Lo que nos dejó el verano – Segunda Entrega

Lo que nos dejó el verano – Segunda Entrega
18 febrero, 2020 por Redacción La tinta

Las violencias no se toman descanso, la resistencia y la agenda feminista tampoco. Es verano, un tiempo en que parece el calor lo detiene todo. Sin embargo, enero fue un torbellino de noticias relacionadas directamente (¿qué no está relacionado?) con cuestiones de géneros y feminismos. Compartimos la segunda entrega de un repaso de lo que nos dejaron estos primeros 47 días de 2020. Lo que nos trajo y abrió el comienzo de año.

Por Redacción La tinta 

El verano también fue, y sigue siendo, escenario de debates intensos. En esta segunda entrega, esbozamos algo de todo eso que se dijo, que se debatió y que salió a la escena pública gracias al empuje del movimiento feminista y la capacidad que tiene actualmente para atravesar techos que parecían fijos.

Un debate incómodo: trabajo sexual y mirada abolicionista

En 2011, en el marco de la Ley N° 26.364 de Prevención y sanción de la trata y asistencia a sus víctimas, se prohibió el rubro 59. “Los papelitos” (publicidad gráfica en la vía pública ofreciendo el servicio) se convirtieron en la estrategia que las trabajadoras encontraron para promocionarse y seguir dentro del mercado del sexo.

En pleno enero, la campaña gráfica de Jimena Barón, promocionando su nuevo tema “Puta”, despertó una polémica que viene de largo aliento: las distintas miradas sobre el mercado del sexo. Este debate, siempre incómodo dentro y fuera del movimiento feminista, se viralizó rápidamente en redes, radios y televisión. De pronto, nos encontramos mirando programas del prime time con opiniones variopintas al respecto, desde cuestionar el feminismo de Jimena Barón, pasando por preguntarse quiénes son las voces “legítimas” para hablar sobre el tema, hasta las acusaciones de fiolas, proxenetas y tratantes a las propias trabajadoras sexuales.

Parece haber una intención muy clara de polarizar el debate, de simplificar y anular la posibilidad de mirar la complejidad que propone. Sobrevuelan discursos de pánico moral de la mano de posturas punitivistas, estableciendo una perversa relación entre trabajo sexual y trata, también opiniones con atravesamientos de clase/raza que evidencian estigmatizaciones variadas y que refuerzan una criminalización a quienes ejercen el trabajo sexual. También se habla de la existencia de la tarea, de la necesidad de reconocer derechos básicos, y/o pedir que dejen de hablar por las trabajadoras sexuales que, además, están organizadas y en lucha desde hace años.

Estas últimas semanas evidenciaron, una vez más, una lógica actual del decir: el linchamiento mediático que el uso y consumo de las redes sociales potencian. Violencias sin tregua entregadas en 280 caracteres y una sordera vertida en amenazas hacia lo distinto. ¿No es acaso esto una emboscada perfecta para obturar una vida sin violencia y más libre? ¿Podemos realmente pensar en abolir algo existente sin caer en posturas tutelares? ¿Es posible ir contra el sistema prostituyente sin atacar a las trabajadoras? ¿Cuándo será tiempo de reconocer la represión, la persecución, el hostigamiento, los allanamientos y las violencias policiales e institucionales que viven las trabajadores sexuales? ¿No se contribuye acaso a la estigmatización y la criminalización de esas personas? ¿Algunos comentarios no son acaso desde una policía de la moral?

Las compañeras de Sandra. Mientras los debates ocupaban los medios de comunicación, el 27 de enero, un grupo de trabajadoras sexuales lanzó, en Rosario, la Asociación Civil Las Compañeras de Sandra. Ese día, se cumplieron 16 años del asesinato, todavía impune, de Sandra Cabrera, recordada y querida referente de Asociación Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR).

Un grupo de compañeras, que vienen tejiendo redes con trabajadoras sexuales de distintos lugares del país y Latinoamérica, hicieron pública esta organización para avanzar en las luchas del sector.

Mientras el debate va y viene en tweets  y posteos, las compañeras siguen en las calles, perseguidas, pero también organizadas y construyendo.

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(Imagen: Fer Leunda)

Pactos de la masculinidad hegemónica: asesinato y rugby

Fue el hecho que más conmocionó a gran parte del país y reproducido hasta el cansancio por los medios masivos de comunicación. El asesinato de Fernando Báez Sosa propició el debate social en torno a las masculinidades y a la configuración patriarcal de algunos deportes y grupalidades. El rugby como deporte estuvo y está en tela de juicio en tanto deporte construido históricamente sobre rituales y formatos masculinos de poder.

