Violencia en escuelas cordobesas

Violencia en escuelas cordobesas

A 15 años de promulgada la Ley de Educación Sexual Integral, en diferentes escuelas de la provincia de Córdoba estallaron denuncias de maltratos, acosos y abusos. Conversamos con Natalia, madre de dos estudiantes de Agua de Oro, para saber cómo sigue el reclamo y repensar la escuela que hoy habitan la mayoría de les pibes del país.

Por Nadya Scherbovsky y Anabella Antonelli para La tinta

A principios de octubre, el IPEM 387 de Agua de Oro encendió la mecha. Denunciaron situaciones de acoso de parte de varones adultos que trabajan en la institución. Ante la exigencia de la directora de que les estudiantes presenten pruebas, comenzaron a recopilar testimonios: hubo doce relatos de acoso en un solo curso. Mientras tanto, circuló un audio de una estudiante del IPEM 144 Mariano Moreno de Alta Gracia. Denunciaba hechos de violencia ejercidos por docentes de la institución. En esos días, estalló un hecho terrible en la Escuela de Cadetes de Córdoba y trascendieron situaciones de acoso sexual de un trabajador adulto contra dos adolescentes del Instituto Mixto Secundario Justo José Urquiza de barrio Pueyrredón.

Después de largos meses de clases virtuales, la presencialidad volvió a poner un tema sobre la mesa: la violencia dentro de las escuelas. Acoso, abuso, maltrato machista. Cada estudiante pasa unas 150 horas mensuales en estas instituciones, que en el año representan unas 1.200 horas. Es uno de los lugares más importantes de socialización de niñes y jóvenes, que además está impregnado de un manto de confianza a priori, de una legitimidad simbólica. Sin embargo, las jerarquías que sostienen el sistema se traducen en relaciones de poder entre estudiantes y personal adulto, por género o roles institucionales.

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(Imagen: Centro de Estudiantes IPEM 387)

 

“Hay profesores que nos miran, nos intimidan, nos acosan y dirección nunca hizo nada.
Dejen de mirar a un costado”.

Frase en un cartel escrito por estudiantes del IPEM 387

“Buenas tardes, somos estudiantes de 4to turismo turno tarde del Mariano Moreno (IPEM 144 de Alta Gracia). Hago este audio para explicar la situación que está pasando en este momento el colegio. Nosotros tenemos un profesor que en reiteradas ocasiones ha ejercido violencia verbal y en una ocasión pudo llegar a ejercer violencia física hacia una compañera cuando ningún directivo lo estaba viendo”. Este mensaje de audio nos llegó el 15 de octubre. Detallan situaciones con dos docentes y el director, y anuncian “sentadas” como forma de protesta, “esperando una respuesta que nos tranquilice y nos apoye, porque no se puede seguir más en un colegio con abusadores”, concluye.

Tres días después, en el IPEM 387 de Agua de Oro, les estudiantes realizaron una sentada frente al colegio sobre la Ruta E-53 denunciando situaciones de acoso en el colegio por parte de un preceptor, un coordinador de curso y tres docentes. Después de doce días de que una estudiante contara su situación, cansades de la falta de respuestas de las autoridades, realizaron la acción. Relatan que, desde 2008, pueden rastrearse denuncias que no prosperaron y que la directora de la institución, Mariana Carranzani, no siguió inmediatamente el protocolo de vulneración de derechos, descolgó los carteles que les chiques pusieron en la escuela y les acusó de hacer una “cacería de brujas”.

En los dos colegios la olla la destaparon les pibes y lograron que los adultos señalados fueron apartados de sus cargos. El personal de ambos establecimientos será capacitado en el marco de la Ley Micaela y hay un compromiso institucional en la elaboración de proyectos de educación sexual integral.

A este escenario se sumó, el 18 de octubre, la noticia de que en la Escuela de Cadetes de Córdoba hay una investigación judicial en curso ante un abuso sexual en manada. Se denunció a un cadete mayor que habría instigado a varios estudiantes de segundo año para que, juntos, abusen sexualmente de un compañero. La acusación fue realizada por el director de la Escuela, Marcelo Chávez, quien confirmó la baja del instructor involucrado. 

Hace apenas tres días, el 25 de octubre, xadres del Instituto Mixto Secundario Justo José Urquiza de barrio Pueyrredón realizaron una protesta en la puerta del establecimiento denunciando a un preceptor por acosar sexualmente a estudiantes de entre 13 y 15 años. Una de las madres relató que el adulto mantuvo conversaciones inapropiadas por redes sociales con las adolescentes. Estudiantes de otras promociones comentaron que esto ocurre hace varios años y denuncian que el colegio estaba al tanto de esta situación, sin tomar medidas. 

