Avanza la campaña «¡Con nuestro pan no!», que rechaza el uso del trigo transgénico HB4
Se trata de una campaña iniciada en octubre del año pasado, luego de que la Secretaría de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca aprobara con la Resolución 41/2020 el uso del trigo transgénico HB4, que es resistente a la sequía y tolerante al herbicida glufosinato de amonio. Al día de hoy, se sumaron a la iniciativa una gran cantidad de grupos de investigación, organismos de derechos humanos, organizaciones y asambleas ambientalistas, ecologistas, agroecológicas, sociales y pueblos fumigados con agrotóxicos de Argentina y otros países de la región. Rechazan el uso del trigo HB4 porque sostienen que multiplicará el consumo de agrotóxicos, que el herbicida al que es tolerante el trigo aprobado es más tóxico que el glifosato, que expondrá a la población a fumigaciones con agrotóxicos todo el año, que el nuevo veneno estará presente en el pan de cada día, que contaminará todos los trigos y que promueve los monocultivos, que degradan los ecosistemas y la soberanía alimentaria, además de constituir «una entrega a los capitales transnacionales», entre otros argumentos. En este marco, la Campaña #ChauHavanna envió una carta a los directivos de la empresa Havanna para que den marcha atrás con el acuerdo con Bioceres para usar el nuevo trigo en sus alfajores.
Por ANRed
La iniciativa «¡Con nuestro pan no!» fue lanzada el 15 de octubre del año pasado por Biodiversidad, luego de que la Secretaría de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca aprobara con la Resolución 41/2020 el uso del trigo transgénico HB4, que es resistente a la sequía y tolerante al herbicida glufosinato de amonio.
Al día de hoy, se sumaron a la iniciativa una gran cantidad de grupos de investigación, organismos de derechos humanos, organizaciones y asambleas ambientalistas, ecologistas, agroecológicas, sociales y pueblos fumigados con agrotóxicos de Argentina y otros países de la región.
«El gobierno argentino acaba de aprobar el primer trigo transgénico del mundo y está listo para impulsar su cultivo masivo (sujeto a que Brasil lo acepte, al ser el primer receptor de las exportaciones argentinas de trigo)», comienza el petitorio de la campaña. El trigo transgénico autorizado es denominado HB4 (trigo IND-ØØ412-7) y presenta dos características: resistencia a la sequía y tolerancia al herbicida glufosinato de amonio. Fue autorizado por la Resolución 41/2020 del 7 de octubre de la Secretaría de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, publicada en el Boletín Oficial el 9 de octubre. Esta autorización significa un avance del agronegocio sobre la alimentación de nuestros pueblos y sobre nuestra agricultura que no podemos aceptar y que nos obliga a denunciarla y resistirla por todas las vías posibles. Por este motivo, exigimos al gobierno nacional que dé marcha atrás con esta medida autoritaria que sólo puede explicarse por la sumisión a los intereses corporativos.
Rechazan el uso del trigo HB4 porque consideran que «los transgénicos con tolerancia a herbicidas multiplican el consumo de herbicidas, ya que esa es la razón para la que se han desarrollado». Como prueba de ello, detallan: «El uso de agrotóxicos se ha incrementado exponencialmente desde la introducción de cultivos transgénicos, lo que demuestra la falsedad del discurso con que se impusieron. En Argentina, ya se usan más de 525 millones de litros de agrotóxicos por año, de este modo, esta nueva autorización implicará aumentar aún más la utilización de estos compuestos altamente nocivos para la salud». También, consideran que «el glufosinato de amonio es un herbicida más tóxico aún que el glifosato y está ampliamente cuestionado y prohibido en muchos países por su alta toxicidad aguda y sus efectos teratogénicos, neurotóxicos, genotóxicos y alteradores de la colinesterasa».
Además, señalan que como «el trigo es un cultivo de invierno, hasta ahora, las fumigaciones masivas con agrotóxicos se circunscribían a las temporadas de primavera y verano», con lo que su uso «expondrá a la población a fumigaciones con agrotóxicos todo el año». En ese sentido, como «el trigo es la base de la alimentación de las argentinas y los argentinos, y de una parte muy importante de la humanidad», porque «con él se elabora el pan y gran parte de nuestras comidas que están basadas en sus harinas (otros panificados, empanadas, pizzas, pastas, tartas, entre otras)», el «veneno estará presente en el pan de cada día». Incluso, remarcan que el nuevo trigo «contaminará todos los trigos», porque se autofecunda en un gran porcentaje, pero también se cruza con cultivos de cercanía, como sucede también con la soja, donde «los datos científicos hablan de cruzamientos de entre 1 y el 14%».
Otro motivo importante que sustenta el rechazo al uso de este trigo es que «se ha desarrollado para seguir aplicando un paquete tecnológico (siembra directa y uso intensivo de agrotóxicos) que ya ha demostrado los daños que ha producido y que necesita ser replanteado de manera absoluta», remarcan. En ese sentido, las organizaciones firmantes consideran que «se hace uso de un fenómeno climático extremo, la sequía, como un argumento falaz para introducir una tecnología de dudosa eficacia», que además consideran que es «parte de la destrucción del sistema de ciencia y técnica que dicen defender».
