Alimentos ancestrales: larga vida al monte nativo
Viva el Monte es un emprendimiento que funciona hace 17 años, recolectando, acopiando y elaborando alimentos con frutos del monte, en La Travesía (Luyaba), Traslasierra. En plena época de incendios en Córdoba, recordar la riqueza y la diversidad de nuestros montes es un motor para quienes luchamos contra el ecocidio del que el cordobesismo es responsable.
Por Soledad Sgarella para La tinta
Cintia nos contesta rápido por Whatsapp. Ojalá pudiera estar ahí, pienso, escuchándola en vivo, disfrutando los sonidos del Valle, el olorcito a pasto y vaya una a saber qué otro vegetal más, de esos que aromatizaban mis tardes de vacaciones.
Por acá, las noticias se ponen feas: la ciudad está explotada con la pandemia, colapsa. Los focos de incendio en las comunidades del interior provincial no cesan, no hay voluntarixs que alcancen para frenar el ecocidio de lxs que nos gobiernan y de lxs que quieren las tierras para emprendimientos inmobiliarios.
Cintia nos contesta rápido y atentamente. Sus respuestas se convierten en un oasis desde Traslasierra. Las redes no impiden la calidez, pero -sobre todo- no imposibilitan sentir el amor por el trabajo que hacen. Junto a su compañero Matías y sus hijxs Jacinto, Jardín y Quimil, llevan adelante el emprendimiento con el que -desde hace casi dos décadas- amigan a la humanidad con la naturaleza. Me aferro a su fe en las personas, en la naturaleza, en un cambio de vida y les pregunto muchas cosas.
Como ellxs lo definen, Viva el Monte es un proyecto comunitario de producción y acopio de frutos del monte, en el que buscan recuperar formas ancestrales de recolección y preparación del alimento, cuidando que la materia prima sea orgánica y creando formas de trabajar la tierra respetuosas con la naturaleza y con la gente.
La importancia de revalorizar los alimentos ancestrales
La filosofía de trabajo -y de vida- de Viva el Monte es: consumiendo alimentos sanos y elaborados a menor escala, estamos contribuyendo a una forma de vida totalmente contraria al extractivismo, la contaminación y la falta de salud. Así de simple, así de complejo.
“Revalorizar los alimentos ancestrales es necesario para poder entender el medio en el que vivimos, entender que somos parte de un ecosistema… entonces, debemos aprender a habitarlo sin causar daño. Si conocemos lo que nos rodea y para qué sirve (como alimento, como medicina, como material de construcción) vamos a tener menos necesidad de recurrir a supermercados, ferreterías y farmacias”, afirma Cintia. Y agrega: “Cuando consumimos alimentos genuinos, estamos incorporando a nuestro cuerpo la esencia más pura de la tierra que se combina con el agua y la luz del sol”.
Cintia cuenta que su familia es originaria de la zona y que ella aprendió naturalmente, en especial, gracias a su abuela. “Ella ha sido una gran maestra para mí”, dice. Es en el hacer mismo que vamos aprendiendo lo necesario para mejorar las formas de trabajo, elaborar productos de calidad y rescatar lo ancestral.
Lo que se hereda no se hurta: se multiplica, se rescata, se valora. Conocer y consumir alimentos ancestrales nos acerca a nuestras raíces, a quienes habitaron nuestros mismos suelos y que se nutrían de estos mismos productos del monte. A medida que volvemos a eso, dice Cintia, volvemos a sentirnos parte y, con ello, a amigarnos con el entorno, protegiéndolo en vez de destruirlo.
Aprovechar y agradecer todo lo que el monte da
La Travesía es una localidad ubicada en la comuna de Luyaba, en el Departamento San Javier, de nuestra provincia. Es pequeña, no tiene más de 200 habitantes. Definitivamente en este momento, desearía estar ahí, al ladito de alguna acequia.
La Travesía sigue siendo una zona relativamente virgen, sus montes aún están colmados de especies nativas que se desarrollan al tiempo con los ciclos naturales, que proveen de chañar, mistol, algarroba, tuna, tala, quiscaludo, ucle, ulúa, tala churqui, albarillo, mburucuyá, piquillin, hongos, ajíes silvestres y yuyos serranos, entre otros frutos de la flora autóctona.
