La actualidad del Chagas: desigualdad social y de género

La actualidad del Chagas: desigualdad social y de género
17 septiembre, 2019 por Redacción La tinta

Los estudios clásicos del Chagas advertían la relación de la enfermedad con la pobreza y las viviendas rurales. En la actualidad, las poblaciones con mayor vulnerabilidad y en peligro de contagio están constituídas por mujeres y niñes que viven empobrecides en ciudades. Es necesario generar políticas públicas que, con perspectiva de género, consideren la precariedad de la vida.

Por Lucía Sánchez para La tinta

El vector de la desigualdad social

El Chagas es una enfermedad causada por el parásito llamado Trypanosoma cruzi, transmitida por un vector que, en la mayoría de los casos, es el insecto vinchuca. Los síntomas (de presentarlos) en la fase aguda o en la fase inicial incluyen fiebre, tos, dolor de cabeza, dolor abdominal y tienen una duración de dos a cuatro meses. La fase crónica implica la presencia del virus en los tejidos y puede mantenerse en silencio por, incluso, décadas. La última fase, llamada crónica tardía, afecta a un 30% o 40% de las personas infectadas. Genera daños irreversibles en el sistema cardíaco, nervioso y digestivo.

La enfermedad del Chagas predomina principalmente en el Norte del país, el cual es un medio propicio debido a las condiciones climáticas (zonas secas y calurosas), pero también, más importante, por las condiciones socioeconómicas de la población, es decir, no hay acceso a la vivienda digna, a la educación ni salud pública.


Hasta hace unos siglos, el Chagas era una infección que prevalecía en zonas rurales; en la actualidad, según estudios recientes de la Fundación Cardiológica Argentina, el 60% de les pacientes con reacciones positivas vive en ciudades. Debe advertirse que este aumento tiene relación con la falta y reducción de políticas públicas por parte del Gobierno neoliberal de Mauricio Macri. Según el informe de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia, entre el año 2018 y el 2019, el presupuesto destinado a la prevención, contención y erradicación del Chagas se redujo un 53%. Mientras que el endeudamiento y la desfinanciación de las economías domésticas ha derivado en que más del 30% de la población argentina se encuentre por debajo de la línea de la pobreza.


Los estudios clásicos sostienen que el Chagas es una enfermedad de la pobreza porque la vinchuca encuentra “comodidades” para su reproducción y colonización bajo las condiciones materiales de los sectores socioeconómicos marginados. En Argentina, una de cada tres personas vive en una vivienda precaria; “un tercio de la población no recibe atención médica en el momento adecuado”, siendo de vital importancia el diagnóstico y tratamiento tempranos para garantizar una mejor calidad de vida; el 40% de la población vive sin cloacas y más del 15% no cuenta con acceso al agua potable.

Varios estudios de la Fundación Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi por sus siglas en inglés), desarrollados en Bolivia, advierten que, en términos económicos, resulta más barato para los Estados la prevención temprana. Por ejemplo, mediante campañas y programas que ayuden a divulgar la forma de contagio, acceso a la vivienda digna, educación sanitaria y fumigación periódica de las casas en exposición como así a través de diagnósticos “rápidos”, ya que el chagas es curable en el 90% de los casos si se comienza el tratamiento en las primeras semanas de producido el contagio.

Es importante analizar las enfermedades y las epidemias desde una mirada integral de la medicina, considerando el acceso a la salud, los factores climáticos y la distribución de la riqueza. El Chagas es una enfermedad que suele diagnosticarse en personas vulneradas socioeconómicamente y, por ende, la distribución de casos en Argentina no es uniforme en todo el territorio: las provincias históricamente más afectadas por la desigual distribución de la riqueza son, a su vez, donde se encuentran casi la totalidad de los casos por Chagas. La proporción de personas que viven por debajo de la línea de pobreza en la Región Norte del País alcanza entre 10% y 15% puntos de diferencia respecto a la Región Sur que está “libre de Chagas”, a diferencia del Norte del país donde los números son alarmantes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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(Imagen: Christian Lombardi/ZUMA Press)

Una cuestión de géneros

Si bien los registros por chagas no son uniformes en todas las regiones del país, las poblaciones con mayor vulnerabilidad y en peligro de contagio la constituyen les mujeres y niñes. Según un informe, “El Futuro de la Lucha contra el Chagas” elaborado por OMS y SAP, la mayoría de los casos de Chagas suele producirse antes de los 14 años (sobre todo, en menores de 5 años) y una significativa proporción de mujeres infectadas desconoce su estado, constituyendo la trasmisión por vía perinatal, la más problemática de las transmisiones.


