Salud de personas trans y no binaries

Salud de personas trans y no binaries
13 diciembre, 2019 por Redacción La tinta

Nos han enseñado que la salud es un derecho humano básico, sin embargo sabemos que esto no es algo que sea fácilmente accesible ni real para muchas personas por cuestiones geográficas, sociales, de clase, de género y sobre todo de identidad. Realidades y desafíos del momento.

Por Redacción La tinta

«Me llamo Susy
soy LA Susy
no soy un tipo que se viste de mujer
entonces si ves a una trava
ella es LA trava
no el trava
ah ¿y por qué es esto?
porque ese es nuestro nombrarnos
es violento no respetar como queremos que se nos nombre
sin ninguna vergüenza que no es ningún insulto
soy una trava
LA tía trava de Uriel
que vive en frente del centro comunitario
en el mismo barrio que vivís vos
LA trava del barrio
así con LA».
Susy Shock

Sabemos que las leyes abren un camino que viene escrito por una historia de lucha en las calles de los movimientos feministas y de las disidencias. También sabemos que estos marcos legales que inauguran y cristalizan demandas, no necesariamente garantizan que se cumplan por el solo hecho de existir.

La Ley Nº 26.743 de identidad de género se aprobó en mayo de 2012 en Argentina. Reconoce a toda persona el derecho a su identidad de género y, en particular, a ser identificada de ese modo en los instrumentos que acreditan su identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y sexo con los que allí es registrada. Se describe a la identidad de género como “la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo”.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Además la ley garantiza el acceso a una salud integral, tratamientos hormonales e intervenciones quirúrgicas parciales o totales sin requerir autorización judicial o administrativa, con el consentimiento informado de la persona como único requisito. Debería de ser cubierto al 100% por todos los subsistemas de salud, es decir el sistema público, prepagas y obras sociales.

“Yo soy travesti, aunque mi DNI diga ‘mujer’. Yo soy Lohana Berkins: travesti. Sino seguimos aceptando que los genitales nos dan la identidad. El travestismo rompe con eso. Nos construimos».

Hace muy poquito tiempo que se reconoce a la identidad de género como un derecho, recién en junio de 2018 la Organización Mundial de la Salud (OMS), quitó la transexualidad de la lista de trastornos mentales. Esto ha llevado y lleva a situaciones de discriminación, ninguneo, humillación y otras formas de violencias que el sistema de salud utiliza, vulnerando a identidades no binaries o trans. Una persona transgénero que asiste a un hospital público a internarse de urgencia o a hacerse un tratamiento, sufre no solo su problema de salud, sino la ausencia de salud en el sistema de salud.


Según un estudio realizado por la Fundación Huésped y la Asociación de Travestis, Transgéneros y Transexuales de Argentina (ATTTA) en el año 2013, sobre un total de 406 personas trans, el 41,2% de las personas consultadas evitó ir a un centro de salud previo a la Ley de Identidad de Género, mientras que luego de ser sancionada sólo un 5,3% decidió no concurrir. Las cifras demuestran un cambio, el reconocimiento de la identidad nos habilita a nuevas oportunidades y posibilidades, que no son sólo simbólicas sino para una vida cotidiana con mejores condiciones, sin embargo queda mucho por hacer. Aún los equipos de salud no cuentan con la formación suficiente para brindar una atención integral. Y en algunos casos, nos encontramos con resistencias y negaciones a brindar los acompañamientos, sobre todo cuando hablamos de infancias y jóvenes trans.


No solo es maltrato y desconocimiento lo que se reclama, las organizaciones del colectivo LGTTTBIQ+ reclaman que las obras sociales y prepagas todavía no cubren los tratamientos hormonales de manera integral. En los hospitales y centros de salud públicos suele haber faltantes de determinadas hormonas o hay discontinuidad en la entrega, además de que algunos tipos de hormonas nunca fueron compradas. Durante el gobierno anterior se solicitó que se dicte una Resolución para ordenar a obras sociales y prepagas el cumplimiento de la Ley incorporada al Plan Médico Obligatorio (PMO) y se cubran las hormonas al 100%, así como su producción pública para hospitales y centros públicos de salud pero no se realizó.

