Victoria Aguirre: otra mujer acusada de un crimen que no cometió
Claudia Aguirre es la hermana de Victoria, que hace tres años está esperando el juicio, acusada de la muerte de su hija Selene. En esta entrevista nos relata lo que tuvo que pasar, lo que se viene y la lucha por la verdad en un sistema que criminaliza a las mujeres. Un caso más de justicia patriarcal y una nueva exigencia de libertad, demostrando que nos hacemos cada vez más fuertes para dar pelea.
Por Cobertura Colaborativa #AbsoluciónParaDahyana
En el marco del juicio que se está llevando adelante contra Dahyana Gorosito en Córdoba, el proceso contra Victoria en Oberá, Misiones -que iba a iniciar este martes 5 de diciembre pero se pospuso hasta el martes próximo- también nos mantiene en vilo. Las similitudes entre los casos son increíbles. Victoria a vos también te creemos.
La crónica del horror
“Victoria es una chica de veinticuatro años, madre a la corta edad de dieciocho. Cuando quedó embarazada, su novio la dejó y ella se quedó a vivir en la casa de mis padres. Comenzó a estudiar magisterio porque entrar al ámbito docente es asegurarse un sueldo, con el cual ella podría mantener a su hija. Cuando nació Selene, le detectaron el Síndrome de FAR, enfermedad que provoca impedimentos motrices y madurativos. Cuando ella se enteró decidió que la carrera no sólo iba a ser para darle una vida a la hija, sino porque de esa manera ella podría ayudarla al avance escolar”, detalla Claudia.
Cuando conoció a Rolando Lovera, éste se mostró amable y de buen trato con Selene. Victoria se enamoró y decidió formar una familia con él. El 30 de diciembre de 2014 se fueron a vivir juntos, alquilaron una casita y todo marchó bien hasta que la bebé tuvo una descompensación por deshidratación.
“Victoria llevó a Selene al hospital. Él fue con ella y le empezó a recriminar que por qué tenía que perder horas de sueño, que no era su hija, que la retirara del hospital. Cuando finalmente le dieron el alta, se fueron a su casa y allí volvieron a discutir. Él le rompió el teléfono, ella contó que lo puso bajo el pie de la cama y lo golpeó, y luego lo tiró contra la pared. Así Lovera incomunicó a Victoria, se fue a trabajar y las dejó encerradas llevándose la única llave de la casa”.
Esa misma noche, y a menos de un mes de convivir, Victoria tomó la decisión de volver a la casa de sus padres. Juntó sus cosas y lo esperó para irse. Pero cuando él volvió y vio los bolsos, cerró la puerta y empezó a agredirlas. “Se fue a dormir y al levantarse estaba más tranquilo y volvió a ser la persona que era antes. Así comenzaron los primeros días de maltrato”, cuenta Claudia a este medio.
Rolando se dio cuenta que Victoria atendía muchísimo a Selene, que no la descuidaba un segundo, y se obsesionó con la bebé: “Comenzó a poner a Selene cabeza abajo, la colgaba de los pies y amenazaba con tirarla al piso, le decía que no era su culpa que ella tuviera esa enfermedad, la arrastraba por el piso sin pantalón y la piel de ella se pegaba en el piso, le hacía cosas atroces”.
Cuando finalmente, en medio de empujones y golpes, ella podía arrebatarle a la niña, Lovera comenzaba a descargar su furia contra el cuerpo de la niña. Victoria se tiraba sobre su hija y recibía los golpes en la espalda. Claudia recuerda que “una vez la dejó inconsciente y le quedó una secuela por un patada en la nuca que cada tanto le adormece parte del cuerpo”.
Rolando no las dejó nunca más solas, las llevaba con él a dormir a todos lados, dormían en la arenera donde trabajaba de sereno, sobre un cartón en una galería con techo pero sin paredes. Victoria estaba incomunicada y custodiada.
