La falsa guerra de Vidal contra el narcotráfico

La falsa guerra de Vidal contra el narcotráfico
5 junio, 2019 por Redacción La tinta

Con una topadora de fondo, el intendente Julio Garro y el ministro Ritondo se abrazaron para tomarse la foto, luego de felicitar a la policía por un avance más en la lucha contra las drogas. Sin orden judicial y con la excusa de que había sido ocupada por narcos, el Gobierno tiró abajo una casa en construcción, sin aberturas y a pesar de que los supuestos delincuentes ya estaban detenidos. Entre escombros, quedó el sueño de una familia. Perycia recorrió las ruinas que dejó una ficción de campaña.

Por Anita Aliberti para Perycia

—Es mi casa, mi casa, es nuestra casa que la hemos hecho con esfuerzo—, grita Juliana.

Una retroexcavadora arremete contra las paredes. Hunde su brazo amarillo una y otra vez en el ladrillo hueco, rompiendo con esmero las vigas para dar marcha atrás y volver a la embestida. Ella y su familia no pueden creer el poco tiempo que lleva destrozar más de un año de sacrificio. Juliana siente que se le baja la presión, que las piernas no le responden, no puede dejar de llorar. Jorge, su marido, está en shock. Juliana y Jorge Giménez Ruiz Díaz tienen 37 y 31, y un hijo de 9 con discapacidad. Son los dueños -o eran- de una de las ocho casas que el operativo Troya 2 destruyó el 8 de mayo en Santa Ana, un barrio de Romero, en las afueras de La Plata. La única explicación que les dieron es que la casa –que estaba casi terminada y a la que se iban a mudar en unos días- había sido ocupada por una organización delictiva.

“Caballo de Troya 2: el regreso” es la secuela de una saga que comenzó en abril en San Carlos, con el Troya 1, y que fue bautizada por lo singular de su modalidad: meter policías en camiones volcadores y meter camiones volcadores en los barrios. El operativo se festejó en medios oficialistas como un “golpe contra las drogas”, con el que el gobierno apunta a resolver un problema de vieja data aplicando un paradigma que muchos especialistas califican como inútil. La guerra contra las drogas se aplicó ya en varios países de Latinoamérica: en todos, fracasó con creces.

La alianza Cambiemos viene hablando del narcotráfico desde la campaña electoral como el problema más grave que atraviesa el país. Sin embargo, el Grupo Convergencia -un grupo de académicxs y expertxs en política de drogas- advirtió, ya en 2015, que Argentina se acerca a una perspectiva que abre la puerta a la intervención militar en asuntos de seguridad interior. “Los elementos de combate de las fuerzas militares están especialmente adiestrados para la utilización de la violencia en un grado extremo, por ser ésta una característica inherente de la guerra y carecen de capacitación para actuar bajo las órdenes de jueces y fiscales”, afirman en un documento.

En abril pasado, el Colectivo Contra el Gatillo Fácil de La Plata denunció en un comunicado “la militarización” del barrio Malvinas de San Carlos: después del Troya 1, la policía instaló una garita y los vecinos dicen que hay efectivos de armas largas pidiendo documentos a lxs pibes para entrar al barrio. 

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En el barrio Malvinas denuncian una «militarización» (Imagen: Matías Adhemar)

Jorge y Juliana se conocieron hace cinco años. Él es paraguayo y ella vino de Bolivia a los 16, con padre, madre y sus ocho hermanos. Al poco tiempo de comenzar a salir, formalizaron: Jorge se mudó a la habitación que Juliana alquilaba con su hijo Jesús y comenzaron a soñar juntos con la casa propia. Fueron muchos años de ahorro hasta comprar el terreno y largos los días invertidos en levantar, ladrillo por ladrillo, lo que algún día sería su hogar. Jorge trabajaba veintiséis días corridos, en jornadas de doce horas diarias, en una empresa de Olavarría. Había hecho ese arreglo para poder tomarse los seis francos juntos. Subía a un colectivo, volvía a La Plata y, en esos seis días, acarreaba carretillas con arena, mezclaba cemento y pegaba ladrillos hasta que caía el sol. Sólo a veces, lo acompañaba un cuñado. Juliana, mientras tanto, trabajaba limpiando casas en las horas que Jesús estaba en la escuela. Con el sueldo de Jorge, compraban materiales; con lo que sacaba Juliana, compraban lo chico, la verdura, los fideos: lo necesario para subsistir.

