Nahuel Levaggi: “El desafío es venir a cambiar lo que necesita ser cambiado”

Nahuel Levaggi: “El desafío es venir a cambiar lo que necesita ser cambiado”
21 agosto, 2020 por Redacción La tinta

Por Mariana Jaroslavsky para Revista Almagro 

Es jueves 15 de noviembre de 2018, la Plaza de Mayo está llena de cajones de verduras y productos de la economía popular, campesina e indígena. Puestos armados con caballetes o cajones de verduras apilados, venden queso y pan casero, productos de cooperativas como yerba, dulces, conservas, verduras, frutas y flores. Nahuel Levaggi sostiene un megáfono desde un rincón del mercado circular y relata la situación paupérrima de las familias campesinas que producen alimentos en los cordones de las ciudades argentinas. Las que tienen cordones frutihortícolas, que son pocas. Es un #Feriazo. Los alimentos se venden a precios populares -muy por debajo de lo que se consigue en las verdulerías y supermercados-, directo de los productores. No es un amontonadero, pero muchas personas dejan la plaza abrazando bolsas que rebalsan de hojas y colores.

La escena se repite en Plaza Constitución el 15 de febrero de 2019. El gobierno de Macri dio de baja la gratuidad del Monotributo Social Agropecuario que beneficiaba a las familias productoras de alimentos y el ministerio de Agroindustria redujo al mínimo a la Secretaría de Agricultura Familiar. Nace la mítica foto de Bernardino Ávila que retrata por siempre a una anciana rescatando una berenjena del suelo. Mientras los policías echan gas sobre los cajones de verdura agroecológica, Nahuel Levaggi grita a la policía escudada, que ellos también son el pueblo, y les revolea paquetes de perejil sobre sus cascos. La Unión de Trabajadores de la Tierra toma mucha visibilidad en los medios de comunicación.

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(Imagen: Mariano Campetella)

En el microestadio de Ferro se lleva adelante el primer Foro Agrario (Soberano y Popular) de la Argentina que reúne a más de 3 mil campesinas y campesinos, el 8 y 9 de mayo del mismo año de la represión. Organizaciones de todo el país viajaron al encuentro, también referentes latinoamericanos. Nahuel, Coordinador Nacional de la UTT, camina por los pasillos de las hileras de asientos ordenadas mirando al escenario. Acomoda sillas de plástico, responde alguna pregunta, da indicaciones. Circula ensimismado, piensa y camina. Camina, piensa, va de un lado al otro. En el cierre, toma la palabra y habla frente a pocos representantes políticos que se acercaron a dialogar con el sector, entre los que sí estaban el diputado Leonardo Grosso y el actual ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Luis Basterra. El Foro es un éxito y en él se construyeron, colectivamente, 21 propuestas con la Soberanía Alimentaria, la Tierra como Territorio y Hábitat y la Construcción de un modelo productivo no extractivista como faro, que se siguen presentando y que esperan ser atendidas de manera integral.

El 24 de marzo de 2020, la crisis política, social y económica se redujo a una situación: cuarentena nacional, la continuidad de la declarada Emergencia Alimentaria y el desvío del Plan Argentina contra el Hambre a la más urgente necesidad de garantizar el abastecimiento de alimentos en este nuevo contexto distópico. Nahuel Levaggi es designado presidente del Mercado Central de Buenos Aires.

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(Imagen: Mariano Campetella)

En sus casi cuatro décadas, Levaggi recorrió organizaciones ambientalistas y tuvo vínculo con pueblos originarios y laburos autogestivos. A partir de 1999, se metió a trabajar en la villa 20 de Lugano, en apoyo escolar y comedores durante 6 años, donde vivió dos. Pasó por el MTD Aníbal Verón que estaba en Lugano, participó también en capital y en el MTD de Lanús donde empezaron a construir un espacio agrario en lo que ya se había armado del Frente Darío Santillán. “Un espacio para pensar la vuelta al campo, el laburo con productores”, dice. Siete años de trabajo en una cooperativa rural que formó con sus actuales compañeros de la UTT en San Vicente. En 2010, fundaron la UTT.

