Córdoba pandémica: foto de un colapso sanitario
Último día de mayo y el invierno aún no comienza, pero el frío anticipa su llegada. Es preocupante el escenario en el corto plazo porque, en este momento, mientras estás leyendo esto, el sistema de salud en toda la provincia está colapsado y se levantaron las restricciones. Bienvenidxs al corazón del cordobesismo, una foto actual que reedita los años de desidia. Y ahora, una explícita gestión de la necropolítica. Esta es una nota polifónica de quienes están en la primera línea de salud.
Por Redacción La tinta
Los números no dejan lugar a dudas respecto de la gravedad de la situación. El sábado, el periodista y compañero Gregorio Tatián hizo el siguiente relevamiento:
Hospital de Niñxs: como la ocupación llegó al 100%, sacaron un tabique que dividía la sala 500 de COVID y la sala no COVID para agregar más camas. Pero el personal es el mismo y está agotado. Tienen internadxs niñxs de hasta un mes de vida.
Rawson: 100% de ocupación. Son 87 camas. 47 con ARM (asistencia respiratoria mecánica). La mediana de edad de lxs pacientes es 47 años. Una buena: todavía puede atender pacientes graves en los dos shock room.
Modular: todas las camas operativas están ocupadas. Se habilitarían más la semana próxima, pero hoy están al 100%.
Tránsito Cáceres y Misericordia: 100% de ocupación. Hace unos días, un paciente en sala de espera tuvo un paro. Como no había camas, lo atendieron en el pasillo. Murió ahí.
Unquillo, Alta Gracia, Villa Dolores, Mina Clavero y Villa María: sin camas.
Domingo Funes: sin camas. En el modular, si se liberan camas, la atención es complicada porque no tienen oxígeno central y los respiradores solo funcionan con los tanques llenos. Cosa que no ocurre siempre. Han llegado a «pasear» pacientes en ambulancia para que tengan oxígeno ahí.
Río Cuarto: tuvieron que poner más camas en pasillos. Refuncionalizaron de apuro salas comunes para poner oxígeno. Armaron una carpa con 40 camas afuera. Sin contratar más personal. Dieron la orden de que lxs médicxs de todas las especialidades pasen a atender COVID. O sea: oftalmólogxs haciendo de terapistas COVID.
La seguidilla de récord de casos de la semana pasada, con informes de personas infectadas que llegan a los 4.800, ilustra el panorama y se esperan 7 mil casos diarios en 10 días. El personal de salud está agotado. Grita en radios, redes y programas de TV: no hay camas, no hay respiradores, está colapsado el sistema. Sin embargo, el Estado provincial no se hace eco de estas demandas. ¿A quién escucha Schiaretti y todo su gabinete cuando dispone las nuevas medidas? ¿Es el falso dilema de la economía o la salud que sigue instalado y brotando de las napas de la desinformación que presiona hasta tensar estos límites?
Dejar morir o que mueran lxs que tengan que morir: la necropolítica que tiene en la base un negacionismo propalado por un aparato mediático cómplice. Hablamos de la muerte. Y de las vidas, que para algunxs, merecen ser vividas. Un discurso neoliberal con tintes de ultraderecha atraviesa los sentidos comunes, arrebata los afectos y entumece la empatía.
Llevamos un año de pandemia y lejos quedaron los aplausos y las palabras de agradecimiento para el personal de salud, cuando la malintencionada disyuntiva de libertad individual se impone de manera egoísta, negando o desacreditando lo que vivimos: récord de casos y el peor momento desde que comenzó la pandemia, aún con un plan de vacunación que avanza. Somos la peor realidad en el país, los peores números, las peores estadísticas que tienen nombres y familias. En esta nota, hacemos una foto con una polifonía de las voces de quienes están desde adentro y nos relatan cómo se encuentra actualmente el sistema de salud de la ciudad y la provincia.
Hugo Roland, encargado del Centro de COVID de DASPU -y ex director del Hospital Rawson-, dijo el viernes en Mira Quien Habla, programa matutino de la FM 102.3, que: “El momento es dramático. Hay un alto índice de transmisión comunitaria y el sistema de salud está desbordado. Las medidas de prevención de la transmisión deben ser más estrictas que nunca. La única variable que puede darnos un futuro es que disminuya el número de casos. Una transmisión comunitaria explosiva como la actual trae el fantasma de que aparezcan variantes propias. Porque el virus, en la medida que se multiplica, va mutando y muchas de las mutaciones -o algunas de estas- pueden resultar resistentes a las vacunas. Acá no ha habido prevención de la transmisión hace bastante y sobre todo en Córdoba, donde no ha habido ninguna medida para prevenir. Ahora estamos sufriendo las consecuencias”.
