«Vicentin es el típico robo de guante blanco que hemos visto tantas veces en Argentina»
Entrevista a Claudio Katz de Economistas de Izquierda (EDI)
Por Mario Hernández para Rebelión
—El primer tema que quiero tratar con vos es la intervención estatal de Vicentin. Quiero conocer tu punto de vista, de esto que he calificado desde hace tiempo como una estafa, una deuda que ha comprometido el 20% del patrimonio del Banco de la Nación Argentina. Y también se habla de un Proyecto de ley de expropiación que iba a mandar el Presidente al Congreso, ahora se duda sobre eso.
—Yo creo que, en estos momentos, hay una enorme presión de la derecha, los medios y de la propia empresa para torcer la decisión del gobierno de expropiar. Veremos cómo termina.
Es evidente que la decisión de intervenir la empresa buscó ante todo evitar la quiebra, el desguace o la compra por parte de grupos transnacionales. Fue una medida defensiva para evitar que fuera capturada por Dreyfus, Glencore o Cargill.
La idea es convertir a Vicentin en una empresa testigo del comercio exterior. Es un ámbito clave porque, dado el peso de la empresa, podría actuar en un universo en donde los exportadores suelen retener la liquidación de exportaciones cuando les conviene. Y, además, se introduce el principio de utilidad pública que es un precedente importante para otras áreas, como el sistema financiero.
Pero vamos a ver porque las presiones son muy fuertes y yo creo que Alberto Fernández navega a dos aguas. Actúa sin mucha convicción y, como dijiste, el problema más grave es la convalidación del fraude. Vicentin es un enorme holding que trepó hasta los primeros lugares en el ránking de exportadores, nadie puede explicar cómo una empresa que exporta más de la mitad de su producción en un año de una buena cosecha y después de una mega devaluación pudo haber caído en una cesación de pagos.
Es evidente que hubo un vaciamiento y que los dueños buscaban entregar lo que quede a cambio de la impunidad judicial, es decir, convalidar la estafa, en la que participó directamente González Fraga con el Banco Nación prestando por encima de lo permitido sin ninguna garantía.
Hasta ahora, no están procesados Nardelli ni González Fraga, me parece que ni siquiera tienen las cuentas embargadas. Este es el típico robo de guante blanco que hemos visto tantas veces en Argentina, ahora hay una nebulosa jurídica. En el proyecto que mandó el gobierno, que se conoce, está la posibilidad de recuperar el dinero con un fondo fiduciario que incorporaría toda la estructura patrimonial del grupo, pero eso también está en veremos.
El problema es político. Como el gobierno actúa hasta ahora a la defensiva, no denuncia el fraude, se reúne con los directivos de la empresa, no genera movilizaciones alternativas a las provocaciones de la derecha, no aprovecha la división del bloque agrario en un escenario muy distinto a la 125, entonces, veremos, esto puede terminar bien, pero también mal.
Recordemos que, en la década pasada, las estatizaciones dejaron mucho que desear, Correo Argentino, Aguas Argentinas, Aerolíneas, Repsol, en todos los casos, se dijo que no se iba a pagar nada y el Estado terminó desembolsando. En Repsol, se dijo que ellos iban a pagar el daño ambiental y el Estado terminó pagando 5.000 millones de dólares. El problema es que, con ese tipo de maniobras, los grandes capitalistas argentinos hacen sus fortunas. Así amasaron dinero Macri, Eskenazi, Rocca, etc., que encima terminan vendiendo sus paquetes a algún fondo buitre que, luego, demanda a la Argentina, como está ocurriendo ahora con YPF.
En síntesis, esto puede ser un paso positivo, puede ser el principio de una política que permita recuperar soberanía nacional y el dinero de la estafa, o puede terminar en un salvataje y en una típica socialización de pérdidas que termina pagando el conjunto de la población.
—Entonces, Alberto Fernández no es comunista.
