Descolonizar nuestros cuerpos: nuestros cuidados
Por Redacción La tinta
Estamos acostumbradas a repetir al pie de la letra las órdenes de “expertos”. Perdimos el conocimiento que fue pasándose de generación en generación. Nos volvimos objetas de examen y experimentación a causa del maldito patriarcado. Nos han alejado de nosotras, de conocernos, de descubrir qué es lo que nos sucede a diario. Hemos perdido el entendimiento de nuestra salud, nuestra a autonomía y casi toda nuestra historia de brujas. Es momento de saltear esa escisión.
En ediciones anteriores estuvimos conociendo sobre nuestros órganos, el ciclo menstrual y molestias frecuentes que podemos vivenciar. Hoy veremos cuidados sobre nuestra salud.
Autoexámenes
La mejor forma de detectar alguna problema de salud es que nosotras mismas lo percibamos. Somos quienes nos conocemos y sabemos cuándo algo anda bien o no del todo.
Tenemos inculcada la vergüenza sobre nuestros cuerpos, casi que lo consideramos como si fuera ajeno, demasiado sucio, delicado, y sólo un profesional de la salud tiene la potestad de vernos y decirnos que nos está sucediendo. Es importante conocernos; esto no quita que ante alguna circunstancias consultemos a otras personas.
Es muy útil poder ver a través de un espejo la vulva, nuestros labios mayores y menores, el agujero por donde hacemos pis, el ingreso a la vagina y el tan importante clítoris que tanto placer nos da.
Una forma de conocer nuestra vagina y cuello del útero es con exploración, con nuestros mismos dedos, animarnos a tocar, a conocer la textura, la temperatura. Cuando estés por la vagina puedes sentir molestias eso es común. Se puede evitar con una lubricación (jabones o lubricantes). Detrás de la vagina podés tocar algo macizo, como si fuera la punta de la nariz, eso es el cuello del útero. Si lo moves y sentís dolor es importante consultar porque algo raro está sucediendo.
También es muy interesante poder ingresar un espéculo en la vagina. Este es un aparato que tiene una mariposa que permite entrar cerrado y luego ir abriéndolo para localizar con su extremidad el cuello del útero. Es necesario utilizar una lámpara o linterna para poder iluminar y ayudarse con un espejo. Esto nos permite ver el flujo que tenemos, si hay alguna mancha o lesión que nos llame la atención. Cada mujer puede adquirir un espéculo. Luego de usarlo se limpia y se guarda (suelen ser desechables pero si es para uso personal se puede guardar).
Además es importante poder conocernos las mamas. Lo ideal es poder palparlas en el mismo momento de cada ciclo ya que van cambiando a lo largo del mes y entonces así podríamos tener un punto de comparación, familiarizarnos con la textura y la forma. Unos días luego de la menstruación sería un buen momento porque están deshinchadas, no dolorosas, en el mínimo de su tamaño y esto ayuda a advertir bultos.
Primero parate frente a un espejo y mira tus pechos. Luego miralos con las manos levantadas detrás de la cabeza y finalmente apoyadas en la cadera. Tenemos que buscar diferencias de formas (no de tamaño, ya que es común que una sea mayor que la otra), un aplastamiento o protuberancia en un solo pecho, una arruga o pliegue de la piel, derrame de líquido por el pezón, enrojecimiento o dureza en el pezón. De presentarse algo de lo anterior sería motivo para consultar a algún profesional de la salud. Luego podrías recostarte, poner una mano detrás de la cabeza y con la otra tocar la mama del lado opuesto; se hace a mano llena, de afuera hacia adentro del pezón, recorriendo todo el círculo de la mama como si fuera un reloj. Posteriormente hacé lo mismo con la mama del otro lado. Esto también ayuda a detectar nodulaciones.
Pap y mamografía
El papanicolau (pap) es lo que comúnmente se denomina citología vaginal. Consiste en hacer un estudio de la muestra de células del cuello del útero para prevenir el cáncer de cuello de útero. Para poder realizar el pap se utiliza un espéculo; esto suele ser lo que más molesta, pero en sí el estudio no genera dolor. Se hace con bastante rapidez. Es muy sencillo de realizar. Se recomienda hacerlo a partir de los 25 años hasta los 65.
Más allá de que no notes en el autoexamen algo que te llame la atención, vale la pena realizarlo porque en este estudio se analizan células, es decir, que se puede adelantar a notar algún cambio antes de que sea evidente o un proceso más avanzado.
La mamografía es un estudio de las mamas, que utiliza rayos como la radiografía. Tiene como objetivo prevenir el cáncer de mama. Se suele hacer desde los 50 años a los 75 años. Es un estudio que molesta e incluso puede haber dolor; no te asustes que dura muy poco tiempo. Se recomienda realizar cada dos años.
Hasta aquí llegaremos en esta edición. Pronto continuaremos con más para conocernos y descolonizarnos.
*Por Redacción La tinta / Pintura de Christoffer Wilhelm Eckersberg.