El COVID avanzó en las infancias: la dura realidad del Hospital de Niñxs
Yamila Sierra es enfermera de la Unidad de Terapia Intensiva Coronaria del Hospital de Niñxs de Córdoba y delegada de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE). En una entrevista para la FM 102.3, Sierra especificó la crítica situación del nosocomio: vaciamiento institucional, falta de insumos y hasta de colchones, personal sin vacaciones desde el 2019, que trabajan pese a sus comorbilidades y con un maltrato continuo. “Es muy preocupante porque la infraestructura del Hospital de Niñxs no permite un adecuado distanciamiento para que haya tantos pacientes, la circulación desregulada de padres y madres, y la falta de personal”, aseguró Yamila.
Estela Giménez, de la Unión de Trabajadores de la Salud (UTS) y enfermera en el Hospital contó a La tinta que, ante la alta demanda por niñxs COVID positivos que requieren internación, tuvieron que duplicar las camas y, para ello, derribaron el tabique que dividía la 500 (covitera) de la 500 anexo (quirúrgicos) para tener más habitaciones disponibles para COVID pediátricos graves y moderados. “La provincia les dice leves, pero, desde el momento que requieren apoyo de oxígeno u otro tratamiento para poder transitar la enfermedad, no tienen nada de leves. Basta con recurrir a los libros de ingresos de guardia y a las estadísticas del Hospital para ver que desde marzo -coincidente con el inicio de clases- las consultas respiratorias se triplicaron llegando a superar las 300 por día, dando más del 50% de los hisopados positivos. Era esperable que también a esa velocidad aumente la cantidad de pacientes que requieren atención y más del 50% no tenían patologías prevalentes, es decir, eran previamente sanos”, explica Estela.
“Nos falta personal, la demanda aumenta a pasos agigantados y reinician las clases presenciales: ¿qué espera Córdoba para tomar conciencia de la tremenda situación que estamos atravesando? ¿Necesitamos apilar cadáveres de niñxs para entender que en esta pandemia, si no hacemos bien las cosas, perdemos todxs? Lxs trabajadorxs de la salud somos pocxs para tremenda demanda y estamos agotadxs físicamente, quebradxs a nivel emocional y anímico. Somos pobres. Es hora de que el Gobierno de la provincia y la sociedad entiendan que no podemos más. Seguir de este modo solo hará que la pandemia nos lleve puestxs a todxs”, enfatiza Giménez, Secretaria Adjunta de UTS, quien hoy enfrenta un juicio, ya que el gobierno provincial pidió su desafuero.
Desde el corazón de una UTI COVID
Conversamos con un médico terapista de zona COVID de un hospital público del Polo sanitario. El relato es desde el mismísimo interior de la terapia intensiva. “La situación es la siguiente: está colapsado el sistema sanitario, no hay camas, sacás a un paciente porque murió o lx pasás a sala común, trabajamos a cama caliente, no pasan ni 5 minutos que ya tenés otrx paciente. La guardia está colapsada, también los pisos de sala común. La mayoría de lxs pacientes son jóvenes, menores de 50 años, entre 30 y 50, que son las personas activas que están trabajando, que usan el transporte público, al que no le queda otra que estar moviéndose. Muchas de estas personas están teniendo complicaciones graves con neumonías bilaterales, la mayoría están intubadas y muchas veces no responden a los tratamientos. Lamentablemente, veo muchos fallecimientos y acá hay una cuestión emocional: unx se ve reconocidx ahí, en esxs jóvenes, y a la vez, la tristeza de dar los informes a familias que están perdiendo a sus hijxs, gente de 33 o 36 años. O cuando tenés que decirles que su hijx está por morir. U otras situaciones con otros contextos sociales, parejas separadas y quedan chicxs solxs, porque muchas veces está toda la familia internada y le tenés que dar el informe a un chico de 18 años, diciéndole que su padre o madre están graves, y están solxs. El panorama es feo y desalentador”, relata el médico.
