Episodios de una pandemia inconmensurable: desde lejos no se ve
¿Cómo contar lo que pasa mientras pasa? Haciendo un sutil ejercicio del “contame”, “te escucho” y “te comprendo”, un proyecto de investigación busca construir narrativas colectivas sobre las experiencias de atención, cuidado y autocuidado -a partir del análisis de los relatos singulares de quienes trabajan en las instituciones públicas de salud-. En esta nota, la psicóloga, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNC, Jaschele Burijovich, analiza el tono discursivo del Gobierno de Córdoba en relación a la pandemia y retoma algunos testimonios de trabajadorxs de la salud en clave de la incertidumbre radical que vivimos.
Por Jaschele Burijovich para La tinta
“No seamos charlatanes y digamos con franqueza que en este mundo no se entiende nada.
Sólo los charlatanes y los imbéciles creen comprenderlo todo”.
Anton Chejov
Las narrativas colectivas de la pandemia
El proyecto de investigación que estamos desarrollando tiene por objetivo aportar a la construcción de narrativas colectivas sobre las experiencias de atención, cuidado y autocuidado, a partir del análisis de los relatos singulares de quienes trabajan en las instituciones públicas de salud. Para conocer la catástrofe que nos atraviesa desde las experiencias que nos comparten los/as trabajadores/as del sector público de salud de Córdoba, la pregunta es: ¿Cómo contar lo que pasa mientras pasa? Haciendo un sutil ejercicio del “contame”, “te escucho” y “te comprendo”, con la convicción de que los hechos hacen sentido al ser contados.
La idea es documentar esas experiencias desde la perspectiva del “sufrimiento de los seres comunes” (parafraseando a Guillermo Saccomano), las personas que están atravesando en las instituciones de salud estos meses repletos de incertidumbre, pero también de solidaridades, inteligencia compartida y acción colectiva.
Abrimos un espacio para que nos cuenten cómo están experimentando estos procesos. Cada quien vive y afronta la pandemia de diferentes maneras, incluso dentro de un mismo lugar de trabajo. En nuestra investigación, queremos escuchar a todas esas voces, aprehendiendo la incidencia de lo colectivo en lo individual, el diálogo entre el pasado y el presente, la intersección de los proyectos personales con las circunstancias que le tocaron vivir.
La “historia oficial” de la pandemia en Córdoba
Las narrativas construidas desde los gobiernos tienen la capacidad de influir en cómo se perciben los hechos. Los relatos acerca de los problemas y de sus posibles soluciones son construcciones e interpretaciones que inciden en las decisiones, en la formulación de las políticas públicas y en los comportamientos y valoraciones de los/as ciudadanos/as.
La situación de pandemia impuesta por el COVID-19 no constituye una excepción. Hay una narrativa construida desde el gobierno de la provincia de Córdoba que traza una agenda, define de una manera particular los problemas, impone un programa de actuación y planes de acción, y enuncia evaluaciones sobre los resultados conseguidos.
La narrativa oficial aparece basada en una racionalidad sanitaria y ofrece una imagen de control estricto sobre el sistema de salud. El principal eje sobre el que se articula es el reforzamiento de la infraestructura (camas de terapia, respiradores) y se sostiene en la capacidad y robustez del sistema público provincial. Se introduce a los/as expertos/as científicos como una manera de legitimar las políticas públicas en términos de una lógica tecnocrática.
Dentro del discurso gubernamental, también hay una apelación a la responsabilidad social y a una construcción de acuerdos políticos que contemplen las necesidades económicas de los distintos sectores.
En esta línea narrativa, pone de relieve las medidas sanitarias implementadas por el ejecutivo provincial de cara a la contención y atención del COVID-19: información sobre un nuevo virus, conformación de un órgano institucional específico con representación de los/as que saben, aislamiento para preparar al sistema de salud, sistema de salud fortalecido con camas de terapia intensiva y aparatología, con insumos suficientes, estrategias elaboradas con racionalidad sanitaria, control territorial (rastreo, detección, operativos, aislamiento), profesionales capacitados, sistema organizado, coordinación provincia-municipios de donde se sigue la proyección de una gestión oportuna, prolija y eficiente.
A la luz de esta trama argumental, se reafirma el “modelo cordobés” de afrontar la crisis. Un tono discursivo sostenido en el «todo bajo control» que contrasta fuertemente con los relatos de los/as trabajadores/as.
Desde cerca sí se ve
El trabajo de las y los trabajadores de la salud se ha visto transformado de manera sustancial. Esta transformación no ocurre libre de tensiones y contradicciones al interior de los propios equipos de salud, de estos en su relación con las/os usuarios y con las instancias superiores de gestión y toma de decisión.
