La educación virtual en los sectores populares
Quedate en casa, quédate en tu barrio. Dos propuestas parecidas pero disímiles según el contexto donde cada unx viva. Cotidianidades encontradas para afrontar los cuidados en los sectores populares, sobretodo el acompañamiento en las tareas educativas.
Por Redacción La tinta
La primera consigna de “Quedate en casa”, como estrategia para poner en marcha la distanciamiento social, preventivo y obligatorio fue modificada para ciertos sectores en los que la situación es muy disímil. A partir de las realidades de ciertas personas que cuentan con condiciones de vivienda precarias como ser el hacinamiento y para que puedan hacerle frente al contexto de pandemia, el ministro de Desarrollo Social Daniel Arroyo anunciaron la frase “quedate en tu barrio”. Es decir, que los organismos de seguridad, Gendarmeria y policía de la provincia y municipal, deberían controlar el ingreso y egreso de los barrios casi sin entrometerse en la vida cotidiana que allí se desempeña.
“Que los chicos se queden en casa es imposible, no tienen donde jugar, no podemos estar encerrados 12 personas en un solo ambiente”, se escucha decir en el barrio. No contar con ciertas condiciones materiales es desesperante e insostenible.
Sin embargo, la política educativa no parece tener margen. El gobierno de la provincia anunció que las clases no se suspendían con el anuncio de la cuarentena. Se iban a mantener de manera virtual. ¿Esto qué implica? Dependiendo del nivel escolar (primaria, secundaria, cursos de adultxs) y de cada escuela, se armaron grupos de whatsapp, cadenas de mails, grupos de facebook para estar al día con el programa de clases. Lo cual generó mucho revuelo y desesperación para lxs docentes, lxs niñxs y sobretodo para las madres. Si tienen hijxs en la primaria, son quienes en mayor medida están oficiando de docentes, además de todas las tareas que supone el cuidado (limpieza, orden, cocinar, comprar), el emocional de acompañar y contener a la familia completa en un contexto de crisis generalizada y en casa. Para algunas además de ser difícil asumir esa carga inmensa de responsabilidades, les es materialmente imposible.
Las docentes, que están sumamente presionadas y controladas deben enviar tareas diarias. Algunas implican ver videos, lo cual supone contar con conexión a Internet, tener datos disponibles o algunx vecinx que cuente con wifi. Cosa que en estos tiempos de precariedad y agudización de la pobreza se hacen ambas cuestiones complicadas.
Algunas tareas traen aparejado impresiones, algunas en blanco y negro y otras a color. Aquí nos damos con dos problemas agregados. Uno sería contar con algún lugar para poder hacer impresiones, lo cual en tiempos de cuarentena es sumamente complejo, pero lo fundamental es contar con el dinero para que esto sea posible. Muchas familias están luchando con la posibilidad de tener el plato día a día y la tarea pasaría a ser una de las últimas prioridades. Ni hablar si en la casa hay varixs niñxs que necesiten de este recurso, es imposible.
Otras veces sucede que poder completar los deberes implica una explicación por parte de lxs cuidadorxs. Esto a veces es posible, pero muchas otras no. Muchas personas no completan la primaria o secundaria y cumplir el nuevo rol de docencia lxs sobreexige a desempeñar un papel para los que muchas veces, no se cuenta con las herramientas básicas para poder realizarlo.
Pocas tareas tienen que ver con introducir algunas discusiones dentro de la familia, poner en común puntos de vista diferentes, lo cual permite intercambios que pueden ser interesantes. Sin embargo, para algunas personas genera inquietud de hasta dónde la forma de enseñanza o el mensaje que se transmite a lxs niñxs, es el “adecuado” y cómo serán evaluados por parte del sistema educativo una vez que la presencia escolar sea posible.
En algunas escuelas han incitado a algunas madres que oficien de delegadas de curso, cuya tarea es ser mediadoras entre otras madres y docentes. Tienen el rol de hacerse explicar a las docentes con las madres de lxs compañerxs de su hijx. Lo cual implica una sobrecarga adicional.
Claramente esos son ejemplos de cómo se vive en algunos sectores, la realidad y presión, que deben asumir actualmente la educación de sus hijxs. Esto evidencia cómo se reafirman los roles de géneros en momentos de crisis. Generalmente los cuerpos no masculinizados somos quienes asumimos las tareas de cuidado y contención emocional. Y evidentemente, se profundiza en este contexto. Si en general contamos con una doble o triple jornada laboral, actualmente supera rotundamente nuestras posibilidades. Ni hablar de como se ha radicalizado la violencia de género que debemos soportar día a día, encerradas en nuestras casas intentando sostener las tareas de cuidado.
Las políticas educativas evidentemente están pensadas para algunos sectores de la sociedad. Se pone de manifiesto la precariedad del sistema educativo y cómo siguen sustentadas en las diferencias de clase y géneros. Hoy poder continuar con la currícula, intentando hacer como si nada sucediera, es un privilegio de unxs pocxs.
*Por Redacción La tinta.