“Fue con la crisis del 2001 que empezamos a mirar el monte… no lo estamos viendo. Con Julián de 6 años y yo embarazada, no teníamos trabajo… y fue ahí que nos dimos cuenta de que el alimento nos rodeaba y no lo estábamos aprovechando. Empezamos a recolectar primero, después a almacenar y así fue como empezamos a realizar procedimientos para la conservación de los alimentos en el tiempo: arrope, por ejemplo, que dura porque está reducido y concentrado, y nos sirve para tener el fruto a lo largo del año”, relata Cintia.
Desde Viva el Monte, me dicen que, como mucho, es cuestión de conocer los sabores, advertir las propiedades de los frutos del monte, hacerlos hábito para amigarse con ellos.
Tienen razón.
Algarrobo, algarrobal
Que gusto me dan tus ramas
Cuando empiezan a brotar
Señal que viene llegando
El tiempo del carnaval.
(Juan Óscar Ponferrada – Lía Cimaglia Espinosa)
Tan cantado, tan nombrado. El cancionero popular argentino hace referencias al árbol nativo que siempre es protagonista en el monte: es el sabio, el enorme, el ancestro. No me dejes partir, viejo algarrobo, decía Yupanqui.
Los algarrobos, todas las especies de Prosopis, Familia Fabáceas, han sido considerados recursos alimentarios ancestralmente en América del Sur. Prosopis alba Grisebach y Prosopis nigra Hieronymus son las especies más abundantes en el centro y noroeste de nuestro país.
“Crecen en las regiones áridas y semiáridas del mundo. En estas regiones, tienen especial interés por los diversos usos y beneficios que ofrecen a las poblaciones locales. Son especialmente significativos en aquellas regiones donde las condiciones ambientales adversas, junto a la marginación política, social y económica, limitan las posibilidades de implementación de sistemas productivos medianamente exigentes en calidad de suelo y disponibilidad de agua y tecnologías apropiadas. Los algarrobos, como especies multipropósito y estabilizadoras del ambiente, pueden transformarse en el componente estructurador de sistemas productivos diversos y adaptados a las condiciones locales particulares. Entre sus múltiples usos y beneficios, se destaca la producción de madera de buena calidad, muy valorada y con buenas posibilidades de ser comercializada para mueblería, construcción, así como leña, carbón, etc., dependiendo de su condición sanitaria y la tecnología disponible. Sus frutos poseen un alto valor nutritivo y son consumidos tanto por el Hombre como por el ganado. Estos pueden ser aprovechados en cualquier momento del año, si se los almacena de manera apropiada, sin que pierdan por ello su calidad alimenticia”, aseguran desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
Cintia cuenta que la cosecha es de diciembre a marzo y que, para la “algarrobeada”, se necesitan muchas manos para recolectar y que no se desperdicien los frutos. La algarrobeada es una fiesta colectiva a partir de la que hay alimento para todo el año: harinas, arropes, licores, vinagres y el tradicional Patay, una especie de tortita elaborada solo con harina de algarroba.
“Antiguamente, se elaboraba la harina de algarroba para luego preparar añapa, aloja y patay, se llama harina flor; la que se usa para hacer el patay es con una técnica en la que se busca moler la algarroba de una forma que solo tenga la parte de la pulpa y, de esta forma, se logra una harina más fina y dulce. El patay era utilizado como el alimento de las personas que emprendían un viaje o para arrieros de animales, pastores, etc. Es un alimento práctico y fácil de llevar que aporta proteínas, calcio, hierro, potasio, zinc y azúcares naturales”, nos informan desde el emprendimiento tras-serrano.
Durante la molienda de la algarroba, se obtienen, además, muchas semillas que se guardan y se comparten para la siembra y cultivo de nuevos ejemplares. “Hace dos años, nuestra zona sufrió numerosos incendios y la gente se sintió sensibilizada, queriendo reproducir nativas, entonces, ofrecimos semillas. Ahora, está pasando lo mismo y, por eso, las ofrecimos por Internet y logramos una buena aceptación”, dice Cintia.
“Viva El Monte dispone de forma gratuita de miles de semillas de este maravilloso árbol, para quienes quieran de forma responsable y consciente aportar a la Pacha más vida. Si estás interesadx, comunicate con nosotrxs para coordinar. Lo que te pedimos es cubrir el gasto del envío y no hacer ningún negocio con estas sagradas semillas, simplemente que seas el guardián o guardiana, y puedas generar todos los arbolitos posibles”, concluye Cintia.
#BastaDeEcocidio
#QueSeCumplaLaLeyDeBosques
#ElMonteEsVida
*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: Viva el Monte – Alimentos ancestrales.