e instituciones propias, y su derecho a participar de manera efectiva en las decisiones que les afectan.
[3] Se refiere al escritor Adrián Moyano, autor del libro: “De mar a mar: El Wallmapu sin fronteras”

Palabras claves: Domingo Faustino Sarmiento, Julio Argentino Roca, mapuche, pueblos originarios

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