También nos cuenta que el personal de salud está agotado, no es que falten ganas, es cansancio y agotamiento. “Independientemente de la posición que tengas con respecto al Gobierno, la realidad es que no hay disposición para tomar medidas que contengan la dispersión y propagación. El peligro en esta situación colapsada es que no hay más personas por una cuestión lógica: el año pasado, contrataron personas que después mandaron a su casa, le dieron de baja los contratos que eran precarizados y ahora, cuando salen a buscar, nadie quiere ir a trabajar al hospital en las condiciones de contratación y paga miserable”.
En este nosocomio, a diferencia del Hospital de Niñxs, sí hay estructura, pero no hay personal: “Hay camas, colchones para abrir nuevos módulos, pero no se pueden abrir porque no hay personal que atienda, se necesita personal de medicina, enfermería, kinesiología, farmacia y limpieza. Si no amplían el personal, no se puede. Ahora tratan de sacar residentes de tercero y cuarto año, y trasladarlos a zonas COVID, y esto es complicado porque desabastecés el lugar de origen donde estaban y además son la mano de obra barata. Las guardias terminan agotadas y las terapias colapsadas. No solamente está colapsada la parte COVID, sino también la de patologías prevalentes. No hay disponibilidad de camas para nada, es clara la urgencia de poner más personal para poder llenar los espacios vacíos estructurales. Desde el Estado Provincial, creen que tenemos superpoderes y nos podemos dividir en dos y hacer todo, no se puede más así”, asegura el doctor.
Acompañar, cuidarse, acompañar
Cuando a alguien del entorno cercano le diagnostican coronavirus, no todo el mundo se arriesga a poner el cuerpo: acompañar, ir a buscar, usar el auto, estar en la sala de espera. Quienes contraen el virus, muchas veces, no pueden ni levantarse de la cama, el cuerpo duele, la falta de oxígeno viene con la correlativa de miedo. Acompañar es toda una odisea, porque quienes cuidan deben cuidarse también y porque ahora, además, no conseguís cama.
Nadya Scherbovsky, médica e integrante del Encuentro de Organizaciones, relata en primera persona su experiencia. «¿Sentís mucha molestia?, le dije, y Ana respondió: ‘Sí, no puedo respirar’. Salimos corriendo para su casa. El COE debía haberle hecho seguimiento telefónico hacía dos días, pero no sucedió. Hicimos el reclamo y nada. Volvimos a llamar: una ambulancia necesitamos. Nos respondieron que en 3 o 4 horas llegaría. Ana necesitaba atención inmediata. Decidimos trasladarla en auto a un hospital, el miedo nos tomó por asalto pensando cómo haríamos para cuidarnos todxs en el hospital. Lxs hijxs de Ana estaban atentxs, hubo un abrazo cuando se despidieron que nunca olvidaré, con los ojos llenos de lágrimas. Llegamos al Rawson, Ana ya casi no podía respirar y volaba de fiebre. En la secretaría, una señora hizo todo lo posible para que no quedara registrada, porque tenía obra social, mientras Ana aclaraba: ‘No la tengo dada de alta’, nunca la usé, es por el monotributo. Le respondieron: ́Si se tiene que internar, no va a ser acá´, y bajo esas amenazas, esperamos como 1 hora y media. Llegaban más personas, el ambiente se iba poniendo cada vez más tenso. El miedo, la incertidumbre. Salió llorando una familiar, murió un señor. Nos miramos y más desesperación. Y de pronto, una indicación médica: ´Tendrías que quedar internada, pero no hay cama, vení el lunes a las 10 y me buscas a mí, ¿entendiste?”.
El relato de Nadya nos pone la piel de gallina, toca las fibras de quienes hemos pasado por esa situación: cuidar y cuidarse. Nadya, compañera tintera, continúa: “Con la radiografía en mano, nos dijeron: ´Está muy jodida, tiene riesgo de empeorar. Todxs llegan así, yo tengo mucho miedo, el año pasado era distinto, ahora sí creo que nos podemos contagiar y las jóvenes somos las que más estamos padeciendo estas complicaciones ́. Volvemos a casa. Prendemos una velita. Once días de incertidumbre. Ella cocina en el comedor barrial para 300 vecinxs todos los días. Ana ya está en su casa, cocinando como siempre”, concluye.
