Las contradicciones de la Argentina tras el primer paro general
Se realizó el primer paro general -arrancado a la CGT por sus bases- al gobierno de Macri. Los debates en torno a los piquetes, la presión de los medios y amenazas de la Ministra Bullrich, tuvieron como consecuencia varios episodios de represión.
El clima venía tenso desde la génesis de este Paro General, arrancado por las bases de la CGT en la movilización del 7 de marzo pasado. Allí se exigió con gritos que tapaban a los oradores que se pusiera fecha para el primer paro general contra el gobierno de Mauricio Macri y sus medidas cada vez más perjudiciales para la clase trabajadora. La jornada terminó con varios de los trabajadores arriba del palco y la cúpula de la CGT, o “los gordos”, escapando custodiados.
Incluso, en la marcha de mujeres del 8 de marzo podían escucharse cantos alusivos a la famosa fecha. Finalmente llegó, y el jueves pasado en la que se haría sentir. Pero a la hora de decidir las características del Paro, la CGT terminó apostando al llamado “Paro Dominguero”, mientras que el resto del abanico político de la izquierda optó por un paro activo y el corte de los accesos a la Ciudad de Buenos Aires para fortalecer la jornada de lucha.
La crisis social que atraviesa el gobierno parece ser un problema de sábana corta, más allá de la bocanada de confianza que le dio la plaza del #1A. Los problemas económicos, el crecimiento de la desocupación, principalmente, enfrenta al gobierno a una creciente tensión y conflictividad en las calles. Cuando intenta calmar las necesidades con billetera tiene problemas y críticas desde el interior del gobierno y el conjunto de ceocratas que representa. Cuando desatiende la agenda social, los movimientos sociales y los sectores de trabajadoras y trabajadores organizados se movilizan en reclamo por los derechos postergados. Esta ecuación, sumado a la presión de los medios de comunicación, generaron las amenazas de Patricia Bullrich; así también una cantidad de situaciones de represión y hostilidad al movimiento popular que denunciamos constantemente desde el portal y particularmente en ocasión del 41 aniversario de la última dictadura militar.
En contrapartida, el presidente, Mauricio Macri, inauguraba el Foro Económico Mundial, conocido como “mini-Davos”, y que reúne a empresarios de todo el mundo, con una frase de su estilo: “Qué bueno que estamos acá trabajando”. Así dijo el líder del partido Cambiemos, en la reunión de poderosos y acaudalados.
Una represión a pedir de boca
Hay argumentos para la discusión sobre si en el contexto de un paro general hay que impedir o no los accesos a los centros urbanos; más allá de eso, es sabido la presión que vienen ejerciendo los medios de comunicación contra las medidas de fuerza de las y los trabajadores y, en particular, contra los piquetes. Una presión cada vez menos solapada que se transforma en pedidos explícitos de represión y de “aleccionamiento” a los manifestantes. El discurso aumenta constantemente en sus niveles de violencia, hostilidad y discriminación; así como también, oculta las medidas del reclamo o las necesidades por las que se ejerce el derecho a la protesta.
Todos los accesos a puntos neurálgicos amanecieron exageradamente militarizados y con la amenaza, ejercida por la ministra Bullrich, de ser desalojados en caso de impedir la circulación y la llegada de aquellos que “querían ir a trabajar”. La jornada contó con, por lo menos, dos situaciones de violencia ejercida por las fuerzas represivas; con la particularidad de que ambas se sucedieron luego de acuerdos o de desconcentraciones. Repasemos: en Panamericana y 197 se estaba liberando un carril para el paso para los vehículos cuando las y los manifestantes fueron reprimidos al momento de retirarse. En Callao y Corrientes también comenzaron los golpes y gases cuando ya se estaban desconcentrando, y allí la represión terminó con militantes hospitalizados.
Otro capítulo de esta escalada de violencia mediática sucedió durante los piquetes, en momentos previos a las represiones. Esta incitación ejercida por los distintos conductores televisivos o radiales durante las coberturas de la jornada fueron contrarrestados con el ejercicio periodístico, no casual, de distintas movileras.
La resistencia de las cronistas
“Vos te victimizás”. Quien habla es Eugenio Burzaco, secretario de seguridad de la Nación, ex jefe de la Policía Metropolitana durante la represión en el Parque Indoamericano en diciembre de 2010, que dejó dos personas muertas, Rosemary Puña y Bernardo Salgueiro; ex diputado nacional y asesor de Jorge Sobisch, gobernador de Neuquén, cuando el 5 de abril de 2007 ordenó el desalojo de un piquete que causó el asesinato policial de Carlos Fuentealba, docente en lucha. Su reacción fue ante la pregunta de Lorena Serini, periodista y cronista de C5N, sobre porqué integrantes de la Gendarmería Nacional le habían pegado a mujeres en el corte que se realizaba en horas de la mañana en la Panamericana, y que estaba siendo transmitido a todo el país.
