Megacausa Campo de Mayo: “Si esto no es juzgado, la impunidad sigue”
Elsa Oshiro es la hermana de Jorge, detenido desaparecido el 10 de noviembre de 1976 mientras dormía en su casa. La testigo exigió saber qué hicieron con su hermano, quien al momento del secuestro tenía 18 años. Además del reclamo de justicia, pidió que se abrieran los archivos de la dictadura. Por el caso de Oshiro, también declararon sus otras hermanas y su hermano de manera virtual frente al TOF N° 1 de San Martín.
Por Diego Adur para La Retaguardia
Este tramo de la Megacausa Campo de Mayo, que se reinició el 24 de mayo de este año, está en etapa de testimoniales. En la audiencia del último miércoles, declararon familiares de Jorge Oshiro, detenido-desaparecido el 10 de noviembre de 1976. Por su caso, brindaron testimonio sus tres hermanas, Elsa, Silvia y Marta Alejandra; y uno de sus dos hermanos varones, Juan Oshiro.
Jorge fue secuestrado en su casa, en General Lamadrid 1555, Villa Ballester, en el partido bonaerense de San Martín. El operativo se realizó en horas de la madrugada. Tocaron el timbre y atendió su mamá, María Takara. Le dijeron que traían a una persona accidentada. Ella pensó que podría tratarse del tío de sus hijos e hijas, así que abrió la puerta. Entraron varios hombres “con ropa oscura, usaban borceguíes y portaban armas largas, fusiles o metrallas”, contó Silvia, quien compartía la habitación con Jorge. Otro hombre ingresó al dormitorio que habitaban los otros dos hermanos varones. “Prendieron la luz, miraron hacia adentro y se fueron enseguida”, agregó.
La familia está convencida de que los secuestradores conocían muy bien la disposición de la casa y sabían en qué habitación dormía Jorge. “Mis hermanos eran muy parecidos, podrían haberlos confundido con Jorge”, dijo después Elsa, que fue la única de la familia que no presenció el secuestro porque vivía en otra casa. Y añadió: “Fueron muy silenciosos. No rompieron nada ni se robaron nada. Conocían muy bien los movimientos y lo conocían muy bien a él”. Respecto a esta presunción que mantiene la familia, Juan, el hermano de Jorge que declaró en esta audiencia, llegó a la conclusión de que quien entregó información respecto a la casa de la familia Oshiro: “Podría ser un muchacho grande, que hablaba como un erudito. Una vez, se quedó a dormir a casa. Posiblemente, este muchacho haya sido quien, presionado, pueda haber dado esos datos”, dijo. Antes de irse, los secuestradores fueron hacia al fondo de la casa e incautaron “periódicos de la Avanzada Socialista, que Jorge repartía durante sus tareas militantes”, atestiguó Marta durante su declaración.
Jorge Oshiro militaba en el Partido Socialista de los Trabajadores. “Se había separado del PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores) porque no estaban de acuerdo con la lucha armada”, relató Elsa, y manifestó que eso le había dado tranquilidad: “Nos metieron tanto la teoría de los dos demonios que pensaba que, si no estaba en la lucha armada, no le iba a pasar nada. Graso error”.
Sus hermanas hablaron de sus intereses y de cómo era él: “Le gustaba escribir, le gustaba la literatura y leía mucho. Le gustaba la música. Escuchaba a Violeta Parra, a (Luis Alberto) Spinetta. Tocaba la guitarra, tenía un grupo musical y jugaba al ajedrez”, recordaron. Juan iba al mismo colegio secundario que su hermano, la Escuela Técnica Nº 2 “Alemania”, de donde Jorge se había escapado en varias oportunidades al ver que estacionaban camiones militares en esa cuadra.
Oshiro tenía 18 años cuando lo desaparecieron de manera forzosa. Había sido seleccionado para hacer el Servicio Militar Obligatorio. “A los pocos días de su secuestro, llegó una nota reclamando que no se había presentado. Nosotros respondimos que estaba secuestrado. No volvieron a reclamar. Deben haber comprobado que lo que decíamos era cierto”, mencionó Elsa en su testimonio. La familia Oshiro logró saber que Jorge estuvo en Campo de Mayo gracias al testimonio de Eduardo Cagnolo, sobreviviente del terrorismo de Estado, quien, en una de sus declaraciones, afirmó haber visto a un chico con rasgos orientales. En el año 2005, la Secretaría de Derechos Humanos se comunicó con Elsa. Ella envió una foto de su hermano a Eduardo. Él recordaba a un chico con el pelo más corto que el de la foto y, efectivamente, Oshiro tenía el pelo más corto cuando fue secuestrado.
