La buena leche
Desarrollo Social lanzó un sistema de pasteurización –con patente INTA-UBA– que abarata el precio de la leche en un 40 por ciento. El proyecto forma parte del Plan Argentina contra el Hambre e incluye a pequeños productores que compartirán varios tambos. En una primera etapa, se producirán 13 ensachetadoras en seis provincias argentinas. Una de las ideólogas, Eva Verde, cuenta los detalles de este proyecto con perspectiva de género para bajar el precio de los alimentos y mejorar el ingreso de las familias productoras.
Por Tali Goldman para Nuestras Voces
En el marco del Plan Argentina contra el Hambre, el Ministerio de Desarrollo Social financió la producción de envasadoras de leche que fueron desarrolladas por técnicos del INTA e investigadores de la Universidad de Buenos Aires. Estas envasadoras, que incluyen un sistema de pasteurización en origen para volúmenes chicos, permitirá el abaratamiento de hasta un 40 por ciento del precio de góndola y el fortalecimiento de tambos pequeños en seis provincias. En una primera etapa, se producirán 13 ensachetadoras que serán utilizadas por 96 familias de productores asentadas en las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe, La Pampa, San Luis y Formosa, y están destinadas a productores del Movimiento de Trabajadores Excluidos y la Unión de Trabajadores de la Tierra, una escuela agrotécnica y algunas municipalidades, que coordinarán el uso compartido de varios tambos.
Nuestras Voces dialogó con la coordinadora de Asesoramiento en Gestión a Unidades Productivas de la Secretaría de Economía Social, Eva Verde, una de las ideólogas del proyecto.
—Si tuvieses que explicar para quienes no sabemos: ¿qué es un sistema de pasteurización y cuál es la novedad de este nuevo sistema?
—Es el tratamiento que se le da a la leche según el código alimentario para que sea apta para el consumo humano. Esto es porque, a través de la leche, se pueden transmitir algunas enfermedades. Pero lo novedoso de este sistema es que el código alimentario proponía o tenía estipulado que el proceso era: primero, se pasteurizaba, después, se ensachetaba o se envasaba, y, después, se podía consumir. Lo que introduce el INTA fue poder invertir en ese proceso, es decir, primero, se piensa el ensachetado y, después, se pasteuriza. Esto tiene un impacto en la producción que es realmente novedoso porque, justamente, permite que los pequeños agricultores y los pequeños agricultores puedan hacer este proceso. Se hicieron todos los testeos de que el proceso se lleva a cabo con eficiencia, que no tiene traspaso de sabor, que es para consumo humano, etcétera. Eso en cuanto a la pasteurización. Lo que además tiene de novedoso es que es a pequeña escala. Las máquinas tienen en general 3.000 litros diarios y esta es una máquina de una escala bastante más chica, que son 100 litros diarios con seis horas de trabajo. Con lo cual es accesible a los pequeños productores y las pequeñas productoras del sistema, y que puedan hacerlo en el lugar donde están produciendo.
—¿Qué otros impactos tiene el proyecto?
—Además de hacer accesible la tecnología para los pequeños productores, tiene otros impactos. Desde el Ministerio, lo que hicimos fue financiar integralmente la posibilidad de instalar estas máquinas. Esto es, las máquinas están instaladas en los tambos, pero van en una sala de agricultura. Fue con la participación de Senasa también donde nosotros evaluamos cuáles eran las condiciones que les faltaban para que esa sala esté habilitada, para que la máquina pudiera funcionar y financiamos la adecuación de esos espacios. También financiamos toda la máquina y los insumos para que los primeros meses pudieran producir.
—¿Por qué permitirá abaratar los costos?
—Cuando hicimos esta evaluación, calculamos que la leche podría llegar un 30 o 40 por ciento por debajo del precio de góndola. ¿Por qué sucede esto? Porque tenés un amplio margen entre lo que recibe el tambero, que son aproximadamente 16 pesos, y el precio de góndola, que en ese momento estaba en 80 pesos. Para nosotros, es importante fortalecer la producción, pero también tener garantizada la comercialización. Hoy, los productores y productoras tienen un gran problema para poder acceder al mercado, poder poner sus productos a disposición y a la venta, y que sean accesibles para la población. Entonces, quisimos que estos productores y productoras contaran con un mercado de cercanía. En los costos también está incluida la logística para llegar a ese mercado de cercanía que, como mucho, son 10 kilómetros del punto de producción. Actualmente, la leche recorre aproximadamente 700 kilómetros desde el tambo hasta la usina láctea y desde la usina láctea hacia los supermercados. Esto tiene un impacto en lo económico directamente, porque se reducen los intermediarios y se reducen las distancias. Nosotros elegimos a productores y productoras que tienen un compromiso con la realidad social, que vienen desarrollando actividades en conjunto con la comunidad, que son productores de la agricultura familiar, son cooperativas, son mercados de cercanía, son comercializadoras de la economía popular, son municipalidades que fomentan ferias sustentables. Entonces, teniendo ese compromiso de los productores y de los articuladores fue que decidimos hacer esta primera experiencia con estas 13 unidades productivas que están ubicadas en seis provincias de la Argentina porque entendemos que el alimento debe ser accesible, debe ser sano para aportar a la alimentación sana y soberana.
—¿Qué impacto va a tener para las comunidades y cuál creés que será el alcance?
—Por un lado, tenemos el precio de la leche. Por otro lado, la incorporación de tecnología para los pequeños productores y productoras, pero también tenemos la generación de puestos de trabajo con una perspectiva de género en este proyecto. Hemos tenido en cuenta la participación de las mujeres y disidencias en estas unidades productivas. Nosotras entendemos que muchas veces la independencia económica de las mujeres es lo que permite poder salir de algunas situaciones de violencia. Por eso, entendemos que es fundamental poner el eje en generar trabajo, pero generar trabajo con perspectiva de género en un ámbito y en un sector como el rural es muy difícil. Por lo tanto, el 56 por ciento de las de las beneficiarias directas de este proyecto son mujeres. Otra de las aristas que tiene este proyecto es el impacto ambiental. Decíamos que la leche recorre general 700 kilómetros desde la producción hasta la comercialización y poder achicar estos circuitos y estos tramos tienen un impacto directo en cuanto a lo que es el transporte y la huella. Son la huella de carbono que es lo que genera la contaminación de los camiones. Además, tiene bastante impacto en lo que es el tratamiento de los efluentes. Es una máquina que se limpia fácil, que no tiene desperdicio. Por lo tanto, entendemos que es un proyecto integral y muy necesario demostrando que se puede producir de otra manera, que se puede consumir de otra manera, que se puede generar trabajo con otras perspectivas.
*Por Tali Goldman para Nuestras Voces / Imagen de portada: Nuestras Voces.