“La militancia es una palabra muy abarcadora. Para mí es el compromiso y el brindarse hacia el otro y hacia una causa mayor a uno mismo que tiene que ver con el bien común. Para mí la militancia es amor, pero también es trabajo, es transformación real. No son reuniones, no son grafitis en una pared. La militancia es trabajo de base, esfuerzo, laburo, transformación, estudio, reflexión. Es transmisión. Y sobre todo basado en el amor”, compartía por whatsapp Nahuel Levaggi cuando confirmamos la entrevista, que terminaría posponiéndose, apenas empezó el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio.

En ese momento, el anuncio resonó sorpresivo y alentador en los sectores que conforman “el campo que produce alimentos”, los firmantes de los objetivos del Foro Agrario: organizaciones campesinas hortícolas de base popular, productores familiares, redes de fomento a la agroecología y sectores que militan la construcción de la Soberanía Alimentaria en Argentina, desde redes de nutricionistas, abogadas y abogados a docentes, cocineras y cocineros, y comensales.

Cuatro meses después, nos sentamos a conversar.

—¿Cambió mucho tu vida desde que asumiste la presidencia del Mercado Central?

—Coincidió con la cuarentena, así que es como un paréntesis en general. El resto del país también se detuvo. Eso ayudó a acomodar. Dio hasta un respiro para poder organizarnos mejor.

—¿Por qué llega la UTT a esta instancia de gestión?

Creo que hay dos elementos. Uno es el rol que fuimos jugando desde la organización en discutir la alimentación, los canales de comercialización, en la sociedad y en la disputa del sentido común. Y por el otro, cierta dirigencia que llegó al gobierno con voluntad de avanzar en transformaciones y vio en nosotros una posibilidad de darle luz a un lugar muy oscuro como siempre fue el Mercado Central.

—¿Es como una política intervencionista nueva en un espacio que antes funcionaba más bien como un shopping que alquilaba locales?

—No es que a pedido del gobierno intervenimos los precios. Todo lo que hacemos y dejamos de hacer es la continuidad de la lucha y la construcción de la organización y la convicción en la concepción de lo que hay que hacer. Nosotros y nosotras, y yo particularmente, venimos a hacer lo que hacemos siempre, ahora desde acá. Justo cuando asumimos hubo un pico de disparada de precios y había que intervenir, claramente. En ese momento sí había un pedido “pónganle precio máximo a la fruta y la verdura que esto se está yendo a la mierda”. Y yo dije, no, no podés poner precios máximos porque hay muchas variables, es irreal. Por otro lado, el precio máximo impuesto puede terminar molestando al productor, compañero nuestro. En todo caso, si hacíamos precio máximo, decíamos entonces hacer un precio sostén también. Cuando la verdura se paga dos mangos en la quinta a nadie le importa. En esas conversaciones, planteamos el Compromiso Social de Abastecimiento, un acuerdo de precios consensuado, voluntario que es semanal. Desde el 25 de marzo, todos los jueves se hace reunión y se actualiza ese flyer que circula. Vamos producto por producto. A veces se saca alguno, se pone otro. Si algún producto se llega a disparar se lo saca.

—¿Cómo evoluciona eso y cuán difícil es, según lo concentrado de la comercialización de los productos más masivos en los platos argentinos?

—Hay una cantidad grande de operadores que son los puesteros. Hay un operador que puede tener solo un puesto y vender 60 cajones de tomate y ese te propone un precio pero que no es tan significativo como un chabón que mueve 50 camiones. Entonces, hay una fuerte representación y es racional. Va positivamente. A los tipos les conviene, porque cuando aumentan los precios le pegan a ellos. Y pasa que cada actor le echa la culpa al de adelante en la cadena. El productor al mercado concentrador, el mercado concentrador al supermercado y las verdulerías. Todos se echan las culpas. Transparentar les sirve, es una publicidad positiva. Además, para ser sinceros, hay buena predisposición. Si no la hubiera, no vendrían. Y cada vez se van sumando más operadores y más productos.

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(Imagen: Mariano Campetella)

—Dentro de la complejidad del mercado, ¿cuál sería una gestión ideal y cuál una posible?