—Más bien, hace todo lo posible para alejarse de ese fantasma que ahora la derecha anticuarentena ha empezado a enarbolar. Yo lo veo tan a la defensiva, que el otro gran proyecto que estábamos esperando que es el impuesto a la riqueza se demora constantemente, no se sabe lo que pasa y el momento para introducirlo es ahora, durante la pandemia, no después. Es ahora que se necesita el dinero para sostener la economía.
La economía está en un tobogán, va a caer probablemente entre un 8/9% después de varios años de recesión y la pérdida del salario de este año va a ser de otro 10/15%. Entonces, el impuesto a la riqueza es ahora, todo eso de que, en la Argentina, la presión tributaria es elevada es un chiste, es elevada con el IVA, con el impuesto al consumo, pero, en impuestos al patrimonio y a las rentas, Argentina está por debajo del promedio latinoamericano.
Tenemos una duda con Vicentin, tenemos el impuesto a las grandes riquezas que se está demorando y no sabemos muy bien cómo va a terminar la deuda. Toda la negociación de la deuda es otro gran problema.
La propuesta del canje es errónea, inoportuna y nociva
—Justamente, te quería preguntar sobre eso porque se dice que se conocería una nueva propuesta.
—Según lo que se está filtrando, el gobierno está cediendo. Recordemos que, al principio, dijo que la primera era la única propuesta, que no les iban a torcer el brazo, un canje con 3 años de gracia, una quita del 65% y una tasa de interés del 2%. Esa era la propuesta y de ahí no se movían. Y pasó como pasa con Vicentin, empezaron las presiones, la Asociación de Empresarios Argentinos empezó a exigir cambios, hubo corridas en el dólar blue, presión de los bancos intermediarios, gran escándalo mediático y el gobierno empezó a aflojar, a negociar, a introducir cambios en el proyecto y parece que está cambiando.
Creo que el problema más importante y el único aspecto positivo es que no se pagará nada durante varios años. De todo lo que va quedando, había una idea inicial que la Argentina durante 4 años no pagaba nada, después se bajó a 3 años, ahora no se sabe si no lo van a bajar más y ya se habla de un pago adicional el año que viene. Con lo cual sí habría pagos y, si los hay, es muy difícil que la economía argentina tenga el respiro que necesita para salir adelante.
La propuesta del canje es errónea, inoportuna y nociva. No había ninguna necesidad en medio de la crisis de la pandemia, con un horizonte de muchos países al borde del default hacer una propuesta, había que “desensillar hasta que aclare”, no había ninguna urgencia.
Todo lo que se dice de que el canje es sustentable es una fantasía. Además, vamos a ir de nuevo a un canje con tribunales extranjeros, los títulos otra vez van a terminar en Nueva York y, a mediano plazo, puede repetirse la historia que ya conocimos tantas veces y con una novedad preocupante, la idealización del FMI.
Ahora, parece que el FMI es nuestro gran amigo, se ha vuelto benévolo, cuando resulta que es el acreedor privilegiado, no tiene quitas, se le hacen pagos, en medio de la pandemia, hubo un pago por 350 millones de dólares al FMI, está en la primera fila de los que van a cobrar.
El camino era otro, suspender los pagos y hacer la auditoría, lo importante es que los datos de esa auditoría ya empezaron a salir a la luz, ya hubo un informe del Banco Central. Ya supimos que los 83.000 millones de dólares se fugaron y tenemos la lista de nombres de los fugadores, son 100 personas y 850 empresas que concentran 65.000 millones de dólares de los 83.000 millones. Entonces, vamos a hacer un canje y eso se va a borrar como una huella. Va a quedar disuelta la estafa.