Desde una perspectiva de género, no resulta casual que la población con mayor desconocimiento sobre la infección y con menor acceso al diagnóstico y tratamiento coincida con la población donde más impacta el desempleo y la vulnerabilidad. Datos del INDEC del 2° trimestre de 2018 presentan que 7 de cada 10 desempleades son mujeres y 1 de cada 2 niñes vive por debajo de la línea de la pobreza.


En Argentina, cada 6 horas, nace un bebé con Chagas y menos del 50% de ellos recibe diagnóstico. La desatención gubernamental a la población de mujeres, embarazadas y niñes es preocupante. La Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia denunció que, para el 2019, se había programado la atención de 600.000 mujeres embarazadas y niñes, pero apenas se cubrió a 33.210 personas (un 5,5% del programado). Las mujeres y les niñes son las poblaciones con más derechos vulnerados y a quienes más afecta el ajuste en las políticas sociales y de salud.

En 2018, la Encuesta Permanente de Hogares reveló que el 41% de las personas que viven por debajo de la línea de pobreza son mujeres que se identifican como Jefas de Hogar. Las pensiones no contributivas son una forma de reducir las brechas porque implica una mayor capacidad de decisión y acción en el presupuesto doméstico: el 90% de las beneficiarias de la Asignación Universal por Hijo son mujeres y cubre hasta el 30% del total de niñes del país. En coyunturas de ajuste y crisis económica, la caída real o el congelamiento de Programas que apuntan a reducir brechas de género y saldar deudas históricas, contribuyen a la precarización de la vida cotidiana, aumentando la vulnerabilidad socioeconómica y las condiciones propicias para la reproducción y colonización de la vinchuca.

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(Imagen: Eloisa Molina para La tinta)

Políticas públicas

Al día de la fecha, no existe un relevamiento oficial y centralizado, pero se estima que en Argentina hay entre 1 a 3 millones de personas con Chagas y 7 millones de personas expuestas. Proporción del total de habitantes que urge advertir sobre la necesidad de constituir a la enfermedad del Chagas como uno de los principales problemas de salud pública. Por ello, diseñar e implementar políticas públicas que atiendan el corazón de la problemática del Chagas debe ser desde una visión integral, reconociendo en el foco de los vectores las condiciones materiales de vivienda, el acceso a salud y educación de las poblaciones en riesgo o en contagio, y desde una mirada feminista que comprenda que mujeres y niñes son más vulnerables a este tipo de enfermedades.

Así mismo, es imperante la construcción de estadísticas y relevamientos oficiales, sistemas de salud financiados y programas de erradicación de la enfermedad, mejoras de viviendas, acceso al agua potable, fumigación en las casas en contacto con la vinchuca. Es importante entender que muchos de estos factores no resuelven únicamente el mal de chagas, sino que resuelven muchos otras problemáticas sociales como la reducción de la pobreza, la desnutrición y defensas bajas, enfermedades relacionada a la exposición de vectores, así como ingreso y permanencia en instituciones educativas. Políticas públicas con una mirada integral y de género contribuye a una sociedad más justa donde la calidad y sostenibilidad de la vida sea el foco de la cuestión.

En un país donde apenas el 10% de les infectades por Chagas conoce su diagnóstico, donde fallecen entre 7 y 10 mil personas a causa de la enfermedad y donde quienes más afectades se ven son las personas de ingresos reducidos e históricamente relegados: urgen políticas de educación, salud y vivienda que ayuden a saldar deudas de distribución de la riqueza y acceso a derechos humanos básicos de la democracia.

