Crímenes de odio: intento de transfemicidio en Córdoba
Julieta Abigail Urbano Charrás sufrió un ataque incendiario y tiene quemaduras en gran parte de su cuerpo. Hace dos semanas que está internada en el Instituto del Quemado de la ciudad de Córdoba. Se cumplieron 10 años de la Ley de Identidad de Género, sin embargo, el colectivo LGBTTTQI+ vive a diario crímenes de odio.
Por Redacción La tinta
Parece…
que es y no es,
o se hace o se cree ser,
parece que ni fu ni fa,
ni blanco ni negro,
ni eso ni lo otro,
parece sólo parece.
Y sin embargo, late,
late, late, late, late, late, late, late, late.
Susy Shock
Julieta Abigail Urbano Charrás es una mujer trans cordobesa de 27 años y trabajadora sexual. El 23 de abril, en la casa de un cliente, vivió violencia sexual y posteriormente fue prendida fuego en un intento de transfemicidio.
Julieta salió desesperada de la vivienda, intentando apagar las llamas de su cuerpo, cuando vecines del lugar salieron a socorrerla. Está segura de que, si no fuera por elles, hoy no estaría viva.
Actualmente, se encuentra internada en una sala común del Instituto del Quemado de Córdoba, con quemaduras en cuello, piernas y tórax. Allí le realizaron diversas intervenciones quirúrgicas por la gravedad de las heridas.
Además de enfrentarse a una recuperación importante, Julieta pide justicia para que su crimen de odio no quede en la nada. La denuncia judicial fue realizada en el mismo Instituto y la causa quedó a cargo de la Fiscalía de Delitos Contra la Integridad Sexual de Segundo Turno de la ciudad de Córdoba.
Desde esta institución, se contactaron con organizaciones sociales y del colectivo LGBTTTQI+ para ayudar a Julieta lanzando una campaña de donación. Necesita ropa, zapatillas talle 42, elementos de higiene, maquillaje y dinero. Para aportar en la campaña, dejan un CBU para quien quiera y pueda colaborar con su pronta recuperación: 0200913511000002359894, alias LUJO.LANA.OSO.
A 10 años de la Ley
El 9 de mayo, se celebraron 10 años de la aprobación de la Ley de Identidad de Género de las personas. Gracias a la incansable lucha de pioneres y organizaciones, se obtuvo este avance tan significativo en nuestro país. El espíritu de la ley tiende al reconocimiento de la identidad de género, al libre desarrollo de la persona conforme a su identidad y a ser tratada de acuerdo con esta.
La normativa establece que las personas puedan, en caso de querer, adecuar su nombre, rectificar documentos que acrediten identidad a su autopercepción como así también la cobertura de tratamientos hormonales y cirugías para la readecuación de sus cuerpos, que deben ser gratuitos e incluirse en el Plan Médico Obligatorio del sistema público de salud y con la cobertura de empresas de medicina prepaga y obras sociales.
De lo escrito a los hechos, lamentablemente, hay grandes trechos. Han habido muchos avances en estos años, pero aún queda mucho por andar. Lo que establece la Ley no se cumple cabalmente, a pesar de que la misma está vigente hace años. En muchas instituciones de salud, son inaccesibles los tratamientos hormonales y quirúrgicos, y no hay suficiente personal capacitado para dar una atención integral a las personas que lo soliciten, por lo que la discriminación y segregación es una constante.
Socialmente nos falta mucho camino también. La discriminación, el maltrato, la humillación y la violencia siguen siendo una constante para personas con identidades no hegemónicas cis masculinas.
Según el último informe del Observatorio Nacional de Crímenes de odio de la Federación Argentina LGBT, se registraron, durante los primeros seis meses de 2021 -desde el 1 de enero hasta el 30 de junio-, 53 crímenes de odio en donde la orientación sexual, la identidad y/o la expresión de género de todas las víctimas fueron utilizadas como pretexto discriminatorio para la violencia y la vulneración de derechos. Esta organización releva situaciones que corresponden a lesiones al derecho a la vida, es decir, a asesinatos, suicidios y muertes por violencia estructural; y también a lesiones al derecho a la integridad física, es decir, violencia física que no terminó en muerte.
Del total de las personas de la comunidad LGBTTTQI+ víctimas de estos crímenes de odio, el 76% de los casos corresponden a mujeres trans (travestis, transexuales y transgéneros), el 11% a varones gays cis, el 9% a varones trans y, por último, con el 4%, a lesbianas.
Estos alarmantes números muestran cómo la violencia hacia la comunidad LGBTTTQI+ está particularmente dirigida: es en las mujeres trans en quienes se manifiesta con especial odio, saña y de manera más brutal la discriminación en su máxima expresión, que termina con sus vidas.
El informe agrega que, como resultado de las exclusiones sistemáticas y del menoscabo de los derechos básicos e inalienables, las mujeres trans a menudo enfrentan situaciones de pobreza que condicionan las estrategias de supervivencia disponibles, algunas orientadas a la economía popular e informal, el trabajo sexual o a las actividades al margen de la legalidad.
Es importante destacar que existe un sub registro muy grande de estos casos, ya que, la mayoría de las veces, las personas no se atreven a denunciar por miedo a represalias, por necesidad de seguir trabajando en la zona de los hechos y, hasta en algunos casos, por naturalización de las situaciones discriminatorias.
*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: IG Julieta Charras.