Tenemos estafa en Vicentin, que seguramente también fugó la plata que ahora declara en cesación de pagos, tenemos fuga de capitales que el Banco Central ya conoce el listado y de nuevo estamos entrampados en la historia de siempre, los grandes grupos económicos hacen fortunas, fugan el dinero, generan una estafa, se la cargan al Estado, viene un gobierno, la asume y la paga toda la población. Hay que ver si en el curso del próximo período, con Vicentin, con el impuesto a las grandes fortunas, en el tema de la deuda hay un giro, pero veremos si ocurre o no.
La rebelión en EE.UU. es la reconexión con las luchas sociales del año pasado
—Mencionaste la caída económica de la Argentina y, en uno de tus últimos artículos, hablás del virus y América Latina. ¿Cómo estamos parados frente a esta situación en América Latina? Yo lejos de las opiniones optimistas al estilo Zizek, veo muy complicada la situación argentina y latinoamericana y de los trabajadores a nivel mundial en relación a esta pandemia.
—Aquí, hay dos planos, uno económico y otro político social. En el económico, no cabe duda de que estamos en medio de una catástrofe. Eso ya no necesita ningún dato adicional, todas las economías, las que hicieron cuarentena, las que no hicieron, todas van a caer en un porcentual que supera ampliamente lo sucedido en 2008/9 y nosotros todavía no sabemos si esto no termina en una depresión del alcance de 1930.
Tenemos que ver si, además del derrumbe económico, finalmente, las empresas quiebran y hay una explosión de desempleo. Si ocurre todo eso, estaremos en un escenario como el de los 30. Hay que ver qué sucede durante los próximos meses, pero no cabe duda que, en América Latina, esto está potenciado porque tenemos un capitalismo dependiente y una especie de tormenta perfecta, cuatro adversidades convergentes: se nos cayeron los precios de las materias primas que exportamos; China está frenando la compra de productos básicos; hay escasez de divisas por la reducción del turismo y las remesas; y se deteriora la conexión de sectores económicos con las cadenas globales de valor en un contexto en el que el problema de la deuda no es sólo de Argentina.
Acá, hay una salida masiva de capitales de todas las economías latinoamericanas y hay muchos países que están en la cola de potenciales default. Por eso, se analiza tanto lo que va a ocurrir con Argentina que puede ser un precedente para lo que ocurra después con Brasil, Chile y Colombia. En el plano económico, el desastre que se avecina es indudable.
Me parece que a donde vos apuntabas es a la situación político social y a qué nivel de resistencia popular podemos concebir frente a esta tragedia económico social. Yo creo que hay que ir viendo.
En la pandemia, quedó suspendida la lucha de clases, hay una especie de congelamiento extraño determinado por el gran confinamiento, la gente quedó obligada a quedarse en su casa, se paralizó el sistema económico y todas las rebeliones y movilizaciones que signaron al 2019 quedaron en una especie de limbo.
No olvidemos que el año pasado terminó en un clima de protesta global en Europa, en Argentina, en el Líbano, con grandes movilizaciones callejeras en Chile, Colombia, Haití, etc., y, al frente de la lucha, un sujeto social de trabajadores jóvenes precarizados ocupando las calles de las grandes ciudades en una actitud muy combativa que hermanaba en la tradición de los piquetes a los chalecos amarillos de Francia.
Entonces, estamos en una especie de impasse por la pandemia. Ahora que en EE.UU. parece que está declinando en principio el coronavirus y se está reiniciando la vida económica y social, junto con esa normalización, aparece la lucha y la gran novedad que hemos tenido en las últimas dos semanas es la extraordinaria irrupción del movimiento negro. Un colosal, inclasificable, extraordinario movimiento de masas que ha estallado en EE.UU.
—No solo los negros, porque lo nuevo es la participación de la comunidad blanca.
—Exactamente, se retoman las banderas de los 60 y 70 del movimiento negro en las calles, pero, como decís muy bien vos, esta vez, con una multitud de jóvenes blancos en la calle, donde Trump debió recular. Trump exigía a los gobernadores que aceptaran la llegada de la Guardia nacional y en ningún lugar hubo Guardia nacional. Finalmente, todos los intentos de militarización fracasaron y las movilizaciones espontáneas se extendieron a prácticamente todas las grandes ciudades de EE.UU.
