¿Qué dice la geoingeniería?

¿Qué dice la geoingeniería?
18 septiembre, 2023 por Redacción La tinta

La teoría de la “Intervención Artificial del Clima” tiene adeptos y acusadores. Esta semana, el Movimiento Cielos Limpios ofrecerá charlas abiertas en Capilla del Monte, San Marcos Sierras, Córdoba capital y Salsipuedes a cargo de la especialista Cecilia Sustersic. En esta nota, hablamos con ella sobre esta postura acerca de la manipulación intencional del clima y los sistemas naturales, y sus consecuencias en la salud, la economía y la soberanía.

“La manipulación intencional del clima y los sistemas naturales tiene consecuencias en la salud, la economía, la soberanía alimentaria y las múltiples crisis ecosistémicas que vivimos”, dicen desde el Movimiento Cielos Limpios. Cecilia Sustersic es licenciada en Comunicación Social y docente en San Luis. Periodista ambiental de diversas resistencias asamblearias, la integrante de la polémica organización ha escrito “acerca de temáticas como la megaminería, el desmonte, las fumigaciones, la contaminación, el cuidado del agua. Integra comunidades de construcción y sostén de ferias de intercambio de semillas libres y naturales, chacras agroecológicas comunitarias, brigadas vecinales para el cuidado del monte, red de compras comunitarias orgánicas y organizaciones plurinacionales por el cuidado del agua y el ambiente natural. Ha sido promotora de permacultura, construcción natural y proyectos culturales-educativos hacia la restauración, regeneración de la tierra y la comunidad humana”, explica cuando le preguntamos acerca de su trayectoria.

Desde La tinta, hablamos con ella para conocer la postura y los contenidos que se tratarán en las charlas informativas de esta semana, una de ellas en el Centro Cultural La Piojera de nuestra ciudad.

—¿Por qué hablan de intervención artificial del clima? ¿Qué es y qué implica?

Cielos Limpios es un movimiento que tiene como objetivo detener las operaciones encubiertas de intervención artificial del clima, junto a otras organizaciones y miles de personas en el mundo que trabajamos para liberar a nuestro hogar tierra de los programas que experimentan con el delicado equilibrio del clima planetario.

Desde quienes observan el cielo en las ciudades y especialmente desde quienes vivimos en el campo, donde existe un vínculo esencial con los ecosistemas y ciclos naturales, estamos pendientes de la llegada de las tormentas y cambios de estaciones para la subsistencia misma de los animales y cultivos, venimos detectando un cambio muy grande en los patrones de tiempo atmosféricos y en los ciclos hidrológicos naturales. En ciertas regiones, en las temporadas de lluvia cuando se recargan los acuíferos y cuerpos de agua, ya es una comprensión popular que, desde hace dos décadas, se detectan avionetas que hacen literalmente el trabajo de dispersión de tormentas evitando la lluvia. Y sumado a esto, hace varios años también, desde todas las latitudes de Argentina y muchos países del mundo, durante todo el año, se viene dando una intensificación de un tránsito normal y variable de aviones, que en su recorrido por nuestros cielos van dejando estelas persistentes con compuestos que quedan durante horas como nubes rectas y luego desgajadas, que terminan modificando las condiciones de la atmósfera, llevándonos a la actual extrema sequía.

Todo nos fue impulsando a la investigación más allá de los relatos oficiales y nos encontramos con que lo que vemos en el territorio no es más ni menos que el desarrollo y ejecución de tecnologías que vienen creándose y experimentándose a escala planetaria desde fines de la Segunda Guerra Mundial, sin que la mayor parte de la humanidad lo sepa y justificándose eficazmente con la narrativa del cambio climático. De hecho, las tecnologías para manipular intencionalmente el clima comenzaron a patentarse en 1891, es decir, la ciencia cuenta con 130 años de invenciones registradas y probadas, de un amplio espectro de tecnologías nucleadas en la Ingeniería del Clima o geoingeniería, como el método llamado Cloud Seeding, siembra de nubes, por el cual, a través de la dispersión de químicos mediante aviones o cañones desde tierra, y otras muchas tecnologías que implican también el uso de emisión de altas o bajas frecuencias para mover las masas de aire y presión, se pueden cambiar las condiciones del tiempo atmosférico, generando la polarización del ciclo hidrológico hacia la sequía o inundaciones extremas, crear terremotos o huracanes, romper la capa de ozono, calentar la ionósfera generando todo tipo de fenómenos climáticos extremos, entre las principales técnicas que utilizan quienes gustan jugar al control de todo lo creado.