—La gestión ideal la estamos haciendo, vinimos a hacer lo que vamos a hacer. La idea es fortalecer el rol social del mercado, con esto me refiero a la intervención en la política alimentaria. El Compromiso Social de Abastecimiento es una expresión, el fortalecimiento de la agroecología es otra expresión, la educación con respecto a las formas de alimentarse, la concepción de la alimentación como un derecho, otras. Y en todo eso vamos avanzando. Hay gestiones más generales de política pública para la general, y hay otras particulares internas. Que, por ahí a un vecino de Villa Urquiza, de González Catán o Longchamps no le interesan, pero sí hacen al Mercado. El área de Alimentación Sana, Segura y Soberana que creamos está haciendo un trabajo fuerte en dos partes. En la comunicación e información, todos los viernes se están haciendo talleres entre cocineros profesionales o famosos, y referentes responsables de ollas populares, para el intercambio de saberes. Se fortaleció muchísima el Área de Acción Comunitaria, potenciando las donaciones a ollas populares y comedores. El área existía, pero lo fortalecimos y le dimos más entidad.

“Mi vocación no nació de la naturaleza, a mí me dolía que la gente tuviera hambre. No es que yo vengo de la militancia ambiental. Sí tuve participación en cuestiones ambientales porque para mí es todo una misma cosa. Tengo una sensibilidad por la naturaleza, sí, pero mi compromiso con la vida es con la vida del que sufre. Es todo un continuo mi historia en la militancia”. En todo caso, Levaggi, como la UTT, surgen con la fuerza de las organizaciones sociales que desde el 2001 sostienen a las barriadas más humildes y castigadas, de las ollas populares y la organización barrial, actores indispensables en la Argentina del 2020 otra vez.

Antes de la pandemia, el Mercado Central abastecía con donaciones a 8 comedores. Quizás con productos que estaban potables para el consumo, pero no para la comercialización, y con algún que otro aporte de algún operador. Hoy, con el Programa de Donaciones Voluntarias, llegan a abastecer a más de 60 comedores por día. Por un lado, visitan operador por operador invitándoles a donar y por el otro, creando un listado de organizaciones que se anotan para poder retirar la mercadería que será el contenido de ollas y viandas para las poblaciones más vulneradas del AMBA.

“Otra pata importante en la que estamos trabajando es en la transición hacia la agroecología desde el área de Calidad. Ahí se hacen análisis de agroquímicos y microbiología. Todos los días se eligen productos de dos o tres puestos y se analizan. Si da bien, se vende. Si da mal, se decomisa. Nosotros le agregamos la propuesta a través de los puesteros de formación en agroecología a los productores. Esto lo estamos iniciando”, describe Levaggi. “Los puesteros les van a poder proponer a los productores capacitación en agroecología de la que el Mercado se va a hacer cargo. Por ahora los técnicos del Mercado se están formando en agroecología con la UTT”, continúa, marcando este camino que ya venía de supervisión de sustancias tóxicas en los alimentos y la propuesta de revertirlo a través del incentivo a la producción agroecológica.

“Estas son todas políticas para afuera. Después, hay toda una política para adentro de atender a la población más vulnerada del mercado. Acá tenés muchas poblaciones. Hay personas que viven en Cañitas y vienen en un Mercedes Benz y otras que viven en la villa de enfrente y vienen descalzos. Estamos laburando mucho para asistir, construyendo un Centro de Asistencia Comunitaria Integral. Ya hay un Centro de día que armó la Federación de Curas y ahí va a haber un Centro de Acceso a la Justicia, de Primera Infancia. Una cuestión integral para abordar a esa población vulnerada para la que en el Mercado nunca nadie hizo nada”. Tres veces por semana, antes del amanecer, durante los meses de frío, Nahuel y el equipo de Alimentación sale a repartir “sopas de verdura caliente ·y muy nutritiva” a los “changas libres”, la población más olvidada de los trabajadores del Central.

Junto con la UTT, también llegó la Gerenta General, la abogada Natalia González, especialista en Derecho de Familia y violencia de género, integrante de la Secretaría de Género de la organización, que está impulsando capacitaciones en el tema en toda la gestión del Mercado. Están aplicando la Ley Micaela y, según la misma González, está teniendo una buena recepción. “Esto es lo más largoplacista y muchas veces hay ignorancia sobre las violencias y esto es real. La idea es que haya una red de contención de compañeras, prepararlas, tener un teléfono anónimo donde les compañeres puedan compartir las situaciones de violencia laboral. También estamos relevando capacidades femeninas que hayan quedado relegadas por cuestiones de género”, comparte la abogada. Toda una construcción y una novedad en un espacio como este.