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*Por Lucía Sánchez para La tinta / Imagen de portada: EFE/David de la Paz.

Palabras claves: Género, salud

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Un femicidio no es un espectáculo

Un femicidio no es un espectáculo
27 marzo, 2025 por Jazmín Iphar

Néstor Aguilar Soto era el único imputado en la causa por el femicidio de Catalina Gutiérrez y fue condenado a prisión perpetua. En el juicio, había declarado: “Soy un homicida, pero quiero defenderme y no soy un femicida”, y mostró detalles del momento y cómo cometió el asesinato. Esa escena, que ocurrió en la sala donde se desarrollaba el proceso legal, fue replicada por muchos medios locales como Telefé, Canal 12, La Voz, entre otros. ¿Por qué se piensa que es útil la información difundida? En 24 horas, ocurrieron dos femicidios en Córdoba, uno en Río Ceballos y otro en La Granja.

Por Verónika Ferrucci y Jazmín Iphar para La tinta

#ColegasNoSon

El pasado 19 de marzo, culminó el juicio por el femicidio de Catalina Gutiérrez, ocurrido el 17 de julio de 2024, donde el único imputado era Néstor Aguilar Soto, quien fue condenado a prisión perpetua por las autoridades de la Cámara en lo Correccional y Criminal de 11º Nominación de Córdoba, luego de un juicio con jurado popular. La cobertura mediática que vimos fue, al menos, irresponsable.

En la 6° audiencia del juicio, la abogada defensora de Soto, Ángela Burgos, sostuvo la estrategia judicial para que se cambie la carátula y el acusado no sea juzgado por un caso de violencia de género, ya que consideraba que eran “descabellados” esos términos, e insistió en que debía ser sentenciado por «homicidio simple». Ante los jurados populares, el acusado declaró: “Soy un homicida, pero quiero defenderme y no soy un femicida”. Y, durante la audiencia, mostró la mecánica que utilizó para matar a quien era su compañera de facultad, usando a su abogada de víctima en la simulación.

Desde la Organización Feministas en Derecho, que congrega a estudiantes y abogadas de la Facultad de Derecho de la UNC, repudiaron la actuación de la abogada Burgos por incumplimiento de deberes éticos. «Ilustrar gráficamente un femicidio no solo revictimiza a la víctima y a la familia, sino que implica una falta al Código de Ética de los abogados y abogadas en Córdoba. Tal como lo establece el art. 21 de la Ley provincial 5805 del Ejercicio de la Profesión de Abogado: ‘Los abogados son pasibles de algunas de las sanciones establecidas en esta Ley (…) por cualquiera de las siguientes faltas: Inc. 15) Excederse en las necesidades de la defensa formulando juicios o términos ofensivos a la dignidad del colega adversario o que importen violencia impropia o vejación inútil a la parte contraria, magistrados y funcionarios’”. 

Carlos Hairabedián, abogado querellante, había solicitado que se vuelva a incluir el agravante de alevosía en la causa, retornando a la carátula inicial. La fiscalía modificó la carátula del caso y sumó la agravante de criminis causa. Finalmente, la condena contempló como agravantes femicidio y criminis causa. 

¿Por qué se puso en juego la figura del término femicidio?

A tono con la época, la abogada trabajó durante todo el proceso legal para que no sea juzgado por femicidio e hizo su parte en los medios que amplificaron su voz, donde tuvo un protagonismo central. En muchos casos, sin repreguntas, aun cuando se expresaba con gritos y discusiones con quienes les hacían preguntas. Fueron pocos los casos de quienes cuestionaron el posicionamiento de la abogada, entre esos, las panelistas del programa «Mujeres Argentinas» de Canal 13, cuando Burgos dijo que “la víctima podría haber sido un hombre» y que «si sos mujer y matás, te van a juzgar como se les dé la gana”. Ante la contraargumentación, terminó abandonando la entrevista. 

