Las feministas andan Sierras Chicas

Las feministas andan Sierras Chicas
31 agosto, 2020 por Redacción La tinta

En la última década, asistimos al estallido feminista y se multiplicaron los activismos a lo largo y ancho del territorio. Desde 2017, un grupo de mujeres y disidencias crearon lo que hoy es “Feministas Andando Sierras Chicas”, que reúne a más de 1500 personas. Conversamos con Marina Elisa Gómez, integrante del espacio, quien nos cuenta sobre sus acciones y la situación en el contexto actual.

Por Redacción La tinta

Sierras Chicas es un cordón montañoso al noroeste de la Ciudad de Córdoba y al este del Valle de Punilla. Al pie de estas serranías, para el lado este, se encuentran varias localidades como La Calera, Saldán, Villa Allende, Mendiolaza, Unquillo, Río Ceballos, Salsipuedes, El Manzano, Agua de Oro, La Granja, Ascochinga, Jesús María. Estas mujeres y disidencias van “andando” este camino, que es como “una cadena o una espina dorsal del corredor”, nos cuenta Marina Elisa Gómez.

El espacio surgió por la necesidad de una red para bolsa de trabajo e intercambio, y de ahí se fueron generando distintas necesidades de activismo y militancia. Si bien quienes impulsaron la formación del grupo vivían mayoritariamente en Río Ceballos, la invitación estaba abierta a todas las localidades, entendiendo que “el corredor va y viene” y es “natural” organizarse juntas.

“Se fueron encontrando para acciones o en fechas específicas, para ir todas juntas a las marchas en Córdoba, armar las banderas, los carteles, los flyers”, explica Marina. Con el tiempo, decidieron activar el Socorro Rosa, apuntando al acompañamiento para situaciones de aborto y el Socorro Violeta, orientado a situaciones de violencia de géneros. “Hoy, muchas mujeres y disidencias nos escriben por las redes pidiendo asesoramiento, ayuda o acompañamiento por aborto o violencias, y se organiza la respuesta dependiendo de las localidades”.

Para profundizar el accionar en red, Marina elaboró un mapeo de las agrupaciones feministas que existen, no sólo en el corredor, sino en el Departamento de Colón. “Con este mapeo, es más fácil articular para que los acompañamientos sean territoriales y más organizados”. Cuando llega una situación, ellas se encargan de generar el vínculo y compartir la información disponible de las 44 organizaciones feministas activas en el sector.

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Por los efectos de la pandemia y la cuarentena, actualmente, organizan comunitariamente ollas populares y acciones orientadas a les niñes, intentando aportar en la difícil situación que atraviesan muches vecines, “entendiendo que el feminismo también debe ocuparse de la lucha de campo y territorio, y no solamente de lo intelectual”.

El contexto actual afectó sus actividades principalmente por no poder salir a la calle ante situaciones dolorosas. “Te da un fuego adentro de querer salir ya, volver a estar todas juntas, agrupadas, organizadas”, cuenta. Esto se ve potenciado por el escaso acceso a Internet en algunas comunidades y las limitaciones de movilidad que obstaculizan la comunicación fluida.

“La cuarentena, además, intensificó las situaciones de compañeras que estaban viviendo violencias en sus casas. En algunos casos, no se atrevían a denunciar, pero, durante el aislamiento, al estar siempre con el agresor, lo tuvieron que hacer”, detalla.

“En este último mes, muchísimas personas nos pidieron ayuda, la cuarentena complicó más lo que ya viene bastante complicado”, y señala que pudieron asistirlas realizando actividades de autogestión: “El Estado está ausente en las cuestiones prácticas de todos los días y está buenísimo saber que pudimos ayudar, y ellas sentir que no están solas”.

Creativamente, inventan formas de acompañarse para avanzar donde el Estado no llega. Una de las integrantes del espacio puso a disposición su vivienda para que, en situaciones de urgencia, la mujer agredida tenga un espacio seguro y cuidado. “No damos la dirección, pero en el pueblo se sabe y, cuando una mujer no tiene dónde ir, se va ahí, pero se corre la bola y muchas veces sufren agresiones”. Por esto, una de sus principales demandas es contar con una casa de refugio y los recursos necesarios para acompañar.


Las políticas actuales del Ministerio de la Mujer de la Provincia de Córdoba se encuentran centralizadas en las ciudades, dificultando el acceso a los recursos disponibles para el resto de la población provincial. “Tengo esperanza de que ahora, con el Ministerio de Nación, nos organicemos mejor y llegue a los territorios porque acá hace mucha falta”, señala.


Organizarse desde los feminismos en las pequeñas localidades tiene complejidades en las relaciones vecinales y con los gobiernos municipales o comunales. Si bien Marina cuenta que llevará tiempo para que haya aceptación y respeto a las luchas que llevan adelante, cree que se está avanzando, “ya que, en algunos municipios, hubo capacitaciones de la Ley Micaela, eso para estos lugares que son muy conservadores es un gran avance. Falta, pero vamos encaminadas”.

Cuando decidimos habitar espacios feministas, nuestras vidas cambian. Marina dice que, para ella, fue “intenso y lindo porque de piba sufrí violencias como la mayoría, entonces entiendo situaciones complicadas que pasan muchas compañeras”. Pese al trabajo y la crianza de sus hijas, participa porque siente “mucha satisfacción al ayudar a alguien que escribió en las redes porque estaba necesitando una mano”.

¿Dónde ponemos la esperanza en tiempos tan complejos? Marina se emociona y dice que seguir deconstruyéndonos para ser una sociedad más sorora es el objetivo final. “Es necesario que haya más empatía, que a la gente le importe cómo está la vecina del lado, que no esté el ´mejor no te metas´ si sabés que alguien la está pasando mal. Eso es lo que más me moviliza y me gustaría cambiarlo, y la forma es mostrando que, a partir de lo que hacemos, un familiar o una conocida está mejor y que así pudieron salir de ciertas situaciones, eso ya es ejemplificador, entonces, que el camino es por ahí”.

*Por Redacción La tinta.

Palabras claves: cordoba, feminismo, Sierras Chicas

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