Recrear la memoria con perspectiva de género

Recrear la memoria con perspectiva de género
25 septiembre, 2019 por Redacción La tinta

Visitamos el Espacio para la Memoria y Promoción de los derechos humanos «La Perla», espacio que funcionó como Centro Clandestino de detención, tortura y exterminio en la última dictadura cívico-militar. Conversamos con las compañeras trabajadoras sobre el proceso de organización que vienen llevando adelante al calor del movimiento feminista, los debates y acciones que vienen tejiendo e hilvanando entre los nexos de nuestros presentes y las memorias del pasado, para (re)construir una memoria con perspectiva de género. Nos recibieron Maria Noel Tabera del área de comunicación; Julia Soulier de administración; Jimena González Gomeza, coordinadora del Centro Educativo en derechos humanos Eduardo Requena y del área de comunicación, Carola Tejeda del área de limpieza y Julieta Legeren de Pedagogía de la Memoria, quienes nos convidaron sus relatos y experiencias en el proceso de organizarse como mujeres trabajadoras de un sitio de memoria.

Por Redacción La tinta

“Hablar de memoria significa hablar de un presente. (…) la memoria no es el pasado, sino la manera en que los sujetos construyen un sentido del pasado, un pasado que se actualiza en su enlace con el presente y también con un futuro deseado en el acto de rememorar, olvidar y silenciar”.
Jelin, 2017

—¿Cómo ha sido y que implica organizarse como trabajadoras de un sitio de la memoria en tiempos feministas?

—Empezamos con un taller de género para pensar la perspectiva de género en el Sitio y la situación de las mujeres que estuvieron acá, paralelamente la agenda de los feminismos a nivel nacional nos fue interpelando. Todas tenemos distintos recorridos así como formas de vincularnos con la marea feminista, pero concretamente el primer paro internacional de mujeres para el 8 de marzo, nos puso de cara a reflexionar. Cada una de nosotras fue llegando desde su camino a pensarse en este lugar de trabajadoras de sitios de la memoria, no hubo una reflexión previa tan consciente de decir “nos organicemos las mujeres del sitio” sino que fue sucediendo.

Para el primer 8M nos reunimos distintas áreas, empezamos a pensar qué hacer, cómo íbamos a adherir, nos sacamos una foto para las redes, comunicando la adhesión al paro, y luego armamos un documento colectivo entre los 3 sitios de la memoria en Córdoba -Campo La Rivera, El Archivo Provincial de la Memoria y La Perla- e hicimos flores violetas en papel para la marcha.

“Este 8 de marzo, día internacional de las mujeres trabajadoras, nosotras paramos en defensa de nuestros derechos conquistados y por todas las libertades que aún nos faltan, honrando la lucha de miles de mujeres con ideales de un mundo más igualitario. Nuestro trabajo cotidiano nos acerca a vidas de mujeres que fueron protagonistas de su tiempo -en sus trabajos, universidades, sindicatos, hogares- mujeres que intervinieron políticamente cada uno de los lugares que habitaron, desafiando el paradigma dominante de lo que debía ser una mujer. Mujeres que debieron enfrentarse al horror de ser vejadas, castigadas, demonizadas no solo por ser militantes, posición impensable en un mundo patriarcal. Pese al dolor, Madres, Abuelas y sobrevivientes nos enseñaron a no bajar los brazos, por ellas sabemos que, a fuerza de organización, persistente trabajo, tenacidad, valentía, resistencia y lucha, lo que que parece imposible se vuelve realidad, como la búsqueda de la justicia y la verdad. Por este legado, nosotras paramos”.
Fragmento del Documento Colectivo Nosotras Paramos 8 de marzo 2018

Memoria, violencia y dictadura

—En este camino se fueron retroalimentando distintos procesos que de alguna manera son simultáneos, así fuimos abriendo nuevas discusiones, gestando nuevas preguntas y nuevas acciones como la intervención que hicimos para el 25 de noviembre, los recorridos y encuentros desde el eje de género y los talleres sobre participación política de las mujeres en los años 60 y 70. El año pasado a partir de la media sanción del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, también comenzamos a darnos esas discusiones y conversaciones en los pasillos, y acordamos una foto en ese momento en apoyo de la ley para el aborto legal. Somos necesariamente un espacio en construcción atravesadas por el cotidiano, los procesos históricos, las nuevas coyunturas sociales y políticas, que entrelazadamente van generando nuevos marcos para la comprensión del pasado y del escenario actual.

Para el 25 de noviembre Día de la Eliminación de la Violencia de Género, realizamos una intervención motivadas en pensar desde la espacialidad del museo, una reflexión desde nosotras como trabajadoras de sitios de memoria pero ligando con las memorias de las mujeres que estuvieron acá. Recuperamos algunos fragmentos de memorias de mujeres víctimas del campo, testimonios en primera persona:


“Ser mujer significaba un plus de vejación y violación, éramos objeto de los juegos perversos de oficiales y suboficiales”; “nos trataron de incapaces. Sostenían que las mujeres que habíamos desafiado los mandatos establecidos no merecíamos tener hijos”; “la asesinaron después de dar a luz”; “fue mucho más doloroso que me denigraran como mujer, que la tortura en sí”; “me di cuenta que tenia que separar mi cuerpo de mi cabeza. Que hicieron o que quisieron con mi cuerpo pero yo tenía que preservar mi cerebro”.