El martes 27 de enero de 2015 llevaron a Selene al hospital por unas heridas que tenía en las manos. La doctora vio los golpes pero no intervino. “Él dijo que era un rasguño de gato, cuando se asemejaba más a quemadura de cigarrillos. En ese momento obligó a Victoria a retirar a la niña del hospital con la medicación recetada e incluso amenazó a la doctora para que le dé el alta. Su testimonio está en la causa. La doctora no hizo la denuncia, sólo una exposición policial por agresión verbal y golpes en la nena. Pero eso no sirve para nada en un juicio, no sirve como prueba”.
La fatídica madrugada del 29 de enero de 2015
“Durante la madrugada, mientras Victoria y Selene dormían en la arenera, Lovera la despertó a patadas y le dijo que cambiara a la nena porque estaba sucia. Ella la cambió, la acostó y se volvió a dormir. Él le hacía beber algo que le daba mucho sueño, entonces constantemente dormitaba y no podía mantenerse despierta. Cerca de las 5:30 de la mañana, Lovera la volvió a despertar y le dijo que estaba llegando un remis, que se vayan a la casa y que después iba a ir él”.
Lovera le dio a Selene envuelta en una manta y le ordenó que suba al remis y que no la destape ni la mueva. Sin entender todavía qué sucedía y sin imaginar lo que pasaba, Victoria le hizo caso. Él agarró su moto y llegó antes a la casa. Una vez allí, Victoria destapó a su hija y descubrió que la bebé tenía sangre en el rostro y en sus ropas. Pensó que podría haber convulsionado por lo que comenzó a hacerle reanimación, pero Selene ya no respiraba.
“Victoria comenzó a pedirle que la lleve al hospital. Él se agarró de la cabeza -literal como lo cuenta Victoria- y le dijo ‘dejame pensar, voy a ver qué hago’. Ella le recriminó que no piense, que la lleve al hospital. ‘No, porque si te llevo al hospital vos vas a decir q yo la maté y me van a meter preso’, señaló Lovera. Entonces ella le dijo que diría lo que él quisiera pero que la llevara al hospital”.
Él le ordenó entonces qué decir: “La niña se cayó del carrito y le cayó la computadora encima”. La amenazó con que si decía otra cosa no la iba a llevar al hospital y además, iba a matar a su padre y madre.
Al llegar a la guardia ya no había nada que hacer por Selene. Le preguntaron qué pasó y Victoria repitió lo que le dictó Lovera. Ante esto, la doctora llamó a la Policía y mientras a Victoria la llevaban a rastras, él se fugó del hospital. “Ahí sí llaman a la policía, porque estaba muerta y no había nada que hacer, y la culpable era la madre que llevó a la nena”, explica indignada Claudia.
Comenzaron a buscarlo en la arenera donde trabajaba, en la casa de los padres, en la casa del hermano, pero no podían dar con él. “Pusieron custodios policiales por todos los lugares posibles: en las terminales de colectivos, los accesos a las rutas, había un efecto cerrojo para impedir la fuga”. Finalmente se entregó ese mismo día, después de que el Jefe de la Unidad de Investigaciones recorrió los posibles paraderos diciendo que Victoria ya había confesado y que él tenía que ratificar su declaración. Cuando se presentó en la Comisaría para testificar en contra de Victoria, quedó detenido.
Claudia recuerda que para reconstruir qué había pasado en realidad, tuvo que insistirle a su hermana para romper de a poco el terror. “Ella sostenía que la computadora la había matado, porque sino él la iba a matar a mi mamá, a mi papá y a ella. Mi mamá le dijo: `No, decí la verdad porque él se fue, te abandonó, vas a pagar vos lo que él hizo´”.
Poder judicial, poder machista
Claudia se sorprende por los puntos en común con el caso de Dahyana Gorosito: el miedo a los golpes, a las represalias, decir lo que el otro quiere por el terror continuo y por chantaje. Dos casos donde se evidencia fuertemente la estructura patriarcal del Poder Judicial y la necesidad impostergable del tratamiento con perspectiva de género.
