Techos reciclados
Investigadores del CONICET y de la UTN Córdoba desarrollaron tejas de caucho elaboradas con neumáticos en desuso. Son resistentes, económicas y reducen la contaminación ambiental. Uno de sus objetivos es transferir la tecnología a municipios para la fabricación de viviendas sociales.
En esta línea, investigadores del Centro Experimental de la Vivienda Económica (CEVE), perteneciente al CONICET y a la Asociación de Vivienda Económica, y del Centro de Investigación, Desarrollo y Transferencia de Materiales (CINTEMAC) de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), Facultad Regional Córdoba, desarrollaron tejas elaboradas con caucho y plástico reciclado. Este material tiene varias ventajas: son más livianas, flexibles y resistentes que las tejas convencionales de cerámica y hormigón; reutilizan un desecho y brindan una solución económica para la construcción de viviendas sociales.
“Con este tipo de tecnologías, buscamos colaborar en reducir el déficit habitacional que hay en el país. Por eso, algunas premisas que tenemos al desarrollar estos proyectos son que los componentes no sean de costo elevado y que aporten a reducir la contaminación del medio ambiente. También tenemos objetivos sociales y de género, ya que la elaboración de las tejas posibilita la generación de nuevas fuentes de trabajo, que puede ser realizado de igual manera por varones y mujeres porque no requiere de gran fuerza física”, explica a TSS la doctora en Ciencias del Diseño, Rosana Gaggino, investigadora del CONICET y directora del CEVE.
El proyecto nació en 2011, cuando los investigadores obtuvieron el primer financiamiento, aportado por el Ministerio de Ciencia de la provincia de Córdoba. A lo largo de los años, fueron realizando diversos ensayos para conocer y mejorar sus propiedades técnicas, como la absorción de agua, permeabilidad, conductividad térmica, resistencia a las heladas, al fuego y al granizo, entre otros aspectos. En 2018, obtuvieron el Certificado de Aptitud Técnica que otorga la Secretaría de Vivienda de la Nación y, en 2020, una patente nacional. El objetivo final es transferir la tecnología a diferentes actores de la sociedad que puedan estar interesados, como municipios, cooperativas y empresas.
“Hay algunos desarrollos similares a nivel internacional que sirvieron como antecedente, pero tienen otra composición en sus formulaciones. Por ejemplo, hay algunos que utilizan resina como ligante para elaborar las tejas. Nosotros, en cambio, para unir los componentes, utilizamos plástico reciclado procedente de bidones, bolsas y caños. Es decir, que se trata de una teja compuesta en un 100% de materiales reciclados”, remarca Gaggino.
Otra ventaja de las tejas de caucho es que son muy resistentes al granizo, a diferencia de una teja de cerámica, más fácil de quebrar. El proceso de elaboración se realiza por termo-moldeado con compactación. Primero, se trituran y mezclan el caucho y los plásticos. Luego, se realiza el moldeado en una prensa, a alta temperatura. Después, se enfría el material resultante y se recortan los bordes para darle forma a las tejas.
“Es una tecnología sencilla de transferir, solo que requiere de una inversión inicial en la compra de la maquinaria para hacer el triturado de los materiales y el termo-moldeo”, señala la investigadora. Justamente, una dificultad que tuvieron en el desarrollo del producto es que les costó conseguir el caucho triturado, ya que no se obtiene en cualquier ferretería como otros materiales de construcción.
De todos modos, Gaggino cuenta que los municipios están teniendo mayor interés en incorporar este tipo de tecnología porque representa una solución tanto en lo ambiental como para el problema habitacional. Por otro lado, indica que las campañas de reciclaje también están creciendo, aunque todavía es poco lo que se recupera, ya que el porcentaje de reciclado de residuos sólidos urbanos hoy ronda apenas el 10%.
Hace unos días, las tejas de caucho obtuvieron un nuevo financiamiento que las acerca más a la transferencia final. El proyecto fue uno de los tres ganadores del “3CProgram Aceleration Fund”, una iniciativa impulsada por la Universidad de Cambridge, Global Shapers Córdoba y la Universidad Nacional de Córdoba. El objetivo del concurso es que los equipos elegidos puedan avanzar en el desarrollo de los productos a través del prototipado y la validación en el mercado. Para eso, contarán con 3.000 libras esterlinas y un mentoreo con referentes de la Universidad de Cambridge durante tres meses.
“Este financiamiento nos va a permitir realizar mejoras en el proceso productivo para ir preparando la transferencia al medio. Por ejemplo, armar el plan de negocios y realizar algunos ajustes en el proceso de elaboración de las tejas. Hasta ahora, hicimos la producción con equipamiento que tenemos en el instituto, pero para pasar a la escala industrial se requiere equipamiento de mayor envergadura”, apunta la científica.
En el desarrollo de las tejas, participaron investigadores de diversas disciplinas, como ingenieros civiles, arquitectos y químicos. Los integrantes, por parte del CEVE, además de Gaggino, son Jerónimo Kreiker, Ricardo Argüello y María Paz Sánchez Amono, mientras que por el CINTEMAC participan María Josefina Positieri y Carlos Baronetto. Para esta nueva etapa, sumaron a Jessica Amador, Juan Weibel y Sacha Páez River, especialistas de la Universidad Siglo XXI, que estarán a cargo del asesoramiento en marketing.
“Ahora vamos a comenzar la etapa de preparación del producto para hacer la transferencia. Ya hemos tenido consultas por parte de municipios y empresarios particulares interesados en la tecnología”, cuenta Gaggino. Al mismo tiempo, la investigadora sigue trabajando en otra línea de investigación y transferencia enfocada en la elaboración de componentes constructivos a partir de botellas plásticas recicladas (un proyecto que contamos en esta nota). Al respecto, indicó que continúan realizando capacitaciones a municipios, fundaciones y cooperativas para que puedan avanzar en el montaje de emprendimientos productivos a partir de estos materiales.