De eso sí se habla: abuso sexual contra infancias y juventudes 

De eso sí se habla: abuso sexual contra infancias y juventudes 
30 abril, 2020 por Redacción La tinta

El abuso sexual contra las infancias y juventudes sigue siendo una problemática silenciada. Sin embargo, es más frecuente de lo que nos animamos a suponer. En este contexto de aislamiento, la exposición a la vulneración de derechos es mayor: ¿qué pasa cuando el peligro convive en casa? 

Por Redacción La tinta

El contexto de aislamiento social que estamos atravesando tiene consecuencias directas en el aumento de los niveles de violencia de género y vulneración de derechos cuando se vive con el agresor. Esta semana, se viralizó un video en el cual un hombre de 72 años acosaba sexualmente a su nieta de 16. Ella le contó a su papá, pero no le creyó. Usando su celular, la joven grabó esta situación que cotidianamente vivía en su casa paterna de San Miguel de Tucumán. Publicado por una amiga en redes sociales, el video rápidamente se viralizó y logró exponer al abusador, quien fue detenido. 

Esta situación develó algunas aristas que nos interesa problematizar. La inacción, tanto desde el entorno familiar de la joven como de la justicia e instituciones locales responsables de prevenir y sancionar la violencia de género, así como las violaciones a los derechos de niños, niñas y adolescentes. La exposición y revictimización a la que se vio enfrentada la joven por el tratamiento mediático irresponsable, poco ético, morboso y desde una perspectiva que no contempla el resguardo de los derechos de la joven.  

Más allá de las complejidades de cada situación, el acoso y el abuso sexual contra infancias y juventudes suponen dominación y abuso de poder. Son transversales a todas las clases sociales y, en la gran mayoría de los casos, el abusador es varón y convive o es del entorno cercano a la persona abusada.

Los números parecen distanciarnos de las historias concretas, de los rostros, pero nos permiten ponerle una evidencia empírica a una realidad que no queremos ver: al interior de los hogares, los abusos sexuales son más cotidianos de lo que imaginamos. Entre el 70% y el 80% de las víctimas de abuso sexual son niñas y un 95% de los abusadores son varones. En la mitad de las historias de abuso sexual infantil, los agresores viven con las víctimas y, en tres cuartas partes, son familiares directos, según el informe realizado en 2018 por UNICEF y el Ministerio de Justicia de la Nación.

Al cortarse el lazo con el afuera, hay que gestionar los afueras desde el adentro: es importante hacer red con otrx, porque eso permite que disminuya esa violencia al realizar la denuncia. Desde La tinta,consultamos a profesionales de un Equipo de Atención Interdisciplinaria a Víctimas de Delitos Sexuales que trabajan desde hace 15 años en el abordaje de dicha problemática, para comprender mejor de qué se trata y cómo actuar frente a una situación de abuso sexual contra infancias y juventudes. 

Ni silencio ni tabú: hablemos de abuso sexual

Cuando hablamos de abuso sexual contra infancias o jóvenes, nos referimos a uno de los delitos más impunes, por muchas razones: generalmente, tiene lugar a puertas cerradas y no deja marcas físicas, ya que, en muchos casos, no hay evidencias físicas. El abuso toma muchas formas, incluso, puede haber una situación de abuso sin contacto físico, como en el caso del exhibicionismo, la seducción a través de redes sociales y la producción pornográfica.

Los abusos sexuales son, en más del 90% de los casos, cometidos por varones contra niñas, niños y jóvenes, y tienen que ver más con una cuestión de poder y dominación. La particularidad de las situaciones de abuso tienen que ver con las dinámicas que se dan entre víctima y victimario, por las edades, por la relación de parentesco y de asimetría. No es lo mismo el abuso perpetrado por el padre biológico, padrastro o abuelo, al realizado por un extraño. Cuando el abusador es un familiar, los mecanismos utilizados  pueden ir desde la seducción hasta la coacción, manipulación, chantaje e incluso amenazas. Las estadísticas muestran que no hay grandes diferencias en cuanto a las edades de los agresores: pueden ser desde adolescentes hasta ancianos. 

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(Imagen: El Desconcierto)

¿Qué hacer ante un relato de abuso? Escuchar, derivar, ¡no revictimizar!

Las claves son escuchar, creer y evitar revictimizar. Creer en el relato del niñx, no buscar la pesquisa, la prueba: una vez que hay una detección o un relato de abuso sexual, lo primero que hay que hacer no es ponerse a “investigar”, sino derivar a las instituciones pertinentes. Creer en el relato del niñx es también garantizarle el no contacto con el abusador. También es importante ser cuidadosxs en no exponer a la víctima. 

Muchas veces, las instituciones replican la victimización al exponer a la víctima a tener que relatar un montón de veces la misma situación, al escuchar desde una mirada, a veces, muy prejuiciosa o al no ofrecer las garantías que el derecho debe brindarles. Se han ido mejorando los mecanismos, pero la justicia aún está muy a destiempo respecto de los tiempos subjetivos de quien atraviesa una situación de esta índole. 