Y aunque para quienes no están al tanto puede parecer ficción, lo cierto es que tan real es la posibilidad de manipular el clima, y provocar los eventos que menciono, que está exactamente expresado en convenciones internacionales como la ENMOD, creada en 1976 y ratificada en 1997 por Naciones Unidas. Luego de que Estados Unidos utilizara estas tecnologías en la guerra de Vietnam, con la operación secreta Popeye, cuando se filtró y se supo por una investigación del New York Times, las principales potencias mundiales y varios países cumplieron con la formalidad de prohibir el uso de estas tecnologías, cerrando la puerta a las operaciones de manipulación intencional del clima con fines bélicos u hostiles, pero dejando una gran ventana abierta para su uso con fines de investigación y fines pacíficos. Desde entonces, no han faltado excusas aparentemente altruistas (sobre todo, las de mitigación y adaptación al cambio climático) para que, principalmente, el complejo militar de Estados Unidos haya ejecutado durante demasiado tiempo programas ilegales de geoingeniería para la gestión y control demográfico, de recursos estratégicos, para el debilitamiento y ataque a diferentes Estados, y en sinergia con megacorporaciones a nivel económico y financiero, para el control de la producción de alimentos, imposición de la agricultura transgénica y química, o como método de expropiación de tierras. 

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Lamentablemente, hay muchas agendas silenciadas, que utilizan a las fuerzas de la naturaleza contra las mismas poblaciones: justamente la tierra, hogar, abundancia, belleza, alimento, sustento, está siendo usada desde hace décadas para volver a los pueblos vulnerables y siempre en crisis, dependientes y pobres, para la ambición de quienes tienen el poder y los recursos de intervenir química y electromagnéticamente los equilibrios naturales que regulan el clima planetario, con el corolario de que, al cambiar esos equilibrios que no están regidos por fronteras políticas humanas, se vienen generando colapsos ecosistémicos múltiples, que después se justifican en la simplificación de que es todo cambio climático. 

En Argentina, desde principios del 2000 y más intensamente en el 2012, ya hubo grupos y personas que pidieron informes y advirtieron sobre los peligros de las operaciones globales de intervención intencional del clima, en Rosario, Bariloche, Córdoba. En San Luis, La Rioja y San Juan, desde el 2002, ha habido todo tipo de reclamos y denuncias a las autoridades provinciales y nacionales, por parte de pobladores, campesinos, asociaciones, cooperativas e incluso entidades como la Sociedad Rural, exigiendo que se investiguen las dispersiones artificiales de tormentas y precipitaciones realizadas en forma clandestina en las épocas de lluvias, generando el incremento paulatino de la sequía, que ha desencadenado curiosamente en que muchos pobladores ancestrales terminaron vendiendo sus tierras por no contar con agua para los animales y cultivos, o por incendios devastadores reiterados. “CaUsalmente”, hoy esos territorios han quedado en manos de ricos allegados al poder, que tienen grandes concentraciones de tierra, con acceso al riego subterráneo por Pivot para grandes extensiones de monocultivos transgénicos. CaUsalmente, en la localidad de Candelaria de esa misma región, desde el 2017, se instaló una estación experimental de semillas resistentes a la sequía, de la transnacional Bayer Monsanto. 

Este año, en la temporada de verano, productores de Villa Soto de Córdoba también reclamaron por esta problemática y la extrema sequía, a través de cortes de ruta. Hay una larga historia de mucha gente en Argentina que sabe que se viene jugando con los equilibrios de la naturaleza, tanto a escala regional como global, que ha sido silenciada o negada con excusas tan infantiles como que es un mito o fantasía, cuando cualquiera puede buscar en internet a empresas como Cloud Sedding Tecnologies o WetherModification INC, entre algunas de las corporaciones que ofrecen en Argentina servicios climáticos de siembra de nubes para la supresión del granizo, mejora y supresión de lluvia o nieve, a través de siembra por avión realizada, dependiendo si son frías o cálidas, por encima o dentro de las nubes, o por debajo, aprovechando las corrientes ascendentes o térmicas, con bengalas in situ, quemadas o inyectables, con generadores montados en los aviones o sistemas higroscópicos, o a la utilización de técnicas de siembra terrestre, a través de cañones, generadores, globos, drones, etc. 

Y a escala planetaria, es increíble cómo se ha logrado que tantas denuncias, informes, documentales queden solamente en los ámbitos de cumbres internacionales sobre el clima, parlamentos de muchos países del mundo, en cónclaves de científicos y en informes poco difundidos, permitiendo un marco de ilegalidad y falta de transparencia, control y conocimiento de lo que se está dispersando en la mayor parte de los países del mundo, porque prácticamente todos los gobiernos del mundo niegan completamente la ejecución de estos programas.  

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—¿Cuáles son las consecuencias según este posicionamiento? 

—Justamente, este ocultamiento sistemático se da por las tremendas consecuencias que han generado y generan estas experimentaciones en la destrucción de la capa de ozono y la ionósfera, en los desastres y destrucción que provocan los fenómenos climáticos extremos, la desertificación creciente, el descalabro de las variaciones abruptas de temperatura y cambio en todos los patrones y estaciones normales. 