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(Imagen: Mariano Campetella)

—Nahuel, para aplicar esas políticas, ¿con quiénes se van aliando del Estado, de la provincia? ¿Cómo se articulan?

—Esto es como un país en chiquito, tiene que haber una representación de todo lo bueno que puede hacer el Estado. Para todo esto que te comenté, hicimos convenio con el INADI, por lo del acceso a la Justicia con el Ministerio de Seguridad. Hicimos convenio con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible por la planta de compostaje. Queremos hacer todo con las instituciones. Todo tiene que ver con conveniar y abrir. Vamos a abrir una oficina de migraciones. Generar un Centro Integral. También hay una antigua casona de Ramos Mejía en la que queremos generar una colonia de vacaciones para los trabajadores. Los gremios fuertes acá con UPCN y ATE. También hay un centro de salud que estamos levantando, tratando de fomentar la medicina comunitaria. Nuestra intención es trabajar cada una de estas áreas con las instituciones del Estado a las que les compete.

—Parece ser una provincia.

—Es enorme, sí. Y es muy particular. Si hago un análisis, la verdad que haber puesto a la UTT al frente del Mercado Central es toda una decisión y todo un camino a seguir. Nos convocaron a hacer lo que venimos haciendo.

—¿El gobierno acompaña? Me imagino que era desafiante pensarse acá adentro.

—Totalmente. De hecho, nos visitó Cabandié, hicimos convenio con el Ministro de Desarrollo Social de la provincia, Andrés Larroque, va a venir Daniel Arroyo de Nación, vino Basterra a los pocos días de asumir, vino Wado de Pedro a apoyar la gestión. Vamos avanzando también con SENASA, con INTA, con todos. Con el Ministerio de Producción también a full, con Paula Español de la Secretaría de Comercio. Hay que ser fieles a la verdad, no solamente no hay trabas, sino que hay un acompañamiento.

—¿Cómo analizás la situación de la intervención de Vicentin?


—Nosotros lo expresamos varias veces. Es un acto de justicia hacia la estafa que sufrió el pueblo. Por otro lado, la necesidad de intervenir en la comercialización de granos, es una herramienta del Estado. Porque después, a la hora de discutir el modelo de producción, no es lo mismo discutir con Cargill -que es la representación y síntesis de ese modelo enemigo- o generar tensiones con el Estado. Es distinto poder actuar de un lado o del otro. Vicentin estatal no es igual a Soberanía Alimentaria. Pero es una herramienta para avanzar hacia eso. Y valoro también que se haya utilizado el término porque es un concepto social y político muy profundo, está bueno que Alberto lo haya mencionado y puesto en debate.


—¿No te parece que se lo apropia o lo desvaloriza así?

—No. Lo mencionó en un momento como un concepto en avance y yo lo valoro. No creo que se haya hecho un bastardeo del concepto, no se sacó una foto en una huertita subvencionada por Monsanto diciendo que están haciendo Soberanía Alimentaria. Es un debate político, como es intervenir en la construcción de una empresa estatal de exportación de granos. En todo caso, el contenido que se le vaya dando es tarea nuestra, que venimos haciendo eso hace muchos años. Y también tarea de ellos.

—¿Cómo analizás la política argentina en materia de alimentación?

—Siempre se habla del alimento cuando falta. Si no hay escasez, no se problematiza la alimentación. No importa si la maneja Monsanto, si son ultraprocesados. Entonces, ahí tenemos una oportunidad que se puso sobre la mesa, discutir la alimentación. Después, hay un abordaje muy complejo con la crisis que obviamente tiene que fortalecer las redes del Ministerio de Desarrollo para que no falte. Me parece que falta operatividad en este sentido y veo que sí hay espacio para actores sociales como nosotros y nosotras para intervenir activamente. Hay una apertura: soy el presidente del Mercado Central y estoy diciendo y haciendo lo que dice la línea de la organización y lo estamos llevando a la práctica.