«No queremos consumir alimentos transgénicos», destacan también y agregan: «En Argentina, no hay etiquetado de transgénicos. Las empresas del agronegocio y las procesadoras tienen muy claro que el pueblo argentino no los quiere, no los elige, y por eso no permiten que se etiqueten los alimentos con transgénicos. Por lo tanto, nada nos garantiza que el pan que comamos sea igual en sus características y el impacto en nuestro organismo que el de un pan hecho con un trigo convencional». En esa misma línea, además, rechazan que «las autorizaciones no nacen de sectores independientes de los sectores corporativos».
Así mismo, sostienen que «los transgénicos promueven los monocultivos y estos degradan los ecosistemas y la soberanía alimentaria». Incluso, consideran que «es imposible no considerar que las sequías que están azotando la región son justamente producto del modelo de agricultura impuesto».
Otro argumento fuerte que sostienen para rechazar el uso del trigo HB4 es que «el trigo transgénico ya fue rechazado en el mundo», además de que «la intención de las transnacionales» con este negocio es la de «imponer su ley de semillas». Incluso, señalan que «aumentarán aún más las malezas tolerantes y resistentes a agrotóxicos», que «no se adecuaron los procedimientos de aprobación de transgénicos a lo recomendado por la Auditoría General de la Nación, siendo la aprobación nula», que tampoco «se garantizó la participación ciudadana en el proceso de aprobación de este evento transgénico», que «la autorización va en contra de las recomendaciones de los órganos internacionales de protección de los derechos humanos a nuestro país», que «la autorización torna inviable la agroecología y la agricultura orgánica que el gobierno nacional dice querer fomentar», que «el mercado comercial de trigo sufrirá un impacto negativo» y que «aunque el evento tenga un origen nacional, constituye una entrega a los capitales transnacionales», finaliza el petitorio, que puede leerse completo aquí.
Carta abierta a Havanna: «Los y las consumidores de toda la vida del alfajor con dulce de leche que ustedes producen les decimos que por acá no es el camino»
En este marco, luego de que se viralizara en redes sociales la Campaña #ChauHavanna reclamando a la emblemática empresa argentina de alfajores que dé marcha atrás con el acuerdo con la empresa Bioceres para utilizar el trigo HB4 en sus alfajores, y de que la empresa se despegara públicamente de Bioceres, aunque sin aclarar si puso fin definitivo al acuerdo o no, desde la misma campaña elaboraron una carta abierta a Havanna.
«Después de una semana de que la campaña #ChauHavanna sea conversación en redes sociales, medios y mesas argentinas, queremos acercarles una reflexión. Compartimos el contexto global con ustedes: estamos en emergencia climática y ecológica, y el sistema agroalimentario debe rediseñarse a este contexto. Están en lo correcto cuando dicen que la ciudadanía demanda, cada vez más, alimentos que consideren prácticas amigables y regenerativas con el ambiente. ¡Acá estamos!», comienza la carta y continúa: «Ahora, si su preocupación realmente es esta, lamentamos decirles que la evidencia empírica en nuestro país demuestra que los transgénicos con tolerancia a plaguicidas no son la solución. Desde que apareció en 1996 la soja transgénica tolerante al Glifosato y posteriormente el maíz transgénico, el consumo de plaguicidas pasó de 30 millones de litros a 500 millones de litros en la actualidad. A su vez, se deforestaron más de 10 millones de hectáreas de bosque nativo».
«Queridos productores del alfajor insignia de nuestro país, los y las ciudadanas, los y las consumidores de toda la vida del alfajor con dulce de leche que ustedes producen, les decimos que por acá no es el camino –remarcan en la carta– Pero no se preocupen. Hay otro camino posible y factible. Un sistema de producción que regenera y capta carbono en los suelos, que no usa plaguicidas y que produce alimentos saludables y nutritivos: la agroecología. Les preguntamos entonces: si están realmente preocupados por el ambiente, en vez de promover un trigo tolerante al glufosinato de amonio que nadie quiere, ¿por qué no promueven el cultivo de un trigo sin plaguicidas, como vienen demostrando miles de agricultores agroecológicos en Argentina y en el mundo?», le preguntan a la empresa Havanna.
En ese sentido, le señalan a la empresa que hay ejemplos y opciones exitosas alternativas al uso de transgénicos: «Hay muchas historias exitosas de productores y productoras de trigo agroecológico en nuestro país que esperemos les ayuden a reconsiderar esta decisión. El Inta Barrow demostró que el trigo es rentable en el modelo agroecológico. Lo mismo viene demostrando el INTA Oliveros. En el municipio de Guaminí, se cultivan más de 5.000 hectáreas de cultivos agroecológicos, en donde el trigo agroecológico es molido en harina para el pueblo. Por toda la Argentina, son cientos de agricultores y agricultoras que cultivan trigo siguiendo los principios agroecológicos sin usar plaguicidas y recuperando la fertilidad del suelo (siendo más resilientes a las sequías). Les compartimos algunos: Trigo Limpio – Don Paisa – Rama Negra – P.A.C.A. – Monte Callado – La Permanencia – Fincas El Paraíso – La Pachita – Campo Claro – El Roble – Sentido Común – Bapan – La Florinda – Molino Mayal. Esperamos que vuelvan para atrás con su acuerdo con Bioceres», finaliza la carta dedicada a la empresa Havanna, que se puede firmar aquí.
*Por ANRed / Imagen de portada: Jason Alden/Bloomberg.