Sobre las fantasiosas soluciones de las megaobras en Córdoba y la Autovía de Punilla

Sobre las fantasiosas soluciones de las megaobras en Córdoba y la Autovía de Punilla
30 abril, 2021 por Redacción La tinta

El 9 de abril, comenzó de manera exclusivamente virtual la Audiencia Pública por la Alternativa Ruta N° 38, Tramo Variante Costa Azul – La Cumbre. A pesar de los reclamos para que se garanticen medios presenciales y con un inicio bochornoso de hackeo del sistema de conexión, la audiencia lleva 15 días de desarrollo. Este año, se pretende licitar un primer tramo de alrededor de 21 km desde San Roque hasta Molinari. Desde 2018, vecinxs rechazan  masivamente la obra “Autovía de Montaña”. Compartimos un texto de una vecina de la localidad, leído en la audiencia el pasado miércoles 28 de abril. 

Por Cecilia Cargnelutti para La tinta

“Para el que mira sin ver, la tierra es tierra nomás”.
A. Yupanqui

Mi nombre es Cecilia Cargnelutti, soy pobladora y vecina de Villa Giardino, Valle de Punilla de la provincia de Córdoba. Primero que nada, porque mi palabra es también palabra de muchxs, vengo a expresar ante todo un texto que compartimos colectivamente en cada presentación: “Manifiesto ante la autoridad presente la invalidez de la presente audiencia, ya que se ha vulnerado nuestro Derecho Humano a la información y al verdadero proceso de participación ciudadana, que debe existir antes de una audiencia pública. Agravado esto por las nuevas condiciones restrictivas, tanto de inscripción (CiDi2) como su modalidad virtual que implica disponer de conocimientos y tecnología que no todxs tienen. Esta Audiencia debe ser declarada INCONSTITUCIONAL por la autoridades administrativas y judiciales pertinentes, en cumplimiento del mandato del art. 41 de la Constitución Nacional, así como por la violación a los Principios de Igualdad, Transparencia, Progresividad y No Regresión. También denunciar la violación del art. 16 CN, art. 19 – Ley General de  Ambiente y Ley 27.566 – Acuerdo de Escazú. Solicitamos asimismo, al Sr. Secretario de Ambiente que rechace el estudio de impacto ambiental de conformidad a lo establecido en el artículo 17 de la ley 10.208”.

Hoy es un día hermoso de otoño y podría estar tomando mate o trabajando tranquila en lugar de estar hecha una bola de nervios en este espacio, entonces, me pregunto: ¿por qué estoy acá? ¿Por qué estoy acá opinando y preguntando sobre un proyecto de ingeniería civil, de rutas? La verdad es que nunca fui muy buena con las respuestas, pero sí puedo hacer muchas preguntas. Por ejemplo, ¿en qué momento, para ejercer nuestra ciudadanía, tuvimos que convertirnos en expertxs de todo? ¿En qué momento pasamos a dedicar nuestro tiempo a investigar sobre ecosistemas, ingeniería, energías hídricas, geología y tantas cosas de las que cada vez más tenemos que leer y aprender para hacer defender nuestros derechos?

Y como venimos acostumbradxs a preguntarnos, me pregunto, ¿será este proyecto de autovía parecido a lo que vivió la comunidad de Santa Fe en el 2003? Porque, cuando el 29 de abril de ese año, el agua empezó a entrar en la ciudad, en una inundación que se llevó la vida de 158 personas y dejó casi la mitad (la mitad más pobre, claro) bajo el agua, lxs vecinxs comenzaron a evacuar cuando el gobierno dijo: “No se preocupen, las bombas de agua están funcionando” y ahí supieron que debían irse. Porque esa sí era una obra perfecta de ingeniería, de rutas… perfecta salvo que, para no arruinar un hoyo de una cancha de golf, la obra no llegó a terminarse como debía. Entonces, el agua entraba, pero no podía salir de la ciudad. Acá, en Punilla, bien sabemos lo que nos cuesta ambientalmente cada cancha de golf. 