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(Imagen: Centro de Estudiantes IPEM 387)

 

“No es histeria, locura o problemas de ira. Es la realidad que vivimos todos los días”.

Frase escrita en un cartel por estudiantes del IPEM 387

Natalia es madre de dos estudiantes del IPEM 387 de Agua de Oro. Si bien sus hijas no sufrieron las situaciones de violencia que hoy se denuncian, apoya el reclamo y es una de las voceras del grupo de xadres. En conversación con La tinta, cuenta que los tratos violentos en la institución estaban naturalizados, también por les estudiantes: “Todos sabíamos que algo pasaba, sabíamos que algunos profes miraban así, les chiques a veces lo decían, pero quedaba en la nada”, explica.

Esa naturalización se quebró hace algunas semanas cuando, a partir de un hecho particular, la dirección del colegio no implementó ninguna medida. El Centro de Estudiantes tomó la posta y comenzó el proceso de movilización de les chiques, logrando que la situación trascendiera los muros escolares, visibilizando lo que pasaba y moviendo voluntades.

¿Cómo se construyen climas institucionales favorables a poder decir y confiar en ser escuchades y contenides? El acompañamiento del mundo adulto es clave para construir esas respuestas. “Les chiques se pusieron al hombro lo que los adultos no registramos, no captamos, no nos hicimos cargo o no actuamos como deberíamos haber actuado. Eso es algo que nos toca a todos, a toda la sociedad”, señala Natalia. Se trata de desnaturalizar ciertos hechos y actitudes, como una forma de desafiar la desigual circulación del poder entre los géneros, las edades y los roles legitimados en las instituciones.

La organización de les estudiantes y la mirada renovada que tienen en torno a estas problemáticas es clave para las manifestaciones colectivas. “Están organizades, tienen las cosas más claras que la gente más grande y tienen una mirada de empatía con sus compañeres”, explica, en contraposición a las primeras intervenciones de la escuela, más bien orientadas a un modo de acusación que anula la reflexión del mundo adulto. 

“Les jóvenes tienen otra perspectiva, de acompañarse y no quedarse callades nunca más. No está bien que sucedan estas cosas ni mirar para otro lado o pensar que ya va a pasar. Hay que aprender de les chiques, de esa mirada que tienen tan empática hacia sus compañeres”, concluye Natalia.

“Se necesita ESI para dejar de normalizar el acoso”.

Frase escrita en un cartel por estudiantes del IPEM 387

¿Qué sucede cuando pasa algo en la escuela que sacude la modorra institucional? Si bien una generalización no refleja la realidad, sí es cierto que, en muchos casos, la forma de abordar estas cuestiones está atravesada por la verticalidad adultocentrista y por una cultura del silencio que cancela el debate, abordando los casos de forma puntual, incluso con protocolo en mano, con una lógica de pronta resolución. Los gabinetes psicopedagógicos, los espacios para contener a les pibes y los equipos de ESI hacen un trabajo imprescindible, pero todavía son escasos o marginales.

La Ley cumplió 15 años. Estas situaciones que emergen en el entramado de violencias institucionales nos hablan de la necesidad urgente de avanzar, de horizontalizar el debate, de conversar sobre los autocuidados, las relaciones de poder, de generar herramientas con les estudiantes. Los transfeminismos fueron y son un sacudón con resonancias en todo el cuerpo social. Les más jóvenes se hacen otras preguntas, revolucionan las estructuras homogeneizantes, desnaturalizan violencias, se animan a denunciar y a exigir y construir lo que necesitan y desean.

“Las demandas que tenemos en torno a la ESI es que cada vez nuestra voz sea más valorada y tengamos más lugar en cada uno de los espacios de decisión que tienen que ver con nuestras trayectorias escolares. Somos nosotres quienes tenemos la posta de cuáles son los temas y las formas. Creemos que como jóvenes estamos preparades para dar muchísimos debates mientras el mundo adulto nos excluye de ellos”, dice Martina Kolasinski , Presidenta de la Federación de Estudiantes Secundarios, en un video de La tinta por los 15 años de ESI.

 

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*Por Nadya Scherbovsky y Anabella Antonelli para La tinta / Imagen de portada: Centro de Estudiantes IPEM 387.

Palabras claves: cordoba, escuelas, ESI, Violencia de género

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