La atención primaria de la salud en la ciudad de Córdoba
Conversamos con una médica que trabaja en un Centro de Salud municipal para conocer la parte de la foto de los barrios y en el primer nivel de atención, quien nos cuenta que han trabajado con “total normalidad” desde que comenzó la pandemia. Detalla que los programas de asistencia y de entrega de insumos -entrega de leche, control de niñx sano, el programa de salud sexual y reproductiva- siempre tuvieron vigencia y que, en este 2021, se sumó la realización de las fichas médicas.
“A principio de año, se dejaron de hacer testeos por COVID en los centros de la salud, la municipalidad definió centralizar los hisopados en puntos estratégicos: CPC y otros lugares en toda la ciudad. La estrategia de abordaje derivó en campañas y carpas en distintos puntos de barrios, duplicando la tarea y utilizando un recurso existente en los centros de salud… más bien, parece publicidad ese tipo de montaje de carpas, donde garantizaban las mismas atenciones que se brindaban en los centros de salud. Lo que nos preocupa es ¿por qué se ocupan esos recursos, con personas contratadas como monotributistas o becarixs, si es un servicio que ya se está prestando en la comunidad? ¿Por qué no se fortalece lo que ya hay en los centros de salud? Parece una política incoherente, que tiene más que ver con construir una imagen de la municipalidad… se ve que resulta en algún punto más redituable hacer este tipo de campañas que tienen que ver con publicidad”, expresa la entrevistada.
Hay un desgaste generalizado del personal de salud, también en esta línea de atención. Convivir con la pobreza creciente, el aumento de situaciones de vulneración de derechos y las nuevas problemáticas que trajo esta crisis sanitaria. “En medio de una gestión municipal que genera formas de contratación laboral que se buscaban erradicar: becarixs que no tienen ninguna figura de derechos laborales, puestos para suplantar o duplicar una tarea que ya se estaba cumpliendo en los planteles de los centros de salud. Y monotributistas en casi todas las áreas, es un retroceso en términos de precarización, a la vez que no hay pase a planta permanente de personal que cumple con los requisitos establecidos para el pase a planta -antigüedad y concurso- y no se están haciendo nombramientos”, dice la médica del sector.
Vigilar y castigar el colapso sanitario
En esta foto que intentamos hacer, se repite la misma escena, tanto a nivel municipal como provincial: la falta de inversión en recursos humanos y las condiciones precarias de contratación. Desde todos los ángulos, la foto del sistema de salud cordobés (o cordobesista) es estremecedor.
Jaschele Burijovich es coordinadora del Observatorio de Salud Mental y Derechos Humanos de la UNC. La Vicedecana de la Facultad de Ciencias Sociales expresó en sus redes: “No fue magia. Hago una lista (no exhaustiva) del sistema de salud cordobés. Hace años que los presupuestos de salud de la provincia de Córdoba están por debajo de la media de otras provincias, que desde una concepción biologicista se destina a obras y aparatología, se abandonó el primer nivel de atención, es un sistema de salud atomizado y fragmentado. La universalidad y la gratuidad la hemos perdido hace años. Lxs profesionales son denunciados o señalados/as por su baja productividad o falta de compromiso. Se les precariza a través del monotributo. Las ´bajas´ no son cubiertas. Se sostiene un discurso universalista, pero las prácticas están focalizadas en la población sin cobertura y de menores recursos. No se desarrollan acciones intersectoriales. Se ha priorizado el cortoplacismo, las políticas ‘parche’ y las medidas de alto impacto mediático. Así estamos para afrontar la pandemia”, asegura la psicóloga.
Burijovich agrega que “se vigila y castiga a lxs trabajadorxs esenciales. Desde hace años, el Ministerio de Salud de la provincia de Córdoba tiene una política hacia sus trabajadorxs que consiste en precarizarlxs, no dar lugar a la carrera hospitalaria, no generar incentivos. A eso, se le suma su persecución: traslados y descuentos, mecanismos de control, intervención en los hospitales. El mismo comportamiento han tenido en la pandemia. Malos resultados antes. Trágicas consecuencias ahora. No se puede conducir a quien no se valora”, concluye la referente de salud mental.
*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: La Nueva Mañana.