Concretamente, se refería a las activistas de las Defensorías de Género, una agrupación que realiza acompañamientos a mujeres en situación de violencias machistas en el conurbano profundo, allí donde el Estado no llega.
El fascismo de las fuerzas represivas fue defendido por el machismo en los medios en el primer paro general al gobierno de Mauricio Macri. Minutos más tarde, en TN se repitió una constante: que los varones desacrediten desde el estudio a las mujeres cronistas que informan desde las calles. La geografìa era la misma, el corte sobre la Panamericana, desalojado con camiones hidrantes, gases y palos a integrantes de partidos políticos, comisiones internas de gremios y sindicatos y agrupaciones de mujeres. Allí, Valeria Sampedro usó y definió con diccionario en mano la palabra prohibida, “represión”, a lo que siguió la pronta corrección de dos varones: Sergio Lapegüe y Ernesto Arriaga, que la contradijeron de forma al menos vehemente. La misma cronista ya había sido precisa en una transmisión en vivo. Fue en la represión planificada en Ezeiza a la protesta que realizaban los trabajadores despedidos de la fábrica Cresta Roja, ocasión en la que Sampedro clarificó que el tránsito no estaba cortado y que la golpiza de los efectivos armados había sido ilegal.
El Paro desde los piquetes y los barrios
Desde las primeras horas de la mañana varios cortes se sucedieron en los accesos a la Capital Federal, así como también en puntos neurálgicos de la ciudad. Un eje para esta medida fue central y es el hecho de garantizar que aquellas personas que fueron presionadas y amenazadas en sus puestos de trabajo, puedan adherir al paro sin sufrir represalias. Esto, sumado a la necesidad de evadir la perspectiva dominguera promovida desde la burocracia de la CGT.
En el barrio de La Boca también se visibilizó la medida nacional de protesta con movilización de las fuerzas organizadas locales, vecinos y también se sumaron organizaciones de Dock Sud. La acción de protesta se realizó en horas del mediodía con las distintas expresiones organizadas del barrio y vecinos que marcharon por Av. Alte. Brown con sus banderas en alto para dirigirse al Puente Nicolás Avellaneda, lugar emblemático donde se visibilizan históricamente las luchas en La Boca. Al mismo tiempo, se realizó la Audiencia Pública del Gas, que sorprendió con una inusitada presencia policial, manifiesta y encubierta en autos y sin identificación, lo que pareció constituir una acción de amedrentamiento.
En el corte del Puente Nicolás Avellaneda hubo una numerosa presencia de organizaciones como: Cartoneros de La Boca, comedores populares, organizaciones sociales y políticas, agrupaciones estudiantiles, docentes, vecinos, radios comunitarias. Además cruzaron el puente para sumarse a la acción de visibilización de la protesta, organizaciones de Dock Sud. Con una radio abierta organizada por FM Riachuelo, que se ubicó en el corte, se escucharon las distintas voces presentes, que finalizaron la actividad con una asamblea abierta, luego de compartir un tradicional guiso de lentejas.
En horas de la tarde, Carlos Acuña, del triunvirato CGT, realizó declaraciones a Radio Mitre, donde afirmó: “Creo que el paro es un éxito. Se ha mostrado en todo el país la disconformidad con la política económica del Gobierno”.
Para ese momento, ya habían sucedido las represiones en los cortes, pero la CGT eligió despegarse de la modalidad de piquetes: Acuña explicó que se trataba de “desocupados” y agregó: “Siempre los empresarios son los que hacen los negocios, se llevan la plata afuera y después los malos son los que hacen los piquetes; los que hacen los piquetes son producto de la necesidad, del hambre”.
Es común poner sobre la mesa la garantía que la Constitución Nacional nos da en sus artículos 14 y 14 bis acerca del derecho a huelga, desarrollo libre y varios conceptos, incluido el derecho a transitar. Depende de qué lado nos posicionamos, leemos qué nos conviene. Sin embargo, hay razones objetivas y es el derecho a la vida, al trabajo digno, a no tener hambre, a no sufrir explotación. Cuando el Estado, en connivencia con las y los empresarios, condena a las personas al sufrimiento y la muerte, no hay tránsito de vehículos que pueda entorpecer el reclamo más legítimos de todos, que es vivir dignamente.
Y frente a esta aparente obviedad, son los voceros del poder quienes refuerzan la violencia de los palos, habitualmente indefensos contra las balas del capital. Y esta ecuación también se dio. Pero, saben, sabemos, que el hambre no se termina con la represión.
*Fuente: Marcha