Los monstruos del odio
No hay que dejar que se abran los portales del odio. Quizás esa sea la tarea política inmediata. Quizás ahí deban ir nuestras manos. Nuestra fuerza, nuestros deseos.
Por Luciano Debanne para Redacción 351
Ser cuidadosos con no dejar que se abran los portales del odio.
Estar atentos, alertas, despiertos, pillos, para evitar que se abran de par en par los portales del odio.
Que sus monstruos -que no tienen cara, ni edad, ni ideología, ni color político determinado- no salgan; porque, una vez liberados, no hay amor que los venza, ni fuerza capaz de reprimirlos.
Todo los alimenta. Todo los justifica. Todo les da la razón.
Y es una masacre.
Sólo una fuerza es capaz de sosegar a los monstruos del odio: el insoportable dolor, la tristeza infinita, las penas más profundas, que nacen de sus propios estropicios y crueldades.
No podemos pagar, nuevamente, el precio de generaciones mutiladas.
No hay que dejar que se abran los portales del odio.
Quizás esa sea la tarea política inmediata.
Quizás ahí deban ir nuestras manos.
Nuestra fuerza, nuestros deseos.
Nuestra capacidad de acción.
Sostener los portales que contienen el odio.
Reforzar los postigos y los herrajes.
Mantenerlo confinado.
No dejarlo ser.
*Por Luciano Debanne para Redacción 351 / Imagen de portada: La tinta.