Un volcán llamado Dignidad – Parte 1

Un volcán llamado Dignidad – Parte 1
1 abril, 2020 por Redacción La tinta

Primera parte de las crónicas de la desobediencia chilena que convirtió la ex Plaza Italia en Plaza Dignidad, en enero del año 2020. Mucho antes de la pandemia del coronavirus, estos relatos hablan de una salud que venía escribiéndose desde el sálvese quien pueda, la inequidad de acceso y la mercantilización de los derechos. Hoy, son lxs actores del movimiento social quienes demandan que el cuidado de la vida prime ante los mandatos económicos.

Por Guadalupe Scotta para La tinta

La desobediencia chilena no se tomó vacaciones y tampoco la represión de Estado. Estos son relatos de un viaje a Santiago y retratan una porción de las dinámicas que se dieron entre las intersecciones de la ex Plaza Italia, ahora Plaza Dignidad, en enero del año 2020. 

Los testimonios y pronósticos sobre el futuro cercano no incluyen la pandemia del coronavirus, pero hablan de que la salud se viene escribiendo desde el sálvese quien pueda y marcan una ruptura frente a las instituciones estatales, en la que se sentaron horizontes sociales que repiten “hasta que la dignidad se haga costumbre”.

Hoy, ante el avance del virus en un contexto de inequidad de acceso a la salud o la mercantilización de los derechos, son lxs actores del movimiento social quienes demandan que el cuidado de la vida prime ante los mandatos económicos. El pedido de cuarentena se hace oír, se organizan operativos de salud autogestionados, surgen comités de emergencia territorial y, hasta el momento, el gobierno no declaró la cuarentena efectiva, pero dice que, con el tiempo, el COVID-19  puede tornarse “amigable” e intenta tapar las consignas de la revuelta con pintura.

chile-fuera-pinera-plaza-dignidad
(Imagen: Guadalupe Scotta)

¡Prendé fuego a tus miedos!

Sus ojos arden, como en una barricada. Se abraza a una caja de tergopor y toma aire en la puerta del hostel en el que voy a dormir. Con los dedos, hace girar un cartucho de lacrimógena que dice Made in USA; en 9 días, el Estado chileno gastó 1.175 millones de pesos en la compra de este gas. Una línea de sangre le dibuja la pierna.

Lucas vende helados en la micro. Cuando termina su pega -trabajo-, se incorpora a las “batallas” contra los pacos. Ya estuvo en las calles, fue en las marchas estudiantiles del 2011. No pudo ir a la universidad, ahora sale por su hijo y para que las riquezas de este país se dividan. 

—¿No llevás lentes?

—Voy así, con mi pura caja de helados. 

Camina, devuelve la mirada y grita: ¡Que renuncie este culiao!

¿Has escuchado que Santiago ha tenido disturbios?- pregunta la confirmación automática que envían desde el hostal y me dejan consejos para recordar durante la estadía: Es mejor llegar antes de las 16 horas y disfrutar el hostal, no manifestar. Tenemos actividades y un espíritu lindo de comunidad. Si hay manifestaciones en la tarde, puede ser mejor quedar dentro.

Es un martes de enero, Santiago está caliente y las noticias dicen que la bruma de los incendios de Australia llegó a Chile. Se extinguen los koalas. Google arroja que, a 4 cuadras, está la Plaza Dignidad y, a 200 metros reales, la calle se trasforma en una humareda que suena a disparos. A la izquierda, en un parque donde lxs niñxs juegan, un puñado de gente se escapa corriendo de unos tipos verde carabineros que lxs persiguen gatillando. El chorro del agua que escupe ese camión pega cerca. Tengo miedo torero.

Tres veces encaré para la plaza y no llegué. A 91 días, la llamada “zona cero” es un punto de encuentro  trazado en la frontera socioeconómica de la ciudad. Allí, en el corazón de la rotonda, la gente concentra y, a metros, otrxs manifestantes frenan el avance de la policía. Eso se conoce como la “primera línea”.

“Tu paz sabe a goma y plomo”

Ni en sus mejores sueños Lucero se imaginó la revuelta del 18 de octubre. Una, en verdad, no tiene una imagen de cómo sería tu lugar en un estallido, los márgenes de la realidad se fueron ampliando. No crees que ese día lxs cabrxs van a voltear la reja y que vos con un fierro te vas a sumar a botar las cámaras de seguridad. Y menos que, ante el llamado “¡Vecino, vecina, pase! ¡Hoy día es gratis! ¡Esa luca queda para el pan!”, lxs abuelxs suban al metro sin pagar. 

Ella es antropóloga, estudió con un crédito -CAE- que es el “beneficio” que otorga el Estado para estudiantes con “probado mérito académico”. Hace más de un año que no paga la cuota. Su teléfono suena y no atiende, es el banco.

En el parque forestal, un grupo hace yoga. Se escuchan silbidos, estacionan autos de la policía -¡paco culiao! ¡paco perkin!–  y una chica les tira un par de piedras. El aire pica.