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(Imagen: Mariano Campetella)

—¿El Mercado Central estaba dentro del radar de la organización? ¿Te imaginabas ocupar un cargo así?

—No, jamás. Impactar en la política alimentaria, sí, me imaginaba. Para eso laburamos, para hacer cosas buenas. Y tenía y sigo teniendo la convicción de que la fortaleza para hacer esas cosas buenas iba a ir creciendo y va a seguir creciendo. Nosotros confiamos mucho en lo que trabajamos y en la capacidad de acción, porque también miro para atrás y veo lo que hemos logrado. Lo del Mercado nos lo ofrecieron, lo evaluamos y decidimos que había que asumir el desafío.

—Siguiendo con la política alimentaria, si todas las argentinas y argentinos quisiéramos tener una alimentación saludable, hay un dato que dice que no habría suficiente cantidad de frutas y verduras para abastecerla. ¿Cómo ves la planificación en ese nivel?

—No tengo ese dato certero, pero de lo que sí tengo el dato es que no hay la más mínima planificación, que es algo que venimos diciendo hace rato. Si yo fuera presidente de la Nación mañana, constituiría el Ministerio de la Alimentación. Por el derecho a la vivienda, el Ministerio de Vivienda, por el derecho a la salud, el Ministerio de Salud, por la igualdad de género, el Ministerio de la Mujer, Géneros y Diversidad. Por el derecho a la alimentación, un Ministerio de la Alimentación. Tiene que haber una planificación sobre cuántos millones de argentinas y argentinos somos, qué necesitamos comer, qué nutrientes, cómo producimos eso, cómo circulan los alimentos, cómo se comercializa. Esa planificación no existe, lo único que hay son intervenciones esporádicas y eclécticas e inconexas. Falta comida y viene el Ministerio de Desarrollo y le compra comida a Pérez Companc y se la da a los comedores. Después viene la ANMAT y analiza si esto se puede comer o no, el SENASA analiza cosas en base a un modelo agroexportador. Todo así, no hay una política alimentaria. Eso es lo que nosotros proponemos que tiene que haber y es lo que estamos haciendo desde la UTT desde hace 10 años y lo que vinimos a hacer al Mercado Central, a proponer esa política alimentaria integral.

—¿Incluye la descentralización? Pensando también en la cantidad de kilómetros que viajan los alimentos pasando por acá para ir a otros puntos del país.

—Hay dos esquemas de comercialización. No hay que destruir los mercados concentradores, porque son necesarios. La banana se produce en el norte, si querés comer banana acá, la tenés que traer, y así con un montón de productos. Para abastecer a conglomerados urbanos de millones de personas, necesitás mercados concentradores. Lo que hay que descentralizar es la producción, el consumo. La palabra que está mal es la concentración de capitales, de la economía, de conglomerados de gente. El Mercado Central tiene que seguir funcionando. Lo que hay que descentralizar, desconcentrar son los cordones de producción. Todo pueblo tiene que tener un cordón de producción intensivo, que es la propuesta de las colonias agrícolas que tenemos. Además, lo que te da la posibilidad un mercado central, es de intervenir en la política pública. Acá tenés una masividad y concentración de mercadería que te permite intervenir y que tenga un impacto. El Mercado Central no va en detrimento de los mercados locales. Acá estamos rodeados de 14 millones de personas, ¿cómo las abastecés, si no? Hacer la feria en los barrios es complementario. No es una cosa o la otra. Hay que ser serios en el planteo real. Desde la organización construimos algo más directo del productor al consumidor que son experiencias que van creciendo, las vamos fortaleciendo y son necesarias; pero no van en contra de las necesidades de un mercado concentrador que abastezca a 14 millones de personas.

—Eso sucede por las características de Buenos Aires, porque si tenés colonias agrícolas en el interior eso empezaría a cambiar, porque hoy tenés pueblos aislados que necesitan de Buenos Aires para abastecerse.

—Esa es la propuesta. En un mercado de 14 millones de personas, necesitás mercados concentradores. Hay que hacer producción local, intensiva, también de chanchos, de pollos. Por eso, lo que hay que desconcentrar es la producción.

—¿Vienen muchos productos importados?