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Y me pregunto, ¿será este proyecto de autovía parecido al Camino del Cuadrado? Porque en 2008-2009, cuando lxs vecinxs de Punilla decían que el Camino del Cuadrado estaba mal trazado y propusieron alternativas, y presentaron estudios geológicos, el gobierno nos dijo: “No se preocupen, dejemos a lxs que saben”. Y desde entonces, como Estado, gastamos millones arreglando al infinito lo in-arreglable, además de comprometer y dañar las fuentes de agua de la reserva de Vaquerías; como si nos sobrara agua, nos sobrara monte y nos sobraran reservas. 

Y me pregunto, ¿pasará con este proyecto de autovía como cada cosa que sucede con los incendios? Porque desde que vivo en Punilla, veo pasar junto a mis vecinxs una tras otra las llamas. Y porque lxs pobladores no dejamos de agarrar chicotes y baldes, y vemos con desesperación al fuego -como sucedió una vez más el año pasado- arrasar nuestro monte y nuestra diversidad. Porque, durante dos meses, nos desesperamos denunciando y apagando, denunciando y apagando; y los recursos siempre fueron escasos, y lxs bomberxs siempre voluntarixs (en una de las provincias con mayor índice de incendios del país)… pero escuchamos a nuestros gobernantes hablar de “catástrofes” y agradecer a dios por la lluvia salvadora… cuando ya habíamos perdido todo, hasta la vida de dos personas. Porque los relatos son los mismos, “llamamos, pero nadie vino y el fuego (que era chiquito ahí) se fue para allá, y todos sabemos que si se va para allá no se para más…”.

Y me pregunto, ¿será esta autovía como la misma autovía del 2018, con el mismo nivel de incorrección, sólo que más al oeste? Donde masivamente tuvimos que manifestarnos ante un proyecto que, por ejemplo, pretendía perforar zonas con uranio muy cercanas a la población.

Varixs expositores en esta audiencia (algunxs funcionarixs que actualmente toman decisiones sobre la vida de nosotrxs, pobladorxs) nos pidieron estos días “confianza”, “fe”… Pero ante estas grandes obras, no cabe la “fe” y claramente no cabe la “confianza”… yo confío en el conocimiento, en las preguntas y en las cosas que ya sabemos como pobladorxs de estas tierras. Por todo eso, estoy acá, una mañana hermosa de otoño, hecha un manojo de nervios.

Como dije antes, lo mío son las preguntas. Así que me pregunté desde dónde hablar en una audiencia pública. Soy muchas cosas y somos todxs muchas cosas. Pero, para lo público de esta audiencia, elegí hablar y preguntar desde algunas identidades que están atravesadas directamente por este proyecto, y que no son sólo mías.


Como cordobesa puedo preguntar por esta autovía. Crecí en un pueblo que fue perdiendo su diversidad de todo tipo con el monocultivo de la soja y vivo en otro que va perdiendo color en el monocultivo del turismo. Desde que nací, he visto a esta provincia dejando de ser paisaje para ser postal, perdiendo territorio verde y apostando al cemento y al paisajismo mal iluminado. 


Invitamos a personas de todo el país a visitarnos, les ofrecemos accesos rápidos con esta autovía. Y me pregunto, ¿a qué lxs invitamos a visitar si no queda monte? ¿A quiénes beneficia este acceso rápido? Porque sin fuentes laborales estables y dignas, nosotrxs pobladorxs de este espacio no tenemos a dónde ir. Vendemos postales. Vendemos la viejita yuyera, el arriero del campo, vendemos nuestra tonada. Uso bien la palabra: vendemos. ¿Qué venderemos cuando no haya yuyos, cuando no haya campo, cuando no quede de qué reírnos?