Más allá del caso concreto, lo que lo trasciende es que, como escribió Luciana Péker, “la mayoría de los jóvenes asesinados pierden la vida a causa del machismo: en peleas callejeras, en discotecas o entre vecinos; por la cooptación del crimen organizado o los narcos; por el gatillo fácil de la policía o por su piel y condición social”.

Se criticó al Estado por la falta de control en la ciudad balnearia y al sistema educativo por la falta de implementación de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) que debería brindar herramientas para combatir la reproducción de masculinidades violentas y la reafirmación del ser hombre a través de alguna potencia (como pegar hasta matar). Aunque los medios se centren en lo morboso, ya lo dijimos numerosas veces: “No son enfermos, sino sanos hijos del patriarcado” en un sistema que promueve la violencia machista. Y esto, por más que todes se rasgan las vestiduras siguiendo el caso, es responsabilidad social.

Son muchos los elementos que trascienden este caso y entraman modos de vivir los mandatos de masculinidad en algunas expresiones juveniles. Que no se pueden pensar desacoplando el género, la raza y la clase. Nos interesa poner a circular dos cuestiones específicas: por un lado, las expresiones racistas y homofóbicas profundamente patriarcales vertidas en las redes sociales, fundamentalmente sobre diversos modos con los cuales disciplinar a los jóvenes asesinos. Una vez más, formas de linchamiento mediático, un discurso punitivista que, más que buscar formas de justicia, recrudece la violencia machista.

Por otro lado, la evidencia de otro modo de vinculación entre varones: la burla, la estigmatización, el acoso hacia aquellos compañeros que no encajan con algunos estándares de masculinidad hegemónica (ya sea por una cuestión de clase social, de orientación sexual, de estética, depende el caso). Pablo Ventura fue detenido, acusado de ser uno más de los asesinos, porque fue nombrado en la escena del crimen por alguno de los jóvenes. El pibe no estuvo esa noche, no es rugbier, pero se conocen del club, su nombre aparece porque «cada pavada que hacían, lo tomaban como una joda y decían ‘fue Pablo Ventura’, como un latiguillo», dijo el padre de Pablo.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

El 8M en Luján: mujeres y confusión

Desde diciembre, la Iglesia comenzó a manifestar su “desazón y preocupación” en relación al tema del aborto, sobre todo, después de que el Ministro de Salud Ginés González García pusiera en vigencia y actualizara el Protocolo para la Interrupción Legal del embarazo, vetado por Macri veinte días antes de dejar Casa Rosada. Si bien aún no queda claro cómo será el proyecto de ley que despenalice o legalice el aborto en Argentina, este gobierno manifiesta voluntad de tratarlo durante su gestión.

Días después de la visita del presidente Fernández al Vaticano, y sin declaraciones referidas al tema, los señores del Episcopado, con monseñor Oscar Ojea a la cabeza, convocaron, por primera vez para el 8M, a una misa en la Basílica de Luján rechazando un proyecto que todavía no sabemos cuál es, con el lema “Sí a las mujeres; sí a la vida”. Según las palabras de la cúpula de la Iglesia, se pedirá “por la protección de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural”. Una vez más, la estrategia de visibilización de los antiderechos es el boicot a las históricas propuestas del movimiento de mujeres y los feminismos, una vez más, la avanzada conservadora en un contexto regional de crecimiento de fundamentalismos religiosos.

#SeráLey

Este miércoles 19 de febrero, desde la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, convocan a una jornada a dos años del pañuelazo que dio inicio al debate legislativo en 2018. En más de 100 ciudades del país, se tomarán las calles para exigir el tratamiento urgente y la aprobación del Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) que presentaron el 28 de mayo de 2019.

En Córdoba, a las 18:30 horas, estaremos en Avda. Yrigoyen 174, subidas a la ola verde, pañuelo en mano, exigiendo lo impostergable.

Hasta acá, el repaso para nada exhaustivo de este verano ardiente. Quedó por fuera de estas dos entregas, pero será tema para las próximas semanas: el debate entre legalización y despenalización del aborto, y el proyecto a tratarse; lo que significa para nuestros cuerpos, nuestras casas y nuestras comunidades la obediencia con la deuda al Fondo Monetario Internacional; las situaciones judiciales que atraviesan muchas hermanas y familias con el sistema de justicia patriarcal. En esas estamos. Nos pusimos al día, agarrate 2020.

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(Imagen: Eloísa Molina para La tinta)

*Por Redacción La tinta.

Lo que nos dejó el verano – Primera Entrega

Palabras claves: 8M, aborto legal ya, feminismo, Masculinidades, trabajo sexual

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