“Sin salario, no hay salud, para nosotros también es igual”
Trabajadores del Sanatorio Aconcagua, en el barrio de Nueva Córdoba, llevan tres semanas en asamblea permanente. Reclaman por la incertidumbre sobre sus salarios y aguinaldos que, en muchos casos, están cobrando en cuotas.
Por María Eugenia Boito y Federico Rava para La tinta
Algunos trabajadores estatales retornamos a la presencialidad hace unas semanas. Presencialidad programada, con aforos y protocolos. El edificio cuyo primer piso ocupa el IECET (Instituto de Estudios en Comunicación, Expresión y Tecnologías, CONICET y UNC) estuvo cerrado desde el 20 de marzo de 2020 hasta fines de setiembre de 2021. Un año y medio. Cuando retornamos, todos los días de 13:30 a 14:30 horas, hay trabajadores de salud del Sanatorio Aconcagua que manifiestan en la puerta de su lugar de trabajo.
Encima, la cuadra está en obras: edificios en construcción que no detienen su marcha, calles que se asfaltan una y otra vez. Los manifestantes no se encuentran o cruzan con los transeúntes y autos que habitualmente marcan el ritmo de la calle Rondeau. El ruido de las más diversas máquinas (excavadoras, sierras, mezcladoras) se superponen con los cánticos y las intervenciones de los trabajadores en protesta.
Hoy, están en conciliación obligatoria. Según señala Elena, una de las manifestantes, durante toda la pandemia, el pago se caracterizó por la incertidumbre: cuándo, cuánto, qué porcentaje del salario y del aguinaldo iban a encontrar en la cuenta/sueldo. Aguinaldo en cuotas, sueldo en cuotas.
Elena pide disculpas a familiares y pacientes; pero afirma que ya no se aguanta más. Tres semanas de asambleas permanentes. Hay mujeres. Mujeres que son quienes tienen a su cargo hijos e hijas, personas a su cuidado y muchas están solas. Lo que están solicitando es que se pague lo que corresponde, en tiempo y forma, lo que está establecido en el convenio.
ATP (Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción) primero y Repro (Programa de Recuperación Productiva) después; sin embargo, los sueldos no se pagan en tiempo y forma. “Lamentablemente, después de poner el cuerpo, el alma, acá, durante la pandemia, no es justo que se nos pague de esta manera”, afirma.
Los grandes medios no hicieron referencia a esta situación de conflicto. Según cuenta Elena, los dueños de este Sanatorio son dueños también del Santo Tomás y la Clínica Chutro. Es decir, de otros centros de salud donde, dicen, también hay protestas por la existencia de situaciones homólogas en cuanto a las demoras e incertidumbres sobre los pagos. Pero esta situación recurrente en diversos centros de salud, ¿no es un tópico de tanto interés en plena pandemia como ahora?
“Sin salario, no hay salud, para nosotros también es igual”, dice Elena. Y la salud también tiene que ver, en función de lo que dice, con que la ciudadanía sepa, se entere, se informe de lo que ocurre. Los trabajadores necesitan que su protesta pueda ser escuchada, llegar y ser resuelta en las instancias ministeriales de la provincia. A pesar del ruido de las máquinas que no paran y de las calles intransitadas por el nuevo asfalto que se hace en Nueva Córdoba y falta en los barrios, la lucha de los y las trabajadores de salud hacen saltar los círculos de encierro en los que ya estábamos antes de la pandemia. Cada uno cada vez más separado del tejido social; trama vital que es la que permite estar de pie, sostenerse y luchar.
*Por María Eugenia Boito y Federico Rava para La tinta / Imagen de portada: A/D.