Además, esto es muy interesante porque viene después del fenómeno Sanders. La gente que está saliendo a la calle ha estado muy conectada con un movimiento político que demanda salud y universidad gratuitas, y que retoma, por primera vez en muchas décadas, la reconexión del movimiento popular norteamericano con las banderas del socialismo.
Entonces, me parece que lo de EE.UU. es el principio de la reconexión de las luchas sociales con lo que pasaba el año pasado. Con el declive de la pandemia, vuelve a emerger lo que quedó flotando, que son las rebeliones populares y las luchas sociales en un escenario que no estaba en el 2019, porque va a haber un enorme desempleo y crisis social.
El problema que va a estar en debate en el próximo período es el capitalismo. Esta es la otra novedad. Porque la crisis del coronavirus, que es una calamidad natural potenciada por el capitalismo, ha puesto nuevamente en el centro del debate al sistema capitalista. Esto es importante, especialmente en la Argentina, porque Alberto Fernández ratifica una y otra vez su total fidelidad y credo en el capitalismo con la idea de que es un sistema en el cual tenemos que ganar todos. Él dice que el problema es que no estamos ganando todos. Lo que pasa es que se olvida que eso es una fantasía, en el capitalismo, nunca podemos ganar todos. Y ese mito, ese supuesto, esa idealización que podemos hacer un capitalismo diferente es lo que comienza a estar en cuestionamiento con la nueva oleada de jóvenes que ganan las calles en EE.UU. y, próximamente, en otros países.
Esta crisis generada por el coronavirus es una crisis capitalista en la que es importante remarcar esa naturaleza capitalista frente a tantas voces que nos hablan de la naturaleza que afectó a un sistema próspero y saludable. A lo sumo, ellos señalan que hubo errores y falta de previsión como si el desempleo y el derrumbe de los ingresos populares fueran consecuencia de un virus y no de un sistema social que enriquece a la minoría y empobrece a las mayorías populares.
Esta idea del ministro Guzmán, que frente al capitalismo desregulado podemos hacer un sistema no financiarizado, una globalización progresista, podemos proteger el medio ambiente, hacer un capitalismo humanizado, esa fue la misma ilusión que hubo después de 2009 cuando estalló la crisis y las mismas voces nos decían que, después de esa dura experiencia, iba a aparecer un capitalismo que nos cobije a todos. Fallaron esa vez y van a volver a fallar porque no existe el capitalismo en el que ganemos todos. Y más aún en el escenario mundial actual.
Es muy difícil hacer un “new deal” en el siglo XXI. En la actualidad, no se trata como en los 30 simplemente de crear empleo, ahora hay que crear empleo y frenar las emisiones de carbono. Es un doble desafío y eso el capitalismo no está en condiciones de hacerlo. Y es muy difícil en el capitalismo actual disciplinar a los Bancos y a las empresas transnacionales que no existían en el siglo pasado. Es muy difícil gestar capitalismos nacionales prósperos y autárquicos en un escenario de capitalismo global.
No hay que engañarse, hay que tener en cuenta que, en los momentos de crisis, el establishment está siempre aterrorizado, aceptan las ideas de regulación y, cuando la cosa se calma, se olvidan, como ocurrió en 2009 y 2010. Me parece, en síntesis, que tenemos un escenario en el que EE.UU. puede marcar el camino para muchos pueblos del mundo y donde se discutirá el capitalismo, que nuestras vidas son más importantes que las ganancias de los millonarios y que el capitalismo es la verdadera amenaza hacia la vida y tenemos que construir otro proyecto. Porque la vida es más importante que el dinero que acumulan un puñado de acaudalados.
*Por Mario Hernández para Rebelión / Imagen de portada: Question digital.