El traje nuevo del emperador: políticas públicas improvisadas en la educación inicial de Córdoba
El nivel inicial en nuestra provincia acarrea un derrotero de desinversión, atado a un segmento educativo que, históricamente, ha sido desvalorizado dentro del sistema público de educación. Con la expansión del nivel inicial a fines de los 90 y el desafío de la ampliación de derechos a la primera infancia, sobrevino una falta de acompañamiento. En esta nota, Liliana Simari, integrante del Colectivo Educación Inicial, reflexiona sobre la realidad local y la larga lucha que vienen dando estas maestras con pintorcitos rebeldes.
Por Liliana Simari para La tinta
Una historia para comenzar
“Que se prolongue la jornada escolar de los niños y niñas de las salas de 3, 4 y 5 años”, dice altanero el gobierno provincial, queriendo extender la jornada escolar sin ampliar la inversión pública y mejorar las condiciones en los jardines. Los discursos dominantes del gobierno de turno sostienen que, en esta provincia, el diseño e implementación de las políticas públicas y la inversión educativas son extraordinarias y que no hay nada para cuestionar.
“El traje nuevo del emperador” -un viejo cuento de Andersen-, esa es la historia que elegí para pensar en el nivel inicial de Córdoba. “Había una vez” un rey soberbio y arrogante al que le gustaban mucho las telas costosas. En su obsesión por ser el mejor vestido del reino, unos pícaros sastres habían convencido al rey de que le harían un traje nuevo con las telas más preciadas del mundo. Su soberbia y su ceguera le habían hecho creer en esta historia, pero el traje no existía, lo que habían confeccionado era un extraordinario “como si”. Mientras el rey recorría las calles mostrando su maravilloso traje, un niño lo miró y dijo a los cuatro vientos: «¡El rey está desnudo!». Y en ese mismo momento, todos los que aplaudían el desfile del rey dejaron de aparentar que veían ropas magníficas y dijeron al unísono: «¡Sí, sí, es verdad, el rey está desnudo!».
En el Nivel Inicial, hemos debatido largamente acerca de los dilemas entre el enseñar y el cuidar, el asistir y el jugar, el educar y el atender. Hoy sabemos que esas disyuntivas que cruzaron a la educación inicial por décadas han sido superadas por concepciones críticas e integrales como las que sostienen muchos y muchas especialistas como Patricia Redondo y Estanislao Antelo; siempre que se educa, se cuida; cuando se enseña, se asiste y, al jugar, atendemos las necesidades e intereses de las infancias, y generamos nuevos intereses para provocar espacios y tiempos ricos de nuevos aprendizajes.
Nadie discute en la actualidad si la función del nivel inicial es eminentemente pedagógica porque todos sabemos que el jardín es un lugar donde se realizan aprendizajes relevantes de contenidos y experiencias para la vida, se comparte la cultura y se educa. Se viven experiencias estéticas de gran valor, se aprenden contenidos desde las áreas de conocimiento de manera integrada y se juega porque el juego es un contenido de alto valor cultural y un derecho. Se trabajan los lenguajes tecnológicos, artísticos, se realizan fuertes procesos de alfabetización en el campo de la lectoescritura y de la cultura, y se acompaña a crecer. Es un espacio y un tiempo para la ampliación del derecho social a la educación desde la cuna, como le gustaba decir a una de las referentes más importantes del nivel inicial en Argentina, Hebe San Martín de Duprat.
El nivel inicial en Córdoba: una realidad que duele
“Educar a los más chicos implica definir qué mundo vamos a mostrarles, qué historias les queremos contar, cuán responsables nos haremos del pasado por conocer y de su futuro, y esto convierte a la educación inicial en arena de disputas que exceden el campo pedagógico”.
Mónica Fernández
En 1996, 537 salas de 4 años se cerraron por decreto a causa de los ajustes presupuestarios en educación. Con la restitución de dichas salas hacia fines de los 90, el nivel inicial ha tenido una expansión cuantitativa significativa, pero que no fue acompañada -en estos últimos 20 años- con políticas cualitativas serias y con inversión pública sostenida para fortalecerlo y posibilitar una real ampliación de derechos, y mejorar las condiciones del trabajo docente en los jardines.
Según datos estadísticos que publicó el Ministerio de Educación, entre 2011 y 2018, la inscripción de estudiantes en el Nivel Inicial ha sido exponencial: en 2011, se matricularon 114.238 niños y niñas de 3, 4 y 5 años, y en el 2018, 137.396 (23.158 estudiantes más en 7 años). Sin embargo, la cantidad de unidades educativas (jardines de infantes) no han aumentado al mismo ritmo: en 2011, se contaba con 1.733 jardines y, en 2018, con 1.760 (solo 27 jardines más ante el acelerado crecimiento de la matrícula).
En estos últimos 20 años, no se ha fortalecido al nivel inicial ni mejorado las condiciones laborales. En los jardines de la provincia de Córdoba, podemos ver:
Una maestra que trabaja sola en salas de 20 o 25 estudiantes de 3 y 4 años (muchos/as tienen 2 y 3 años hasta junio); sin maestra auxiliar o par pedagógico, algo indispensable en el trabajo con la primera infancia y que otras provincias del país, como Buenos Aires y CABA, implementan hace años. Una directora de jardín que trabaja sin equipo directivo (ni vicedirectora ni secretaria docente) en jardines que tienen 8, 10 o 12 salas. Las empresas de limpieza están menos horas de las que se necesitan. No existen maestras de música ni de educación física u otras áreas especiales, solo hay en algunos pocos. No hay equipos interdisciplinarios suficientes para acompañar la integración en condiciones de los niños y las niñas que tienen alguna discapacidad; las maestras que trabajan solas deben asumir también en soledad este trabajo.
En su mayoría, los jardines no reciben de parte del gobierno los materiales, elementos, libros, computadoras, etc., y no tienen los espacios suficientes para desarrollar el trabajo que se requiere. En la didáctica de la educación inicial, algunos de los pilares son: la globalización de los contenidos desde las áreas, a través de propuestas integrales de enseñanza; la multitarea y la simultaneidad a través de variados escenarios y materiales; el juego como contenido de amplio valor cultural y como derecho, a través de propuestas que incluyan la diversidad de oportunidades de espacios y tiempos de aprendizajes profundos. Todo esto implica tiempo de preparación y la necesidad de hacerlo en el marco de la integralidad que implica el trabajo con la primera infancia, lo que hoy no está garantizado.
Quienes participan del programa alimentario PAICor comen en las mismas salas donde se realiza el trabajo pedagógico y las docentes deben hacerse cargo del trabajo que implica la alimentación porque el personal del PAICor no es suficiente y en la mayoría de los jardines no hay comedores donde poder realizar esta tarea asistencial. Más que necesario en este contexto de casi el 40% de pobreza.
Una protesta con propuesta y no una demanda arbitraria
La lucha por el fortalecimiento del nivel inicial está inscripta en una genealogía enorme de reivindicaciones para garantizar la ampliación del derecho social a la educación desde la cuna y mejorar las condiciones del trabajo docente. Nuestro reclamo como docentes organizadas en el Colectivo de Educación Inicial no es solo por la hora institucional-pedagógica que ha sido arrebatada de forma inconsulta e intempestiva, y que es imprescindible para organizar la vida y la dinámica escolar. Tampoco es contra la extensión de jornada escolar en el nivel inicial, sino que demandamos por el fortalecimiento del nivel y la mejora de las condiciones de trabajo.
Las docentes del nivel inicial unidas gritamos a los cuatro vientos, como el niño de la historia que denunció la desnudez del rey: «¡Así no!». De manera arbitraria no puede hacerse la política pública, sin inversión genuina no hay transformación posible. Cubramos la desnudez con ropas sencillas, pero verdaderas, lo hagamos con una planificación política seria y de forma participativa, salgamos de la mentira de este “como si”.
Si durante el 2017 y 2018 este mismo gobierno de Córdoba implementó un programa piloto para la extensión de jornada escolar en 17 jardines de capital e interior, que implicó otorgar cargos de vicedirección y maestras de música y educación física en esos jardines, ¿cómo pretende volver a extender la jornada escolar sin garantizar al menos esas mínimas condiciones? Esto, a vistas de cualquier ciudadano/a, es un accionar contradictorio y controversial.
Es urgente la necesidad de que mejoren las condiciones habitables, que haya un espacio seguro, con condiciones edilicias adecuadas y servicios básicos como el gas; que se provea de materiales, libros, juegos, computadoras, conexiones de wifi reales, que se fortalezcan los equipos directivos y docentes incluyendo cargos de docentes auxiliares de salas, vicedirección, secretarías, maestras de áreas especiales (música, educación física, teatro, etc.), que se asegure el personal de limpieza suficiente para cada turno escolar, que se provea de equipos interdisciplinarios para el trabajo con las integraciones escolares, que se fortalezca el programa alimentario PAICor proveyendo alimentos dignos y personal suficiente para hacerse cargo de ese trabajo, y que se construyan los comedores suficientes que permitan separar las cuestiones pedagógicas de las alimentarias.
Las y los docentes del nivel inicial de Córdoba sostenemos las reivindicaciones pedagógicas, didácticas, políticas y laborales que nos permitan garantizar el derecho inalienable a la educación desde edades tempranas, en condiciones dignas y de igualdad para todos los niños y todas las niñas de nuestra provincia. Sabemos que no se puede hacer todo junto y de golpe, pero también sabemos que la deuda interna con la educación inicial en Córdoba es grande y la desnudez se ve por todos lados.
*Por Liliana Simari para La tinta / Imagen de portada: Colectivo Educación Inicial.