La insoportable levedad del paro y la influencia de Roma: entre el diálogo y el conflicto
Las mujeres ponen sus cuerpos en las calles y los gremios se sientan a promover el “diálogo de la producción y el trabajo”. La Iglesia, más que Macri, podría llevarse los laureles de que no haya un paro nacional en el primer año de gobierno a pesar de la brutalidad que incluyó ajuste y desocupación. El conflicto, por abajo, sigue creciendo.
El título de la nota de Luciana Peker en Las 12 se multiplicó a lo largo y ancho de Argentina y el continente. “La CGT toma el té, las mujeres las calles”. La pasividad de los sindicalistas contrastó con las miles y miles de personas marchando y cantando bajo una lluvia constante durante largas horas el pasado miércoles.
No es casualidad. El gobierno de Macri puede ser el primer gobierno no peronista que termine su primer año de mandato sin un paro nacional de la CGT, a pesar de que sobren los motivos para una huelga nacional. Sin embargo, la clave para esto es la mano que llega de Roma, que propone que el diálogo llegue hasta las últimas instancias antes de realizar medidas de fuerza. El encuentro de la CGT con Triaca y la reunión con Carolina Stanley de movimientos sociales que participaron de la movilización de San Cayetano no dieron respuestas a las necesidades concretas planteadas por las organizaciones.
En efecto, la promesa de un bono de fin de año, que dependerá de la negociación con cada empresa y la tibia declaración que salió, no resuelven la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores aceptada, puertas adentro, por los funcionarios del gobierno. La pérdida salarial oscila, según los más benévolos entre un 7 y un 12 % en los casos de empleo registrado, llegando a cifras mayores en el resto de los casos. Incluso Triaca dijo que el bono se podría pagar en cuotas y destacó “la compresión” de los gremios. Con ese premisa, ya se prepara para las paritarias 2017, esperando que sean la mitad de lo que subirán los impuestos (un 17 contra un 35 %).
Vientos de Italia
Este triunfo macrista, impensado hace poco tiempo, se selló en la relación con el Vaticano. Según cuenta Francisco Olivera en una curiosa nota con pedidos de Bergoglio que incluyen una mesa redonda, hecha especialmente para la reunión de Triaca con la CGT, fue Roma el lugar desde donde “salieron durante el último mes precisas instrucciones hacia los dirigentes sindicales” que hoy garantizan la paz gremial.
Acaso lo más grave sea que las mesas de encuentro sumarán a la negociación el eje de la productividad teniendo como primer y peligroso antecedente el caso de Vaca Muerta donde se negocia con los representantes sindicales una drástica reducción del llamado “costo laboral” para fomentar la “inversión”. En el mismo sentido, Francisco estará en un Encuentro de Movimientos Populares, los primeros días de noviembre con las organizaciones que se reunieron con la Ministra de Desarrollo Social.
Como contraparte, Bergoglio ha logrado que Vidal frene la adhesión de la provincia de Buenos Aires al protocolo nacional del aborto no punible. Si bien la Ministra Zulma Ortiz ya tenía el texto preparado, las llamadas desde Roma llevaron a la gobernadora a pensarlo dos veces y no publicar, al menos hasta el momento, la adhesión al protocolo en el Boletín Oficial.
No tuvo el mismo éxito el Papa con las mujeres. Los llamados telefónicos desde Roma para que la movilización histórica del #MiercolesNegro no pasara por la Catedral no tuvieron eco. La represión de los dos últimos años en Rosario y Mar del Plata tiene huella y memoria colectiva. La Iglesia no sólo ha ejercido presión contra el derecho al aborto seguro, legal y gratuito a pesar de las miles de mujeres que mueren por año por aborto clandestino, sino que ha intentado que el matrimonio igualitario no viera la luz en su momento.
La influencia de la Iglesia en la unificación de la CGT, su relación con algunos movimientos sociales que valoran la letra del laudato si e incluso las críticas al capitalismo feroz hechas por Bergoglio no impiden que esa influencia frene la conflictividad, especialmente en un momento donde crecen los intentos de asociar protestas en la calle con desestabilización y se acrecienta la militarización y la criminalización de la pobreza y de las luchas.
Hace más de un mes Carlos Pagni lo decía en La Nación. A los dirigentes les sirve el liderazgo del papa, pero éste impone la Cultura del Encuentro y le quita a los dirigentes gremiales y sociales el chip de la conflictividad.
No importa la brutalidad de la economía, la transferencia de recursos de los que menos tienen a los más poderosos, los miles de nuevos desocupados y millones de pobres. En el escenario institucional, gobernabilidad, estabilidad y democracia buscan fundirse en la cultura del encuentro en donde el Papa Francisco resalta la figura de Vidal y Stanley y donde muchos prefieren la moderación. Acaso desde las organizaciones políticas, el debate 2017, la especulación y los reagrupamientos por migajas de poder están por encima de la necesidad de articular una resistencia que realmente sea freno para las políticas brutales del Macrismo. Si el diálogo va atado a frenar la conflictividad social, aún está por verse.
Cambiemos ha demostrado a quienes lo subestimaban que estaban en un error. El empresario y el niño rico es capaz de impulsar “un populismo con visión de largo plazo” logra evitar las recetas mas ortodoxas en función de las elecciones 2017. El shock económico aún podría ser peor. Pero con un precio bajo en materia de finanzas y con una alianza papal puede irle mejor de lo que muchos desean. Los límites del apoyo eclesiástico los analizábamos hace exactamente un año.
La conflictividad en las calles, en defensa de la vida
A pesar de todo, la conflictividad se mantiene en las calles. La multitudinaria movilización a nivel federal que se expresó en el primer paro nacional de las mujeres no pudo ser frenada ni por el clima ni por el poco tiempo de convocatoria que tuvo. Ni la lluvia mermó la masividad de la convocatoria, con el antecedente de decenas de encuentros nacionales de mujeres y organización por abajo. La defensa de la vida, (cuando hace pocas horas se acaba de conocer un nuevo femicidio múltiple y desgarrador en Mendoza), la lucha contra un sistema en donde la violencia hacia las mujeres, el patriarcado y los asesinatos fueron invisibilizados durante tanto tiempo (nos) ponen en un contexto con consecuencias profundas, aun inimaginables.
Durante el mes de noviembre, al igual que en las últimas semanas se sucederán nuevas protestas. Acaso más fragmentadas y sectoriales, pero con especificidades que no pueden soslayarse. El reclamo de la emergencia social, expresado en una caravana de 20 kilómetros contra la desigualdad en Capital Federal, la toma del Ministerio de Desarrollo Social porteño y el acampe en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad fueron parte de un reclamo que se extiende a nivel nacional y se expresará nuevamente en las calles tucumanas esta semana.
De la misma manera ya está anunciada una jornada nacional de lucha de las dos CTA junto a la CTEP y una amenaza de mil cortes de ruta en todo el país, al igual que una huelga nacional de los estatales nucleados en ATE que reclaman reapertura de paritarias y rechazan los nuevos despidos que plantea el Ministerio de Modernización de Andrés Ibarra en la Nación.
Si bien la cultura del encuentro cotiza en bolsa, el diálogo de sordos tiene un techo y la defensa contra la precarización de la vida se la garantiza con la lucha. Las plegarias al santo padre no estarían dando resultado.
*Por Carina López Monja, militante del Frente Popular Darío Santillán