A raíz de esta situación, la Fundacion ECoS organiza este viernes 13 de diciembre a las 18 hs. un conversatorio para pensar/compartir/nos algunas estrategias y resistencias sobre la salud integral de personas trans y no binaries. El encuentro será en la sede de la UEPC (Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba) en calle San Jerónimo 560. La entrada es libre y gratuita. La actividad tiene como objetivo seguir cuestionándonos, seguir construyendo formas en las que podamos sentirnos respetadxs, valoradxs, acompañdxs en los procesos de salud.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Se contará con la presencia de Santiago Merlo. Lic. en Comunicación Social. UNC. Docente y Capacitador en ESI de UEPC. Presidente Asociación Civil Varones Trans y Familias Córdoba. Coordinador Casa de Varones Trans y Familias. Miembro Red Nacional de Docentes Trans. Luz Achaval, Etel Godoy y Vanesa San Martín. Tesistas de grado de la Lic. en Trabajo Social de la UNC, Facultad de Ciencias Sociales, aportes desde el trabajo social en la disidencia. Resistencia trans no binarie. Maria Verdugo. Lesbiana. trabajadora social. Activista Feminista. Socorrista. Integrante del Consultorio Inclusivo para Personas Trans «Claudia Pia Baudracco». Hospital Público. Cipolletti. Río Negro.

Y lxs realizadorxs de la serie «Entre muros y puentes. Salud Mental y Derechos Humanos». Productora Altroqué realizaciones, Observatorio de Salud Mental y Derechos Humanos y la Asociación Cooperadora del Neuropsiquiátrico Provincial. Capítulo 6: «Salud Mental y Género».

«Estoy convencida de que el motor de cambio es el amor. El amor que nos negaron es nuestro impulso para cambiar el mundo. Todos los golpes y el desprecio que sufrí no se comparan con el amor infinito que me rodea en estos momentos. Furia Travesti Siempre».
Lohana Berkins

*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: LGBT, salud, trans, travesti

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Un femicidio no es un espectáculo

Un femicidio no es un espectáculo
27 marzo, 2025 por Jazmín Iphar

Néstor Aguilar Soto era el único imputado en la causa por el femicidio de Catalina Gutiérrez y fue condenado a prisión perpetua. En el juicio, había declarado: “Soy un homicida, pero quiero defenderme y no soy un femicida”, y mostró detalles del momento y cómo cometió el asesinato. Esa escena, que ocurrió en la sala donde se desarrollaba el proceso legal, fue replicada por muchos medios locales como Telefé, Canal 12, La Voz, entre otros. ¿Por qué se piensa que es útil la información difundida? En 24 horas, ocurrieron dos femicidios en Córdoba, uno en Río Ceballos y otro en La Granja.

Por Verónika Ferrucci y Jazmín Iphar para La tinta

#ColegasNoSon

El pasado 19 de marzo, culminó el juicio por el femicidio de Catalina Gutiérrez, ocurrido el 17 de julio de 2024, donde el único imputado era Néstor Aguilar Soto, quien fue condenado a prisión perpetua por las autoridades de la Cámara en lo Correccional y Criminal de 11º Nominación de Córdoba, luego de un juicio con jurado popular. La cobertura mediática que vimos fue, al menos, irresponsable.

En la 6° audiencia del juicio, la abogada defensora de Soto, Ángela Burgos, sostuvo la estrategia judicial para que se cambie la carátula y el acusado no sea juzgado por un caso de violencia de género, ya que consideraba que eran “descabellados” esos términos, e insistió en que debía ser sentenciado por «homicidio simple». Ante los jurados populares, el acusado declaró: “Soy un homicida, pero quiero defenderme y no soy un femicida”. Y, durante la audiencia, mostró la mecánica que utilizó para matar a quien era su compañera de facultad, usando a su abogada de víctima en la simulación.

Desde la Organización Feministas en Derecho, que congrega a estudiantes y abogadas de la Facultad de Derecho de la UNC, repudiaron la actuación de la abogada Burgos por incumplimiento de deberes éticos. «Ilustrar gráficamente un femicidio no solo revictimiza a la víctima y a la familia, sino que implica una falta al Código de Ética de los abogados y abogadas en Córdoba. Tal como lo establece el art. 21 de la Ley provincial 5805 del Ejercicio de la Profesión de Abogado: ‘Los abogados son pasibles de algunas de las sanciones establecidas en esta Ley (…) por cualquiera de las siguientes faltas: Inc. 15) Excederse en las necesidades de la defensa formulando juicios o términos ofensivos a la dignidad del colega adversario o que importen violencia impropia o vejación inútil a la parte contraria, magistrados y funcionarios’”. 

Carlos Hairabedián, abogado querellante, había solicitado que se vuelva a incluir el agravante de alevosía en la causa, retornando a la carátula inicial. La fiscalía modificó la carátula del caso y sumó la agravante de criminis causa. Finalmente, la condena contempló como agravantes femicidio y criminis causa. 

¿Por qué se puso en juego la figura del término femicidio?