La trabajadora social de un centro de salud relata: “Creo que el principal impacto que sentimos, al menos en el espacio donde estoy, en un centro de salud muy chiquito y con colegas que estaban en centros de salud similares, compartíamos un poco la sensación de que habíamos quedado solas en los centros de salud, habíamos quedado solos en los territorios. Posiblemente, otros espacios de salud hayan sentido lo mismo porque, de repente, se decreta la pandemia, las medidas de aislamiento, la gran mayoría de los espacios de trabajo empiezan a hacer teletrabajo, los y las colegas con los que articulamos habitualmente ya no estaban más ninguno en los espacios laborales”. Y agrega: “Nosotros, para poder responder a las demandas, necesitamos continuamente estar articulando con otros programas, con otros niveles del Estado, tanto municipal como provincial, como nacional, con organizaciones, es un trabajo de articulación continua. De repente, muchos espacios que recibían habitualmente demandas de las personas se encontraron cerrados y los únicos lugares a los que podían seguir yendo las personas a plantear lo que les iba pasando era a los centros de salud, más allá de las organizaciones comunitarias que también siempre estuvieron presentes”.
Se tomaron decisiones sin comunicar ni lograr consensos con los/as trabajadores/as. En algunos casos, se señala el caos y la improvisación. Una enfermera dice: “Muy vertical, sí. Sin consensos o acuerdos que podrían haber generado actividades un poquito más ordenadas”. Una médica agrega: “A ver… uno puede suponer determinados cambios en función de lo que sucede, pero esos cambios eran de un día para el otro, es decir, no había… tiene una dinámica propia que uno puede pensar que es de la misma situación epidemiológica, pero me parece que el nivel de organización desde la dirección ha sido escaso en cuanto a, de hoy para mañana, desarmar o dejar de hacer actividades sin informar sobre el momento, que implica cambiar de espacios físicos, implica dejar de atender un montón de cuestiones que se venían haciendo, pero siempre estuvo sumido todo esto en un caos que me parece que, las decisiones por lo que uno puede ver, no más que eso, una falta importante de comunicación hacia el hospital, hacia quienes lo componen, entonces, nos encontrábamos con que se vaciaba un piso. Pareciera que se marcha sobre la improvisación”.
Los/as trabajadores/as nos relatan sobre los protocolos elaborados por el COE provincial. Hay protocolos para médicos, administrativos, empleados de limpieza, etc., pero los mismos no eran adecuados porque desconocían en parte el funcionamiento de algunos hospitales como también la distribución de los espacios físicos. “En un momento, nosotros no sabíamos por dónde entrar o salir del hospital porque no estaba claro, porque había una forma de circular en el hospital, la cuestión era no encontrarse de frente con ningún compañero, pero teníamos distintos ingresos. Los administrativos entraban por un lado, los de limpieza entraban por otro, los médicos entraban por otro. Los médicos y limpieza que trabajan en las salas tienen que cambiarse, como los médicos, tienen que usar ambo y demás, pasan por un sector, marcan, bajan, buscan el ambo que les da el hospital, se cambian y vuelven, y van a su servicio y se ponen el otro traje. Entonces, los administrativos no hacíamos eso, las escaleras tenían una forma de circular y los ascensores también, vos veías las flechitas, pero no sabías quién tenía que pasar por acá, quién no, no había nada claro con eso”, explica la administrativa de un hospital.
Apertura de lugares de atención, aumento de camas sin contar con el equipo de salud necesario. “Bueno, en el invierno eso, primera vez del hospital colapsado y manotazos del gobierno de seguir abriendo lugares para atender cuando no había médicos para seguir atendiendo, no había plantel de enfermería para seguir sumando camas, pero hay que sumar camas (…) y, pero, ¿cómo vamos a hacer para atender a tantos pacientes cada uno?», dice una médica.
Frente a la “incertidumbre radical”
La pandemia ha requerido de medidas extraordinarias. Muchos autores/as la han encuadrado dentro de lo que los académicos/as llaman la “incertidumbre radical”. Es decir, es esta una situación tan compleja y desconocida que no se puede abordar solo con modelos conocidos del tipo de los modelos epidemiológicos y matemáticos.
En este contexto, Joan Subirats nos advierte sobre el error de muchas instituciones públicas que siguen tomando decisiones desde las jerarquías y no desde el análisis de los problemas. Si bien el sostener un control centralizado da mayor seguridad, por el análisis de las experiencias, no ha resultado lo más conveniente.
El enfoque racional de políticas públicas que mantiene la dicotomía entre política y administración (algunos pocos, los que “saben”, formulan y otros muchos, “los burócratas de calle”, ejecutan) no se comprueba en casi ningún abordaje de los problemas públicos. Aún menos en esta situación.
Acercar las decisiones allí donde se producen las mayores dificultades y se da la gestión directa de la pandemia, establecer mecanismos de “abajo hacia arriba”, cooperar y trabajar en red, extraer experiencia de los casos singulares, no homogeneizar las respuestas, menos prescripción y más comprensión, revalorizar la autonomía y, hasta en algunos casos, la desobediencia de los equipos de salud, en síntesis, mirar y actuar con cercanía. En estos casos “desde cerca se ve y se ve y actúa mejor”.
*Por Jaschele Burijovich para La tinta / Imagen de portada: Chaco día por día.