Pensar qué consecuencias trae el abuso sexual o cuán traumático puede ser un abuso sexual para un niñx, para una joven va a depender de muchísimos factores; de la historia personal de ese niñx, de si le creyeron, le escucharon a la hora del develamiento, cuál fue el apoyo del entorno, si se decidió hacer denuncia. 

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Historicemos: marcos normativos y paradigmas en Argentina

En 1999, en nuestro país, se sancionó la Ley Nacional N° 25.087 que modificó el Código Penal, esto permitió una nueva definición sobre la violencia sexual: se pasa así de la tipificación de delitos contra la honestidad (la mujer debía probar su honestidad) hacia delitos contra la integridad sexual. El cambio de paradigma cristaliza en otro tipo de políticas públicas: en Córdoba, por ejemplo, desde 2005, tenemos un lugar especializado para atender este tipo de delitos. Primero, se crea la Casa de la Mujer y el niño, donde se atendía a víctimas de abuso sexual, junto con la Unidad Judicial de delitos sexuales. En 2016, pasa a formar parte del Polo Integral de la Mujer y da un cambio sustancial la manera de abordar los casos. Antes, las víctimas tenían que denunciar en las unidades judiciales de los barrios, no había un lugar especializado, las revisaban médicos varones sin formación específica, entre otras situaciones que implicaban un recorrido de vulneraciones y revictimizaciones.

Es importante remarcar que el cambio en la política pública fue posible por la lucha del movimiento de mujeres y así como por la lucha de las chicas víctimas del violador serial que formaron la agrupación “Todas podemos hacer algo”. Ellas salían con la silbatos a la calle e hicieron manifestaciones en el año 2004 por los abusos cometidos por Marcelo Sajen, el violador serial que tuvo Córdoba desde el 1991 hasta el 2004, año en que se suicida.


Los delitos contra la integridad sexual son siempre casos de frontera, de límite y de borde entre distintas disciplinas, el discurso jurídico, la psicología, el trabajo social, la perspectiva de derechos humanos y de género entrecruzan estos delitos y eso habla de la complejidad de la problemática.


En ese sentido, es importante diferenciar que la persona abusada es mirada de distintas maneras por cada disciplina. Por ejemplo, existen diferencias entre la lectura que hace la justicia y el psicoanálisis. Si bien casi siempre hay algo del orden de lo traumático y, para la justicia, al haber un delito, hay una víctima, no siempre el abuso sexual es vivido como una victimización o es subjetivado como una victimización por parte de la persona abusada. Siguiendo la mirada del psicoanálisis, se trata más bien de una posición subjetiva, aunque depende de cada caso y, por ello, es importante el abordaje profesional y desde la singularidad de la persona. 

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(Imagen: Diario Río Negro)

Romper el secreto: ESI y prevención 

Hay que pensar en qué medida se puede prevenir el abuso sexual contra la infancia o, incluso, en general, pensar en la prevención es algo que nos interpela. Sin embargo, es importante mencionar que, en nuestro país, contamos, desde el 2006, con la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral (ESI), que obliga a todas las instituciones educativas, de todos los niveles, tanto públicas como privadas, a garantizar educación sexual. 

La ESI ha sido una de las herramientas más valiosas que ha permitido tomar conocimiento de situaciones, ya que la escuela está obligada a actuar, además de trabajar desde la promoción de derechos y la prevención. La mayoría de los casos de abuso sexual en la infancia ocurren en la familia y la mayoría se develan en la escuela. 


Las clases de ESI han posibilitado que muchas niñas, jóvenes hablen al respecto o comprendan que estaban viviendo una situación de ese tipo. La ESI es crucial para la detección, pero también para generar nuevas masculinidades, trabajar sobre ciertos mandatos de hombres y mujeres. 


¡Denunciá el abuso!

Es importante romper con la naturalización e invisibilización del abuso sexual. En este contexto de aislamiento social, preventivo y obligatorio, podés llamar las 24 horas al 0800- 888- 9898 y al 351 814 1400.

¿Quiénes pueden denunciar?

Si la persona que está sufriendo la situación de abuso tiene más de 18 años, solo él/ella puede realizar la denuncia.
Si la persona que está sufriendo la situación de abuso tiene menos de 18 años, se presentan dos casos:
     -Para los hechos de abuso sexual de menores sucedidos después del 25 de octubre del 2018, cualquier persona puede realizar la denuncia.
     -Para los hechos de abuso sexual de menores sucedidos antes del 25 de octubre del 2018, sólo pueden hacer la denuncia padre, madre, tutorx, guardadorx o representante legal, salvo cuando los hechos hayan sido cometidos por dicha persona o existieren intereses contrapuestos. En estos casos, es muy importante el rol de los operadores, es decir, las personas que se desempeñan en los servicios asistenciales policiales, sociales, educativos, de justicia o salud en el ámbito público o privado, que, en ocasión de sus funciones, tomen conocimiento de un hecho de violencia y la denuncien.

Los agentes públicos deben recibir y tramitar las denuncias de vulneración de derechos de niñas, niños y adolescentes, incluso si fueran formuladas por lxs mismxs niñxs o jóvenes en ausencia de sus representantes legales.

*Por Redacción La tinta. Imagen de portada: Ximena Foguet.

Palabras claves: abuso sexual, Adolescente, aislamiento, ESI, infacias, Violencia de género

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