Intervenimos con esas frases el pasillo que va hacia la cuadra, lugar donde estaban cautivas las víctimas, al final una pregunta como eco de ayer y hoy: ¿alguna vez sufriste violencia algún tipo de violencia? Al comienzo del pasillo, en la base del tanque colgamos pañuelos blancos para intervenir, y pusimos un cartel con nuestro pronunciamiento. Hoy los pañuelos siguen allí, y la idea es que quienes nos visitan participen y los intervengan, es una intervención que sigue generando muchos sentidos cada día.

—¿Cómo es construir memoria con perspectiva de género?

—Las narrativas que se construyen en un espacio para la Memoria, son interpeladas por quienes participan en los recorridos y actividades que proponemos, y esto es así porque pensamos a este espacio como un lugar de promoción de los derechos humanos, donde se encuentran el pasado con y desde el contexto presente. Quienes nos visitan traen sus memorias, sus preguntas, sus saberes y se ponen en juego en los recorridos educativos, porque la memoria se construye colectivamente.

A partir de los ciclos de talleres “Jóvenes Organizándose” que se hacen todos los años con jóvenes de distintas organizaciones sobre participación política, particularmente el año pasado trabajamos el eje de géneros. Luego de un proceso de mucha lectura y formación, fuimos armando un dispositivo a partir de relatos en primera persona que invitaban a reflexionar sobre ¿qué significaba ser mujeres en los años 60 y 70? ¿cuáles fueron las contradicciones que las atravesaban? ¿cuáles eran los desafíos en la época? Recuperando las distintas identidades que tenían los distintos recorridos, algunas se habían casado muy jóvenes, otras no, qué pasaba en relación a la maternidad. Diferentes experiencias como mujeres que pusieron en juego los desafíos de esa época atravesadas por la política. Reflexionamos sobre lo que significaba la dictadura y el aparato represivo en relación con las ideas sobre el rol y mandatos de lo que debía ser y hacer una mujer así como del ser joven. Trabajamos sobre las identidades disidentes no ligadas al sitio, pero trayendo la memoria de una mujer trans secuestrada en el Pozo de Banfield, visibilizando las represiones a esas corporalidades e identidades.

Pusimos a circular fragmentos de vivencias de mujeres dentro de la cuadra, testimonios de sobrevivientes, sin profundizar en el horror de los delitos sexuales, pero nombrándolos y recuperando principalmente los relatos de resistencias y solidaridades. Desde que se han expedido algunos juzgados con condenas a delitos sexuales como crímenes de lesa humanidad, se abrieron nuevas puertas a mujeres que venían denunciando desde el primer momento pero que ahora encuentran condiciones para esa escucha y ese reconocimiento, y otras que recién ahora pueden hacer esas denuncias, o compañeros que recién ahora hacen esas denuncias de situaciones que sabían.

Las experiencias que de algún modo han prevalecido en el relato sobre lo ocurrido en La Perla han sido predominantemente masculinas o por lo menos desde una mirada androcéntrica que pocas veces rescató la diversidad de experiencias vividas por las personas que fueron secuestradas y estuvieron detenidas-desaparecidas. El rescatar los relatos de las experiencias particulares de mujeres que pasaron por el campo, el por qué de su persecución, el discurso de sus captores en relación a ellas; no sólo permite visibilizar estas experiencias sino tomar conciencia y reflexionar sobre la violación a los derechos de las mujeres en el presente. Retomamos la idea de «justicia cultural o simbólica» de Nancy Fraser para pensar el recorrido con perspectiva de género como una política de reconocimiento y validación de experiencias distintas a la masculina.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Propusimos ese recorrido en el sitio desde ese hilo narrativo y desde esas voces; mujeres, víctimas de La Perla, de las desaparecidas y de las sobrevivientes, lo que permitió en esa instancia un marco de reflexión poniendo en escena las relaciones de dominación y visibilizando aquellas experiencias invisibilizadas, desde una perspectiva de género. Ludmila Catela Da Silva, tiene un texto que nos ayuda a pensar sobre cómo los Espacios de Memoria siempre serán parciales, porque traen «algunas memorias» pero siempre hay olvidos, hay memorias que quedan afuera. Lo que estamos haciendo ahora es rescatar esas otras memorias, es nuestra apuesta desde la pedagogía de la memoria como construcción colectiva de la memoria.

Todo este proceso que hemos vivido como mujeres, organizándonos, repensarnos en este lugar nos hace también tener un ejercicio que nos sale fácilmente de prestar más atención sobre qué voces rescatamos, como traer la reflexión sobre lo que pasó acá con las disidencias sexuales, con otras identidades no binarias. Necesitamos avanzar sobre otras voces, otros olvidos, otros silencios y muchas otras represiones, en eso estamos en este proceso que nos viene sucediendo y que de a poco va permeando a todo el resto de les trabajadores.

*Por Redacción La tinta / Imágenes: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: Dictadura Cívico-Militar, feminismo, La Perla

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