¡Nos sostienen las redes feministas!
Hoy, se cumplen cinco años de aquel 3 de junio, cuando nos hermanamos en las calles de todo el país en el grito #NiUnaMenos. Nuestras voces resonaron en otros territorios desafiando las fronteras, incluso, llegamos hasta otros continentes, donde nuestras voces se encontraron con otras que replicaron el mismo grito. Hartes de las violencias machistas, frente a la desidia estatal y la escalada de violencia sobre nuestras cuerpas, sabemos que: ¡Nos sostienen las redes feministas!
Redacción colectiva La Tinta
“El patriarcado es un juez, que nos juzga por nacer
y nuestro castigo es la violencia que ya ves.
Es feminicidio, transfemicidio, travesticidio.
Impunidad para el asesino.
Es la desaparición. Es la violación.
Y la culpa no era mía ni dónde estaba ni cómo vestía”.
Hace cinco años, gritamos fuerte y al unísono, de manera colectiva y hermanades: ¡Ni Una Menos! No soportamos más. Nos levantamos ante la amenaza diaria de que une más de nosotres pierda su vida por la violencia patriarcal, capitalista, racista y colonial. Porque nos duele y nos llena de ira cada femicidio, cada transfemicidio, cada travesticidio. En el grito colectivo, nos fortalecemos: ¡Si tocan a una, nos levantamos todas!
Ese 3J, rompimos con el silencio al que estuvimos sometidas durante años, puestas en duda y desvalorizadas. Importaba más por qué estaba ahí, qué hacía a esa hora sola, por qué llevaba puesta esa ropa. La moralidad y el sentido común machistas son el germen de la violencia profunda, arraigada adrede en nuestras sociedades y nuestros cuerpos. Pero resulta que nosotres ya no lo aguantamos más y entendimos nuestra fuerza juntes. Los medios de comunicación, la (in)justicia, el sistema de (in)seguridad y las políticas públicas no están a la altura de nuestras necesidades, y las instituciones se forjan al calor de un sistema que se levanta sobre nuestras cenizas y gracias a estas.
Hoy, decimos que #CombatirLaViolenciaEsTareaEsencial porque las violencias no paran. El contexto de pandemia y aislamiento obligatorio nos encuentra a cada une en sus casas, aunque no aisladas. Estamos más organizadas que hace años atrás, pero con dificultades para salir con facilidad de contextos hostiles y encontrarnos. Nuestras tareas cotidianas se agudizaron, multiplicándose las horas de trabajo doméstico, de cuidado de otras personas y, para algunas, la cuarentena significa convivir sin momento de fuga con violencias en los propios hogares. Las líneas para denunciar están estalladas, las trabajadoras estatales que atienden violencia no dan abasto, las políticas de Estado son insuficientes y poco efectivas.
Los nombres de las hermanas asesinadas por la violencia machista en cuarentena nos conmocionaron. Reinventamos la protesta, hicimos ruidazos desde nuestras ventanas, difundimos e integramos las redes comunitarias de acompañamiento. No nos quedamos de brazos cruzados, denunciamos que hay otra pandemia, la de la violencia machista que nos llevó a 124 hermanas en 2020, 61 durante la cuarentena, quedando 151 niñes y adolescentes sin madre.
A la avanzada patriarcal que nos quiere devastadas, le oponemos la fuerza de nuestras construcciones esenciales. Las redes feministas crecieron, se multiplicaron y desbordan el aislamiento.
Convencidas de que la lucha no es de unes poques, traspasamos los cercos del aislamiento con nuestros gritos y, ahora que sí nos ven, multiplicamos nuestras voces diversas, abrazadas en un gran movimiento. Somos las constructoras de ese mundo nuevo y libre de violencias que soñamos y merecemos. Tejemos tramas para acompañarnos, somos una red que sostiene y nos sostiene, si una afloja por cansancio o por dolor, desde el otro lado, se siente la tensión del resto que nos permite seguir abrazadas.
“El movimiento feminista, con su enorme heterogeneidad, ganó en masividad y en la complejidad de sus discusiones. Hoy, nos sostienen las redes feministas para seguir demandando, articulando, discutiendo, acuerpándonos, doliéndonos por todo lo que nos falta”, declaran desde la asamblea Ni Una Menos Buenos Aires.
Somos #FeminismosEnLaPrimeraLínea. Somos nosotres quienes sostenemos los comedores, las copas de leche y las redes de acompañamiento, sobre todo, en contexto de pandemia.
Somos nosotres quienes generamos campañas de solidaridad, trabajando en la trinchera contra el patriarcado, cosechando las verduras que cocinarán otres en sus pueblos para alimentar a sus hijes y, tal vez, a todo el barrio, y sin salario.
Somos nosotres quienes nos acompañamos en una realidad en la que las compañeras trans, travestis aún mueren a los 35 años sin vivienda digna ni trabajo registrado.
Somos nosotres quienes nos acompañamos a abortar y seguimos luchando por la legalización de la interrupción de embarazo, quienes nos convidamos el plato de comida y la tacita de aceite, quienes nos pasamos el secretito yuyero que viene de las abuelas.
Somos nosotres quienes le ponemos el cuerpo a la crisis que es también de cuidados, quienes nos curamos las heridas, quienes nos escuchamos, abrazamos y sostenemos.
Decir “Ni una menos, vives y libres nos queremos” es exigir la aprobación de la Ley de Emergencia en Violencia de Género, que atienda la problemática con recursos y presupuesto.
“Es necesario poner el foco en la dependencia económica, los problemas habitacionales y las deficiencias judiciales en nuestros territorios”, refieren desde la Secretaría de la Mujer y la diversidad de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP). No renunciamos a la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito con el proyecto de la Campaña ni a la implementación plena de la Ley de Educación Sexual Integral. Seguimos exigiendo la separación de la Iglesia y el Estado, denunciamos el ajuste y la represión también en contexto de cuarentena.
“Cuando decimos que defender nuestras conquistas y combatir la violencia machista es tarea esencial, decimos que, frente a la ausencia del Estado y su avanzada policial, la respuesta es organización en las calles y en todos los ámbitos de la vida”, manifiestan desde la asamblea Ni Una Menos Córdoba. Con la fuerza y el impulso que, desde 2015, venimos construyendo, este 3J, inventamos una diversidad de formas de estar juntes en un grito colectivo.
En las calles, en nuestras casas o de manera virtual, nos sabemos juntes, nos sabemos fuertes, nos sabemos hermanades.
*Redacción colectiva La tinta. Foto de portada: Eitan Abramovich.