El conflicto universitario y el rol de las mujeres
Por Agostina Costantino para La tinta
Desde hace tres semanas, los docentes universitarios están de paro por la grave crisis que afrontan las universidades en todo el país. 57 son las universidades que no han comenzado las clases y están realizando distintas actividades, como clases públicas, abrazos a las universidades, asambleas, etc.
En las negociaciones paritarias, que ya llevan más de 3 meses, el Ministerio de Educación ofrece un 15% de aumento a los salarios de los docentes universitarios, cuando los pronósticos más optimistas de inflación ya hablan de un 30% para este año.
¿Pero este es el único problema con las universidades? Según datos de la Federación Nacional de Docentes Universitarios (Conadu), para este año, de acuerdo a la Ley de Presupuesto, las universidades contaban con un presupuesto total de $107,6 mil millones. En lo que va del año, fue recortado en $1.056,4 millones. De este total $655,9 millones fueron quitados del presupuesto de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU) y los $400 millones restantes a otros programas y jurisdicciones.
El recorte del presupuesto de la SPU afecta especialmente a las áreas de Proyectos Especiales; Infraestructura; Conducción, gestión y apoyo a las políticas de educación superior y Fomento a la actividad de investigación de los docentes universitarios.
Además, el nivel de ejecución al 30 de junio fue el más bajo de los últimos tres años, producto de la reducción del crédito y la subejecución presupuestaria. El atraso en los pagos afecta a todas las actividades, alcanzando niveles muy altos en Desarrollo de Proyectos Especiales; Programa Bec.Ar, Gastos para Funcionamiento; Investigación de los Docentes Universitarios; y el Financiamiento de los Hospitales Universitarios. Por ejemplo, los gastos de funcionamiento se empezaron a pagar en abril, con lo cual al día de hoy hay muchas universidades nacionales que no tienen para pagar los servicios, directamente no pueden abrir sus puertas, aunque se resuelva el conflicto salarial. Es decir, no es que el conflicto va por dos vías: la necesidad “urgente” de los salarios, y la necesidad estructural del resto del financiamento. En este caso, todas las necesidades presupuestarias del sistema son urgentes porque el funcionamiento mismo de las universidades depende, por lo menos, de la ejecución total del presupuesto aprobado.
Este recorte no es una excepcionalidad de este año, ni sólo consecuencia de los recortes derivados del acuerdo con el FMI, sino que forma parte estructural de la política de Cambiemos. En estos años cayó el gasto en universidades nacionales con respecto al PBI, pero también disminuyó todo el gasto relacionado con ciencia y tecnología: hay recortes en el Conicet (el ingreso a la carrera está virtualmente cerrado, no se ejecutan los financiamientos ganados por investigadores para proyectos de investigación, etc.), en el Inta, en el Inti, etc.
¿Y las pibas?
Ahora bien, ¿qué implicancias, en términos de género, tiene este conflicto? Del total de egresados universitarios en 2015, el 61% fueron mujeres. Esto quiere decir que, en promedio, en Argentina, las mujeres estamos más formadas que los varones (y, a pesar de esto, como ya hemos visto, accedemos a peores trabajos y condiciones laborales).
Respecto a los docentes universitarios, según datos de la Secretaría de Políticas Universitarias, en el año 2016, el 51% de la planta docente universitaria eran mujeres. Esto parece bastante equitativo. Sin embargo, si observamos el tipo de cargos que tienen mujeres y varones en el sistema vemos que, nuevamente, las mujeres son las que están en peores condiciones: del total de cargos titulares, que son los mejores pagos, sólo el 40% está ocupado por mujeres. La mayoría de los cargos ocupados por mujeres (el 58%) son los de más baja categoría (JTPs y ayudantes); y sólo el 7% de las docentes mujeres universitarias ocupan cargos titulares, mientras que de los docentes varones este porcentaje es del 11%.
Además de esto, los recortes en el resto de los programas, como las becas, también afecta más a las mujeres porque les quita la posibilidad de estudiar a muchas madres que deben hacerse cargo de los cuidados de sus hijos. En el caso del programa nacional de becas universitarias, más del 70% de las beneficiarias son mujeres.
En este sentido, nuevamente, este conflicto es particularmente sensible a la cuestión de la equidad de género: se trata de una paritaria muy mala, con salarios bajos en términos reales en una actividad donde las mujeres tienen una gran incidencia en términos de su participación como estudiantes, pero también en términos de su inserción laboral como docentes. En este último caso, nos vemos afectadas no sólo por la mala paritaria sino por la desventaja en el tipo de cargos a los que podemos acceder en comparación con los varones.
*Por Agostina Costantino para La tinta.
*Espacio de Economía Feminista de la Sociedad de Economía Crítica.