Mancharse con tinta para cocinar otras narrativas

Mancharse con tinta para cocinar otras narrativas
30 diciembre, 2020 por Redacción La tinta

Por Miryam Kurganoff de Gorban* y Marcos Ezequiel Filardi* para La tinta

Como militantes por una vida que valga la pena de ser vivida —que incluye, claro está, al paradigma revolucionario de la soberanía alimentaria—, abuela y nieto putativo, maestra y discípulo, compañerxs y amigxs, nos sentimos honradxs de haber sido invitadxs por La tinta a prologar juntxs el capítulo “Al Mal Desarrollo, Buen Vivir” de esta hermosa obra.

Ciertamente, son de mal-desarrollo, ecocidas, genocidas por goteo y violatorios de nuestros derechos humanos, los modelos extractivos que se imponen en nuestros territorios.

Por eso, es absolutamente vital la comunicación comunitaria, popular, el periodismo digno —como el que encarna La tinta— para visibilizar públicamente los impactos de esos modelos, que los grandes medios de comunicación esconden bajo la alfombra.

Pero es también esencial para despabilar conciencias y para construir colectivamente esas otras narrativas, hoy más necesarias que nunca, materia prima de la historia y mazorca del cambio en nuestra América.

Y, para hacerlo, hay que mancharse.

Hay que comprometerse.

Hay que poner el cuerpo.

A la historia la escriben, siempre, los cuerpos: en las calles, en los pliegues, en las banquinas.

Y lxs compañerxs de La tinta están ahí, escuchando, observando, oliendo, gustando, registrando, testimoniando, narrando, latiendo, nombrando el devenir de esa historia que escriben nuestros pueblos.

Cuerpo a cuerpo, junto a los cuerpos que se plantan, que encarnan el gesto político de la resistencia, que, al gritar “NO”, afirman toda su existencia. Pero que también sueñan, anhelan, tejen otras tramas y caminan hacia ellas. Dan pelea al monstruo y, al mismo tiempo, construyen otros sures a sus espaldas.

Acá no hay neutralidad ni independencia: quien comunica (se) comunica con todo su ser, con toda su historia e ideología a cuestas, comunica su existencia, su lugar en la tierra. La tinta lo hace explícito como compromiso político. Están, desde el preámbulo, “de este lado del alambrado y de este lado de la historia”.

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(Imagen: La tinta)

Sus cuerpos viajan al territorio, sienten, sufren, ríen, lloran, beben vino y bailan chacareras, se aventuran al pliegue, buscan el calor en la trinchera, se fusionan con la trama.

Por eso, sus integrantes escriben con pasión, con los pulmones, con la sangre: el tuétano de los huesos es su tinta.

Por eso, en tiempos de hegemonía audiovisual, ejercen la insurrección de la escritura, resucitan las palabras: las eligen, las sopesan, las hilvanan y las conducen amorosamente a expresar toda su explosiva fuerza narrativa.

Así, hacen lo que tienen que hacer: claman que el príncipe está desnudo, incomodan al poder, agrandan las luchas, invitan a soñar y magnifican las gargantas.

En las páginas que siguen, lectores, disfruten de ese despliegue de genuina voluntad de ser arte y parte de la historia, al narrar las luchas populares, verdaderos hitos de nuestra aventura colectiva, de Ituzaingó Anexo, Malvinas Argentinas, Andalgalá, los pueblos fumigados, la Red Federal de Docentes por la Vida, la Red de Médicxs de Pueblos Fumigados, la Multisectorial de Defensa del Bosque Nativo, la Feria Agroecológica de Córdoba, el Movimiento Campesino de Córdoba, la Unión de Trabajadores de la Tierra, entre otras.

La lucha es cruel y es mucha, lo sabemos. No da respiro. A “ellos les gusta el dinero y a nosotrxs nos gusta la vida”, dirán por ahí. Pero somos cada día más quienes ansiamos una vida digna, que valga la pena de ser vivida.

Voluntad colectiva que, escurridiza como el agua, por las hendijas, horada las estructuras.

La única salida posible hacia el horizonte político del Buen Vivir, lo sabemos, es colectiva.

Muchas manos juntas, entrelazadas, para tomar la sartén por el mango y dar vuelta la tortilla.

“Ite yendo mal-desarrollo”: en esta gran olla colectiva, ya estamos sazonando un nuevo mundo.

Hasta la victoria, amigxs de La tinta, el disfrute de la chacarera compartida.

Lomas de Zamora y Buenos Aires, 8 de octubre de 2020.

*Por Miryam Kurganoff de Gorban y Marcos Ezequiel Filardi para La tinta / Imagen de portada: La tinta.


*Miryam Kurganoff de Gorban es la Coordinadora General de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Escuela de Nutrición de la Universidad de Buenos Aires (UBA) —vinculada, a su vez, con la Red de Cátedras Libres de Soberanía Alimentaria y Colectivos Afines (RED CALISAS)—. Doctora Honoris Causa por la UBA y la Universidad Nacional de Rosario.

*Marcos Ezequiel Filardi es abogado de derechos humanos y soberanía alimentaria. Integra la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la Escuela de Nutrición de la UBA, el Museo del Hambre, la Red de Abogadas y Abogados por la Soberanía Alimentaria (REDASA), la Unión de Asambleas de Comunidades (UAC) y la Unión de Científicxs Comprometidxs con la Sociedad y la Naturaleza en América Latina (UCCSNAL).

*Prólogo del capítulo 2 «Al mal desarrollo, buen vivir. Voces y alternativas socioambientales en defensa de los territorios», del libro «Hasta Mancharse. Tintas para resistir y re-existir» de La tinta. Aquí, podés comprarlo.

Palabras claves: extractivismo, Hasta Mancharse, La tinta, Marcos Filardi, Miryam Gorban

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