Pignatiello, el deporte y la sexualización de los cuerpos
La tenista Nadia Podoroska, colega panamericana y olímpica de Pignatiello, y la socióloga Julia Hang comparten sus experiencias y analizan lo que pasa en las redes sociales. El rol adoctrinador de la masculinidad.
Por Cristian Dellocchio para Página/12
Deportistas. Supermujeres y superhombres, al menos desde una concepción humorística, que hacen de sus dotes físicos una totalidad. Dónde termina la explotación de ese recurso tan finito como valioso. Dentro del campo de juego la cuestión es meramente competitiva. Pero fuera, entran en acción el negocio, los sponsors, la construcción de una imagen que excede lo deportivo, y donde muchas veces el dinero es mayor que el que se disputa en la canchas.
Y si algo vende, son los atletas, ídolos y ejemplos a seguir de jóvenes y no tan jóvenes. Portadores del ideal de belleza contemporáneo, que también enseñan qué vestir y cómo actuar. Cosificación al extremo y, en muchos casos, sexualización. Cuál es el límite de este juego de dos caras. El fin de semana pasado, ese punto lo marcó la nadadora Delfina Pignatiello, cuando se cansó de los comentarios agresivos que inundaban su Instragram durante una sesión de entrenamiento en vivo. «Me sexualizaron y no me lo merezco», espetó la campeona panamericana al cortar su rutina de entrenamiento, y amagar con no realizar más vivos por la red de las imágenes.
En esta cuarentena, la joven de 20 años ha mudado de hábitat: imposibilitada de acceder a los natatorios, se entrena en su casa. Por el contrario, lo que no ha cambiado demasiado es lo que sucede en las redes sociales. Los comentarios ofensivos son moneda corriente y, aunque agravados por los tiempos que corren, no se pueden excusar en el aburrimiento producto del aislamiento social. Por caso, en enero último, la promesa olímpica nacional también había sido atacada por «falta de lolas». Algo a lo que respondió con humor aquella vez, pero este episodio más reciente no fue el caso.
¿Cómo delimitar las fronteras entre deporte y cuerpo cuando no existe el primero sin el segundo? En el documental de Michael Jordan y los Chicago Bulls, «The Last Dance», el ex basquetbolista Dennis Rodman, quien supo hacer de su cuerpo una marca, explicaba que jugaría gratis los 48 minutos de cada partido, que los millones que cobraba, eran por todo lo demás. ¿La exposición está incluida en el paquete salarial -muchas veces no tan abultado- de los deportistas? ¿Cuál es el límite?
Al respecto de sus experiencias, Página/12 consultó a la tenista Nadia Podoroska, también campeona panamericana en los pasados Juegos de Lima 2019 y futura competidora olímpica, y a la socióloga Julia Hang , a su vez nadadora, y quien ha incursionado largamente en el tópico de los cuerpos y el deporte.
Palabra de colega
«Me parece muy importante lo que hizo Delfina al mostrar lo que sintió, se necesita una valentía y una personalidad muy fuertes. Muchas veces, las mujeres recibimos ese tipo de comentarios, nos quedamos calladas y lo naturalizamos. Entonces me parece que abre un debate muy positivo», considera Podoroska, quien también se mantiene activa en las redes sociales, las cuales maneja ella misma.
«Después de los Panamericanos empecé a tener más seguidores e involucrarme un poco más en las redes. Pero no me gusta compartir lo personal, me limito a lo profesional, al tenis. Cuando una sube cosas a las redes está expuesta a los comentarios y devoluciones de mucha gente. Y en el tenis, en particular, a las amenazas por el tema de las apuestas. Por eso opto por publicar y no darle mucha importancia a la repercusión», se lamenta la rosarina de 23 años, quien maneja cerca de 25 mil seguidores en Instagram, donde también subió videos de entrenamiento durante esta cuarentena.
Varas distintas
El deporte femenino, en comparación con el de los varones, ha tenido siempre que lidiar con una influencia mucho más pesada de lo extracompetitivo. Por caso, la indumentaria es una materia que hasta está reglamentada en favor de mostrar más piel, ya sea con las polleras en el tenis o en hockey, las calzas en el vóley, o incluso en el golf, donde alguna vez se quiso imponer cierta liviandad de prendas. El visto bueno o malo de las propias deportistas, cualquiera sea el caso, vendrá después de las disposiciones de «los de arriba», puestos generalmente ocupados por hombres.
Caso emblemático si los hay, fue cuando por abril de 2018, la marca Adidas y la AFA -que está próxima a revalidar su Comité Ejecutivo compuesto por 32 hombres y una mujer – presentaron las camisetas de la selección femenina de fútbol con modelos -más aptas para la cuestión hegemónica de la imagen- en lugar de las jugadoras.
El cuerpo que sale del agua
De todas maneras, algo paradójico resulta el tema de la visibilización de los cuerpos en la natación, donde la mayor parte de la acción ocurre, justamente, debajo del agua. En ese sentido, Hang revela su análisis desde las ciencias sociales -donde acostumbra formar dupla con la antropóloga Nemesia Hijós- y como experimentada nadadora: «El cuerpo desnudo tiene una fuerte presencia en la natación, como protagonista en la sociabilidad de los nadadores. Todo el mundo conoce el cuerpo de la compañera o compañero. Claro que en la tele, y con los trajes actuales profesionales, se oculta más de lo que se muestra».
La socióloga analiza la particularidad del caso de Pignatiello, desde el significado del «cuerpo que sale del agua» hacia las redes, en especial en tiempos de pandemia. «La natación no la podés reemplazar con nada en tu casa -explica-. Por eso hay rutinas de musculación, estiramiento y alta presencia en las redes. La ofensa de ella de ‘no hago esto nunca más’ se entiende como ella parándose desde un lugar más político, de mostrar un cuerpo de una mujer en movimiento, como invitación hacia la actividad física, saliendo del lugar asignado normalmente, el de objeto de deseo de la mirada masculina».
Los mensajes
«Entonces, ella se propone otra cosa, disfrutarse ella misma, revalidar el ‘mi cuerpo es mío, muestro lo que quiero’. Y viene estos tipos a decir esas barbaridades, es violencia simbólica. Los comentarios la devuelven a ese lugar de subordinada, de cuerpo para la mirada masculina, a esas representaciones clásicas para las mujeres», agrega.
*Por Cristian Dellocchio para Página/12