La pesadilla comenzó pocas semanas antes de mudarse. El 28 de abril, un vecino llamó a Jorge a Olavarría para avisarle que habían allanado la obra, que todavía no tenía las aberturas puestas. La medida había sido ordenada por Ana Medina, titular la UFI N°1. Juliana llegó lo más pronto que pudo y se encontró a una docena de efectivos que no la dejaban pasar. Le dijeron que la vivienda había sido ocupada por “una organización delictiva”, que ahí “se preparaba y se vendía droga”. Que, sin orden judicial, no podía entrar. “Vaya a fiscalía, señora”.

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Jorge levanta su casa antes de ser arrasada por la topadora (Foto cedida por la familia)

Durante más de una semana, la familia se levantó al alba y recorrió, a veces en micro, a veces de a pie, los mismos trayectos: de la habitación que alquilan a la casa allanada, de Romero a la fiscalía, en el centro de la ciudad. Jorge presentó una contradenuncia explicando a quién y cómo habían pagado los 50.000 pesos del terreno, en marzo 2017. Golpearon las puertas de todas las escribanías intentando que les legalicen el boleto de compra venta, mostraron las facturas de los materiales: “Nos tuvieron de acá para allá, nadie supo decirnos qué había que hacer”, cuenta Juliana, que recorrió junto a Perycia las ruinas de lo que iba a ser su casa. En la UFI N°1, desde donde salió la orden de allanamiento, le dijeron una y otra vez que no, que no había ningún problema, que podían entrar a la casa cuando quisieran.

Ante una presentación de su abogado, en la fiscalía, terminaron por darle un documento que lo prueba: Medina firma un “despacho” de su puño y letra, fechado el 8 de mayo, en el que certifica que no ordenó la restricción a ingresar a la vivienda, menos aún la de su derribo, y ordena que se informe al Ministerio de Seguridad de la provincia y a la Municipalidad de La Plata.

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Las cámaras y los funcionarios ya se fueron. Queda la desolación de Juliana, junto a su hijo. (Imagen: Matías Adhemar)

En otras palabras: que el show montado por la policía, el intendente Garro y el ministro de Seguridad provincial Cristian Ritondo no contaba con el aval judicial.


Esa mañana del 8 de mayo, mientras la familia intentaba asimilar que el esfuerzo de una vida había quedado reducido a una pila de escombros, el intendente Julio Garro grabó un video publicitario delante de las ruinas para agradecer “en nombre de todos los platenses” el trabajo colaborativo de la policía bonaerense y la local, del Ministerio de Seguridad y la Gobernadora María Eugenia Vidal: “este es el resultado de la voluntad política de ir por el narcotráfico; la cifra de búnkers derrumbados como de drogas secuestradas es récord”, dijo mirando a cámara. El ministro de Seguridad Cristian Ritondo, a su lado, le agradeció al intendente las máquinas y destacó que “sin la intendencia, la provincia y la Nación dando una lucha como ésta sería imposible”.

Después, la foto habitual que incluyó a un alto funcionario de la policía bonaerense. Fuera de encuadre, quedó la desolación y la impotencia de Juliana, asistiendo al espectáculo de ver cómo la máquina derrumbaba su casa. El número que alardeó Garro y se adjudica Ritondo es el de 121 búnkers derribados durante su gestión. ¿En cuántos el montaje publicitario ocultó que se trataba, en realidad, de casas precarias, incluso si hubieran sido ocupadas transitoriamente por vendedores de droga o ”transas”?

“Tanto sacrificio para nada. ¿Quién me devuelve a mí esa plata?”. Jesús escucha el relato abrazado a su mamá. Tiene 9 años y un retraso madurativo que le impide -entre otras cosas- hablar. El día del derribo, se lo ve en una foto confundido, asistiendo al sufrimiento de sus padres. La familia planea emprender un reclamo legal que saben que será largo y costoso. Mientras, Juliana dice que están viendo la manera de volver a empezar. Pero en otro lugar: “Mi marido no quiere más construir en ese barrio, tiene miedo que nos vuelva a pasar lo mismo”.

*Por Anita Aliberti para Perycia. Fotos: Matías Adhemar.

