“Hay que despertar las vocaciones científicas para que las niñas y adolescentes puedan desarrollar su faceta tecnológica”

“Hay que despertar las vocaciones científicas para que las niñas y adolescentes puedan desarrollar su faceta tecnológica”
5 septiembre, 2019 por Redacción La tinta

La cofundadora de Mujeres en Tecnología Córdoba (MeTCba), licenciada en Ciencias de la Computación y profesora de la UNC revisa las razones de la brecha de género en las áreas de tecnología, qué prejuicios y estereotipos se imponen como barreras y cuáles son las vivencias que atraviesan las mujeres que estudian y trabajan en estos ámbitos. Qué es «MeTCba» y qué objetivos persigue, en este diálogo con UNCiencia.

Por María José Villalba para UNCiencia

Para 2020, habrá medio millón de puestos de trabajo en áreas como big data, inteligencia artificial o ciberseguridad. Sin embargo, en Iberoamérica del total de graduados en carreras relacionadas con las tecnologías de la información y de la comunicación, las mujeres ni siquiera alcanzan a representar el 30%. El dato se desprende del estudio “Las brechas de género en la producción científica iberoamericana” de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).

Frente a este horizonte, hace poco más de un año se formó la organización «Mujeres en Tecnología Córdoba» (MeTCba), un grupo de mujeres que trabajan y estudian en áreas de computación, automatización, ciencia de datos y tecnología en general.


“La idea es crear cadenas de colaboración. Buscamos acompañar a otros grupos, reforzar la comunidad en Argentina y ser parte de las redes regionales y globales de mujeres, con quienes tenemos objetivos y visiones similares”, cuenta a UNCiencia Milagro Teruel, licenciada en Ciencias de la Computación, profesora de la UNC y cofundadora de MeTCba.


—¿Por qué es importante la presencia de mujeres en carreras relacionadas con la tecnología?

—Lo que se reivindica no es solo la presencia de mujeres, sino el equipo diverso. La mujer no es importante de por sí, sino porque hay pocas y puede aportar una visión realmente distinta al equipo. 

Los datos indican que el sector de servicios basados en conocimiento crece rápidamente en la región y Argentina no es una excepción. Los puestos de trabajo que genera requieren cada vez más de profesionales que combinen tanto habilidades técnicas como blandas. Hay estudios que demuestran que las empresas con mayor diversidad de género suelen tener mayor rendimiento y ser más innovadoras, porque están enriquecidas con habilidades y perspectivas diferentes.

Tampoco se trata de incluir mujeres al equipo solo por cumplir una normativa o ser políticamente correctos, el cambio que buscamos es cultural, es un cambio de paradigma. Las mujeres tienen que ocupar más puestos de liderazgo para que realmente avance la producción de esa empresa.

—¿Qué panorama encuentran las mujeres que trabajan en áreas de tecnología?

—En el mercado laboral, a las mujeres se les tiene menos paciencia. Para avanzar en la carrera tienen que demostrar muchas más cualidades y atributos que a un hombre se los dan por sentado.

Las mujeres que acceden a un trabajo en empresas de base tecnológica tienen una educación terciaria y probablemente una tranquilidad económica que pudieron aprovechar para tener esa oportunidad. Sin embargo, rápidamente se enfrentan con la problemática del “techo de cristal”, esto es, que se ven afectadas por las limitaciones del proceso laboral. Se las suele colocar en roles que no son directamente técnicos y no programan, entonces se hace un círculo vicioso porque al no programar no ganan experiencia y cuesta muchísimo salir de ese rol y llegar a ocupar un cargo de jefatura o dirección.

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—¿Cuáles son las causas que originaron esta brecha de género en ciencia y tecnología?