Entre las principales técnicas que los geoingenieros y científicos avalan, pero que insisten en asegurar que son sólo propuestas y proyectos que aún no se ejecutan, están la fertilización oceánica, que implica cargar de hierro y metales los océanos, o las llamadas de gestión o manejo de la radiación solar, que consiste en la visible y cotidiana inyección estratosférica de aerosoles, para, en teoría, bajar las temperaturas del planeta a través de la generación de una sombrilla de nubes químicas artificiales, que imitan la cubierta de sulfuros generadas por erupciones volcánicas en la atmósfera. 

Baste razonar con una pizca de sensatez lo que provocan en los ecosistemas, en la intoxicación y contaminación de tierra, agua y aire, y sus consecuencias en todos los sistemas vivos -por supuesto, incluidas las poblaciones humanas-, con los componentes más utilizados como sulfuros, aluminio, bario y estroncio. Hay estudios que vinculan estos compuestos, encontrados hasta en los sitios más prístinos del planeta, con la masiva muerte y enfermedades de bosques enteros, o de polinizadores tan necesarios como las abejas, y en las sociedades humanas un incremento en los casos de autismo y Alzheimer precoz, alergias y enfermedades nuevas como la de Morgellons, suscitadas a partir de esta contaminación extrema del aire que respiramos, incluso en poblaciones de baja densidad demográfica, con poco desarrollo industrial y lejos de otras fuentes contaminantes. Es apabullante la evidencia presentada por científicos como Clifon Carnicom, Rosallie Bertell -en su último libro, Planeta Tierra, Última Arma de Guerra, devela esta realidad– o Marvin Herndon, que ha llevado el caso a la Corte Internacional Penal, Josefina Fraile ante el Parlamento Europeo o el prolífero trabajo de denuncia de activistas como el ingeniero Dane Wigington, la investigadora periodista Clarié Séverac, Silvia Ribero del Grupo ETC -por mencionar sólo algunos referentes activistas que llevan décadas trabajando- para detener los descabellados proyectos de geoingeniería en curso, que permiten que ciertos grupos de poder utilicen los sistemas naturales para conseguir ventajas económicas y geopolíticas estratégicas, destruir la soberanía alimentaria, el acceso al agua y al derecho a un ambiente sano y salud de las poblaciones del mundo. 

¿Qué proponen hacer como ciudadanía?

—Con el fin de liberar los cielos del planeta – y por lo tanto, todos los sistemas naturales que sustentan la vida en la tierra- de esta experimentación artificial constante, de esta agresión que se les viene haciendo hace décadas, el primer y básico objetivo a cumplir es el de dar a conocer a la sociedad lo que está ocurriendo. Informar con datos comprobables y comunicar es clave, porque estos programas en ejecución se vienen logrando con bastante éxito -hasta ahora- gracias a que se niegan y mantienen en secreto y son desconocidos por la mayor parte de la población. Y en ese sentido, igual que tantas realidades injustas e irracionales con las que convivimos, igual que las múltiples crisis ecosistémicas que atravesamos, generadas en su gran mayoría por grupos de gran poder, que han comprado y secuestrado prácticamente todas las estructuras de gobierno de la mayor parte de países del mundo y que no quieren cambiar su forma de ganar dinero y control; entendemos que no se puede pensar en detenerla sin una suficiente masa crítica de personas exigiéndolo. 

Que no hay nota, ley, demanda, acción que prospere ante este estado profundo detrás de todos los gobiernos del mundo, que no tienen la menor intención de cesar en sus planes si no hay suficientes personas exigiéndoles y accionando para que se detengan. Y en el momento en que las personas toman conciencia y conectan lo que ven en los cielos con la información e investigaciones, como el conocido documento de las FFAA de Estados Unidos, que ya desde el 1996, cuando fue publicado, revela sin pudores el programa de Control Total del Clima -Hacia el 2025: el Clima como multiplicador de Fuerza-, no pueden quedarse impasibles o apáticas, sin sumarse a comunicar, denunciar y accionar frente a lo que pone en juego el futuro del planeta, la salud y supervivencia de nuestros hijos y futuras generaciones. 

Necesitamos ser muchas más las personas que exigimos a nuestros gobiernos que reconozcan y prohíban de manera definitiva el terrorismo climático, como lo llama el activista español Nauzet Mogart, y por lo tanto, necesitamos de la creatividad, fuerza, responsabilidad de personas comprometidas, para que en redes y trabajo concreto logremos que se respete el derecho a un ambiente sano para habitar este bello planeta en paz y libertad. 

Las charlas son abiertas y gratuitas. 

Miércoles 20/9. Capilla del Monte – 18 h – Patio Bar (H. Yrigoyen 161)

Jueves 21/09. San Marcos Sierras  – 17 h – Espacio Giramundo (Calle Los Quebrachos y Los Horneros 5282)

Viernes 22/09 . Córdoba capital – 19 h – Centro Cultural La Piojera (Colón 1559)

Sábado 23/9. Salsipuedes – 16 h – Salón IROS Balneario

*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Servicio Meteorológico Nacional.

Palabras claves: contaminación, Crisis climática, Intervención artificial del clima

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