“En ningún momento se contextualizó, en ningún momento el Juez de Instrucción Dr. Horacio Alarcón le tomó declaración a ella sino a través de un intermediario; en ningún momento se tuvieron en cuenta los golpes porque la revisaron de codo a muñeca y de rodilla a tobillo; en ningún momento la llevaron al hospital a hacerle un examen completo, porque ella fue víctima de abuso; en ningún momento le hicieron un estudio completo para que quede plasmado lo que ella vivió. Jamás le revisaron la espalda, sólo se preocuparon en pedirle los cordones de las zapatillas para que no se ahorque”, denuncia Claudia.
Y agrega: “En ningún momento, desde que fue arrestada, que fue llevada a rastras, tirándole de los pelos y a las patadas a los empujones, desde ahí hacia adelante no fue conceptualizada nunca con perspectiva de género, ni en la declaración. En el juicio del 28 de junio, la fiscal la acusó abiertamente de no haber hecho nada para cuidar a su hija y cuando le tomó declaración a Lovera faltó poco para que lo invite a tomar café”.
El juicio que debía iniciar este martes comenzará el próximo 12 de diciembre, después de que exigieran en pleno juicio a mitad de año, la inhibición del tribunal por parcialidad. “En ningún momento el tribunal le dijo a la fiscal que se acomode, porque ella le hablaba a los gritos a Victoria y emitía juicios de valor: `¿Por qué no hiciste tal cosa?, yo lo hubiera hecho´. ¿A quién le importa lo que la fiscal hubiera hecho? Fue absurdo ese juicio. Estaba todo complotado para que Victoria sea la culpable y Lovera sea el inocente”.
Claudia explica que la inhibición del tribunal fue un avance “porque este tribunal hace más de treinta años que está en el Poder Judicial, son jueces de la época de la dictadura. No pensaron en ningún momento en capacitarse en cuestiones de género, ellos tienen poder absoluto. En la inhibición alegaron violencia moral, pero yo creo que fue miedo al escrache, sintieron miedo al movimiento de mujeres, porque el día del inicio del juicio eran más de 30 mujeres que estaban adentro y afuera, más los medios de comunicación que creían en Victoria, que eran muchísimos”.
Perspectivas
Lo que viene es dificil, pero Claudia nos cuenta que Victoria está fuerte para asumirlo. “Es una mujer muy fuerte. Después de pasar los primeros meses terribles en el penal, comenzó a fijar su mirada en mejorar su espacio y su ambiente, trabaja en la panadería del penal, organizó y solicitó a través de la Mesa por la Absolución de Victoria Aguirre, y de personas que fue conociendo, la posibilidad de tener distintos talleres. Comenzó a tratar de mejorar su bienestar y el de sus compañeras. Está ansiosa por saber qué va a pasar, saber qué va a hacer con su vida, ella dice: `Si a mi me condenan quiero saberlo ya, quiero saber qué voy a hacer, y si me liberan quiero saber también porque quiero visitar la tumba de mi hija, quiero ver sus cosas´”.
Hablar sobre las perspectivas en un caso como el de Victoria y Selene, es difícil, sin embargo Claudia responde esperanzadora: “Son jueces civiles y comerciales que le tienen miedo al escrache, tienen miedo de tomar una decisión. Nosotros le hemos presentado dos pedidos de excarcelación, uno al momento del pedido de recusación y otro hará mes y medio, en ninguno hemos tenido un resultado positivo porque tienen miedo de liberarla y que se fugue o de tomar cualquier decisión”. Si bien explica que puede ser algo contraproducente, también puede ser algo positivo, porque podrían llegar a fallar por la libertad de Victoria por miedo a manchar sus manos con una persona inocente.
“Mi deseo es que Victoria logre la libertad, que pueda hacer su vida como se merece. Ella siempre cuidó a su hija, cuando Selene estaba en el hospital nunca permitió que mi mamá se quede o que hiciéramos guardia con mis hermanas. Ella se quedaba y faltaba a la facultad porque era su hija, era su motor de vida, como ella siempre dice, entonces siempre se dedicó a su hija. Lovera tiene que pagar y tienen que cambiar la carátula a homicidio vinculado, porque es atroz lo que hizo”.