No a las bombas de semillas para el monte cordobés
Luciana Peirone Cappri es una bióloga milennial. La becaria doctoral del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (CONICET-UNC), que hace podcast y usa las redes sociales con un timing exacto, publicó la semana pasada unos tweets que se viralizaron y que cuestionan una técnica dañina para los ecosistemas de Córdoba: las bombas de semillas, para nuestro monte, no sirven.
Por Redacción La tinta
Sabemos de la efectividad de un hilo en la red social del pajarito si está bien pensado, pero el que armó Luciana Peirone Cappri la semana pasada para hablar sobre las muy de moda «bombas de semillas» para reforestar las zonas incendiadas de Córdoba es imperdible. La bióloga deja clarísimo cómo la técnica causa más daños que beneficios.
“Entiendo que sean bonitas y fáciles, pero no hay ni una sola evaluación seria sobre su efectividad en esta parte del mundo y profesionales en reforestación no las recomiendan. La técnica fue creada por Masanobu Fukuoka (agricultor, biólogo y filósofo japonés) para sembrar pasturas en tierras desertificadas en donde las aves devoran las semillas. Envolviéndolas en arcilla, logró mejores condiciones para su germinación y evitó que las aves se las comieran. Por el contrario, muchas de las especies de árboles y arbustos de los bosques de Córdoba necesitan ser comidas por las aves, porque los jugos gástricos las activan. Además, en distintas experiencias, se observó la competencia que sufren las especies leñosas al germinar todas juntas desde la bolita. Estaríamos desperdiciando tiempo, recursos (a las semillas hay que recolectarlas una por una) y conocimiento que ya se tiene sobre técnicas más efectivas, las cuales requieren un diagnóstico previo y planificación a largo plazo. Re entiendo las ganas de ayudar. Responsabilizo a quienes le dieron prensa a esta técnica sacada de contexto”, explicó Peirone.
La bióloga expresó que la Secretaría de Gestión Ambiental y Sostenibilidad de la Municipalidad de Córdoba fue responsable de desinformar, generar confusión y proponer “reforestaciones masivas” sin diagnóstico ni planificación previa, tras conocerse el lanzamiento del “Programa de Compromiso Ambiental” que se inició con el armado de bombas de semillas la semana pasada en la Reserva Urbana General San Martín y que tuvo amplia difusión en los medios. “Con las sierras no se juega”, manifestó la becaria doctoral de CONICET.
En diálogo con La tinta, Peirone explicó que es un método que se suele utilizar con objetivos educativos, para entrar en contacto con la tierra y las semillas. “Pero es muy poco serio que se utilice en este contexto, para recuperar más de 200 mil hectáreas quemadas. Es muy poco serio que no hayan convocado a distintos especialistas en la temática para, en tal caso que les cope la técnica, incorporarla en un programa como técnica complementaria y educativa. Es preocupante que no haya una planificación a corto, medio y largo plazo. Y es vergonzoso cómo utilizaron políticamente a los Guardaparques de la Reserva, quienes conocen perfectamente las limitaciones de las bombas de semillas. En la reserva, se recolectan semillas, se conocen los procesos pre-germinativos de cada semilla y, a partir de esto, se producen plantines de nativas. Pero este es un proceso más largo y complejo porque cada técnica varía según la especie”.
“No sé cuáles fueron las intenciones de la Dirección de Ambiente de la Muni, pero me hacen pensar que optaron por el camino fácil, bonito y rápido para la foto. Lo que no saben es que la cobertura mediática que se le dio generó muchísima confusión. Las personas, que están ansiosas por ayudar, con esta técnica, pueden generar mucho daño al monte introduciendo especies no-nativas, por ejemplo. Hay otras técnicas, pero, antes de hacer cualquier cosa, hay que hacer un diagnóstico de los daños. Hay muchos estudios producidos por científicxs locales los cuales muestran que entre el 70 % y 100 % de los árboles, arbustos y herbáceas tienen la capacidad de rebrotar después de un incendio. Habrá sitios en los que no hará falta intervenir, solo cuidar los brotes de las vacas y las pisadas”, agregó.
Según las palabras de la especialista, el llamado banco de semillas que ya existe en el propio suelo es más que suficiente: los montes y pasturas naturales crecerán nuevamente. La bióloga hace hincapié en que restaurar ecosistemas no es sencillo: reforestar no es algo en lo que podemos ayudar un día, “es algo GIGANTE que merece una evaluación previa y mucho compromiso a largo plazo. Hablamos de vidas dañadas. Hay que tener la cautela, delicadeza y paciencia de unx cirujanx”, dice Peirone.
La investigadora cuenta que, desde la Red de Restauración Ecológica Argentina Nodo Centro (una red interdisciplinaria de personas de diversos sectores -académico, técnico, ONG, guardaparques, docentes y centros vecinales- interesadas en la investigación e involucradas en proyectos de restauración ecológica locales), están elaborando un documento completo y actualizado que compila recomendaciones y factores a tener en cuenta para restaurar el ecosistema serrano luego de un incendio, y estará dirigido a toda organización o personas interesadas en planificar y desarrollar acciones de restauración de las áreas quemadas.
Cuando le consultamos acerca de qué podemos hacer lxs ciudadanxs comunes para colaborar en la reforestación, Peirone responde que lo más importante es aprender más sobre las especies de flora y fauna de los ecosistemas que tenemos alrededor. Afirma que el gran auge de las bombas de semillas se dio, en parte, porque no se conoce cómo funcionan nuestros ecosistemas: la mayoría de las personas no saben que las semillas de algunas especies nativas naturalmente necesitan pasar por el tracto digestivo de pájaros y mamíferos para poder germinar, que hay que esperar un año para ingresar a los sitios quemados y poder reforestar, o que las especies nativas son muy resistentes y tienen la capacidad de rebrotar desde las raíces.
“Otra cosa que podemos hacer es investigar cuándo sacan frutos los distintos árboles, arbustos y hierbas de Córdoba. Recolectarlas, hacerlas germinar y cultivarlas para reforestar cuando pase un año y el suelo haya sanado. O si ya tienen plantines, reforestar los jardines, los barrios, las plazas, los pueblos y las ciudades. Es muy importante generar refugios nativos para los bichitos que quedaron sin hogar después de los incendios. Y para que haya menos especies exóticas como el siempre verde, pino, mora, jacarandá (nativo del noreste de Argentina, pero exótico para Córdoba), catreus. Especies que siempre se utilizaron para parquizar las ciudades y ahora están causando problemas en las sierras, ahogando a las nativas y disminuyendo la biodiversidad”, concluye la bióloga.
*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: A/D.