Brasil: marcha de las mujeres indígenas y campesinas
Del 9 al 13 de agosto, se llevó adelante en Brasilia el «1er Foro Nacional de Mujeres Indígenas» que culminó con la primera marcha de las mujeres indígenas. Y el 13 y 14 de este mismo mes, se realizó la «Marcha de las Margaridas» (mujeres campesinas), en un grito unido contra las políticas genocidas de Jair Bolsonaro que resonó en toda Latinoamérica. En Brasil, ha crecido notoriamente el discurso de odio hacia los pueblos indígenas, motivado por una retórica antiindigenista del actual presidente, quien no sólo había manifestado en campaña política que no dejaría tierra demarcada para los pueblos indígenas ni comunidades negras, sino que, además, posee políticas de Estado explícitamente agresivas contra esos pueblos.
Por Redacción La tinta
“Nos declaró la guerra no solo a los pueblos indígenas,
sino también a las mujeres indígenas” .
Sonia Guajajara, líder de Articulação
dos Povos Indígenas do Brasil (APIB).
Desde que asumió, Bolsonaro ha llevado adelante una política de deforestación que se calcula en un aumento del 67% de pérdida de la Amazonia, más de 300.000 hectáreas de selva, propiciado por el ejercicio ilegal de la tala y la minería. Esto ha traído graves consecuencias, como los incendios que están ocurriendo hace días, que en comparación con 2018, han aumentado un 82% así como las invasiones de territorios como parte del paquete de políticas para acabar con los pueblos indígenas que allí habitan, y un claro desinterés por la protección del ambiente, demostrado en el vaciamiento de recursos para políticas de protección de estas zonas. Esto devela la configuración de una democracia que se ha vuelto más capitalista, más colonial y más patriarcal.
En la complejidad actual de nuestro país hermano, los discursos y prácticas de odio y desprecio son también encarnados por sectores de la sociedad. Dice Boaventura Sousa Santos que “se trata de un tipo de fascismo pluralista producido por la sociedad en lugar del Estado. El Estado es aquí un testigo complaciente, cuando no un culpable activo. Estamos entrando en un período en el que los Estados democráticos coexisten con las sociedades fascistas. Es, por tanto, un fascismo que nunca había existido”, que rige y reconfigura el orden territorial, financiero, laboral, cultural, de género y de regulación de los cuerpos en las relaciones comunitarias en cada barrio, en cada ciudad, que propicia lógicas de segregación social y que garantiza a les más poderosos el control político colonial y patriarcal.
Estas lógicas racistas no hacen más que confirmar el mito de la “democracia racial” construida en este país que, sobre la idea de una supuesta convivencia de la pluralidad étnica, ocultó y silenció las jerarquías y clasificaciones raciales existentes en el país que hoy se profundizan de manera alarmante. En este contexto, las mujeres negras, indígenas y campesinas son las que sufren más violentamente en sus cuerpos y territorios este entramado de opresiones.
Resistimos para existir
Del 9 al 13 de agosto, se realizó el 1° Encuentro y Marcha de las Mujeres Indígenas y, el 13 y 14, la Marcha de las Margaridas, que encabezan, desde el año 2000, las mujeres campesinas del Brasil. Ambas pretenden fortalecer el protagonismo y la visibilidad de las mujeres indígenas y campesinas, defensoras ancestrales de los territorios, los ríos, las montañas, del cuerpo y del espíritu; en un contexto latinoamericano en donde las defensoras de territorios se enfrentan a las industrias extractivistas, al agronegocio, a los terratenientes brasileños y a las políticas neoliberales que encarnan los Estados. Estas mujeres están sufriendo multiplicidad de violencias y ya muchas fueron asesinadas. La lucha es contra el sistema neoliberal, racista y patriarcal.