—Algunos productos. Bananas, paltas, más bien frutas que también a esos mismos operadores que traen eso les proponemos empezar a trabajar en red. Estamos hablando con Tropical para fortalecer la banana que se produce en Salta y en Formosa y estamos encontrando diálogo.

—¿Cómo ves y cómo siguió del plan Argentina contra el hambre, por el reclamo que había de organizaciones como la UTT que incluyeran la promoción de la alimentación sana y los mercados locales a través de la tarjeta Alimentar?

Se lo comió todo la pandemia. La tarjeta tiene guita adentro, si tenés un posnet la tenés. Si no les brindamos a los productores las herramientas para que puedan vender, queda esa plata de la tarjeta en Carrefour. Hay una tarea muy fuerte de la formalización del sector para que puedan acceder. Se había empezado a laburar eso y se vino la pandemia.

—¿Y se está hablando con el gobierno sobre el Monotributo Social Agropecuario que Cambiemos dejó de ofrecerlo gratuitamente?

Nosotros seguimos planteando que tiene que volver a costo cero. Van a ofrecer monotributo a los planes, creo, pero concretamente para el sector agropecuario el monotributo todavía no volvió. Es un planteo que seguimos sosteniendo.

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(Imagen: Mariano Campetella)

—¿Hay algún proyecto para que las familias campesinas tengan acceso a herramientas, a financiamiento para comprar infraestructura?

—Todavía no pasa nada.

—¿Hay algún diálogo que se esté dando con el Estado en estas líneas de promoción al sector?

Nosotros seguimos planteando que la transformación de la matriz de producción necesita de dos elementos. El modelo de producción y el acceso a la tierra. En eso seguimos poniendo sobre la mesa que necesitamos la Ley de Acceso a la Tierra y la conformación de Colonias Agrícolas.

—¿Cuál es tu análisis sobre la situación ambiental y sanitaria de este momento?

—Creo que lo que va generando en lo social el mismo capitalismo y el saqueo en el crecimiento de las concentraciones urbanas, cada vez muestra más sus límites y también la condena social y la reflexión. Por desgracia, siempre hay una primera cuestión verde más en las clases pudientes que en los sectores populares. Cuando planteábamos lo de las colonias agrícolas con funcionarios del interior, mencionaban cómo se van desarrollando más los ecocountrys para vivir en la naturaleza y terminamos, por un lado, corriendo al campesinado de esas tierras, que termina en las grandes urbes, y la gente con guita mudándose a las periferias. Creo que los problemas se ven siempre a posteriori. Primero se vota a Macri y después de cuatro años nos dimos cuenta de que Macri no era bueno y no lo votamos, pero llegamos a votarlo. Yo no lo voté, pero otros sí. De la misma manera, con la cuestión ambiental, se hace mierda todo y después cuando se te vuelve la mierda, te das cuenta. Hay que fortalecer antes de la acción y no curar. Siempre terminan siendo los sectores populares quienes sufren los mayores daños, hasta el daño ambiental. Las propuestas de salida de esto tienen que ser con y desde los sectores populares. Porque si no, siempre hay una avanzada de conciencia ambiental y social de sectores medios para arriba -que además terminan siendo hasta naif- y ahí sí terminan bastardeando los conceptos, las luchas y las construcciones. Creo que es momento de fortalecer eso, yo me hago cargo en mi rol en el Mercado. Además de la voz desde la organización, desde acá la voz tiene un peso relativo y específico importante. Si acá vengo a hacer más de lo mismo, termino bastardeando conceptos como el de Soberanía Alimentaria. El desafío es venir a cambiar lo que necesita ser cambiado. Es el desafío que tenemos. Ahí digo, bueno, la capacidad de los sectores populares de ser protagonistas de esas transformaciones y llevarlas adelante y no ser meros denunciantes o creadores de experiencias micro o testimoniales. Te lo digo yo que somos la UTT, que hoy estamos acá y que hace 10 años éramos 5 personas en ronda diciendo que había que crear una organización quintera.

*Por Mariana Jaroslavsky para Revista Almagro  / Imagen de portada: Mariano Campetella.

Palabras claves: Emergencia alimentaria, soberanía alimentaria, UTT

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