Como docente puedo preguntar por esta autovía. En muchas exposiciones, se habló de la autovía para potenciar el turismo y las fuentes de laborales. Trabajo en la modalidad de jóvenes y adultxs hace 12 años, 10 en este pueblo de Punilla. Hace frío de noche, a veces gotea en la escuela. Lxs estudiantes permanentemente están sin trabajo o trabajan horas excesivas durante pocos meses, y después llega el invierno crudo sin otra opción que esperar o emigrar. Trabajos precarios, en negro, sin cobertura social ni posibilidad de reclamar mejores sueldos porque “ya sabe, profe, si no, llaman a otrx y, si no trabajo ahora, qué hago”. Uno de los primeros relatos que escuché fue de una alumna, mayor, que trabajaba en un hotel del pueblo. La metieron en un placard hasta que se fuera una inspección de empleadxs. Un hotel grande, orgullo de la localidad. Y me pregunto, ¿esta autovía hará que yo no escuche más esas historias? ¿Traerá más empleo de calidad? ¿Dejarán nuestrxs jóvenes de irse porque no hay opciones diferentes al turismo que solo les da como alternativas ser empleadas de limpieza, mozos/as o jardineros/as, todos temporales? ¿Cuáles son las otras apuestas, otras formas de generar empleo, a otras formas de industria sustentable, otras formas de generar alimento? ¿Volverá la “Huerta Grande” a Punilla? ¿O seguiremos rogando a que nos “funcione” la temporada? Sabiendo que siempre funciona para pocos.

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(Imagen: Gustavo Funes)

¿Cuántos emprendimientos podrían consolidarse con 100 millones de dólares? ¿Dejaré de escuchar estos relatos de la precariedad cuando la autovía nos llene de luces de colores la noche de las sierras?

Como vecina puedo preguntar por esta autovía. Una señora del barrio me pregunta que “cuándo voy a Córdoba, que capaz que, si paso por ahí, que la pueda llevar porque acá no llegan los remedios de su hermano”. Porque para ir al especialista hay que ir a Córdoba. Porque hay que ir una vez para sacar turno y otra para atenderse, si hay suerte. Y porque el pasaje de un transporte más o menos rápido cuesta hoy cerca de $1.000 para ir y volver a la ciudad capital. Pero con la autovía nos prometen llegar más rápido. 

Entonces, me pregunto, ¿esta autovía permitirá tener atención médica cercana o tendremos que seguir trasladándonos a una ciudad que no alcanza en atender a sus propios habitantes? ¿Por qué queremos que la ambulancia llegue rápido a la ciudad, como dicen algunos argumentos, cuando la lógica indica que debe haber atención precisa, de calidad y pública dentro del Valle de Punilla, cerca de donde está su población? ¿Pagará la autovía mejor a lxs médicxs para que elijan trabajar en el valle? ¿Pagará la autovía mis pasajes cuando pueda llegar rápido? ¿Pagará los de mi vecina? ¿Llegarán más rápido sus remedios? ¿Habrá ambulancias que puedan ir más rápido o seguiremos sin tener acceso? ¿Cuántos recursos médicos se comprarían con 100 millones de dólares?

Y dejé de lado incluso hablar como ser humana que observa destruir el ambiente. Ya hablaron científicxs comprometidxs con el monte. Dura tarea la suya argumentar contra la avaricia y la necedad. Y hablo poco porque esa parte duele el doble. ¿Qué diría don Ata?, ese que llevamos a todo el mundo como “nuestro”, ese que nombramos para que nos conozcan, ese rostro con el que llenamos nuestros museos… ¿Qué diría don Ata de este trato al río, a la piedra, al árbol? ¿De qué madera llorarán sus canciones? Y ahí llego, porque ahí las preguntas se me hacen silencio y nudo. ¿Cuántas vidas podrán comprar con 100 millones de dólares?

Córdoba, corazón de mi país. Regionalismo mal entendido, soberbia del desarrollo insostenible, insustentable. Si fuéramos el corazón, deberíamos marcar el pulso, el ritmo. Pero Córdoba, con obras inconscientes y necias a las advertencias, no es el pulso. Es el centro del desangre. Tal vez estén cansadxs de tantas manifestaciones y preguntas. Nosotros, nosotras y nosotrxs también. Y exigimos respuestas.

*Por Cecilia Cargnelutti para La tinta / Imagen de portada: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: Autovía de montaña, cordoba, Punilla

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