¿Los defectos del capitalismo?
A casi tres décadas del colapso de la Unión Soviética, varios estudios coinciden en que los jóvenes estadounidenses están a favor del socialismo y en contra el capitalismo.
Por Lucas Gatica, desde España, para La tinta
Los representantes de la ideología capitalista y corporativista parecen preocupados o, por lo menos, inquietos. En estos días, el sistema que se encuentra en el corazón de la idiosincrasia norteamericana es puesto en debate por sus mismos beneficiarios.
Hace siglo y medio, Karl Marx criticaba al capitalismo y sus males, pero, nunca en la historia, sus actores principales habían criticado de manera feroz, casi al mismo nivel que la izquierda clásica, las bondades y maldades del sistema de organización social predominante. Aunque vale decir que más que reemplazarlo, lo que quiere la mayoría de los empresarios y banqueros es repararlo, modificarlo, maquillarlo.
Además del protagonismo que están tomando figuras que podríamos denominar como “socialistas” en Estados Unidos, como Alexandria Ocasio-Cortez o Bernie Sanders, algunas efigies del corporativismo más rancio parecen estar criticando el capitalismo. Es el caso de Jamie Dimon, funcionario de la JP Morgan, con un salario que superó los 30 millones de dólares en 2018, quien se explayó en su carta anual a los accionistas y aupó a reflexionar sobre el “desgaste” del American Dream.
Otro representante de Wall Street, Ray Dalio, el fundador de Bridgewater, uno de los fondos privados de inversión más grandes del mundo, declaró: “Soy capitalista y hasta yo pienso que el capitalismo está roto”. Dalio ocupa el puesto 60 en uno de esos rankings imposibles que hace la revista Forbes sobre las personas más ricas del mundo. “Si el capitalismo no evoluciona, va a desaparecer”, cerró este empresario multimillonario.
Otra voz que se sumó a las críticas fue la de Weston Hicks, dueño de una compañía de seguros, que señaló que el sistema “está fallando a gran parte de la población”. Aunque el capitalismo haya sacado a millones de personas de la pobreza, “esto no quiere decir que el capitalismo no tenga defectos”, según Hicks. Las empresas, gobiernos, grupos poderosos, deberían ahora ser capaces de resolver los problemas generados por el sistema, afirmó Dalio.
Así, una buena cantidad de empresarios y funcionarios están cambiando la agenda de discusión, en el sentido de querer ser asociados como concienciados con el medio ambiente, por ejemplo, y quieren demostrar que sus actividades tienen un fin social además de dar beneficios a sus accionistas y engordar sus cuentas bancarias. Atentos al contexto mediático y con la mira puesta en las elecciones presidenciales de 2020, comienzan a correr el velo de idealización del capitalismo.
Recientemente, fue publicada una encuesta de Gallup que encontró que la opinión favorable del capitalismo de los y las estadounidenses de entre 18 y 29 años cayó del 68 por ciento en 2010 al 45 por ciento en 2019. Además, hoy, el 51 por ciento de ellos y ellas tiene una opinión positiva del socialismo. Este último dato también es nuevo y está asustando a más de uno.
Otro estudio realizado por científicos de la Universidad de Chicago reveló que de los cuatro grandes grupos raciales que configuran la población de Estados Unidos, solo los blancos eligen mayoritariamente (el 54 por ciento) el sistema económico actual, mientras que los ciudadanos de origen asiático, africano y latino simpatizan preferentemente con el socialismo.
Para otra investigación, un estudio de VOC, tan solo el nueve por ciento de los encuestados asocia el socialismo con las figuras de Karl Marx y Friedrich Engels. La referencia más apuntada ante la idea de socialismo es la de Sanders, posible candidato del ala liberal del Partido Demócrata, político que ha reconocido, más de una vez, la importancia de la política del “New Deal” puesta en marcha por Roosevelt durante la Gran Depresión. Esta misma investigación reveló que los norteamericanos suelen denominar como socialistas a los países desarrollados con una notable regulación económica gubernamental -como Suecia, Canadá y Francia-, mientras que no son reconocidos aquellos estados que manifiestan explícitamente su carácter socialista -como Venezuela, Cuba o Corea del Norte-.
¿Por qué ahora, en este contexto, Donald Trump baja los impuestos a las empresas y disminuye los controles y regulaciones? ¿Por qué, a pesar de esto, los grandes capitalistas e inversores parecen intranquilos y preocupados? En este momento histórico, donde la desigualdad es la más grande de la historia, tal vez la respuesta es que están asustados por el porvenir.
Esa encuesta de Gallup les está haciendo transpirar. “Les aterra ver los datos que muestran que los jóvenes se sienten cada vez más cómodos con el socialismo como una forma de organizar la economía”, declaró el presidente de la Fundación Ford, Darren Walker.
A casi tres décadas de la caída del Muro de Berlín, el colapso de la Unión Soviética y de los llamados regímenes socialistas de Europa del Este, los estudios y sociólogos muestran que los y las jóvenes del país del norte están a favor del socialismo y en contra el capitalismo. Valdría preguntarse si esto es el germen de una crisis del capitalismo o solo una lamentación para que vuelva a su normal funcionamiento. Lo que parece, por ahora, es que, ante el miedo de una victoria demócrata en la Casa Blanca, que podría convertirse en un revés para las empresas, algunos CEO´s comienzan a pensar reformas y prevenciones.
*Por Lucas Gatica para La tinta