En estos momentos, donde es necesario volver a aclarar no solo los marcos normativos vigentes para los casos de femicidios, también se debe insistir sobre los términos del concepto. Como aclararon las Feministas en Derecho, tomando una cita de Mariana Villarreal: “El femicidio es un término político. Es una denuncia a una sociedad patriarcal que sostiene el ejercicio de violencias como modo para controlar que las mujeres se comporten conforme a los mandatos de género, donde la razón detrás de su muerte es la de asegurar lo que se espera de ellas”.

El scroll por los portales web y redes sociales de noticias locales y nacionales estuvo lleno de las fotos donde Soto muestra la maniobra con que mató a Catalina, junto a titulares que hablan de “relato escalofriante” o “el minuto a minuto del crimen”. Canal 12, La Voz, Telefé: ¿por qué piensan que es útil difundir esa información? ¿En serio nos van a poner a debatir cosas que creíamos saldadas desde 2015?

Este año, se cumple una década del Ni Una Menos y, en enero de 2025, tuvimos 1 femicidio cada 26 horas, según relevó el Observatorio «Ahora que sí nos ven». Mientras tanto, los grandes medios cordobeses parecen ignorar los marcos legales nacionales e internacionales, protocolos de acción, guías de trabajo periodístico, capacitaciones en perspectiva de género y los años de debate e investigaciones que indican con claridad cómo realizar coberturas éticamente responsables y con perspectiva de género. 

Desde el Colectivo Ni Una Menos, detallaron: «Ilustrar gráficamente un femicidio, con un enfoque sensacionalista, más que una cobertura, se parece a una manual de información para posibles agresores. Además, cuando se detallan maniobras, métodos y circunstancias de un femicidio, se revictimiza a la víctima y a su familia. Este tipo de coberturas deshumaniza a la víctima, reduciéndola a un mero objeto de morbo, perpetuando la cultura de la violencia en la que los agresores pueden encontrar justificaciones en la narrativa que se les ofrece”. 

Relatar desde la perspectiva del femicida habilita la justificación del actuar: “Catalina me pegó una cachetada y me agarró del cuello, y ahí se me apagó la tele, arrancó el Néstor loco”. 


Ya lo ha dicho Rita Segato en los comienzos de sus investigaciones y desarrollos teóricos: «Los femicidios se repiten porque se muestran como un espectáculo. La curiosidad morbosa llama a la gente a curiosear. Cuando se informa, se informa para atraer espectadores, por lo tanto, se produce un espectáculo del crimen y, ahí, ese crimen se va a promover. Aunque al agresor se lo muestre como un monstruo, es un monstruo potente y, para muchos hombres, la posición de mostrar potencia es una meta. Entonces, el monstruo potente es éticamente criticado, es inmoral, pero, a pesar de eso, es mostrado como un protagonista de una historia y un protagonista potente de una historia. Y eso es convocante para algunos hombres, por eso, se repite».


La mediatización y espectacularización, el enfoque policial, el relato constante y detallado de cómo se mata a una mujer se transforma en un espectáculo. Lamentablemente, no es novedad la forma en que muchos medios locales abordan los contenidos de las violencias de género en un contexto donde los femicidios y las denuncias por violencias en los hogares aumentan, y la política del Gobierno nacional ha sido el desmantelamiento de las políticas de prevención y asistencia como parte de la batalla cultural contra feministas y diversidades, frente a un nuevo discurso negacionista y odiante propulsado por el presidente Javier Milei.


*Si fuiste víctima de violencia de género, en Córdoba, podés comunicarte con el Polo de la Mujer al 0800-888-9898 las 24 horas del día, todos los días del año. También podés enviar un mensaje de WhatsApp al 3518141400. O acercarte y hacer la denuncia en la Unidad Judicial de Violencia Familiar, ubicada en la calle Entre Ríos n.° 680.

*Por Verónika Ferrucci y Jazmín Iphar para La tinta / Imagen de portada: La tinta.

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Palabras claves: Catalina Gutiérrez, Femicidio, Néstor Aguilar Soto

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