—Tranquila, en verdad, cuando haya peligro, nos movemos. ¿Tú conoces lo que es la lacrimógena y todo eso? 

Lacrimógenas: se sabe que carabineros las disparan como granadas, que las diluyen en agua y las arrojan al aire desde el zorrillo -carro lanza gases-; no se maneja información de todos sus componentes. Algunos estudios afirman que tienen concentraciones de cloro y arsénico que van del 5% al 20%. Estas bombas de gas actúan en contacto con el agua de la piel y mucosas. Si se disparan a corta distancia, pueden resultar fatales.

Todo eso: escopetas, fusiles antidisturbios, torturas, asesinatos, abusos, violaciones, detenidxs, perdigones -20% caucho, 80% sílice, sulfato de bario y plomo- balas, balines, mutilaciones. Los tiros apuntan a ojos. 

chile-fuera-pinera-plaza-dignidad
(Imagen: Frente Fotográfico)

Víctimas: las cifras que maneja el Instituto Nacional de Derechos Humanos señalan que, al 13 de marzo del 2020, se constataron 3.838 heridxs, 1083 querellas por torturas, 206 por violencia sexual, 11.389 detenidxs y 460 personas que sufrieron lesiones oculares, entre las cuales 34 tienen pérdida o estallido ocular. Estos datos son sólo una muestra de casos observados o confirmados por el INDH. Se registran más de 30 muertxs desde el pasado 18 de octubre.

La clase de yoga continúa, tal vez no se trate de una elevación del alma sobre la materialidad del mundo, sino que, con años de gases en la espalda, la violencia de Estado se va naturalizando. En Chile, los enfrentamientos con la policía tienen décadas, la dictadura se llevó 17 años y que Wallmapu está militarizado no es una novedad. 

—Pero igual, acá, no habíamos vivido esta violencia.

Lucero hace foco en que lxs jóvenes de este estallido nacieron en democracia: Siempre nos dijeron que no sabíamos lo que era la dictadura, pero ahora sí sabemos. Violencia siempre ha habido, pero esta situación es nueva para nuestra generación. 

“El neoliberalismo nace y muere en Chile”

Las denuncias apuntan a que se emplearon algunos centros comerciales y supermercados como espacios de tortura durante el estado de sitio decretado por Piñera. En el reino neoliberal, la violencia también se aplicó, sin metáforas, allí donde manda el consumo en cadena.

Góndolas y deseos que trajo ese “milagro chileno” acuñado por la dictadura y sus Chicago Boy, jóvenes economistas neoliberales y buenos alumnos de Friedman. Esos del plan económico para borrar los días de Salvador Allende con recetas que ya conocemos: mercantilización de derechos; educación, salud, reforma laboral, sistema pensional privado, desintegración del sindicalismo y de los derechos colectivos. Esto último, para 2014, se tradujo en que en un “81,8% de las empresas de 10 o más trabajadores, no existe y nunca ha existido un sindicato”.


Según el último informe de Cepal, el 1% más rico del país concentra el 26,5% de los ingresos y la riqueza de Chile, mientras que el 50% de los hogares de menores ingresos alcanza el 2,1%. 


Antes de la insurrección, el Banco Central informaba que el endeudamiento de los hogares alcanzaba el 75% de sus ingresos. Si no lo entendías, te lo explicaban así: te ingresan 100 y ya debes 75.

Para el año 2018, la deuda de lxs estudiantes de educación superior con la banca llegaba a los US$ 4.500 milllones. Los datos de la Universidad de San Sebastián sentencian que unx de cada tres chilenxs está en la categoría de morosx.

La revuelta no amaina y es temporada de vacaciones.  La cara del empresario que gobierna Chile está estampada en los afiches de la protesta. Piñera no se da por enterado y aplica la fórmula de la represión, esa que tantas veces hace cerrar modelos socioeconómicos. 

chile-fuera-pinera-plaza-dignidad
(Imagen: Guadalupe Scotta)

Movimiento Salud en Resistencia: Aquí no se rinde nadie ¡organízate!”

Tres brigadas de primeros auxilios se preparan en el edificio de la Federación de Estudiantes Chilena (FECH), uno de los cinco puntos de atención del Movimiento Salud en Resistencia (MSR). Otro equipo regresa de la Plaza Dignidad, están transpiradxs y enrojecidxs:

—Nos gasearon todo el rato. Están bélicos, estuvimos atendiendo, resistiendo con los escudos.

La policía ataca abiertamente a las cuadrillas, aquí no hay resguardos por la labor en salud. La escena es la de un campamento en guerra. Se controla el ingreso. Botiquines y cascos están identificados con una cruz azul. Lxs médicxs, enfermerxs y estudiantes llevan anteojos y máscaras de gas. Todo está organizado: tareas, lugares, equipos y hasta montaron una carpa que funciona como ducha para los químicos.  