A tono con la época, la abogada trabajó durante todo el proceso legal para que no sea juzgado por femicidio e hizo su parte en los medios que amplificaron su voz, donde tuvo un protagonismo central. En muchos casos, sin repreguntas, aun cuando se expresaba con gritos y discusiones con quienes les hacían preguntas. Fueron pocos los casos de quienes cuestionaron el posicionamiento de la abogada, entre esos, las panelistas del programa «Mujeres Argentinas» de Canal 13, cuando Burgos dijo que “la víctima podría haber sido un hombre» y que «si sos mujer y matás, te van a juzgar como se les dé la gana”. Ante la contraargumentación, terminó abandonando la entrevista. 

En estos momentos, donde es necesario volver a aclarar no solo los marcos normativos vigentes para los casos de femicidios, también se debe insistir sobre los términos del concepto. Como aclararon las Feministas en Derecho, tomando una cita de Mariana Villarreal: “El femicidio es un término político. Es una denuncia a una sociedad patriarcal que sostiene el ejercicio de violencias como modo para controlar que las mujeres se comporten conforme a los mandatos de género, donde la razón detrás de su muerte es la de asegurar lo que se espera de ellas”.

El scroll por los portales web y redes sociales de noticias locales y nacionales estuvo lleno de las fotos donde Soto muestra la maniobra con que mató a Catalina, junto a titulares que hablan de “relato escalofriante” o “el minuto a minuto del crimen”. Canal 12, La Voz, Telefé: ¿por qué piensan que es útil difundir esa información? ¿En serio nos van a poner a debatir cosas que creíamos saldadas desde 2015?

Este año, se cumple una década del Ni Una Menos y, en enero de 2025, tuvimos 1 femicidio cada 26 horas, según relevó el Observatorio «Ahora que sí nos ven». Mientras tanto, los grandes medios cordobeses parecen ignorar los marcos legales nacionales e internacionales, protocolos de acción, guías de trabajo periodístico, capacitaciones en perspectiva de género y los años de debate e investigaciones que indican con claridad cómo realizar coberturas éticamente responsables y con perspectiva de género. 

Desde el Colectivo Ni Una Menos, detallaron: «Ilustrar gráficamente un femicidio, con un enfoque sensacionalista, más que una cobertura, se parece a una manual de información para posibles agresores. Además, cuando se detallan maniobras, métodos y circunstancias de un femicidio, se revictimiza a la víctima y a su familia. Este tipo de coberturas deshumaniza a la víctima, reduciéndola a un mero objeto de morbo, perpetuando la cultura de la violencia en la que los agresores pueden encontrar justificaciones en la narrativa que se les ofrece”. 

Relatar desde la perspectiva del femicida habilita la justificación del actuar: “Catalina me pegó una cachetada y me agarró del cuello, y ahí se me apagó la tele, arrancó el Néstor loco”. 


Ya lo ha dicho Rita Segato en los comienzos de sus investigaciones y desarrollos teóricos: «Los femicidios se repiten porque se muestran como un espectáculo. La curiosidad morbosa llama a la gente a curiosear. Cuando se informa, se informa para atraer espectadores, por lo tanto, se produce un espectáculo del crimen y, ahí, ese crimen se va a promover. Aunque al agresor se lo muestre como un monstruo, es un monstruo potente y, para muchos hombres, la posición de mostrar potencia es una meta. Entonces, el monstruo potente es éticamente criticado, es inmoral, pero, a pesar de eso, es mostrado como un protagonista de una historia y un protagonista potente de una historia. Y eso es convocante para algunos hombres, por eso, se repite».


La mediatización y espectacularización, el enfoque policial, el relato constante y detallado de cómo se mata a una mujer se transforma en un espectáculo. Lamentablemente, no es novedad la forma en que muchos medios locales abordan los contenidos de las violencias de género en un contexto donde los femicidios y las denuncias por violencias en los hogares aumentan, y la política del Gobierno nacional ha sido el desmantelamiento de las políticas de prevención y asistencia como parte de la batalla cultural contra feministas y diversidades, frente a un nuevo discurso negacionista y odiante propulsado por el presidente Javier Milei.


*Si fuiste víctima de violencia de género, en Córdoba, podés comunicarte con el Polo de la Mujer al 0800-888-9898 las 24 horas del día, todos los días del año. También podés enviar un mensaje de WhatsApp al 3518141400. O acercarte y hacer la denuncia en la Unidad Judicial de Violencia Familiar, ubicada en la calle Entre Ríos n.° 680.

*Por Verónika Ferrucci y Jazmín Iphar para La tinta / Imagen de portada: La tinta.

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Palabras claves: Catalina Gutiérrez, Femicidio, Néstor Aguilar Soto

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