Antes de concluir su testimonio, Elsa Oshiro pidió que haya justicia por su hermano, que se condene a los genocidas y se abran los archivos de la dictadura para saber qué hicieron con él: «El de Jorge no fue un caso aislado. No fue una equivocación. Había muchas familias amigas que estaban pasando por lo mismo. Se llevaron a madres, jóvenes, embarazadas y se robaron a sus hijos. Todo esto no puede quedar impune. Tiene que salir a la luz. Tiene que ser juzgado y condenado para que no vuelva a pasar. Si esto no es juzgado, la impunidad sigue. Yo les pido que, con estos mismos argumentos, se haga justicia. Que se abran los archivos. En algún lado tienen que figurar las listas. Con un plan sistemático de esta envergadura, en algún lado tienen que figurar las listas de los desaparecidos, los testimonios que les sacaron bajo tortura y los hijos de las madres. Pido justicia por mi hermano. La desaparición forzada es un crimen de lesa humanidad. Quisiera saber qué hicieron con mi hermano, dónde está su cuerpo y que todo esto pueda tener un cierre. Quiero justicia”, finalizó.
La búsqueda no es solo por la Verdad y la Justicia
En la audiencia anterior, Ernesto Victor Grynberg declaró por el secuestro y desaparición de su hermana, Susana Flora Grynberg. Detalló que ella “era bajita, medía 1,63, tenía el pelo corto, la carita redonda y los ojos marrones”. Militaba en Montoneros Zona Oeste. Le decían “Gorra” o “Nita”. Tenía 29 años cuando la secuestraron, el 20 de octubre de 1976, y estaba embarazada de tres meses. Trabajaba como física nuclear en la Comisión Nacional de Energía Nuclear. La interceptaron cuando salía de su casa. Estaba en pareja con un compañero de militancia, Jorge Fraga, “el Misio”. Fue vista en Campo de Mayo por Eduardo Cagnolo.
Grynberg señaló que Susana “sabía que la estaba buscando el Ejército”, porque, días antes de su desaparición, hubo un operativo en un domicilio donde ella vivía antes, en la calle Aráoz 240, en la Ciudad de Buenos Aires. “Preguntaron por mi hermana por altavoz. Ella estaba viviendo en Ituzaingó. Al lado, vivía una tía y nos avisó que la estaban buscando”, indicó el testigo al tribunal, de manera virtual.
El hijo o la hija de Susana Grynberg debió haber nacido entre marzo y abril de 1977. El testigo dijo que hubo un llamado del Ejército a esa casa en la que antes de la desaparición de su hermana habían realizado el operativo fallido, donde “no vivía nadie de la familia”. Fue para avisar que había nacido la hija de Susana y pedían que la fueran a buscar. “La persona que atendió se lo comentó a mi tía, que vivía al lado, y ella a nosotros”, explicó. No tuvieron más noticias al respecto. Además, Ernesto aseguró: “Depositamos toda la confianza en Abuelas de Plaza de Mayo. Donamos sangre y seguimos esperando novedades”.
Para finalizar su testimonio, el testigo concluyó: “Agradezco a los organismos de Derechos Humanos que siguen batallando para que esto no vuelva a pasar y que tengamos Verdad y Justicia. Siento un orgullo muy grande por mi hermana, por Jorge y por los 30 mil compañeros detenidos desaparecidos”.
Ese día, también declararon las otras dos hijas de Ramona Gastiazoro: Adriana y Graciela Alejandra Brontes, por el secuestro de su mamá el 9 de marzo de 1977. Por último, lo hizo Sara Diehl Dodds, una amiga de Cristina Escudero, desaparecida junto a su hermano, Fernando, el 29 de septiembre de 1976.
Al finalizar la audiencia, el tribunal resolvió aceptar la prueba del libro “El Minuto” de Pino Narducci, que había solicitado el Ministerio Público Fiscal y las querellas, pero decidió que no se citará a declarar a su autor.
*Por Diego Adur para La Retaguardia. Edición: Pedro Ramírez Otero. Ilustraciones: Paula Doberti (Dibujos Urgentes).