Cada espacio de salud tiene una coordinadora a cargo y, a su vez, el MSR cuenta con coordinadorxs generales como Natalí Jarpa. Ella viene de una noche dura, purxs niñxs baleadxs en Pudahuel. Se trata de los ataques de Estado a las manifestaciones y boicots que realizan lxs estudiantes secundarios contra la Prueba de Selección Universitaria (PSU).

Los ojos le llueven, el gas le produce alergia. Bucea entre camillas, medicamentos y hace una llamada:

-Necesito ayuda. El carro 44 está quemando.

-… 

-La pura cagada, el chorro de agua sale verde.

Aún no bajó el sol. Arriban tres encapuchadxs, vienen sin remera y su piel tiene lagunas rosadas. Los llevan a las duchas. Alguien grita que son menores, grita porque el ruido de un helicóptero sobrevuela el lugar. Otro brigadista acompaña a una señora que camina aturdida y a una chica que le brota sangre de la mano. Se activan los equipos de atención.

El MSR opera en puntos ubicados en la cercanía de la Plaza Dignidad. Allí, se arman cuadrillas compuestas por brigadas de 3, 5 o 7 personas que prestan atención en la calle. Si estas cachan que es necesaria una intervención mayor, llevan a las personas hasta un punto de Salud. En estos espacios, siempre están lxs doctorxs y, si es de suma gravedad, se derivan los casos a las postas de urgencia. En los momentos más álgidos, gestionan el uso de ambulancias para traslados. Además, brindan atención psicológica y trabajan junto a la Defensoría Jurídica garantizando la posibilidad de denunciar las violaciones a los DDHH.

La red se conformó al calor del estallido cuando el presidente Sebastián Piñera afirmó estar en “guerra contra un enemigo poderoso e implacable”. En palabras de Natalí, en ese entonces, una de las primeras definiciones políticas fue no representarse como un grupo de Ayuda Humanitaria.


Nosotrxs estamos en resistencia, porque a unx compañerx le puede llegar un perdigón, pero esx compañerx va a querer seguir luchando. Curarle implica que pueda continuar en las calles. Las demandas sociales también son nuestras, somos parte del movimiento.


Natalí estudia enfermería, nació en una comunidad mapuche y, en Santiago, es una de lxs muchxs “Mapurbes”,  como dice el poema de David Aniñir Guilitraro: Nietxs de Lautaro tomando la micro/ para servirle a los ricos. El viernes 18 de octubre fue el día más feliz de su vida. 

Tengo tanta rabia desde chica, como muchas que viven injusticias. Mi madre murió esperando un trasplante. Tuve un embarazo adolescente y, desde ahí, he sido sola con mi hijo. Siempre me he organizado (colectivos mapuche, estudiantiles, de madres) y, el día que Chile estalló, dimos atención y empezamos a coordinar con personas de centros de estudiantes y de carreras de la salud. 

Para el sábado, ya era imperante tener equipos de primeros auxilios, entonces, hicimos cuadrillas en macro zonas y allí destinamos coordinadorxs. Se sumaron como 500 estudiantes y profesionales. Realizamos reuniones y este espacio de la FECH se garantizó para el acopio de insumos, donaciones y recursos autogestionados. Si usted quiere aportar al movimiento, comuníquese con movsaludenresistencia@gmail.com

chile-fuera-pinera-plaza-dignidad
(Imagen: Guadalupe Scotta)

—Natalí, ¿podemos habilitar este baño? Están quemados.

Un voluntario muestra una imagen del carro lanza agua N°44. Su disparo parece tempera verdosa. ¡Eso quema la chucha! ¿Qué estarán tirando?

El clima es de alerta. Renato es integrante del MSR y recuerda que, a finales de noviembre, detectaron proporciones de soda cáustica en el agua arrojada por Carabineros, en ese entonces, el carro N° 50 estaba dañando caleta -un montón- y producía grandes ampollas en la piel. 

La violencia del Estado deja secuelas y perdigones alojados en la piel. Solo el INDH chileno observó 2397 casos de heridxs por disparo y, según el relato de las víctimas que acudieron al MSR, estos no se extraen con regularidad en los servicios de emergencia y hospitales. 

La preocupación aumentó cuando se supo que las municiones estaban compuestas de metales. Alguien posteó que, en el MSR, se le extrajo un balín y, a partir de ese momento, las personas hacían cola en la FECNCH a la espera de ser atendidas. 

—Nos organizamos y trabajamos en espacios afines para brindar atenciones en quirófano o incluir fisioterapia en los casos donde esté comprometida la movilidad. Proyectamos dos años de acompañamiento por la cantidad de víctimas y por el seguimiento integral que incluye psicólogxs, trabajadorxs sociales y doctorxs– señala Renato.

_ _ _

Mañana, publicaremos la segunda parte de estas crónicas chilenas.

*Por Guadalupe Scotta para La tinta / Imagen de portada: Guadalupe Scotta.

 

Palabras claves: chile, Fuera Piñera, Movimiento Salud en Resistencia, Plaza Digndad, salud, Sebastián Piñera

Compartir: