Caracterización y mapeo de la Región Alimentaria de Córdoba
Córdoba viene sufriendo una acelerada pérdida del área de abastecimiento de alimentos de proximidad del mayor conglomerado urbano de la provincia. A principios de mes, el Observatorio de la Agricultura Urbana, Periurbana y de la Agroecología (O-AUPA) presentó un informe -realizado junto a sus redes de cooperación- que muestra los resultados de la investigación socio-productiva y de salud realizada en la Región Agro-alimentaria de Córdoba (RAC). En esta nota, hablamos con parte del equipo para conocer más sobre la publicación y los aportes en relación a un trabajo que va más allá y aborda salud y géneros.
Por Redacción La tinta
“Este proyecto representa una iniciativa pionera desde organismos del Estado, al integrar aspectos vinculados a la salud en el marco del trabajo, lo que permitió identificar riesgos y daños percibidos por trabajadorxs asociados al uso de plaguicidas en el contexto de vida y trabajo. Brinda así valiosas oportunidades para identificar, junto a los actores directamente involucrados, instancias de prevención y cuidados de la salud, así como construir una agenda de trabajo intersectorial acorde a las problemáticas más críticas”, dicen con claridad lxs investigadorxs.
El equipo, dirigido por Beatriz Giobellina, está conformado por Victoria Marinelli, Damián Lobos, Mariana Eandi, Catalina Bisio, Mariana Butinof, Luis Narmona y Melisa Romero Asís, pero desde el comienzo de la charla hacen hincapié en la importancia del trabajo en redes que tuvo la investigación.
Producción frutihortícola en la Región Alimentaria de Córdoba. Caracterización y mapeo 2018-2020 es un documento que puede descargarse libremente y que busca responder a preguntas tan importantes y básicas como: ¿cuál es el área productiva real en operación del Cinturón Verde de Córdoba y de su nueva o antigua área de producción metropolitana? ¿Quiénes son lxs productores que nos alimentan y cuál es su realidad en cuanto a producción, a hábitat, a organización de trabajo? ¿Cuántas unidades productivas quedan y cuáles son sus características? ¿Dónde están? ¿Qué se produce? ¿Cuáles son las condiciones de salud respecto a los agroquímicos? ¿Cuál es la situación de las mujeres?
Como publicó la Revista Internos -en un artículo de la semana pasada sobre este mismo documento-, la superficie hortícola de la provincia de Córdoba se redujo un 33,5 por ciento entre 2002 y 2018, según lo indican los reportes censales. Los últimos trabajos de teledetección confirmaron una pérdida del 74 por ciento de la superficie entre 1988 y 2019. “A la desaparición de unidades productivas, se suma la profundización de la tendencia de deslocalización de las explotaciones desde el periurbano cercano a la capital hacia nuevos territorios alejados del anillo capitalino en busca de suelo fértil y agua”, apuntan en la nota.
Hay mucho para mirar en el documento. Hay mucho para aprender. En La tinta, hablamos con algunxs integrantes del equipo para conocer más sobre el trabajo publicado.
—¿Cuál es la importancia o el aporte principal de la investigación?
—Damián Lobos (DM): Dos novedades consideramos relevantes de este trabajo. En primer término, el esfuerzo de construcción de un abordaje territorial para abordar un relevamiento estadístico, el cual redundó en la creación del concepto de “región alimentaria”. Por otro lado, pero relacionado a lo anterior, la incorporación al proceso total de trabajo de información geo-referenciada.
La producción de alimentos frescos en el territorio periurbano con riego superficial de Córdoba ha sufrido una importante serie de transformaciones, tanto sectoriales (cambios en los procesos de trabajo, tecnologías y patrones de consumos) como extra-sectoriales (presión inmobiliaria sobre el territorio), sobre los cuales se carecía de información estructural precisa, dado que el único relevamiento específico data de la década de 1980 y la información general de los censos agropecuarios de 2008 y 2018 es poco confiable y limitada debido a cuestiones políticas y a malas decisiones técnicas y metodológicas.
En este sentido, y asumiendo a la cuestión alimentaria como uno de los principales desafíos de la coyuntura, la publicación de los resultados de esta investigación procura aportar lecturas propias sobre el territorio y un importante acervo de datos primarios para su valorización, reflexión e intervención, con miras a la mejora en las condiciones de vida y producción de los hogares trabajadores y de la calidad alimentaria de la población en general. Para este objetivo, se trabajó de forma interdisciplinaria e interinstitucional a lo largo de un ciclo de cuatro años.
—En las reflexiones finales, desde el equipo aportan en relación a la mano de obra y la situación de las mujeres. ¿Nos amplían un poco sobre esto?
—DL: Al cuestionario se le agregó una sección especialmente dedicada a indagar sobre mano de obra, lo cual también implicó una novedad en los relevamientos de este tipo. Observando la composición de la mano de obra del sector frutihortícola, existe una convivencia entre trabajo doméstico o familiar no asalariado con trabajadorxs tercerizadxs en modalidad de mediería.
En menor medida, y principalmente presente en las explotaciones extensivas paperas, existe un uso corriente del trabajo asalariado permanente del estacional en períodos de cosecha (golondrina). En todos los casos, la no registración formal y la discriminación racializada hacia los/as trabajadores/as de origen boliviano son aspectos estructurantes de las relaciones laborales frutihortícolas. Además, también en todos los casos, la participación de las mujeres en el proceso productivo se encuentra principalmente circunscripta como mano de obra familiar no asalariada, pero solo en el 8 por ciento de los casos siendo jefas de explotación.
De allí es que planteamos que existe no solo la común situación de sobrecarga de trabajo productivo y reproductivo en las mujeres, sino que, en lo que respecta a las labores productivas en los hogares de trabajadores y de pequeños y medianos productores hortícolas, los roles feminizados se ven subordinados a las relaciones domésticas.
—Dicen: “La consideración de la salud humana ha sido largamente excluida de los abordajes tradicionales de los procesos productivos agrícolas, siendo un aspecto inherente de los mismos desde una perspectiva integral”. ¿Por qué y cómo eligen animarse e incluir la temática?
—Mariana Eandi (ME): El conocimiento generado en torno a la producción agrícola y la salud humana es abundante. El equipo de investigadorxs de la FCM-UNC, que integra este gran equipo interdisciplinario, ha generado conocimiento en torno a la salud, la exposición a plaguicidas y los cuidados en trabajadores agrícolas, tanto intensivos como extensivos, desde hace más de 10 años. Esto nos permitió conocer que aún más valioso es el conocimiento transdisciplinario y nos “animó” a pensar, desde los procesos productivos, los procesos de salud-enfermedad y prevención.
El gran equipo integrado por profesionales de varias instituciones que compartió esta investigación, de la cual surge este material, comenzó a interactuar en proyectos y actividades conjuntas desde hace varios años y seguimos en este proceso juntos, pensando nuevos abordajes para generar conocimiento útil para quienes deben tomar las decisiones en estos contextos.
*Por Redacción La tinta