Palabras claves: desalojo, La Plata, María Eugenia Vidal, Narcotráfico, Troya

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Familiares de desaparecidos piden ser querellantes en la causa “Enterramientos clandestinos”

Familiares de desaparecidos piden ser querellantes en la causa “Enterramientos clandestinos”
11 abril, 2025 por Iniaki Rubio Mendoza

Se reunieron hoy ante los Tribunales Federales para solicitar que se reabra la causa y exigen a las autoridades que se hagan cargo de las investigaciones: «Esta no es una cuestión únicamente afectiva, subjetiva o familiar; es una cuestión social e, incluso, antropológica», expresó una de las firmantes.

Varios familiares de detenidos y desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar se concentraron esta mañana ante Tribunales Federales para solicitar ser incorporados como querellantes en la causa “Averiguación de enterramientos clandestinos periodo 1976-1983”, que se tramita en el Juzgado Federal n.º 3 de Córdoba.

Según los solicitantes, el pedido se fundamenta en tres cuestiones principales. En primer lugar, demandan que los crímenes de desaparición forzada de personas no cesan desde la detención o el secuestro hasta la aparición de sus cuerpos. Además, exigen que se cumpla la legislación internacional a la que Argentina adhiere: “La Organización de las Naciones Unidas establece nuestro derecho a participar en la búsqueda de nuestros desaparecidos”.

Constituirse como querellantes, aseguran, les permitirá participar en la investigación de la causa, aportando pruebas, testimonios, peritos y líneas de investigación.

«También habilitará el trabajo de especialistas expertos en la materia que podrán contribuir en la búsqueda», recalcan. En este sentido, los familiares apelaron a la responsabilidad de las autoridades: «Naciones Unidas establece también que las autoridades tienen que diseñar estrategias que incluyan a las víctimas, sus familiares y las organizaciones que los representan». Además, los afectados reclaman su derecho a la verdad y al duelo.

Una causa eterna

La causa judicial conocida como «Enterramientos clandestinos» se inició en mayo de 2001, cuando la Asociación para la Recuperación Histórica Argentina (ARHISTA) presentó una denuncia ante el Juzgado Federal n.º 3, entonces a cargo de la jueza Cristina Garzón de Lascano.

La demanda respondía a un reporte de 1976, que aseguraba la existencia de centenares de cadáveres en fosas comunes en el Cementerio San Vicente de Córdoba. En 1984, la delegación Cordobesa de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) confirmó la existencia de ocho cadáveres y se tramitó una solicitud preguntando sobre el personal militar involucrado en los hechos.

No fue hasta diciembre de 2002 cuando peritos judiciales, el Equipo Argentino de Antropología Forense y especialistas del Museo de Antropologías de la Universidad Nacional de Córdoba comenzaron con los trabajos de exhumación en las fosas comunes. No obstante, la causa fue cerrada años más tarde y los familiares de los desaparecidos piden ahora que sea reabierta.


Es el caso de María del Carmen Torres, quien continúa con la búsqueda de su hermano y también de su compañero de vida, desaparecidos en 1975 y 1976 respectivamente. «La causa cerró, pero no quedó archivada, por lo que pedimos que se reactive y que la Justicia se ocupe de buscar los cuerpos de los 30.000 desaparecidos sin tumba que tenemos en este país», señaló en diálogo con La tinta.


Asimismo, Torres lamenta que la causa quedó parada por falta de recursos: «Faltan recursos humanos y recursos para tecnología. Queremos que la Justicia arbitre esos recursos para continuar las investigaciones de los enterramientos clandestinos».

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Imagen: Ezequiel Luque.

La demandante afirma que las familias sumarán querellas de organizaciones de derechos humanos: «La organización Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas de Córdoba está en condiciones de constituirse como querellante, y así lo solicitará. También lo harán 26 querellantes particulares y Abuelas posiblemente también». Y aclara: «Estamos en un comienzo del proceso judicial y tratando de entender y generalizar este pedido; todavía no sabemos cómo se desenvolverá».

«¿Qué son una sociedad y un gobierno que justifican la existencia de los desaparecidos y el terrorismo de Estado?», se pregunta María del Carmen Torres. «Esta no es una cuestión únicamente afectiva, subjetiva o familiar; es una cuestión social e, incluso, antropológica», concluye.

*Por Iñaki Rubio Mendoza para La tinta / Imagen de portada: Ezequiel Luque para La tinta.

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Palabras claves: Dictadura Cívico-Militar, Enterramientos clandestinos, Equipo Argentino de Antropología Forense

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