Desde el año 2000, las campesinas se reúnen cada agosto como homenaje a las agricultoras víctimas de la violencia, como el caso de la sindicalista y defensora de derechos humanos del estado de Paraíba, María Margarida Alves, asesinada el 12 de agosto de 1983, quien, en plena dictadura militar, luchó por los derechos básicos de trabajadores. “Sin sombra de dudas, Margarida no murió, pues el 13 de agosto todos somos Margaridas”, es el lema que levantan en sus pancartas. La marcha se realiza cada 4 años y, este año, se manifestaron por “2003 razones para marchar por tierra, agua, salario digno, salud y contra la violencia”. Hacen un llamado a cambiar el país: “Mirá, Brasilia está florida. Están llegando las decididas. Es el querer, el querer de las Margaridas. Agua limpia para beber. Salud antes de enfermar. Tierra limpia para plantar. Hambre de todos calmar”.
Maria Jose Moraes Costa, quien es activista rural, expresó que «venimos para enfrentar todo tipo de retroceso, entre ellos, los que afectan a la protección y la conservación de la biodiversidad, el derecho a la educación en el campo y las aldeas indígenas, y el fortalecimiento de la participación política de la mujer”. La marcha unificó todas estas demandas al grito de: “Por un Brasil con soberanía popular, democracia, justicia, igualdad y libre de violencia”.
Beth Cardoso, integrante de Mujeres de Articulación Nacional de Agroecología, dijo que podrían haber sido muchas más de 100.000 mujeres si hubiesen contado con más recursos. Sobre la marcha, Beth aclamó que «¡Una Margarida en nuestro vuelo! ¡Qué honor! Hoy me he levantado con la esperanza de que pronto llegue la primavera y que, una vez más, el amor supere al odio. ¡Tiemblen fascistas, las mujeres están en las calles!»
Este año, a la «Marcha de las Margaridas”, se sumó la “Marcha de las Mujeres Indígenas”, así fue que esa marea de mujeres inundó las calles de Brasilia en un grito que retumbó en todo el mundo. “Lo nuevo viene del pueblo, viene del poder popular, de ese pueblo que es mujer. Es por todas las que vinieron antes de nosotras, Luizas, Dandaras, Marielles, Margaridas y por una generación que será libre. Sólo pararemos de marchar cuando todas sean libres”, manifestó la diputada federal Talíria Petrone (Psol-RJ).
Con el lema “Territorio: nuestro cuerpo, nuestro espíritu”, las mujeres indígenas se reunieron para tratar diversas problemáticas de sus realidades, en especial, del cuidado y defensa de los territorios. “Cuando las mujeres indígenas resistimos, jalamos a nuestros maridos, a nuestros hermanos, caciquea”, expresó Alessandra Munduruku, líder indígena de Tapajós Medio.
En su documento, proclaman que “Como mujeres, líderes y guerreras, generadoras y protectoras de vida, nos mantendremos firmes y lucharemos contra los problemas y violaciones que afrontan nuestros cuerpos, nuestros espíritus, nuestros territorios. Difundiendo nuestras semillas, nuestros rituales, nuestro idioma, garantizamos nuestra existencia”.
Resuenan las mujeres desde el sur
Agosto fue un mes en donde las mujeres latinoamericanas rugieron con fuerza. En México, la salida a la luz de casos de violaciones a menores por parte de policías desató la furia en las calles, que inundaron a la ciudad capital y se replicaron en varias partes del país. La violencia machista en México ha llegado a cifras monstruosas; tan solo en la capital, se han registrado 3.233 delitos sexuales de enero a julio de este año. El terremoto se hizo sentir fuerte en México.
Las políticas de odio del presidente Bolsonaro fueron repudiadas por millares de mujeres en las calles de Brasilia. Algunas dicen que esto fue una réplica de lo que sucedía al mismo tiempo en México. Quizás, es también otro terremoto, que se ha venido gestando hace muchos años. Estas mujeres que marcharon no lo hicieron por primera vez, sino que son las luchadoras al frente de la defensa del territorio desde hace años. Lo que fue nuevo, sí, es la coincidencia de dos movilizaciones masivas desde el campo a la ciudad, que ponen en evidencia la segregación, el racismo y la devastación de la tierra en Brasil. Todo encarnado en la figura del actual presidente, quien legitima y hace suyos estos discursos, y, abiertamente, proclama la muerte de miles de personas y de fauna y flora nativa en nombre del capital.
Este agosto, desde el Sur hacia el Norte, han sonado los gritos de las mujeres organizadas. Somos trinchera de lucha, somos cuidadoras de nuestro territorio.
*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Lia Bianchini.