Hambre en las villas: harinas, hidratos de carbono y ultraprocesados para llenar la panza
¿Es posible que la población de los barrios empobrecidos pueda escaparle a la polenta y los fideos, y disfrute de una comida rica en nutrientes, en medio de una emergencia alimentaria? La respuesta aparece en el rol de las mujeres y las organizaciones sociales en los comedores, y un recetario popular que busca recuperar saberes denegados por la industria, para utilizar a la cocina como herramienta de lucha.
Por Lautaro Romero para Revista Cítrica
¿Cómo ejercer el derecho a la alimentación en los barrios más desprotegidos y olvidados? ¿Cómo hacer si el modelo agroindustrial dominante enferma y envenena? ¿Cómo hacer si, en las raciones que envía el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a los comedores populares, no hay más que arroz, fideos y polenta; sin frutas, verduras, carnes ni alimentos frescos? ¿Cómo hacer si la comida que llega es de mala calidad o está en mal estado? ¿Cómo hacer para que la pobreza no arrebate a las personas la posibilidad de comer rico y que ese encuentro con la comida sea un momento de placer y alegría?
¿Cómo hacer para soñar y pensar más allá del plato de comida de hoy? ¿Cómo hacer si la preocupación es por sobrevivir? ¿Cómo hacer si todo lo que manda el Estado es poco o no alcanza? ¿Cómo decir que ‘no hay más’ a quienes no tienen nada? ¿Cómo hacer para acceder a un alimento agroecológico, sano, justo y soberano? ¿Cómo combatir el hambre y el sobrepeso si quienes producen los alimentos casi no tienen acceso a la tierra? ¿Cómo poner la comida y los saberes al servicio de la lucha? ¿Cómo hacer más saludables las recetas tradicionales que preparan -mayormente- las mujeres en los comedores, como el guiso de lentejas, los fideos con salsa de pollo y las sopas de verduras?
Estas son algunas de las preguntas que se hacen nutricionistas, docentes y estudiantes universitarios, trabajadores de la tierra y referentes de comedores sociales, en un contexto de malnutrición, coronavirus y ollas populares; en la antesala al XI Congreso Nacional de Estudiantes de Nutrición (ConAEN).
Y una de las propuestas que surge de esta alianza estratégica es la de formular un Recetario Popular impulsado por la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT), dentro de la Red de Comedores por una Alimentación Soberana, de la cual participan más de 100 organizaciones que le dan de comer a 65 mil familias en capital y toda la provincia de Buenos Aires.
“La agenda campesina está vinculada con la de los sectores populares. La intención es construir una mirada -de aquello que comemos- desde la nutrición, desde un lugar militante y comprometido, poniendo el corazón y el cuerpo en el territorio. Lo que genera transformaciones sociales tiene que ver con las respuestas que podemos darle a nuestras problemáticas de manera colectiva. Un proyecto en común que plantea -no sólo- el acceso al alimento, sino que ese alimento sea sano, justo y soberano. Se trata de incorporar kale, acelga, remolacha, fruta. No queremos volver a esas ollas del 2002 donde había problemas de mal nutrición. A esa injusticia tan grande. ¿Por qué no podemos acceder a un alimento agroecológico? Demostramos que se puede hacer una transición, que, si nos dan acceso a la tierra, podemos producir alimento. No solamente subsistir, sino decidir qué queremos comer”, dice Rosalía Pellegrini, referente de la UTT.
“Aportamos algunas recomendaciones para hacer más saludables algunas recetas. En los comedores, suelen usar caldos industriales. Planteamos cambiarlos por caldos naturales que contienen menos grasas, menos sodio y menos aditivos químicos, que no son naturales. Estos temas -con un enfoque social y de lucha- no están inculcados en las carreras de Nutrición. Hay jóvenes que abren estas nuevas miradas de debate para reivindicar el derecho al buen vivir, frente a un sistema alimentario devastador”, explica María Bosco, del Área de Integración Comunitaria de la Escuela de Nutrición de la UBA. Y agrega: “La gran mayoría de las personas que cocinan y colaboran en los comedores populares son mujeres. Son muy importantes a nivel familiar y comunitario”.
“En los barrios, hay una enorme diversidad de saberes, pero con limitaciones: lo que abunda es el arroz, la polenta, los caldos, los fideos, los productos industrializados. Lo que faltan son alimentos verdaderos y frescos, verduras, carnes, frutas, huevos, quesos. Hay conocimientos ocultos y destruidos por la industrialización. Es lo que tratamos de mostrar en el recetario. Recetas que valen la pena conocerse, sopas de maníes con alimentos naturales. Conectarse con el verdadero gusto; demandar para que sean producidos por quienes saben. Que todos podamos acceder, porque todos tenemos derecho a comer rico”, dice Gloria Sammartino, del Centro de Investigación sobre Problemáticas Alimentario Nutricionales de la Escuela de Nutrición.
Cabe destacar que el recetario, el cual saldría a la luz en poco tiempo, nace del Proyecto de Desarrollo Estratégico de la Universidad de Buenos Aires: “Contenidos y Herramientas Didácticas para la Formación de multiplicaciones sobre Alimentación, Salud, Género, Ambiente y Derecho a la Alimentación”.
*Por Lautaro Romero para Revista Cítrica / Imagen de portada: Federico Imas.