Situación económica de la provincia de Córdoba: ¿vamos mal y será peor?
El pasado miércoles 17 de julio, se dio a conocer el primer informe del «Observatorio de Trabajo, Economía y Sociedad» (OTES), titulado “Situación económica de la provincia de Córdoba”. El observatorio es una construcción colectiva, conformada por economistas de la UNC, que tiene por objetivo aportar al análisis económico, político y social de la actualidad argentina, y, especialmente, de la provincia de Córdoba, y ofrecer servicios de asesoramiento técnico a distintas organizaciones (sociales, sindicales, etc.).
Por Observatorio de Trabajo, Economía y Sociedad para La tinta
Córdoba es una región que, muy pocas veces, es analizada desde las principales consultoras de la provincia. En este sentido, el informe es una primera aproximación donde se destaca el análisis de la actividad económica, el comercio exterior, empleo, precios y salarios, distribución del ingreso y pobreza en la provincia desde 2011 y 2012 hasta la actualidad.
Un primer dato que se destaca de la provincia es que, tanto en la actividad como en el empleo, desde 2011, se encuentran en un proceso de estancamiento, con leves oscilaciones que van acorde a la dinámica nacional. En este sentido, el gobierno nacional está tratando de resistir y de controlar variables clave de la economía como son el dólar y la inflación. Sin embargo, sin resultados satisfactorios, afectando negativamente a los salarios, el empleo y la producción. Cabe destacar que la composición y las consecuencias de este estancamiento no son las mismas para toda la población y las ramas de la producción.
Los principales resultados, a la hora de analizar la composición de la economía provincial, son que la industria manufacturera dejó de ser la actividad con más participación en la producción y el empleo. En la actividad económica, perdió su lugar a manos de las actividades agropecuarias (las cuales partieron de un 14% de participación en 2012 y llegaron al 23% del total producido en 2017, mientras que la industria alcanza un 15% a fines del mismo año). Esta tendencia se profundiza en el último año debido a los niveles récords alcanzados en la campaña 2018/19 en la cosecha de maíz, que contrastan con el estancamiento observado en una rama icónica de la industria cordobesa, la rama automotriz. La situación del comercio y la construcción (otras dos grandes ramas de la provincia) también muestra serias dificultades en los últimos meses, ya que las ventas de supermercados y el consumo de cemento están en caída desde mediados del año pasado.
Por el lado del empleo privado asalariado registrado, la industria pierde el primer lugar a manos del comercio, que es hoy el principal contratador de trabajadores y trabajadoras. A su vez, mirando las tasas generales del mercado de trabajo del Gran Córdoba, pero, en especial, las de empleo no registrado y desocupación, la situación para las mujeres es peor que para los varones, confirmando las tesis de la economía feminista que recalcan el hecho de que, en contextos de ajuste, quienes más sufren las consecuencias son las mujeres. La tasa de desocupación fue del 8% para los varones y del 11% para las mujeres, y la tasa de empleo no registrado fue del 42% para los varones y del 43% para las mujeres en el cuarto trimestre de 2018.
En síntesis, los principales sectores que contratan trabajo no pueden reactivarse debido a la contracción del mercado interno (producto de la caída de un 12% de los salarios reales desde fines de 2015 a fines de 2018) y por la falta de dinamismo en el sector externo, con caídas fuertes en exportaciones e importaciones, y quienes más sufren este estancamiento son las mujeres.
En lo que se refiere a la evolución de los precios, se destaca que la Canasta Básica Alimentaria (conjunto de bienes alimentarios básicos de las familias) aumentó más que el Índice de Precios al Consumidor (indicador del crecimiento de los precios en todos los rubros). Las conclusiones de esta comparación es que la inflación afecta, en mayor medida, a las familias más pobres, debido a que, para éstas, los alimentos componen una proporción importante de la canasta de consumo total (los hogares que se encuentran en el 10% más pobre de la población destinan el 50% de sus ingresos a alimentos, mientras que el 10% más rico destina a este rubro un cuarto de su ingreso).
Con una economía estancada, con poca creación de empleos registrados y asalariados (que son quienes detentan mejores condiciones laborales), la distribución del ingreso y la pobreza presentan también cifras alarmantes. El 10% más rico del Gran Córdoba gana, en promedio, 19 veces más que el 10% más pobre y los niveles de pobreza e indigencia se encuentran en niveles altísimos: el 37% de la población se encuentra en situación de pobreza (un estimado de 572 mil personas) y el 8%, en situación de indigencia (123 mil personas).
¿Quiénes van mal y pueden ir peor? Poner la lupa donde los pies pisan
El OTES pretende ser una herramienta más que permita que ciertos sectores sociales puedan mejorar sus condiciones materiales y sociales de vida. Estos son los sectores laburantes, mujeres y las familias pobres que, muchas veces, son dejados de lado en los análisis corrientes de las grandes consultoras privadas de la provincia de Córdoba y son quienes, en estos últimos años, han perdido poder adquisitivo y puestos de trabajo.
En un contexto de crisis, las desigualdades sociales crecen y el gobierno nacional y el provincial chocan con límites estructurales a su acciones y se muestran sin capacidad para resolver los problemas de quienes viven en la pobreza. Así, nuestro aporte es a poder brindar herramientas para que esos mismos sectores puedan pensar cuál es el marco en el que se desarrolla su accionar, de manera que sus estrategias sean lo más efectivas posibles.
*Por Observatorio de Trabajo, Economía y Sociedad para La tinta.