Audelina Saavedra Lara: “Si decís que sos india, te discriminan”

Audelina Saavedra Lara: “Si decís que sos india, te discriminan”
Anabella Antonelli
24 noviembre, 2023 por Anabella Antonelli

Las mujeres indígenas encarnan, desde hace siglos, una brava resistencia a la violencia sobre sus cuerpos-territorios. En vísperas de este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia, conversamos con Audelina, curaca de la Comunidad La Toma del Pueblo Comechingón, sobre las recientes agresiones sufridas y su camino como mujer indígena.

“Yo soy Audelina Saavedra Lara, curaca del Pueblo de La Toma. No soy descendiente de pueblos originarios, soy, como mis hermanos, una persona viva con la historia en la sangre”. Así empieza la conversa con Audelina, autoridad ancestral de su pueblo. Hace algunos años, nos cuenta, desde el Instituto de Culturas Aborígenes (ICA) donde trabaja, comenzaron a investigar sobre los pueblos originarios locales. “Me llamó la curiosidad, necesitaba saber y quería entender por qué se llamaba el pueblito de La Toma. Mis viejos tenían la partida de casamiento de mis abuelos y ahí decía que había sido en el Pueblo de La Toma, entonces decidí acompañar a la comunidad”, relata.

Fue al Arzobispado, un lugar que, no casualmente, guarda los archivos de los pueblos que habitaban antes de la colonia: “Cuando averigüé ahí, que encima tenés que pedir permiso para saber si sos comechingona, encontré que mis tataratatarabuelos fueron los primeros en habitar acá, cerca del Cementerio San Jerónimo, la boca del pueblo de La Toma, ahí estábamos”. Después, su familia tuvo que resistir a la expulsión, la violencia y la discriminación: “Pudieron quedarse ahí, pero no se podía decir que éramos indios. Ahora se ve más la discriminación, si decís que sos india, te discriminan, porque hay personas que no quieren que visibilicemos quiénes somos”.

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Imagen: Eduardo Las Heras

“Ya vienen estos indios a hinchar las pelotas”

“La marginación política, social y económica que recibimos las mujeres indígenas contribuye a una situación permanente de discriminación estructural, que nos vuelve particularmente susceptibles a diversos actos de violencia”, expresaron las comunidades, familias y organizaciones indígenas locales en una nota de repudio a los hechos de violencia del escritor Marcelo Ariel González.

“Los 11 de octubre y los 5 de julio hacemos contrafestejos, porque entendemos que no se debe celebrar nada. Cuando vino Jerónimo Luis de Cabrera y dijo que cumplía años Córdoba, nosotros ya estábamos acá. Que ellos vinieran es otra cosa, eran visitantes y empezaron a poner leyes, a matar a nuestros hermanos y hacerlos callar”, expresa Audelina. El último 11 de octubre, se convocaron en el monumento al Himno del Sol y marcharon hacia la Plaza de la Intendencia, donde había carpas de la Feria del Libro de Córdoba. Allí, como muestran las filmaciones, Marcelo Ariel González, que presentaba el libro No lo leas de Editorial Yammal Contenidos, comenzó a gritarles: “Ya vienen estos indios a hinchar las pelotas”, “vayan a estudiar, manga de vagos”, “¡viva la libertad, carajo!”.

Cuando Audelina intentó presentarse, “él se agarró los genitales y dijo una cosa que me da vergüenza repetir -sigue la hermana-. Hicimos una denuncia en el INADI y me pidieron que les diera la dirección del agresor, que si no, no podrían hacerle llegar la denuncia. ¿Cómo yo, la agredida, voy a salir en busca del agresor? Entregan la oveja al lobo. Así que la comunidad decidió hacer una marcha al INADI el 10 de noviembre para que expliquen por qué la lentitud del procedimiento y solicitar que desde el organismo del Estado, con sus posibilidades y medios, se encarguen de encontrarlo”.

“Yo ya estoy acostumbrada a eso, cuando era chica, mis papeles estaban tirados, archivados y nadie preguntaba nada. Parece como si la Justicia se quisiera hacer la sorda aunque hablen de xenofobia. No buscamos nada económico, queremos que él pida disculpas a la comunidad y a los compañeros del ICA que maltrató”, agrega la curaca, consciente de que su rol es representar a su pueblo con el saber de las comunidades: “Por eso, no le dije nada agresivo a ese hombre, porque tengo una responsabilidad. Además, me dejó helada, su agresividad me volvió a cuando tenía 5 años, me reflejó la infancia mala que tuve y me trajo problemas de salud porque soy diabética, quedé sensible, mi cuerpo hay veces que no da, estoy en otro mundo”.

