Mis disculpas

Mis disculpas
25 octubre, 2016 por Redacción La tinta

Hace días me duele el pómulo, como si me hubieran pegado una gran trompada en la intuición, parece que mi emoción llega al síntoma físico de manera cada vez más clara.

Levanto el tono cuando la furia me invade, tan incorrecta soy, a eso se le suma una voz grave y fuerte que con volumen elevado es amenazante y cuando me enojo mucho pero mucho, los ojos se me inyectan y se agudizan, cual batalla épica. Mis disculpas por ser ciegamente decidida, por estar segura de mi sexualidad y conocerla, mis disculpas. Sé que molestan profundamente estos “tonos seguros”.

A la vez ando medio inestable emocionalmente, básicamente mi estado es “un peligro”. Sepan disculpar, es que hoy me levante al unísono de miles, cientos y millones de gritos desde todas las épocas pidiendo auxilio, aquellos que ninguna sociedad escuchó. Sepan disculpar mi intolerancia, es que desde que nací camino en un río de sangre de las que me anteceden y me suceden, mis hermanas mayores y menores.

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Sepan disculpar que me revele infinitamente y que lo injusto lo grite y divulgue hasta el hartazgo, es que mi madre desde pequeña me enseñó que los espacios me los debo ganar y que el mundo para las mujeres es mas difícil. También me enseñó a no ser esclava de nadie, que en mi profesión estoy yo sola en el centro de la escena de la mano de mí misma y que si algún día siento que mi identidad depende de la aprobación de algún hombre, es que acabo de perderme.

Lo siento tanto, es tan incómodo esto de estar poderosamente dolida, es que estoy enlazada a millones de manos perdidas en la atmósfera de impunidad e indiferencia; mis disculpas de verdad, es que hoy, las vi en mi habitación, enlazadas en la ventana y así se armaba una gran cadena de súplicas que recorrían toda la ciudad y que se abrazaban y gritaban de dolor en el parto de un nuevo paradigma que aún no llega.

Mis disculpas por mi conmoción e impotencia contenida, es que en el centro porteño cayeron en mi cabeza las lágrimas de todas las que perdimos, y de todos los cuerpos de las que quiero, las que amo y las que no conozco que han sido vulnerados, ultrajados, violados.

14753220_10154620978671081_546132098406083907_oMis disculpas por el odio profundo que siento, es que el 80% de los abusos sexuales están adentro de las familias que se sacan la mejor foto de brindis de fin de año y el silencio cómplice los ampara. Sí, hablo en masculino, ya que el 99% de los asesinos seriales son hombres; sí, hablo en masculino, porque más del 80% de abusos sexuales son propinados por hombres; sí, hablo en masculino, porque la mayoría de desastres de la humanidad la iniciaron hombres.

Lo siento tanto, mis disculpas por mi cruel palabra interminable. Sé que da miedo la palabra feminismo, pasa que el poder de todas las brujas y hermanas de la mano de Artemisa estaban en la plaza y colmaron la ciudad de negro. Ellas estaban ahí, junto a mÍ, silenciosas y con la cabeza alta.

No estoy psicótica, mis disculpas por ser pasionalmente combativa, es que las mujeres profesionales escalamos nuestros logros con sudor, esfuerzo, tiempo, lágrimas, fracasos, hambre y menores sueldos. Mis disculpas por la molesta insistencia que tengo de insistir, es que nosotras las mujeres nos queremos VIVAS Y UNIDAS.

Mis disculpas por mi rotundo NO. No quiero una ley que garantiza el 50% de las mujeres en determinados roles, ya que eso es descalificar la formación y capacidad de toda mujer. Quiero las estadísticas de todos los espacios de participación humana, quiero que la información que en silencio soportamos todas las profesionales acerca de la exclusión y falta de valoración por nuestra formación se sepa, quiero que la estigmatización por ser mujer sea estadística y política del Estado.

Mientras tanto, pido profundamente mis disculpas por mi poderoso dolor, a todos los que se sintieron excluidos. Comprendo que no sepan hacer roles secundarios, el género masculino estuvo siempre en la gráfica del mundo y por un rato, fuimos las protagonistas de una fúnebre velada donde todas las épocas nos encontramos.
Las revoluciones son dolorosas, llevan tiempo, y con dolor te digo: tu compañía es valiosa, pero más aún es tu silencio. Como el humilde acto de ceder la palabra. No quiero tu opinión del feminismo, quiero tu respetuoso silencio. Mis disculpas, es que nos están matando, y para hablar de igualdad, VIVAS Y UNIDAS NOS QUEREMOS.

(*) Nota de Victoria Chaya Miranda para La tinta.
(**) Fotografías de Lucía Prieto.

Palabras claves: feminismo, machismo, Ni una menos

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