—El fenómeno es multicausal, pero hay una cuestión de estereotipos y roles de género que está muy plantada y que urge transformar. Es necesario cambiar la forma en que se percibe el liderazgo, erradicar la idea del “macho alfa” y demostrar que otro tipo de personalidades puedan ser aceptadas dentro del rol de liderazgo y valoradas en el aporte que realizan.

Los años de trabajo en el ecosistema de la informática y la tecnología en general nos demostraron que hay mitos muy instalados, como que las mujeres no sienten identificación con estos temas desde temprana edad, y lo cierto es que hay muchísimas niñas que no sienten el deseo simplemente porque no lo conocen. Por eso es necesario despertar la vocación y mostrarles de qué se trata.

También aparece la autopercepción de la mujer, que no se ve en el rol de programadora aunque ya esté estudiando una carrera afín. Las cualidades femeninas socialmente aceptadas fueron completamente separadas del estereotipo del programador, mejor dicho, la imagen del programador siempre fue social y culturalmente relacionada a la cualidad del varón.

Hay un gráfico muy interesante que muestra la matrícula de porcentaje de mujeres en tecnología en la Universidad de Buenos Aires, que en los años 80 llegaba al 75%, es decir, había mayoría. Luego de las campañas publicitarias sobre videojuegos y el auge del Silicon Valley (que mostraba la imagen del emprendedor exitoso que se hace millonario), la matrícula descendió a un 11%. Por ende hay una cuestión de estereotipo muy marcada y no se trata de una discriminación directa, sino que es subliminal, muy difícil de combatir.

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(Imagen: gentileza MeTCba)

—¿Cómo trabajan desde MeTCba para abordar las causas de esta problemática?

—Tenemos tres ejes de acción. Con las niñas y adolescentes se trabaja en el despertar de las vocaciones científicas, para que encuentren espacios seguros y de contención donde poder desarrollar su faceta tecnológica. La idea es visibilizar a mujeres que se desempeñan en áreas tecnológicas para lograr una identificación con la mujer programadora y con otros roles que tradicionalmente ocupan los hombres.

El segundo eje es el de acompañamiento y formación. Aquí seguimos a mujeres en sus trayectorias universitarias en carreras relacionadas con la tecnología; ofrecemos un lugar a donde poder despejar dudas, compartir experiencias y encontrar apoyo durante este camino. Se trata de apostar a una comunidad universitaria más inclusiva, que incluya a las mujeres y a otras minorías sexuales.

También nos ocupamos del desarrollo profesional de las mujeres que incursionan en estas áreas. El objetivo es ofrecer al sector industrial recursos de calidad y alta formación, que los hay y muchos.

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—¿Qué importancia cobran los datos disponibles sobre desigualdad de género en ciencia y tecnología?

—Son muy importantes para saber qué panorama enfrentamos. La brecha digital está presente en Argentina, pero también es una tendencia global, lo que provoca un desbalance desde el comienzo, porque son pocas las mujeres que egresan de carreras como ingeniería, computación, física o matemática y esto se traslada al mercado laboral, ni hablar de los puestos de liderazgos.

Uno de los objetivos de MeTCba es obtener datos específicos de Córdoba, tanto en el ecosistema de desarrollo de software, el ámbito del emprendedorismo y también en las universidades. Con esa información hay que empezar a trabajar desde distintos ángulos, porque estamos frente a una problemática multicausal.

—Actualmente son muchos los movimientos de mujeres que trabajan por conseguir la igualdad de género ¿Hay políticas públicas que acompañen esta iniciativa?

—Muchas de las políticas públicas implementadas pecan de superficiales, porque no hay continuidad de trabajo más allá de un evento particular. Sin embargo, se están empezando a vislumbrar algunas iniciativas interesantes y en el ámbito educativo se encuentran algunos esfuerzos destinados a la enseñanza de programación, pero es todo incipiente.

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(Imagen: gentileza MeTCba)

*Por María José Villalba para UNCiencia.

Palabras claves: ciencia, Ciencia y Tecnología, feminismo, Mujeres

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