“Yo ya estoy acostumbrada”

Cuando Audelina era muy chica, su papá tuvo un accidente y no pudo seguir trabajando. De ocho hermanes, los más grandes salieron a trabajar para alimentar al resto. Ella, entonces, tenía unos cinco años y vendía chocolate en la puerta del Cementerio San Jerónimo. “Un día, una persona más grande que yo me llevó lejos y fui a aparecer en Buenos Aires -narra con angustia-. Ahí empezó toda la vida de separación de la familia, desde los 5 hasta los 16 años, fue bastante fuerte”. Cuando se reencontraron, ella volvió a Córdoba y conoció al papá de su hijo, fue mamá y volvió a vivir en el barrio, a la casa de sus padres.

Varios años después, cansada de la violencia verbal de parte de su pareja, decidió denunciarlo y recibió, de parte del Estado, más violencia: “Fui a Tribunales de Familia, me tomaron la declaración dos trabajadoras sociales y un policía que me dijeron: ‘Pero si no está golpeada, para qué lo denuncia’. Es lo mismo que nos pasa ahora en el INADI. Yo a esta edad no quiero más violencia, no es la primera vez para mí, ese es el dolor más grande”.

Todas las comunidades indígenas relatan historias de atropellos y violencias. “Quienes defienden las tierras pasan cosas tremendas que ni se pueden decir porque están judicializadas, pero parece que estuviéramos antes de la democracia. Es como que si tenés algo y ellos lo quieren, entonces te van a golpear, te van a matar, te van a cortar porque quieren eso, aunque tengan un montón de otras cosas, porque no lo podemos tener nosotros -sigue Audelina-. ¿Por qué pueden arruinar los ríos? La gente de las comunidades lucha por sus tierras y le matan hasta a los animales, es la gente poderosa que tiene plata y parece que no se puede contra ellos, el gobierno le da a ellos y no a nuestros hermanos. La autovía destruyó casas, no fueron a preguntarle nada a los abuelos que viven hace años ahí, le sacaron las hectáreas que eran de ellos, el agua no corre por donde corría, al río propio de la naturaleza que pasaba por ahí lo prohibieron y se ha secado en partes. Por ejemplo, a los abuelitos de Las Tunas (en Cosquín) les pusieron el cemento de la autovía y ellos tuvieron que vender caballos, cabras, hasta las gallinas porque no tenían cómo tenerlas en su lugar. Hay una ley, pero no se cumple, está en los libros, guardada”.

Para Audelina, la discriminación es una y no ha cambiado con el tiempo: “Si no tenés un estudio, no sos nadie. Somos discriminados por pueblos originarios, pero también si somos negros, si tenemos cara de villero, si venimos de otro país, si vivimos en la calle. Queremos que el gobierno entienda que los pueblos originarios somos esas mismas personas que vivimos en la provincia, que somos gente como ellos y que ellos mismos pueden ser originarios”.

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Imagen: Eduardo Las Heras

“Queremos la verdad de la historia”

Antes de Audelina, la comunidad reconocía como autoridades ancestrales a Raul Villafañe, don Ramón Aguilar, Hugo Acevedo, Teresita Villafañe, Vicenta Villarreal y Argentina Acevedo. “La Tere”, curaca mayor, fue un ejemplo y referencia para los jóvenes: “Nos dijo que teníamos que seguir con la visibilización de los espíritus de nuestra comunidad para que nos respeten. No queremos los terrenos de la gente, como le quieren meter en la cabeza, queremos la verdad de la historia, que se sepa que los indios, aunque cambiemos nuestra forma de vestir, estamos. Hugo Acevedo, que tenía mucha sabiduría, nos enseñó a no bajar los brazos, tengamos lo que tengamos y suframos lo que suframos. Hoy, nos eligieron a mí y a Sergio Ferrer Acevedo como curacas mayores. No somos los jefes, estamos para apoyar, para que nadie venga a maltratar a nuestros hermanos y para ponernos al frente todas estas situaciones que seguimos pasando”.

*Por Anabella Antonelli para La tinta / Imagen de portada: Eduardo Las Heras.

Palabras claves: Comechingón, comunidades indígenas, Pueblo de la Toma, pueblos originarios

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